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  • Jehová... “persona varonil de guerra”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 15/8 págs. 24-27

Jehová... “persona varonil de guerra”

LAS mejores fuerzas del ejército egipcio habían sido eliminadas. En el mar Rojo el oleaje revolvía cadáveres de conductores de carros y soldados de caballería, y por la orilla había equipo militar esparcido. Los hombres de Israel, conducidos por Moisés, expresaron su regocijo en una canción de victoria: “Cante yo a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente. Al caballo y a su jinete ha lanzado en el mar. Jehová es persona varonil de guerra. Jehová es su nombre”. (Éxodo 15:1, 3.)

La victoria de Jehová en el mar Rojo fue en realidad una demostración de su superioridad como guerrero. Israel había salido de Egipto en orden de batalla, pero con poca capacidad de combate. Mediante una columna de nube que se convertía en una columna de fuego por la noche, Jehová los había conducido desde Ramesés hasta “la orilla del desierto” en Ezam. (Éxodo 12:37; 13:18, 20-22.) Entonces Jehová dijo a Moisés: “Habla a los hijos de Israel, que se vuelvan y acampen delante de Pihahirot, entre Migdol y el mar, a vista de Baal-zefón. [...] Entonces ciertamente dirá Faraón respecto a los hijos de Israel: ‘Andan errantes en confusión en la tierra’. [...] Y él ciertamente correrá tras ellos”. (Éxodo 14:1-4.) En obediencia, Israel dio media vuelta y viajó a Pihahirot. Los espías de Faraón le informaron la aparente confusión y, como se había predicho, Faraón movilizó su ejército para ir tras ellos. (Éxodo 14:5-9.)

Una trampa... ¿para Israel, o para Faraón?

Restringidos por montañas a ambos lados, el mar delante y los egipcios detrás, parecía que los atemorizados israelitas estaban atrapados, así que clamaron a Dios por ayuda. Para reanimar al pueblo, Moisés dijo: “No tengan miedo. Estén firmes y vean la salvación de Jehová, que él ejecutará para ustedes hoy. Pues a los egipcios que ustedes realmente ven hoy, no los volverán a ver, no, nunca jamás. Jehová mismo peleará por ustedes, y ustedes mismos guardarán silencio”. (Éxodo 14:10-14.) Conforme a aquella promesa, “la columna de nube partió de la vanguardia de ellos y se situó detrás de ellos. De manera que se introdujo entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel. [...] Y este grupo no se acercó a aquel grupo durante toda la noche”. (Éxodo 14:15-20.)

Como Jehová le había mandado, Moisés alzó su vara sobre el mar y ‘lo partió’ para que los israelitas escaparan. ¡Y hubo un asombroso milagro! (Éxodo 14:16, 21.) Un poderoso viento del este empezó a dividir las aguas del mar Rojo y a abrir una senda lo suficientemente ancha como para que toda la nación —unos 3.000.000 de personas— cruzara en orden de batalla. Las aguas “cuajadas” permanecieron como dos enormes muros a la izquierda y a la derecha de la columna israelita. (Éxodo 15:8.)

Los israelitas, con la ayuda de la luz que emitía la columna de fuego, escaparon por el lecho del mar que el viento había secado. Para cuando amaneció, el último israelita se hallaba en la orilla opuesta. “Y los egipcios emprendieron la persecución, y todos los caballos de Faraón, sus carros de guerra y sus soldados de caballería empezaron a entrar tras ellos, en medio del mar.” ¡Los perseguidores habían entrado precipitadamente en una trampa! (Éxodo 14:23.)

“[Jehová] empezó a poner en confusión el campamento de los egipcios. Y siguió quitándoles ruedas a sus carros, de modo que los conducían con dificultad.” Moisés entonces extendió la mano sobre el mar, y “el mar empezó a volver a su estado normal”. Los muros de agua se desplomaron y las aguas empezaron a cubrir a los egipcios. Estos trataron de huir, “pero Jehová sacudió a los egipcios, echándolos en medio del mar”. ¡Ninguno sobrevivió! Con júbilo, los israelitas cantaron a Jehová una canción de triunfo. (Éxodo 14:24–15:3; Salmo 106:11.)

Jehová pelea por Josué

Jehová resultó ser una “persona varonil de guerra” en otras batallas. Una de ellas fue la batalla de Hai. El primer ataque contra la ciudad fracasó debido al pecado grave de Acán. Cuando se corrigió aquel asunto, Jehová dio órdenes de batalla a Josué. (Josué 7:1, 4, 5, 11-26; 8:1, 2.)

Según las instrucciones de Jehová, Josué puso de noche una emboscada detrás de la ciudad, al oeste. Su principal cuerpo combatiente se movió hacia el norte a un valle justamente fuera de Hai y presentó la apariencia de estar preparado para un ataque frontal. Los hombres de Hai mordieron el anzuelo. Todavía agitados por el éxito de su encuentro anterior, salieron precipitadamente de la ciudad contra los israelitas. Estos, simulando una retirada, retrocedieron por “el camino del desierto” y alejaron al enemigo aún más de Hai. (Josué 8:3-17.)

Precisamente al momento apropiado, Jehová dijo a Josué: “Extiende hacia Hai la jabalina que está en tu mano, porque en tu mano la daré”. Al ver aquella señal, los hombres emboscados asaltaron la ciudad y la dieron a la espada y las llamas. Cuando las fuerzas enemigas que estaban afuera vieron el humo, se desmoralizaron por completo. Josué pasó de la retirada al ataque y atrapó al enemigo entre los dos cuerpos de combatientes israelitas. ¿Fue aquella una victoria humana? No. Los israelitas ganaron porque, como después les dijo Josué: “Jehová su Dios era el que estaba peleando por ustedes”. (Josué 8:18-27; 23:3.)

La batalla del Cisón

La superioridad de Jehová en batalla se demostró de nuevo en el valle del Cisón, cerca de Meguidó. El rey cananeo Jabín había oprimido a Israel por 20 años. Su ejército, bajo el mando de Sísara, tenía 900 carros de guerra con hoces de hierro en las ruedas... un poderío bélico aparentemente invencible en aquellos días. (Jueces 4:1-3.)

No obstante, Jehová, mediante la profetisa Débora, mandó llamar al juez Barac para que juntara a 10.000 guerreros en la cima del monte Tabor con el fin de desafiar a las fuerzas de Jabín. Sísara reaccionó rápidamente a aquella concentración militar y se precipitó desde Haróset hasta el valle torrencial del Cisón, entre el monte Tabor y Meguidó. Sin duda razonó que allí en suelo llano los mal equipados soldados de infantería de Israel no podrían hacer frente a sus carros. Sin embargo, no contaba con que lucharía contra un Enemigo celestial. (Jueces 4:4-7, 12, 13.)

Jehová mandó a Barac que pasara de las alturas seguras del Tabor a la llanura-valle, lo cual indujo a las tropas de Sísara a combatir. ¡Entonces Jehová atacó! Una riada súbita convirtió el campo de batalla en un cenagal e inmovilizó a las tropas de Sísara. Durante el pánico resultante, los soldados de infantería israelitas derrotaron fácilmente a su enemigo. “Todo el campamento de Sísara cayó a filo de espada. No quedó ni siquiera uno.” Las aguas del Cisón en crecida habían atascado los carros cananeos y quizás arrastraron algunos cadáveres. (Jueces 4:14-16; 5:20, 21.)

Victoria frente a Gog y su muchedumbre

Aquellos acontecimientos de la antigüedad suministraron vislumbres de la mayor victoria de Jehová, una victoria que todavía es futura. En el horizonte asoma una batalla que tendrá lugar “en la parte final de los años”. Según la profecía de Ezequiel, Gog —símbolo del “gobernante de este mundo”, Satanás el Diablo— movilizará un cuerpo internacional de ataque. Ordenará a sus tropas que invadan “las montañas [figurativas] de Israel”, o sea, la elevada heredad espiritual del “Israel [cristiano] de Dios”. (Ezequiel 38:1-9; Juan 12:31; Gálatas 6:16.)

¿Qué induce a Gog a lanzar ese ataque de esfuerzo máximo contra el pueblo de Dios? La profecía señala a la paz y prosperidad espiritual en que se halla ese pueblo. Gog dice: “‘Subiré contra la tierra de abierta región rural. Vendré sobre los que están sin disturbio, que moran en seguridad, todos ellos morando sin muro, y no tienen siquiera barra y puertas’. Será para conseguir gran despojo y para hacer mucho saqueo [...] [de] un pueblo [...] que está acumulando riquezas y propiedad”. (Ezequiel 38:10-12.)

En general, el pueblo de Jehová no es rico en sentido material. Con todo, ha producido abundante riqueza espiritual como resultado de su predicación mundial. Se ha recogido a “una gran muchedumbre [...] de todas las naciones” que ahora asciende a más de 4.000.000 de personas. (Revelación 7:9, 10.) ¡Una gran riqueza! Satanás, furioso por esa prosperidad espiritual, intenta exterminar al pueblo de Dios.

Pero cuando ataca el suelo figurativo de Israel, Gog en realidad ataca a Jehová Dios mismo. “Mi furia subirá a mi nariz”, dice Jehová, quien, en defensa de su pueblo, responde al ataque. Los ejércitos de Gog se dispersan en confusión. “Contra su propio hermano la espada de cada uno llegará a estar.” Jehová entonces desata sus fuerzas destructivas... “un aguacero inundante y piedras de granizo, fuego y azufre”. Como en el mar Rojo, Hai y el Cisón, de nuevo Jehová peleará por su pueblo y glorificará Su nombre. “Ciertamente me engrandeceré y me santificaré y me daré a conocer delante de los ojos de muchas naciones; y tendrán que saber que yo soy Jehová.” (Ezequiel 38:18-23.)

El registro histórico de las batallas de Jehová en la antigüedad nos da razón para confiar totalmente en esa victoria futura durante la “gran tribulación”. (Mateo 24:21, 22.) Jehová, siempre en control de toda situación, puede aventajar en estrategia a sus enemigos y manejar las circunstancias de modo que salve a su pueblo. En realidad resultará ser como profetizó Isaías: “Como hombre poderoso Jehová mismo saldrá. Como guerrero despertará celo. Gritará, sí, soltará un grito de guerra; sobre sus enemigos se mostrará más poderoso”. (Isaías 42:13.) ¡A los ojos de sus Testigos él será para siempre JEHOVÁ, “PERSONA VARONIL DE GUERRA”! (Éxodo 15:3.)

[Fotografías en la página 26]

Aquí, en el área de Hai, Jehová condujo a Josué y a Su pueblo a una sorprendente victoria

Las aguas del Cisón crecieron rápidamente y contribuyeron a la derrota de los enemigos de Jehová

[Reconocimiento]

Fotos: Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.

[Mapa en la página 25]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Ruta del Éxodo desde Egipto

GOSÉN

Menfis

Ramesés

Sucot

Migdol

Pihahirot

Ezam

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