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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
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Preguntas de los lectores

◼ ¿Cuánto debe resistir el cristiano una transfusión de sangre que haya ordenado o autorizado un tribunal?

Cada situación es singular, de modo que no hay una sola regla que abarque todo caso. Los cristianos tienen la reputación de respetuosamente ‘pagar a César las cosas de César’ y obedecer las leyes del gobierno seglar. Con todo, están al tanto de que su obligación principal es dar “a Dios las cosas de Dios” y no violar Su ley. (Marcos 12:17.)

Romanos 13:1-7 considera la relación de los cristianos con “las autoridades superiores” gubernamentales. Estos gobiernos tienen autoridad para promulgar leyes o dar directrices que normalmente promueven el bienestar general de la gente. Y los gobiernos ‘llevan la espada’ para hacer cumplir sus leyes y ‘para expresar ira sobre los que practican lo que es malo según sus leyes’. Puesto que los cristianos están en sujeción a las autoridades superiores, desean obedecer las leyes y los decretos judiciales; pero esta sujeción tiene que ser relativa. Si al cristiano se le pide que se someta a algo que viole la ley superior que pertenece a Dios, la ley divina vendría primero; tiene prioridad.

Algunas leyes modernas que son fundamentalmente buenas pudieran aplicarse mal con el objetivo de autorizar el que se administre por la fuerza una transfusión de sangre a un cristiano. En este caso, los cristianos deben adoptar la misma actitud del apóstol Pedro: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. (Hechos 5:29.)

Jehová dio este mandato a los israelitas: “Queda firmemente resuelto a no comer la sangre, porque la sangre es el alma y no debes comer el alma con la carne”. (Deuteronomio 12:23.) Una versión judía, La Biblia, de Editorial Sigal, dice Dt 12:23: “Solamente que te guardes escrupulosamente de comer la sangre”. Y Serafín de Ausejo vierte el versículo Dt 12:23 así: “Pero manténte firme en no comer la sangre”. ¿Suena esto como que los siervos de Dios no deberían preocuparse mucho por obedecer la ley divina, o que deberían ser pasivos al respecto?

Con buena razón los cristianos están completamente resueltos a obedecer a Dios, aunque algún gobierno les indique lo contrario. El profesor Robert L. Wilken escribe: “Los cristianos no solo rehusaban el servicio militar [romano]; tampoco aceptaban cargos públicos ni asumían responsabilidad alguna respecto al gobierno de las ciudades” (The Christians as the Romans Saw Them [Los cristianos como los veían los romanos]). El negarse a rendir aquel servicio podía llevar a que se les tildara de ser violadores de la ley o se les condenara a la arena romana.

Hoy los cristianos también tienen que hacerse constantes, estar firmemente resueltos a no violar la ley divina, aunque esto los exponga a alguna clase de peligro ante los gobiernos seglares. La ley suprema del universo —la ley de Dios— exige que los cristianos se abstengan de sangre, tal como se les manda evitar la fornicación (inmoralidad sexual). La Biblia dice que estas prohibiciones son “cosas necesarias”. (Hechos 15:19-21, 28, 29.) Esta ley divina no se ha de tomar a la ligera, como para obedecerse solo cuando sea conveniente o no cause dificultades. ¡La ley de Dios tiene que ser obedecida!

Esto nos ayuda a comprender por qué la joven cristiana mencionada en la página 17 le dijo al tribunal que ‘consideraba que una transfusión era una invasión de su cuerpo, y la comparó al ultraje sexual’. ¿Se sometería pasivamente a ultraje sexual alguna cristiana, joven o mayor, aunque hubiera una orden judicial que autorizara la fornicación por ultraje sexual?

De manera similar, la jovencita de 12 años de quien se cita en la misma página no dejó ninguna duda de que ‘lucharía con todas sus fuerzas contra cualquier transfusión que el tribunal autorizara, de que gritaría y resistiría, de que se sacaría la aguja que le pusieran en el brazo y de que trataría de destruir la bolsa de sangre que pusieran sobre la cama’. Estaba firmemente resuelta a obedecer la ley divina.

Jesús huyó del lugar donde estaba cuando una muchedumbre quiso hacerlo rey. De igual modo, si parece que un tribunal va a autorizar el uso de transfusiones, el cristiano pudiera optar por no estar presente para tal violación de la ley de Dios. (Mateo 10:16; Juan 6:15.) Al mismo tiempo, sería sabio que el cristiano procurara otro tratamiento médico, lo cual indicaría que en verdad quiere conservarse vivo y recuperar por completo la salud.

Puede que las autoridades consideren violador de la ley al cristiano o dictaminen que debe ser enjuiciado por oponerse con tanta tenacidad a violar la ley de Dios sobre la sangre. Si fuera castigado, el cristiano pudiera considerar eso como sufrir por causa de la justicia. (Compárese con 1 Pedro 2:18-20.) Pero en la mayoría de los casos los cristianos han podido evitar las transfusiones y, con atención médica competente, se han recuperado, de modo que no ha habido más problemas legales. Y lo más importante es que se han mantenido íntegros a su Dador de Vida y Juez divino.

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