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  • Ancianos: ¡Deleguen responsabilidades!
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
w92 15/10 págs. 20-23

Ancianos: ¡Deleguen responsabilidades!

ERA un hombre paciente, humilde, con un agudo sentido de la justicia que había sido templado por sus experiencias en la vida. Por consiguiente, más de 3.000.000 de hombres, mujeres y niños acudían a él con confianza en busca de dirección. Este hombre procuraba no defraudarlos. Desde la mañana hasta la tarde escuchaba sus problemas y los ayudaba pacientemente a ver cómo aplicaban las leyes de Dios en su caso. Sí, hace unos 3.500 años, un solo hombre, Moisés, juzgó sin ayuda a las 12 tribus de Israel durante un tiempo.

Sin embargo, Jetró, el suegro de Moisés, estaba preocupado. ¿Cómo podría Moisés seguir asumiendo tal responsabilidad? Por lo tanto, Jetró le dijo: “La manera como lo estás haciendo no es buena. De seguro te agotarás, tanto tú como este pueblo que está contigo, porque este negocio es una carga demasiado grande para ti. No puedes hacerlo tú solo”. (Éxodo 18:17, 18.) ¿Cuál era la solución? Jetró aconsejó a Moisés que delegara en otros algunas de sus responsabilidades. (Éxodo 18:19-23.) ¡Excelente consejo!

Hoy en día, en la congregación cristiana hay muchos ancianos que, como Moisés, intentan atender por sí mismos más de lo que sus circunstancias les permiten. Organizan las reuniones y preparan las partes del programa para después presentarlas de una manera ordenada y eficaz. (1 Corintios 14:26, 33, 40; 1 Timoteo 4:13.) Los ancianos también cuidan de las necesidades de los miembros de la congregación. (Gálatas 6:1; 1 Tesalonicenses 5:14; Santiago 5:14.) Toman la delantera en la importantísima obra de predicar las buenas nuevas del Reino. (Mateo 24:14; Hebreos 13:7.) Asimismo se encargan de que haya literatura disponible en la congregación para distribuirse al público.

Además, a algunos ancianos se les asignan partes en los programas de las asambleas de circuito y de distrito. Trabajan en la organización de asambleas y sirven en los comités de enlace con los hospitales. Algunos ayudan en la construcción de Salones del Reino. Y todo esto aparte de sus responsabilidades de familia y su necesidad de alimentarse a sí mismos espiritualmente. (Compárese con Josué 1:8; Salmo 110:3; 1 Timoteo 3:4, 5; 4:15, 16.) ¿Cómo pueden estos hombres cristianos encargarse de todo? Al igual que Moisés, deben conseguir ayuda. Tienen que aprender a delegar responsabilidades. A decir verdad, la persona que no delega responsabilidades es mala organizadora.

La ventaja de preparar a otros

Hay otras razones por las cuales delegar responsabilidad. En la ilustración de Jesús sobre los talentos, el amo mandó llamar a sus esclavos antes de emprender un largo viaje y les delegó diversos grados de responsabilidad. (Mateo 25:14, 15.) De este modo el amo pudo lograr varios objetivos. Primero, durante su ausencia, sus esclavos actuaron en representación suya, y el trabajo necesario no se detuvo durante ese tiempo. Segundo, puesto que las acciones hablan más que las palabras, el amo pudo observar las aptitudes y la lealtad de sus esclavos. Tercero, el amo dio a sus esclavos la oportunidad de adquirir la experiencia que tanto necesitaban.

Esta ilustración tiene significado para nosotros hoy. Cuando Jesús dejó la Tierra, asignó responsabilidades a sus discípulos ungidos. Los restantes de esos discípulos siguen siendo responsables de los intereses del Reino a nivel mundial. (Lucas 12:42.) La bendición de Jehová sobre su organización ha sido patente durante la mayordomía actual de los ungidos, y ha resultado en un aumento maravilloso. ¡Tan solo en los últimos cinco años más de un millón de nuevos discípulos han simbolizado su dedicación mediante el bautismo en agua! Como resultado se han formado miles de congregaciones nuevas y cientos de nuevos circuitos.

Tal como Jesucristo delegó responsabilidades en el “esclavo fiel y discreto”, este, a su vez, ha asignado responsabilidades de congregación a los ancianos y siervos ministeriales de las “otras ovejas”. (Mateo 24:45-47; Juan 10:16.) No obstante, se necesitan muchos hombres dedicados para encargarse del formidable aumento. ¿De dónde saldrán? Los ancianos tienen que prepararlos. Pero ¿cómo pueden los ancianos preparar a tales hombres si no delegan las debidas responsabilidades en quienes bien podrían atenderlas? ¿De qué otro modo podrán los ancianos observar las aptitudes y la lealtad de los hombres de menos edad?

¿Qué quiere decir delegar responsabilidades?

Para algunos, “delegar” significa librarse de sus responsabilidades, evadirlas, descuidarlas o renunciar a ellas. Sin embargo, visto apropiadamente, el “delegar” responsabilidades es un modo de cumplir con ellas. El verbo español “delegar” se define como: “Confiar una persona a otra la jurisdicción o potestad que tiene, o conferirle su representación”. Sin embargo, el que delega sigue siendo en última instancia el responsable de lo que se haga.

Puede que algunos se retraigan de delegar responsabilidades porque temen perder el control de la situación. Pero el delegar no implica perder el mando. Cristo Jesús, aunque rige desde los cielos de manera invisible, tiene pleno control sobre la congregación. Él, a su vez, confía la congregación al cuidado de hombres con experiencia. (Efesios 5:23-27; Colosenses 1:13.)

Otros tal vez prefieran no delegar responsabilidades porque creen que ellos mismos pueden hacer el trabajo con más rapidez. Sin embargo, Jesús reconoció la ventaja de preparar a otros. Ningún humano podía enseñar con más eficacia que él. (Juan 7:46.) No obstante, dio instrucciones a 70 de sus discípulos y luego los envió a predicar. Aunque no podían compararse a Jesús en su habilidad para enseñar, regresaron llenos de gozo por sus logros. Jesús se regocijó con ellos y los encomió, pues sabía que seguirían efectuando la obra después que él partiera, y que con el tiempo conseguirían más que lo que él pudo hacer trabajando solo. (Lucas 10:1-24; Juan 14:12.)

Delegar también significa conseguir ayuda para atender los detalles necesarios. Un día antes de morir, Jesús asignó a Pedro y a Juan a hacer los preparativos necesarios para su última cena de la pascua. (Lucas 22:7-13.) Jesús no tuvo que preocuparse por cosas como comprar un cordero, vino, pan ácimo y verduras amargas; tampoco tuvo que preparar los utensilios, la leña para la hoguera, ni cosas como estas. Pedro y Juan se encargaron de esos detalles.

Los ancianos hoy día pueden disfrutar de beneficios similares si imitan el proceder de Jesús. Por ejemplo, pueden pedirle al encargado de la literatura que solicite suministros para una campaña cercana. Pueden enseñarle a examinar sus registros para determinar cuántos de esos artículos se usaron en campañas anteriores. Debería considerar también las características del territorio antes de llenar el formulario correspondiente. Luego debe presentar el formulario al secretario de la congregación para que lo revise. Una vez que el siervo de literatura ha aprendido su trabajo, no sería necesario que el secretario volviera a revisar los registros anteriores mientras los totales del pedido sean razonables. Sin duda, este simple acto de delegar responsabilidad haría más fácil y sencillo el pedido de literatura a todos los implicados.

En vista de los posibles beneficios, ¿cómo se puede delegar responsabilidades eficazmente?

Cómo delegar responsabilidades

Precisen el trabajo. Ante todo, dejen claro los resultados que se esperan. “Negocien hasta que venga”, fue lo que dijo a sus 10 esclavos “el hombre de noble nacimiento” de la ilustración de Jesús sobre las minas. (Lucas 19:12, 13.) El amo esperaba que los esclavos comerciaran con su mina y después presentaran un informe de sus ganancias al tiempo de su regreso. Sabían lo que tenían que hacer. ¿Cómo pudiera aplicar este principio a un proyecto de construcción de un Salón del Reino en la actualidad? Por ejemplo, el hermano asignado a reparar el techo esperaría naturalmente que se le dijera qué materiales usar, dónde encontrarlos y cuándo (si el clima lo permite) empezar. Tales pautas específicas permiten una buena organización.

No solo importa definir la magnitud del trabajo, sino también las decisiones que una persona está autorizada a tomar y los asuntos que deberían remitirse a otros. Moisés dijo a los jueces que designó que juzgarían causas pequeñas, pero que las causas difíciles las habrían de llevar a él. (Éxodo 18:22.)

Cuando asignen responsabilidades tengan cuidado de no dar la misma tarea a dos personas. Hay confusión cuando se asignan los mismos deberes a más de una persona. Imagínense lo que sucedería si en una asamblea grande de los testigos de Jehová se diera la responsabilidad de limpiar los puestos de alimentos tanto al departamento de limpieza como al de servicio de alimentación, o se asignara tanto al departamento de bautismo como al de acomodadores a dirigir a los observadores durante el bautismo.

Seleccionen hombres capaces. Jetró aconsejó a Moisés: “Escoge de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios; hombres de confianza, enemigos del lucro ilícito, y colócalos sobre el pueblo”. (Éxodo 18:21, Bover-Cantera.) Es evidente que un hombre debe tener primero las debidas cualidades espirituales. Para determinar si alguien es “capaz” de efectuar el trabajo necesario, deben considerarse factores tales como los rasgos de la personalidad, la experiencia, la preparación y los talentos. Así pues, un cristiano que tiene una sobresaliente disposición de ayudar, que es afable y agradable pudiera trabajar bien en el departamento de revistas o como acomodador. Del mismo modo, al escoger a alguien para ayudar al secretario de la congregación, se consideraría lógicamente si es ordenado. ¿Cuida de los detalles, es confiable y puede guardar lo confidencial? (Lucas 16:10.) Al buscar al hombre idóneo para el trabajo es importante considerar tales factores además de las cualidades espirituales indispensables.

Provean los recursos necesarios. La persona que rinde el servicio necesitará tener a su disposición algunos recursos a fin de terminar la tarea asignada. Es probable que necesite equipo, fondos o ayuda. Suministren suficientes recursos. Por ejemplo, pudiera ser que se pida a un hermano que haga algunas reparaciones al Salón del Reino. Es obvio que se le diría lo que hay que hacer, pero también necesitará dinero en efectivo para comprar los materiales que vaya necesitando. Probablemente requiera ayuda. De modo que los ancianos pudieran pedir a otros que le ayuden, o pudieran hacer un anuncio a la congregación que diga que ‘el hermano Fulano hará tal y tal trabajo en el salón y quizás pida a algunos de ustedes que le ayuden’. Tal previsión evitará que uno asigne trabajos sin proveer los recursos necesarios. Como lo expresó el asesor de una junta administrativa: “No asignen a medias”.

Cuando asignen responsabilidades informen a los demás que la persona actuará en lugar de ustedes. La autoridad para actuar por ustedes es también un recurso. A Josué se le comisionó como el nuevo caudillo de Israel delante de “toda la asamblea”. A Moisés se le mandó “poner parte de [su] dignidad sobre él”. (Números 27:18-23.) En la congregación esto se puede lograr sencillamente por medio de poner en el tablero de información una lista de los que tienen asignaciones.

Apoyen las decisiones de ellos. Ahora el asignado puede poner manos a la obra. Pero recuerden que ustedes pueden ser una verdadera fuente de estímulo si apoyan las buenas decisiones que él haga. Por ejemplo, quizás como anciano usted tenga alguna preferencia en cuanto a cómo deben colocarse los micrófonos o el mobiliario de la plataforma del Salón del Reino, tal vez algo diferente de lo que ha hecho el hermano asignado. Sin embargo, si se da margen de libertad al hermano encargado de la plataforma, adquirirá confianza y experiencia. Es más, hasta pudiera mejorar las cosas. Un asesor de negocios dijo: “Deleguen la tarea y no cómo debe hacerse. [...] Con frecuencia se libera el ingenio creativo”.

Además, a menudo el hermano que desempeña personalmente la tarea está más familiarizado con la situación y por ello puede comprender mejor los problemas relacionados. Por esa razón los afrontará con soluciones verdaderamente útiles. También puede ser que concurran factores que no son tan obvios para los observadores. De ahí que un superintendente cristiano haya dicho respecto a un auxiliar con experiencia: “Si él dice que se está topando con problemas, tengo que confiar en lo que dice”.

Sí, un recurso valiosísimo al alcance de los ancianos cristianos son los hombres y las mujeres dedicados que son capaces y están deseosos de ayudar de cualquier modo que se les indique. Ancianos, ¡aprovéchense de este excelente haber! El delegar responsabilidades es una muestra de modestia y puede reducir a un mínimo el estrés y la frustración. De este modo, no solo podrán hacer más, sino que darán a otros la oportunidad de conseguir la experiencia necesaria.

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