De la Tierra Madre a las diosas de la fertilidad
¿RECONOCE usted a la diosa que aparece en la portada de esta revista? Es Isis, diosa madre egipcia de la antigüedad. Si usted ha visitado un museo o ha hojeado un libro de historia antigua, probablemente haya visto ídolos que se parecen a este. Sin embargo, considere esto: ¿Se inclinaría usted ante la diosa Isis, y la adoraría?
Si usted es miembro de alguna religión de la cristiandad, puede que esa pregunta le parezca extraña. Quizás insista en que adora al Creador, a quien se dirigen las palabras: “Padre nuestro, que estás en los cielos”. (Mateo 6:9, Nácar-Colunga.) La idea de inclinarse ante una diosa madre pudiera parecerle extraña, hasta repugnante. Sin embargo, históricamente tal adoración ha sido una práctica muy difundida, y puede que a usted le sorprenda enterarse de quiénes, precisamente, adoran a la gran diosa madre hoy.
Pero antes de considerar ese asunto, consideremos algunos datos sobre cuán extenso era el culto de la diosa madre en la antigüedad. Parece que tal adoración ha sido una forma muy antigua de religión falsa. Los arqueólogos han desenterrado estatuillas e imágenes de diosas madres desnudas en lugares antiguos de toda Europa, y desde los países del Mediterráneo hasta la India.
Se consideraba a la Tierra Madre como la fuente constante de toda forma de vida, que daba la vida y luego la quitaba al sobrevenir la muerte. Al verla así, se la adoraba, pero también se la temía. Al principio se creía que las facultades reproductivas de ella eran asexuales. Después, según la mitología, dio a luz al masculino Cielo Padre y llegó a ser esposa de este. Esta pareja produjo un sinnúmero de otros dioses y diosas.
El prototipo babilonio
Istar era la diosa principal del panteón babilonio, idéntica a Inanna, diosa sumeria de la fecundidad. Es paradójico que era tanto diosa de la guerra como diosa del amor y de la voluptuosidad. En el libro Les Religions de Babylonie et d’Assyrie, el erudito francés Édouard Dhorme dijo sobre Istar: “Era la diosa, la señora, la madre misericordiosa que escucha las oraciones e intercede ante los dioses airados y los calma. [...] Fue elevada sobre todo, llegó a ser la diosa de las diosas, la reina de todos los dioses, la soberana de los dioses del cielo y la Tierra”.
Los adoradores de Istar la llamaban “la Virgen”, “Santa Virgen” y “Virgen Madre”. La “Oración de lamentación a Istar”, antiguo escrito sumerioacadio, dice: “Oro a ti, oh Señora de señoras, diosa de diosas. Oh Istar, reina de todos los pueblos. [...] Oh poseedora de todo poder divino, que llevas puesta la corona del dominio. [...] Capillas, lugares santos, lugares sagrados y santuarios te prestan atención. [...] ¿Dónde no se te hacen imágenes? [...] Mírame, oh Señora mía; acepta mis oraciones”a.
Se esparce la adoración de la diosa madre
El orientalista Édouard Dhorme habla de la “expansión del culto de Istar”. Se esparció por toda Mesopotamia, e Istar misma o diosas con nombres diferentes pero atributos parecidos fueron adoradas en Egipto, Fenicia y Canaán, así como en Anatolia (Asia Menor), Grecia e Italia.
La diosa madre principalmente adorada en Egipto era Isis. H. G. Wells, historiador, escribió: “Isis atraía a muchos devotos que le consagraban su vida. Sus imágenes se alzaban en el templo, coronadas como imágenes de la Reina del Cielo, y con el niño Horus en los brazos. Los cirios ardían y goteaban ante ella, y los exvotos de cera colgaban al lado del altar” (Esquema de la historia). El culto de Isis fue sumamente popular en Egipto. También se esparció por toda la zona del Mediterráneo, especialmente a Grecia y Roma, y hasta llegó a regiones del oeste y el norte de Europa.
En Fenicia y Canaán el culto dado a la diosa madre se concentró en Astoret, o Astarté, de quien se decía que era la esposa de Baal. Al igual que su equivalente babilonia, Istar, era diosa de la fertilidad y de la guerra. En Egipto se han hallado inscripciones antiguas en las que a Astarté se la llama señora del cielo y reina de los cielos. Los israelitas tuvieron que luchar constantemente contra la influencia degradante de la adoración que se daba a esta diosa de la fertilidad.
Al noroeste, en Anatolia, la equivalente de Istar fue Cibeles, conocida como la Gran Madre de los dioses. También se la llamaba la Engendradora de Todos, la Alimentadora de Todos, la Madre de todos los Benditos. Desde Anatolia el culto de Cibeles se esparció primero a Grecia y después a Roma, donde sobrevivió hasta muy entrada la era común. El culto de esta diosa de la fertilidad incluía baile frenético, autolaceración por parte de los sacerdotes, autocastración por parte de los que aspiraban al sacerdocio, y procesiones en las que se cargaba la estatua de la diosa en medio de mucho esplendorb.
Los griegos primitivos adoraban a una Tierra Madre deificada a quien llamaban Gea. Pero en el panteón griego llegó a haber diosas del tipo de Istar, como Afrodita, la diosa de la fertilidad y el amor; Atenea, la diosa de la guerra; y Deméter, la diosa de la agricultura.
En Roma, Venus era la diosa del amor, y, como tal, correspondía con la Afrodita de Grecia y la Istar de Babilonia. Sin embargo, los romanos también adoraban a las diosas Isis, Cibeles y Minerva (la Atenea de Grecia), las cuales reflejaban de una manera u otra al arquetipo de la Istar de Babilonia.
Es patente que por miles de años el culto dado a la diosa madre rivalizó vigorosamente con la adoración pura del gran Creador, Jehová. ¿Desapareció el culto a la gran diosa madre, o ha sobrevivido hasta nuestro día? Sírvase leer el artículo que sigue.
[Notas a pie de página]
a Ancient Near Eastern Texts, edición preparada por James B. Pritchard, Princeton University Press, páginas 383, 384.
b Otra diosa de la fertilidad adorada en Asia Menor era la Ártemis de Éfeso, que consideraremos en el artículo siguiente.
[Fotografía en la página 3]
La ISTAR de Babilonia representada por una estrella
[Reconocimiento]
Cortesía de The British Museum
[Fotografía en la página 4]
La ISIS de Egipto con el dios infante Horus
[Reconocimiento]
Musée du Louvre, París