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  • “No estén irritando a sus hijos”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 1/10 págs. 29-31

“No estén irritando a sus hijos”

“PADRES, no estén irritando a sus hijos.” Eso dijo el apóstol Pablo. (Efesios 6:4.) En los países occidentales, donde los padres se ven sometidos a las tensiones y presiones de una sociedad industrializada, a estos no siempre les resulta fácil tratar a sus hijos con bondad. Y la crianza de los hijos no es menos desafío en los países en vías de desarrollo. Es cierto que en esos países la vida es menos agitada que en Occidente. Pero hay costumbres y tradiciones antiguas muy arraigadas que pudieran llevar a los padres a tratar a sus hijos de maneras que casi de seguro habrían de causar frustración e irritación.

En algunos países en desarrollo los niños son los últimos en recibir reconocimiento y respeto. En ciertas culturas a los niños se les dan órdenes con tonos de amenaza y opresión, se les grita y se les insulta. Puede ser raro que un adulto le hable bondadosamente a un niño, y mucho más raro que le dirija expresiones de cortesía, como “por favor” y “gracias”. Los padres creen que tienen que establecer su autoridad con mano dura; el habla áspera se refuerza con golpes violentos.

En algunas culturas africanas hasta se considera una impertinencia el que un niño tome la iniciativa de saludar a una persona mayor. No es extraño ver que unos jóvenes que llevan cargas pesadas en la cabeza esperen pacientemente que se les dé permiso para saludar a un grupo de adultos. Los adultos los pasan por alto y continúan su conversación hasta que deciden permitir que los jóvenes los saluden. Solo después de dar esos saludos se permite que los niños sigan su camino.

La pobreza es otro factor que puede perjudicar a los niños. A costa de su salud y educación, se explota a los jóvenes como fuerza laboral de menores. Los niños quizás hasta reciban cargas de trabajo demasiado pesadas en el hogar. Y cuando las familias de zonas rurales envían a sus hijos a ciudades grandes para que vivan con parientes y reciban una educación, estos con frecuencia los tratan casi como a esclavos. ¡Ciertamente ese trato injusto irrita a los niños!

Lo que significa ‘irritarlos’

Algunos padres se dejan llevar por el oleaje de costumbres populares respecto a cómo criar a los hijos y dan poca consideración a las consecuencias. Sin embargo, con buena razón la Palabra de Dios insta a los padres a no irritar a sus hijos. La expresión griega original que se vierte “no estén irritando” significa literalmente “no estén provocando a ira” (Biblia con Referencias, nota). En Romanos 10:19, el mismo verbo se vierte ‘incitar a cólera violenta’.

La Versión Popular dice: “No hagan enojar a sus hijos”. De manera similar, La Biblia de Jerusalén dice: “No exasperéis a vuestros hijos”. Como se ve, la Biblia no se refiere a las irritaciones menores que un padre, sin darse cuenta, pudiera causar a su hijo debido a su imperfección, ni condena la disciplina que se aplica con justicia. Según Lange’s Commentary on the Holy Scriptures, este versículo bíblico Efesios 6:4 se refiere al “trato irreflexivo, áspero, malhumorado de los hijos, que hace que [...] se alejen y se vean tentados a manifestar oposición, desafío y amargura”.

El educador J. S. Farrant observó: “La realidad es que los niños son humanos. No responden sencillamente con pasividad como las plantas a su ambiente. Los niños reaccionan”. Y muchas veces la reacción al trato injusto tiene como resultado devastación espiritual y emocional. Eclesiastés 7:7 dice: “Porque la mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco”.

Cómo criar a los hijos en la disciplina de Dios

Los padres que desean que sus hijos sigan andando en la verdad no deben permitir que las normas culturales ni las tradiciones sean los únicos factores que determinen cómo van a criar a sus hijos. (Compárese con 3 Juan 4.) Después de advertir a los padres respecto a no irritar a sus hijos, Pablo añadió: “Sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová”. (Efesios 6:4.) Por lo tanto, las normas de Jehová son superiores y deben seguirse por encima de las costumbres y los puntos de vista locales.

Aunque en ciertos países tal vez sea común tratar a los niños como inferiores y como a esclavos, la Biblia declara en Salmo 127:3: “¡Miren! Los hijos son una herencia de parte de Jehová; el fruto del vientre es un galardón”. ¿Podría un padre mantener una buena relación con Dios si abusara de su herencia? Difícilmente. Tampoco debemos pensar que los niños existen solo para satisfacer las necesidades de sus padres. En 2 Corintios 12:14 la Biblia nos recuerda: “Porque los hijos no deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos”.

Esto no significa que los hijos no deban ayudar en los quehaceres de la casa ni tener deberes que cumplir allí. Pero ¿no debería tomarse en cuenta lo que haya de ser para el mayor provecho del hijo? Por ejemplo, cuando a Yaa, una joven cristiana de África, se le preguntó qué era lo que más deseaba que sus padres hicieran por ella, contestó: “Quisiera que no me dieran tantas cosas que hacer en la casa en los días en que quiero participar en el servicio de predicar en el campo”. De modo que si a un hijo se le hace difícil llegar a tiempo a la escuela o asistir a las reuniones cristianas porque tiene demasiados quehaceres en el hogar, ¿no sería mejor hacer algunos ajustes?

Es cierto que puede ser difícil tratar con algunos jóvenes. ¿Qué pueden hacer los padres para no tratarlos abusivamente ni causarles irritación? Proverbios 19:11 dice: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera”. Sí, primero trate de comprender a su hijo como individuo. Cada niño es singular; tiene sus propios intereses, capacidades y necesidades. ¿Cuáles son? ¿Ha tomado el tiempo para llegar a conocer a su hijo y saber la respuesta a esa pregunta? El trabajar y adorar juntos, el participar en recreación como familia... estas ocasiones dan a los padres oportunidades de acercarse más a sus hijos.

En 2 Timoteo 2:22 Pablo hizo otra observación interesante cuando dijo a Timoteo: “Huye de los deseos que acompañan a la juventud”. Sí, Pablo comprendía que la juventud puede ser un período turbulento. Los jóvenes experimentan cambios radicales física y emocionalmente. Aumenta el interés en personas del sexo opuesto. Durante ese tiempo los jóvenes necesitan dirección madura y amorosa para evitar problemas graves. Pero no se les debe tratar como si fueran inmorales. La hija exasperada de un cristiano se quejó así: “Si no he cometido fornicación, pero mi padre me acusa de ello, daría lo mismo que lo hiciera”. En vez de imputar malos motivos, exprese confianza en su hijo. (Compárese con 2 Tesalonicenses 3:4.) En lugar de criticarlo, muestre empatía y discernimiento amorosa y consecuentemente.

Sin embargo, se pueden evitar muchos problemas si los padres consideran con sus hijos de antemano los peligros morales que afrontan los jóvenes. Recuerde que Dios manda que los padres adiestren y eduquen a su prole en conformidad con la Palabra de Dios. (Deuteronomio 6:6, 7.) Eso puede exigir mucho tiempo y esfuerzo. Lamentablemente, algunos padres no cumplen con su asignación de impartir enseñanza porque son impacientes. El analfabetismo —un problema grave en muchos países en vías de desarrollo— es un obstáculo para otros.

Hay casos en que se puede pedir la ayuda de un cristiano maduro. Tal vez lo que se requiera sea sencillamente que alguien ofrezca sugerencias a un padre o una madre de menos experiencia. (Proverbios 27:17.) O quizás que se ayude a conducir el estudio de la familia. Pero esto no libra al padre ni la madre de su responsabilidad de enseñar a su prole lo que dice la Palabra de Dios. (1 Timoteo 5:8.) El progenitor puede esforzarse por predicar con sus hijos en el ministerio del campo y considerar asuntos espirituales durante las horas de las comidas o en otras ocasiones oportunas.

Es natural que un joven desee más independencia a medida que se acerca a la mayoría de edad. Con frecuencia los padres confunden con insubordinación o insolencia ese deseo. ¡Cuán exasperante sería para el hijo el que sus padres reaccionaran mediante tratarlo como si fuera un niñito y rehusaran darle más libertad en sus acciones! También irritaría al hijo el que sus padres fueran quienes decidieran todo aspecto de su vida —su educación, su carrera, su matrimonio— sin considerar estos asuntos con él calmada y respetuosamente. (Proverbios 15:22.) El apóstol Pablo instó a otros cristianos a ‘hacerse plenamente desarrollados en sus facultades de entendimiento’. (1 Corintios 14:20.) ¿No es cierto que los padres desean que sus hijos se desarrollen en sentido emocional y espiritual? No obstante, la única manera de adiestrar las “facultades perceptivas” de un joven es “mediante el uso”. (Hebreos 5:14.) Y para usarlas es necesario que al joven se le conceda alguna libertad de selección.

No es fácil criar a los hijos en estos tiempos difíciles. Pero los padres que obedecen la Palabra de Dios no irritan ni exasperan a sus hijos, “para que ellos no se descorazonen”. (Colosenses 3:21.) Más bien, se esfuerzan por tratarlos con cariño, comprensión y dignidad. A los hijos se les guía, no se les obliga; se les educa, no se les pasa por alto; se les insta a mostrar amor, no se les provoca a la ira ni a la frustración.

[Fotografía en la página 31]

El jugar “oware”, un juego popular de Ghana, da a estos padres la oportunidad de asociarse con sus hijos

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