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  • La veneración de imágenes... una controversia
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
w92 15/2 págs. 3-4

La veneración de imágenes... una controversia

EN ALGÚN lugar de Polonia, un hombre ha terminado casi todas sus preparaciones para viajar. Sin embargo, le queda cierto detalle importante. Se arrodilla ante una imagen de Jesús, hace una ofrenda, y ora por protección durante sus viajes.

A miles de kilómetros de distancia, en Bangkok, Tailandia, en la primavera del año se celebra la primera fiesta del ciclo anual budista. Durante esa fiesta la gente lleva en procesión por las calles una imagen del Buda.

Sin duda usted está al tanto de que la veneración de imágenes que acabamos de describir es una práctica muy general. Literalmente miles de millones de personas se inclinan ante imágenes. Por milenios se ha visto en las imágenes un medio importante de acercarse a Dios.

¿Qué opina usted del uso de imágenes en la adoración? ¿Le parece propia la veneración de imágenes, o impropia? ¿Cómo ve Dios tal práctica? ¿Hay prueba de que él acepte esa clase de adoración? Puede que usted mismo nunca haya pensado mucho en esas preguntas. Con todo, si estima el hallarse en buena relación con Dios, la respuesta a cada una es importante para usted.

Es cierto que para muchos no ha sido fácil tomar una decisión sobre este asunto. De hecho, por miles de años este ha sido objeto de controversias acaloradas y a veces violentas. Por ejemplo, allá en 1513 a.E.C. el caudillo hebreo Moisés destruyó la imagen de oro de un becerro y mandó ejecutar por la espada a unos 3.000 hombres que la veneraban. (Éxodo, capítulo 32.)

La oposición firme al uso de imágenes religiosas no se ha limitado a los judíos. Historiadores seglares de la antigüedad han conservado la leyenda de Takhmūrūp, gobernante persa de quien se dice que efectuó extensas campañas contra la veneración de imágenes cientos de años antes de Moisés. Una leyenda asegura que en China, en la antigüedad, un rey lanzó un ataque militar contra las estatuas de varios dioses. Después de destruir las imágenes, declaró que la veneración de dioses de arcilla era necedad. En tiempos posteriores, mientras Mahoma todavía era niño, hubo árabes que se opusieron al uso de imágenes en la adoración. La influencia de aquellas personas sobre Mahoma contribuyó a su postura tocante a la idolatría años después. En el Corán, Mahoma enseña que la idolatría es un pecado imperdonable, que no ha de orarse por los idólatras, y que está prohibido casarse con adoradores de ídolos.

Hasta en la cristiandad, personajes religiosos destacados de los siglos II, III, IV y V E.C. (entre ellos Ireneo, Orígenes, Eusebio de Cesarea, Epifanio y Agustín) se opusieron al uso de imágenes en la adoración. Como a principios del siglo IV E.C., en Elvira, España, un grupo de obispos formuló resoluciones importantes contra la veneración de imágenes. Ese famoso Concilio de Elvira llevó a que se prohibieran las imágenes en las iglesias y se impusieran sanciones severas a sus adoradores.

Los iconoclastas

Estos sucesos prepararon el terreno para una de las mayores controversias de la historia: la de los iconoclastas de los siglos ocho y nueve. Cierto historiador dice que aquella “enconada controversia duró siglo y medio, y fue motivo de sufrimiento inaudito” y que fue “una de las causas directas de la división que produjo un imperio de Oriente y otro de Occidente”.

La palabra “iconoclasta” viene de las palabras griegas eikon, que significa “imagen”, y klastes, que significa “rompedor”. Como su nombre lo indica, aquel movimiento contra las imágenes significó la eliminación y destrucción de imágenes por toda Europa. Se dictaron leyes contra las imágenes para eliminarlas de la adoración. La veneración de imágenes se convirtió en una acalorada cuestión política que envolvió en una verdadera guerra teológica a emperadores y papas, generales y obispos.

Y fue más que una guerra de palabras. La Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature, por McClintock y Strong, declara que después que el emperador León III promulgó un edicto contra el uso de imágenes en las iglesias la gente “se alzó en masa contra el edicto, y los disturbios violentos, especialmente en Constantinopla”, fueron sucesos diarios. Choques entre las fuerzas imperiales y la gente tuvieron como resultado ejecuciones y masacres. Los monjes fueron cruelmente perseguidos. Cientos de años después, durante el siglo XVI, hubo varios debates públicos en Zurich, Suiza, sobre la cuestión de las imágenes en las iglesias. Como resultado, se promulgó un decreto que exigía la eliminación de toda imagen eclesiástica. De algunos reformadores se supo que condenaron vigorosamente, y a menudo con violencia, la adoración de imágenes.

Aun en nuestro tiempo hay un gran cisma entre los teólogos modernos respecto al uso de imágenes en la adoración. El artículo que sigue le ayudará a examinar si las imágenes realmente pueden ayudar al hombre a acercarse a Dios o no.

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