¿Aprueba Dios la curación por fe?
“¡COSAS extrañas hemos visto hoy!” Sí, los observadores estaban impresionados. Ante sus propios ojos había sido sanado un hombre que padecía de un caso grave de parálisis. El sanador dijo al paralítico: “Levántate y toma tu camita y ponte en camino a tu casa”. ¡Y el hombre hizo precisamente eso! Ya no estaba paralítico. ¡No es de extrañar que los presentes ‘se pusieran a glorificar a Dios’! (Lucas 5:18-26.) Es muy patente que Dios aprobó esa curación que efectuó Jesucristo hace casi 2.000 años.
¿Qué puede decirse de hoy día? ¿Hay todavía una buena posibilidad de que los que no pueden hallar una cura médica reciban curación milagrosa? Jesús efectuó milagros de curación. Hoy día los sanadores por fe alegan que lo imitan a él. ¿Cómo debemos considerar sus alegaciones?
La curación por fe se ha definido como “un método de tratar las enfermedades mediante la oración y el ejercer fe en Dios”. La Encyclopædia Britannica afirma: “La historia de la curación por fe en el cristianismo empezó con los asombrosos ministerios personales de Jesús y los apóstoles”. Sí, Jesús realizó curaciones excepcionales. ¿Efectúan milagros como lo hizo él los sanadores por fe de la actualidad?
¿Es la fe un requisito?
Según el Black’s Bible Dictionary (Diccionario bíblico de Black), Jesús “especificó [la fe] como un requisito previo para sus milagros de curación”. Pero ¿fue así? ¿Exigió Jesús que el enfermo tuviera fe antes de sanarlo? La respuesta es: No. Se requería que el sanador ejerciera fe, pero no necesariamente el enfermo. En cierta ocasión los discípulos de Jesús no lograron curar a un muchacho epiléptico. Jesús sanó al muchacho y luego les mencionó a los discípulos por qué no habían podido sanarlo. “Les dijo: ‘Por su poca fe’”, es decir, la de los discípulos. (Mateo 17:14-20.)
De acuerdo con Mateo 8:16, 17, Jesús “curó a todos los que se sentían mal”. Es verdad que esas personas acudieron a Jesús porque creyeron hasta cierto grado en él. (Mateo 8:13; 9:22, 29.) En la mayoría de los casos tuvieron que ir a pedírselo antes de que las sanara. Sin embargo, no se requirió ninguna profesión de fe para que se efectuara el milagro. En una ocasión Jesús sanó a un cojo que ni siquiera sabía quién era Jesús. (Juan 5:5-9, 13.) La noche en que fue arrestado, Jesús restauró a su lugar la oreja cortada del siervo del sumo sacerdote, aunque el hombre formaba parte del grupo de enemigos de Jesús que había ido a arrestarlo. (Lucas 22:50, 51.) En efecto, ¡a veces Jesús hasta resucitó a muertos! (Lucas 8:54, 55; Juan 11:43, 44.)
¿Cómo pudo efectuar Jesús esos milagros? Porque dependió del espíritu santo o fuerza activa de Dios. Así se efectuó la curación; no por la fe del enfermo. Si lee los relatos de los Evangelios, usted también notará que Jesús efectuó curaciones sin mucha ceremonia. No hubo exhibicionismo ni explotación de las emociones. Además, prescindiendo de la enfermedad, Jesús nunca fracasó en sanarla. Siempre tuvo éxito, y nunca cobró por ello. (Mateo 15:30, 31.)
¿Son las curaciones modernas como las de Jesús?
Las enfermedades son un problema terrible, y cuando azotan, es natural que busquemos alivio. No obstante, ¿qué hay si vivimos en un lugar donde “los trabajadores profesionales de salud tratan a las personas, principalmente las de pocos recursos, como cosas y no como seres humanos”? Esa es la situación que observó cierto médico en un país latinoamericano. ¿Y qué hay si vivimos en un sitio donde, como en el país ya mencionado, ‘solo el 40% de los médicos están capacitados para practicar su profesión’?
No sorprende que muchas personas, al no ver otra salida, consideren que por lo menos vale la pena tratar la curación por fe. Con todo, las curaciones que los sanadores por fe alegan efectuar son disputables. Por ejemplo, unas 70.000 personas asistieron a una reunión en São Paulo, Brasil, donde dos sanadores ‘pisotearon centenares de anteojos arrojados desde el auditorio mientras prometían a los crédulos dueños la restitución de su vista’. Uno de los sanadores reconoció francamente en una entrevista: “No puedo decir que todos los enfermos por quienes oramos van a curarse. Eso depende de su fe. Si la persona cree, va a curarse”. Cualquier fracaso al respecto lo atribuyó a la falta de fe del enfermo. Sin embargo, ¡recuerde que, como vimos antes, Jesús atribuyó el fracaso en una curación a la falta de fe de los que realizaban la curación!
Otro sanador prometió curar el cáncer y la parálisis. ¿Qué pasó? Según la revista Veja, “la promesa, evidentemente, no se cumplió”. Y considere la manera como se condujo el hombre: “Por casi dos horas, [el sanador por fe] entretuvo al auditorio con sermones, oraciones, gritos, canto... hasta dio golpes para expulsar a demonios alojados en el cuerpo de los fieles. Al final arrojó su corbata y su pañuelo al embelesado auditorio y pasó un platillo para recaudar ‘contribuciones voluntarias’”. Jesús y sus apóstoles nunca pidieron dinero por las curaciones milagrosas que efectuaron y nunca se valieron de acciones teatrales como esas.
Está claro, pues, que esos sanadores por fe modernos no están haciendo lo que hizo Jesús. Y es difícil imaginarse que Dios aprobaría lo que ellos hacen. No obstante, ¿aprueba él algún tipo de curación milagrosa hoy día? ¿O hay alguna manera como nuestra fe puede ayudarnos cuando enfermamos nosotros o nuestros seres queridos?