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  • ¡La esperanza vence la desesperación!
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
w92 1/7 págs. 4-7

¡La esperanza vence la desesperación!

SEGÚN el Diccionario de la Lengua Española, desesperación se define como la “pérdida total de la esperanza”. Como se ve, ¡es obvio que para vencer la desesperación necesitamos tener esperanza!

La persona desdichada que se ve obligada a vivir en una acera no se desesperará completamente si tiene esperanza. La esperanza hasta puede dar a los que sufren los tormentos de la depresión clínica el valor y la fortaleza para aguantar. ¡Pero la esperanza tiene que ser confiable! ¿Qué significa eso?

La base para tener esperanza

Considere el caso de Sara, la esposa del patriarca Abrahán. Al acercarse a los 90 años de edad, ella aún era estéril y hacía mucho tiempo que había perdido toda esperanza de alguna vez engendrar un hijo. Sin embargo, cuando su esposo tenía 99 años de edad, Jehová volvió a mencionar una promesa que había hecho años antes: que Abrahán ciertamente tendría una “descendencia”, o un heredero. Abrahán sabía que esa era una promesa confiable. ¡Imagínese cuán feliz debe haberse sentido Sara cuando, milagrosamente, se realizó aquel suceso gozoso y ella dio a luz a Isaac! (Génesis 12:2, 3; 17:1-4, 19; 21:2.) Abrahán no cifró su confianza en Dios en vano, pues el apóstol Pablo explicó: “A causa de la promesa de Dios, [Abrahán] no titubeó con falta de fe, sino que se hizo poderoso por su fe, dando gloria a Dios”. (Romanos 4:20.)

Cuando Pablo escribió a judíos que se habían hecho cristianos en los días de él, razonó que ellos, por dos razones bien fundadas, podían confiar en la promesa divina de salvación mediante Jesús. Al citar la promesa de Dios a Abrahán junto con Su juramento divino, el apóstol indicó: “Los hombres juran por el que es mayor, y su juramento es el fin de toda disputa, ya que para ellos es una garantía legal. De esta manera, Dios, cuando se propuso demostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, intervino con un juramento, a fin de que, mediante dos cosas inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos nosotros, los que hemos huido al refugio, fuerte estímulo para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros”. (Hebreos 6:16-18.) Sí, las promesas de Dios son verdaderas y confiables. Jehová es todopoderoso y el único que puede garantizar el cumplimiento de su propia palabra.

La esperanza: “tanto segura como firme”

Pablo escribió que la esperanza cristiana es “tanto segura como firme”. (Hebreos 6:19.) Pablo sabía en qué estaba arraigada su esperanza. Explica: “[La esperanza] entra cortina adentro”. ¿Qué significa esto? Es evidente que Pablo se refería al templo antiguo de Jerusalén. En este había un compartimiento llamado el Santísimo, que estaba separado del resto de la estructura por una cortina. (Éxodo 26:31, 33; Mateo 27:51.) Por supuesto, ya hace mucho tiempo que se destruyó el templo literal de Jerusalén. Entonces, ¿a qué corresponde hoy aquel Santísimo?

¡Corresponde al cielo mismo, donde se halla entronizado Dios! Pablo explicó esto cuando dijo que Jesús, después de su ascensión, “entró, no en un lugar santo hecho de manos [en el templo de Jerusalén], el cual es copia de la realidad, sino en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros”. (Hebreos 9:24.) Así que la esperanza cristiana, que nos ayuda a luchar contra la desesperación, no depende de políticos humanos, sino de un arreglo celestial. Depende de Aquel a quien Dios nombró, Jesucristo, que dio su vida como rescate por nuestros pecados y que ahora comparece delante de Dios a favor de nosotros. (1 Juan 2:1, 2.) Además, como se ha mostrado muchas veces en las columnas de esta revista, este mismo Jesús es aquel a quien se ha nombrado divinamente para gobernar como Rey del Reino celestial de Dios, lo cual ha estado haciendo desde 1914. Dentro de poco este Reino celestial eliminará las cosas que causan desesperación a muchísimas personas.

La esperanza: “ancla del alma”

Pablo utilizó una analogía para convencer a sus lectores de que la esperanza de salvación que tenían mediante Jesús estaba bien fundada. “Esta esperanza —explicó él— la tenemos como ancla del alma.” (Hebreos 6:19.)

Los viajeros como Pablo estaban familiarizados con las anclas. Las anclas de la antigüedad eran muy parecidas a las modernas, pues por lo general eran de hierro en forma de anzuelo doble que servían para aferrarse al fondo del mar. Mientras Pablo viajaba a Roma alrededor del año 58 E.C., el barco en que iba estaba en peligro de encallar. Pero a medida que el barco se movía a aguas menos profundas, los marineros “echaron de la popa cuatro anclas”. Gracias a esas anclas, el barco no fue destruido por la tormenta. (Hechos 27:29, 39, 40, 44.)

Entonces, ¿qué tiene que hacer usted para que su esperanza sea tan segura como un ancla, de modo que pueda superar dificultades económicas, enfermedades físicas o emocionales, o cualesquiera otras “tormentas” que le sobrevengan? El primer paso es convencerse de que las promesas bíblicas son dignas de confianza. ‘Asegúrese de todas las cosas.’ (1 Tesalonicenses 5:21.) Por ejemplo, la próxima vez que hablen con usted los testigos de Jehová, escúcheles. Si no visitan su vecindario con regularidad, búsquelos en el Salón del Reino más cercano. No lo obligarán a unirse a ellos, pero sí le ofrecerán un estudio bíblico gratuito que se conducirá en el lugar y a la hora que sean convenientes para usted.

Ese estudio le asegurará que Dios “llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente”. (Hebreos 11:6.) Aprenderá que pronto el Reino de Dios en manos del Rey, Cristo Jesús, acabará con la corrupción y las injusticias que causan desesperación a muchísimas personas hoy día. Bajo ese Reino la Tierra será restaurada a un paraíso, y Dios dará vida eterna a los que lo aman. (Salmo 37:29; Revelación 21:4.) ¡Qué gloriosa esperanza!

Lea la Biblia cuidadosamente para que vea que esta esperanza es verdadera. Luego esfuércese por desarrollar una estrecha relación personal con Dios y llegue a ser su amigo como lo fue Abrahán. (Santiago 2:23.) Puesto que Jehová es el “Oidor de la oración”, dígale sus preocupaciones. Si se dirige a él con sinceridad, su oración le ayudará a desahogarse y a vencer su desesperación. Puede que el espíritu de Dios hasta haga posible que cambie la situación que le angustia a usted. (Salmo 55:22; 65:2; 1 Juan 5:14, 15.)

¡“Adhiéranse firmemente”!

Después de recomendar a sus compañeros discípulos que ‘se aseguraran de todas las cosas’, Pablo añadió: “Adhiéranse firmemente a lo que es excelente”. (1 Tesalonicenses 5:21.) Una manera de hacer eso es al asociarnos con personas que también se adhieren firmemente a la esperanza cristiana. El sabio rey Salomón advirtió: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal”. (Proverbios 13:20.) No permita que el prejuicio ni los sentimientos de ineptitud impidan que usted busque buenas compañías. Por ejemplo, entre los testigos de Jehová hay personas que en el pasado no tenían esperanza. Pero su estudio de la Biblia y la asociación feliz de compañeros de creencia fortalecen su relación con Jehová y les dan una esperanza confiable, como un ancla. ¿Puede esto en realidad vencer la desesperación? Ciertamente que sí.

Considere el caso de Annmarie, quien estaba desesperanzada debido al trato cruel que recibía de su esposo. “Decidí suicidarme —explica ella—, pero por alguna razón oré a Dios primero. Recuerdo haber dicho: ‘¿Por qué no puedes ayudarme? He esperado tanto tiempo en ti, pero ha sido inútil’. Concluí mi oración pensando que la vida no tenía propósito, así que mejor era estar muerta. En ese momento alguien tocó a la puerta. Decidí no hacerle caso, y pensé que la persona se iría.

”La persona siguió tocando a la puerta, y eso me molestó. Me limpié las lágrimas y fui a ver quién era, con la intención de despedirle inmediatamente para poder continuar con lo que quería hacer. Pero —dice Annmarie—, gracias a Jehová, no sucedió eso, pues cuando abrí la puerta allí estaban dos señoras. Es cierto que estaba muy confundida y no entendí en realidad lo que dijeron. Pero me ofrecieron un libro que me explicaría que la vida tiene propósito. Era precisamente lo que necesitaba para reavivar mi interés en la vida.” Las visitantes hicieron planes para conducir regularmente un estudio bíblico con ella. Annmarie aprendió a ser amiga de Dios. Esto, a su vez, le dio un propósito en la vida. Ahora ella ayuda a otros a manifestar confianza en Dios.

Tal vez usted ha deseado que se ponga fin a la desesperación sin darse cuenta de todo lo que eso implica. Pero si alguna vez ha orado: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”, entonces ha orado que venga el Reino de Dios en manos de Jesucristo, el cual eliminará las cosas que causan desesperación a las personas de corazón recto. (Mateo 6:10.) Su estudio personal de la Biblia y el compañerismo regular con otros que tienen esa clase de confianza hará más firme su esperanza de que el Reino de Jehová vendrá y traerá un Paraíso a nuestra Tierra. (1 Timoteo 6:12, 19.) Esa es la gloriosa esperanza que esta revista anuncia en cada número. Abrace la esperanza con todo el corazón para luchar contra la desesperación. En verdad, la esperanza “no conduce a la desilusión”. (Romanos 5:5.)

[Fotografía en la página 7]

El estudiar la Biblia nos da una esperanza que obra como “ancla del alma”

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