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  • ¿Será más tarde de lo que usted cree?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 1/4 págs. 4-7

¿Será más tarde de lo que usted cree?

TRES días antes de morir, Jesús tuvo un día muy ocupado en Jerusalén, un día que resultó ser sumamente significativo para los cristianos de hoy. Había enseñado en el templo y derrotado a los líderes religiosos judíos que habían tratado de entramparlo con muchas preguntas capciosas. Finalmente había dirigido a los escribas y fariseos una muy severa denunciación que los dejó marcados como hipócritas y víboras cuyo futuro era el Gehena. (Mateo, capítulos 22, 23.)

Mientras Jesús salía de la zona del templo, uno de sus discípulos le dijo: “Maestro, ¡mira!, ¡qué clase de piedras y qué clase de edificios!”. Sin impresionarse, Jesús le dijo: “¿Contemplas estos grandes edificios? De ningún modo se dejará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada”. (Marcos 13:1, 2.) Entonces salió del templo por última vez, descendió al valle del Cedrón, pasó al otro lado, y subió por las laderas del monte de los Olivos.

Jesús estaba sentado allá en el monte, bañado por la luz del atardecer, con el templo sobre el monte Moria a la vista al otro lado del valle, cuando Pedro, Santiago, Juan y Andrés se le acercaron para hablarle en privado. Los discípulos se preocupaban por lo que Jesús había dicho sobre el derribo del templo. Le preguntaron: “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”. (Mateo 24:3; Marcos 13:3, 4.) La respuesta de Jesús a su pregunta aquella tarde en el monte de los Olivos es de suma importancia para nosotros. Puede impedir que esperemos demasiado para pensar en “la conclusión del sistema de cosas”.

La pregunta de ellos constaba de dos partes. Una era sobre el fin del templo y del sistema judío; la otra era sobre la presencia futura de Jesús como Rey y la conclusión del sistema de cosas actual. Jesús abarcó ambas partes en su respuesta, según se da en Mateo 24 y 25, Marcos 13 y Lucas 21. (Véase también Revelación 6:1-8.) Respecto a la conclusión del mundo o sistema de cosas actual, Jesús describió varios rasgos que, juntos, formarían una señal compuesta que identificaría los últimos días. ¿Se está cumpliendo esa señal compuesta? ¿Nos sitúa en los últimos días que menciona la Biblia? ¿Nos advierte su cumplimiento que quizás sea más tarde de lo que creemos?

Uno de los rasgos de la señal compuesta que Jesús dio es: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino”. (Mateo 24:7.) En 1914 comenzó la I Guerra Mundial. Inmediatamente los testigos de Jehová de la década que transcurría vieron razón para estar alerta. ¿Y por qué? En diciembre de 1879, unos 35 años antes, en la revista Watch Tower (ahora conocida en español como La Atalaya) se había dicho, con la cronología bíblica como base, que 1914 sería un año crucial en la historia humana. ¿Podría ser esta guerra —la primera de alcance realmente mundial, en la que con el tiempo participaron 28 naciones y murieron 14.000.000 de personas— el comienzo de sucesos que cumplieran la señal compuesta de Jesús acerca del fin? ¿Vendrían tras la guerra los demás rasgos de la señal?

En “una revelación por Jesucristo” se había predicho la misma matanza. Aquí se ve que un caballo de color de fuego y su jinete ‘quitan de la tierra la paz’. (Revelación 1:1; 6:4.) Eso ciertamente ocurrió desde 1914 hasta 1918. Y la I Guerra Mundial fue solo el principio. En 1939 hubo la II Guerra Mundial. Cincuenta y nueve naciones se sumieron en ese conflicto, y murieron unos 50.000.000 de personas. Durante los 45 años tras la II Guerra Mundial se han peleado más de 125 guerras en las que han muerto más de 20.000.000 de personas.

Otro de los rasgos de la señal es: “Habrá escaseces de alimento”. (Mateo 24:7.) Durante la I Guerra Mundial, y después, hubo hambre general. Un informe enumera más de 60 hambres descollantes desde 1914, con la pérdida de millones de vidas. Además, hasta en estos mismos días mueren 40.000 niños diariamente de desnutrición y enfermedades evitables.

“Habrá grandes terremotos.” (Lucas 21:11.) Estos sacudieron la Tierra después que comenzó la I Guerra Mundial. En 1915 un terremoto quitó la vida a 32.610 personas en Italia; otro, en 1920, mató a 200.000 en China; en 1923 murieron en Japón 99.300; en 1935 perdieron la vida en lo que ahora es Paquistán 25.000; en 1939, en Turquía, perecieron 32.700; en 1970 murieron en Perú 66.800; en 1976, en China, murieron 240.000 (algunos dicen que fueron 800.000), y en 1988, en Armenia, 25.000. ¡Ciertamente ha habido grandes terremotos desde 1914!

“En un lugar tras otro pestes.” (Lucas 21:11.) Durante 1918 y 1919, aproximadamente 1.000.000.000 de personas enfermaron de la gripe española, y más de 20.000.000 murieron. Pero aquello fue solo el principio. En las naciones en vías de desarrollo, el paludismo, la bilharziosis, la “ceguera de los ríos” (oncocerciasis), las diarreas agudas y otros males siguen lisiando y matando a centenares de millones de personas. Además, las enfermedades cardíacas y el cáncer matan a otros millones. Las enfermedades de transmisión sexual están asolando a la humanidad. La plaga mortífera del SIDA infunde terror en el corazón de la gente hoy día, y se calcula que una nueva víctima queda infectada cada minuto con esta enfermedad actualmente incurable.

“Aumento del desafuero.” (Mateo 24:12.) El desafuero se ha extendido sin freno desde 1914, y hoy lo hace explosivamente. Asesinatos, violaciones, asaltos, guerras entre pandillas... son noticias de primera plana y de la radio y la televisión. Continúa inconteniblemente la violencia irracional. En los Estados Unidos, alguien descarga cien balas con un fusil de tiro rápido contra niños de una escuela... hay 5 muertos y 29 heridos. En Inglaterra, un demente asesina a 16 personas con un fusil de asalto AK-47. En Canadá, un hombre que odia a las mujeres va a la Universidad de Montreal y mata a 14 de ellas. Esas personas son como lobos, leones, bestias salvajes, animales irracionales nacidos para ser atrapados y destruidos. (Compárese con Ezequiel 22:27; Sofonías 3:3; 2 Pedro 2:12.)

“Los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.” (Lucas 21:26.) Poco después de la explosión de la primera bomba atómica, el científico atómico Harold C. Urey dijo sobre el futuro: “Comeremos en temor, dormiremos en temor, viviremos en temor y moriremos en temor”. Junto con el temor a una guerra nuclear hay el temor al crimen, el hambre, la inestabilidad económica, el derrumbe moral, la desintegración familiar, la contaminación de la tierra. De hecho, los malos tiempos que ponen claramente ante nosotros los diarios y la televisión esparcen temor por todas partes.

El apóstol Pablo también escribió sobre las condiciones que reinarían en los últimos días de este sistema de cosas. Leer sus palabras es como leer las noticias del día. “Mas sabe esto —escribió él—, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de estos apártate.” (2 Timoteo 3:1-5.)

Todo continúa “como desde el principio de la creación”

El apóstol Pedro predijo otro rasgo de los últimos días: “En los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’”. (2 Pedro 3:3, 4.)

Hoy, cuando se considera el asunto de los últimos días, muchos cumplen las palabras proféticas de Pedro al mofarse y decir: ‘Mire, todas esas cosas han ocurrido antes. Lo que pasa es que la historia se repite’. Así que descartan las advertencias y siguen “procediendo según sus propios deseos”. Es “conforme al deseo de ellos” que dejan de lado el cumplimiento de las profecías que identifican tan claramente los últimos días. (2 Pedro 3:5.)

No obstante, nunca antes se han cumplido a la vez los diferentes rasgos de la señal compuesta que Jesús predijo en un período tan breve, con tanta intensidad, y con las trascendentales consecuencias que vemos. (Repase, por ejemplo, Mateo 24:3-12; Marcos 13:3-8; Lucas 21:10, 11, 25, 26.) Y especialmente deseamos llamar su atención a otro rasgo que se predijo acerca de los últimos días, descrito en Revelación.

Pasemos a Revelación 11:18. Ahí dice que cuando el Reino de Cristo empieza a gobernar y las naciones se encolerizan y llega el tiempo del juicio, entonces Jehová ha de “causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. ¿No está la contaminación arruinando el ambiente hoy día? Es cierto que los hombres siempre han explotado los recursos de la Tierra para enriquecerse. Pero al hacerlo, nunca se habían acercado a la posibilidad de destruirla como planeta habitable. Ahora, por la tecnología científica desarrollada desde 1914, los hombres sí tienen ese poder, y ciertamente están arruinando la Tierra por su deseo ávido de riquezas, mientras contaminan el ambiente y ponen en peligro la capacidad de la Tierra para sostener la vida.

Una sociedad codiciosa y materialista está haciendo eso a un paso alarmante. He aquí algunas de las atrocidades resultantes: lluvia ácida, recalentamiento global, agujeros en la capa de ozono, exceso de basura, vertederos de sustancias tóxicas, herbicidas e insecticidas peligrosos, desechos nucleares, derrames de petróleo, vertimiento de aguas residuales sin depurar, especies en peligro de extinción, lagos muertos, contaminación del agua subterránea, destrucción de bosques, suelo contaminado, pérdida de la capa superficial del suelo y niebla tóxica que causa daño a árboles y cosechas, así como a la salud humana.

El profesor Barry Commoner dice: “Creo que la contaminación continua de la Tierra, si no se contiene, a la larga incapacitará al planeta como lugar para la vida humana. [...] El problema no se debe a ignorancia científica, sino a codicia voluntariosa”. El libro State of the World 1987 (Estado del mundo, 1987) dice en la página 5: “El nivel de las actividades humanas ha comenzado a amenazar la habitabilidad de la Tierra misma”. Una importante serie de programas de la televisión pública transmitida en los Estados Unidos en 1990 se titulaba “La carrera para salvar al planeta”.

El hombre nunca detendrá la contaminación; Dios lo hará cuando destruya a los que están destruyendo la Tierra. Dios y su Mariscal de Campo celestial, Cristo Jesús, lo harán mediante ejecutar juicio sobre las naciones materialistas en la guerra final de Armagedón. (Revelación 16:14, 16; 19:11-21.)

Finalmente, note el siguiente rasgo sobresaliente de la profecía de Jesús sobre los últimos días: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. (Mateo 24:14.) Estas buenas nuevas dicen que el Reino de Dios gobierna ahora en los cielos y pronto destruirá a este sistema inicuo y restablecerá el Paraíso en la Tierra. El evangelio se ha predicado antes, pero nunca hasta el punto de abarcar toda la tierra habitada. Sin embargo, desde 1914 los testigos de Jehová han hecho eso, a pesar de la persecución que Jesús predijo... proscripciones gubernamentales, actos violentos de chusmas, aprisionamientos, tortura y muchas muertes.

En 1919 había 4.000 testigos de Jehová predicando estas buenas nuevas. Esa cantidad ha aumentado, y el año pasado más de 4.000.000 de Testigos predicaron en 212 países, en unos 200 idiomas; distribuyeron centenares de millones de Biblias, libros y revistas; condujeron millones de estudios bíblicos en los hogares de la gente, y celebraron asambleas de distrito en grandes estadios por todas partes del mundo. Nunca se pudiera haber efectuado tan tremendo grado de predicación del evangelio antes de 1914. Su realización a la escala que se ha alcanzado ha requerido el uso de las modernas prensas de gran velocidad, los medios de transporte, los ordenadores, las máquinas de facsímiles y también los medios de envío y comunicación que solamente se han conseguido en nuestro tiempo.

La Jerusalén de los días de Jeremías recibió advertencia de su destrucción venidera; sus habitantes solo se mofaron, pero era más tarde de lo que ellos creían. Hoy se está dando una advertencia mucho mayor acerca de la destrucción en Armagedón, con el apoyo de evidencia arrolladora. (Revelación 14:6, 7, 17-20.) Millones de personas vuelven un oído sordo a esa advertencia. Pero el tiempo se está acabando; es más tarde de lo que ellas creen. ¿Será más tarde de lo que usted cree?

[Ilustración en la página 7]

En los días de Jeremías era más tarde de lo que la gente creía

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