La gran cuestión... ¿cuál es?
¿CUÁL es la gran cuestión ante cada uno de nosotros? ¿Será la cuestión de un recalentamiento de la Tierra que está haciendo subir el nivel de los mares y causando condiciones del tiempo imprevistas? ¿Será la cuestión de que la capa de ozono va desapareciendo y, como resultado, hay peligrosa exposición a los nocivos rayos ultravioletas del Sol? ¿Será el asunto de la explosión demográfica, la base para otros problemas mundiales como la pobreza y la delincuencia? ¿O será la posibilidad de que incontables millones de personas sean aniquiladas en una guerra nuclear cuyos sobrevivientes mueran en agonía por el frío, el hambre o la radiación?
Después de considerar estas cuestiones y otras, en 1989 la revista Scientific American llegó a esta conclusión: “No hay duda de que la posibilidad de una guerra nuclear presenta el más serio peligro latente [...] para la supervivencia”. Entonces, ¿es la guerra nuclear la gran cuestión ante nosotros?
La gran cuestión
Por los cambios que ha habido en el ambiente político desde 1989, ahora quizás parezca menos probable que se desate una guerra nuclear. Con todo, las armas nucleares son una grave amenaza para la humanidad mientras existan. No obstante, cierta información que salió en 1990 Britannica Book of the Year señala a otro asunto crítico. Según esta fuente informativa, más de 230.000.000 de habitantes de la Tierra son ateos. Otras fuentes indican que otros millones de personas están bajo el influjo de filosofías orientales que dan cabida al punto de vista de que no hay un Creador. Además, aunque centenares de millones sí aceptan la existencia de un Creador, difieren radicalmente en cuanto a su concepto de él. Y en muchos casos sus acciones son un gran oprobio para Aquel a quien afirman adorar. (2 Pedro 2:1, 2.)
Si Dios existe, y de eso no hay duda, entonces de seguro la gran cuestión tiene que ver con él. ¿Por qué creó él a la humanidad? ¿Cuál es nuestra responsabilidad para con él? ¿Cómo reaccionará él al arruinamiento de la Tierra por el hombre? ¿Y cómo responderá al desafío implicado en el hecho de que tantas personas se nieguen a creer en él o a someterse a su voluntad? En realidad, la gran cuestión ante cada uno de nosotros es si aceptamos o rechazamos la soberanía de Dios, “cuyo nombre es JEHOVÁ”. (Salmo 83:18, Versión Moderna.)
El origen del universo
Por supuesto, nuestra responsabilidad con relación a Dios es cuestión nula para los que no creen en él. Pero cualquiera que observa honradamente el diseño y la hermosura de la Tierra como hogar nuestro se siente impelido a reconocer que tiene que haber un gran Diseñador. Es cierto que en sus explicaciones de las maravillas de la naturaleza a nuestro alrededor la mayoría de los científicos han dejado fuera del cuadro a Dios. Por ejemplo, muchos dicen que el universo se desarrolló desde ser un puntito mucho más pequeño que la cabeza de un alfiler hasta llegar al tamaño actual, que todo sucedió “naturalmente”, al azar, sin necesidad de un Creador. Sin embargo, después de explicar una nueva teoría popular sobre el origen del universo, el físico Hanbury Brown, en su libro The Wisdom of Science (La sabiduría de la ciencia), reconoce: “Supongo que a la mayoría de la gente eso le parecería un truco de magia más bien que una explicación”. El profesor Brown concluye diciendo que ‘el origen y el propósito del mundo son grandes misterios’ aparentemente insolubles para la ciencia.
Los científicos han demostrado que la materia y la energía están estrechamente relacionadas, que la materia puede convertirse en energía y la energía en materia. Como lo han demostrado las explosiones nucleares, una pequeña cantidad de materia puede generar una enorme cantidad de energía. Entonces, ¿dónde está la fuente de toda la energía tras 100.000 millones de estrellas que forman nuestra galaxia, así como de más de 1.000 millones de galaxias que componen el universo visible?
La Biblia dice: “Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre. Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna de ellas falta”. ¿A Quién se hace referencia aquí? El registro bíblico contesta: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; y a ningún otro daré yo mi propia gloria”. (Isaías 40:26; 42:5, 8.)
El imaginarse que la Tierra y el resto del universo se originaron al azar le resta al Creador, Jehová Dios, la gloria que se le debe. (Revelación 4:11.) Eso también elimina un fuerte motivo para dar a la Tierra trato responsable. Si los humanos supieran que tienen que dar cuenta a Dios por lo que le hacen a su creación, quizás ejercerían más cuidado para no contaminar la Tierra, destruir la capa de ozono ni causar un recalentamiento del planeta.
El origen de la vida
Considere también esta cuestión: ¿Cómo empezó la vida? A la gente se le ha enseñado que Dios no tuvo que ver con su origen. Pero esto contradice un principio científico establecido. Hubo un tiempo en que se creía que los escarabajos provenían del estiércol de las vacas; los gusanos, de la carne podrida; los ratones, del lodo. Hasta en el siglo pasado algunos científicos enseñaban que los microorganismos surgían de materia muerta. Pero aquellas ideas fueron refutadas por Redi, Pasteur y otros científicos. The World Book Encyclopedia (edición de 1990) dice: “Después de los experimentos de Pasteur, la mayoría de los biólogos aceptaron el concepto de que toda vida proviene de vida existente”.
Sin embargo, hay científicos que teorizan que en el pasado distante la situación fue diferente. Dicen que los primeros organismos unicelulares surgieron al azar de una mezcla de materia inanimada a la que llaman una sopa primitiva que contenía las sustancias químicas necesarias para la vida. “La casualidad, y solo la casualidad, lo hizo todo, desde la sopa primitiva hasta el hombre”, declara Christian de Duve en A Guided Tour of the Living Cell (La célula viva explicada).
La Biblia dice acerca de Dios: “Contigo está la fuente de la vida”. (Salmo 36:9.) Esta declaración en realidad concuerda con lo que se ha observado... que la vida solo puede provenir de vida preexistente. Sin embargo, puesto que la ciencia por lo general prefiere considerar la vida (una de las más preciadas dádivas divinas) como algo que se originó al azar, muchos opinan que no tienen que responder a Dios por el uso que dan a su vida. Por eso, violan las leyes de Dios, se oprimen, roban y asesinan unos a otros y emplean muchísimo dinero, tiempo e ingeniosidad en diseñar armas asesinas que matan y devastan con horrenda eficacia.
Se resuelve la cuestión
Además de los ateos y los modernistas, muchísimas otras personas niegan la soberanía de Dios. Muchos dicen que creen en Dios, y más de 1.700 millones se llaman cristianos. Por siglos las iglesias de la cristiandad han alabado públicamente a Dios en sus servicios religiosos. Pero, en realidad, ¿cuál es la postura de la mayoría de esos 1.700 millones respecto a la soberanía de Dios?
Tanto individuos como naciones enteras han mostrado su indiferencia hacia esa soberanía al desobedecer los mandamientos específicos de Dios. Naciones que se llaman cristianas han perpetrado actos impíos de violencia, entre ellos las dos peores guerras de la historia humana... ¡y clérigos “cristianos” de ambos lados les dieron su bendición! Por tal hipocresía han representado muy mal a Dios. Es como dice la Biblia: “Declaran públicamente que conocen a Dios, pero por sus obras lo repudian”. (Tito 1:16.)
No obstante, Dios “no puede negarse a sí mismo”. (2 Timoteo 2:13.) Con el tiempo él resolverá todo aspecto de esta cuestión de la soberanía según su propósito declarado: “Tendrán que saber que yo soy Jehová”. (Ezequiel 38:23.) Pero ¿por qué se ha tomado tanto tiempo? ¿Cómo se resolverá finalmente la cuestión? ¿Y cómo puede usted tomar las decisiones correctas en este asunto tan importante?
[Reconocimiento de la foto de la portada]
Fondo de la portada: Foto U.S. Naval Observatory
[Reconocimiento en la página 3]
Fondo: Foto U.S. Naval Observatory