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  • ‘Alimenten la boca, no los pies’
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
w94 15/3 págs. 21-23

‘Alimenten la boca, no los pies’

Una mirada a las costumbres funerarias tradicionales africanas

“¡NO ENTIERRAN a los muertos!” Eso se suele decir de los testigos de Jehová en África occidental. No obstante, es bien sabido que los Testigos sí entierran a los muertos.

¿Por qué dice la gente que los testigos de Jehová no entierran a los muertos? Es debido a que no observan muchas de las costumbres populares locales.

Costumbres funerarias tradicionales

Aliu vive en un pequeño pueblo del centro de Nigeria. Cuando su madre murió, lo comunicó a sus parientes y dispuso que se presentara un discurso bíblico en su casa. Un anciano de la congregación local de los testigos de Jehová pronunció el discurso, que se centró en la condición de los muertos y la consoladora esperanza de la resurrección que se da en la Biblia. Después del discurso, se enterró a la madre de Aliu.

Los parientes estaban muy indignados. Para ellos el entierro no estaba completo sin un velatorio, que normalmente tiene lugar la noche después de la muerte de la persona. En la comunidad de Aliu el velatorio es un tiempo de celebración, no de duelo. Se baña el cuerpo del difunto, se le viste de blanco y se le tiende en un lecho. Los dolientes traen músicos, compran cajas de cerveza y jarras de vino de palmera, y sacrifican un toro o una cabra. Luego llegan los parientes y los amigos para cantar, bailar, comer y beber hasta el amanecer.

Durante la celebración se coloca alimento a los pies del difunto. Se le corta el pelo, las uñas de las manos y las de los pies, y se guardan para el “segundo entierro”. Este se efectúa días, semanas o incluso años más tarde.

El día siguiente al velatorio se entierra el cadáver, aunque las ceremonias funerarias siguen por una semana o más. Posteriormente tiene lugar el segundo entierro. Se envuelven en un trapo blanco el cabello y las uñas de las manos y de los pies que se le cortaron, y se atan a una tabla de aproximadamente un metro y medio de largo. Se lleva la tabla al sepulcro en una procesión de baile y canto, y se entierra cerca del difunto. Una vez más se celebra la ocasión con música, bebida y comida. Terminadas las honras fúnebres, se dispara una pistola una vez hacia el cielo.

Como Aliu no permitió ninguna de estas costumbres, se le acusó de no respetar ni a los muertos ni las tradiciones que los honran. Pero ¿por qué rehusó Aliu, que es testigo de Jehová, seguir la tradición? Porque no podía aceptar conscientemente las ideas religiosas que sirven de fundamento a esas tradiciones.

Creencias tradicionales africanas

En África la gente cree que todos los seres humanos proceden de la región de los espíritus y regresan a ella. Los yoruba, de Nigeria, dicen: “La Tierra es un mercado, mientras que el cielo es el hogar”. Y el dicho ibo es: “Todo el que viene a este mundo tendrá que regresar a casa, no importa cuánto tiempo se quede en la Tierra”.

Piense en las costumbres citadas anteriormente. El propósito del velatorio es dar al espíritu una buena despedida. Se considera que la ropa blanca es un atuendo adecuado para la región de los espíritus. El alimento se coloca a los pies del difunto porque se cree que este come a través de las piernas y que tiene que alimentarse para no padecer hambre en el viaje a la tierra de los antepasados.

Es más, la gente en general cree que cuando el espíritu abandona el cuerpo, se queda cerca de los vivos y no regresa con sus antepasados hasta que finalmente se le libera en el segundo entierro. Si no se lleva a cabo el segundo entierro, la gente teme que el espíritu se enfade y plague a los vivos con enfermedades y muerte. El disparo de la pistola es para “mandar el espíritu” al cielo.

Aunque las costumbres funerarias varían mucho de un lugar a otro de África, la idea central suele ser que el espíritu sobrevive a la muerte del cuerpo. El propósito principal de los rituales es ayudarle a responder a la “llamada a casa”.

La doctrina de la cristiandad de la inmortalidad del alma humana y su veneración de los “santos” ha promovido estas creencias y prácticas. Es típico el comentario de un capellán del ejército de Suazilandia, que dijo que Jesús no vino a acabar con las creencias tradicionales, sino a cumplirlas o confirmarlas. Como los clérigos suelen presidir los funerales, mucha gente cree que la Biblia apoya tanto las creencias tradicionales como las costumbres relacionadas con estos.

Qué dice la Biblia

¿Apoya la Biblia esas creencias? Eclesiastés 3:20 dice sobre la condición de los muertos: “Todos [tanto los seres humanos como los animales] van a un solo lugar. Del polvo han llegado a ser todos, y todos vuelven al polvo”. Las Escrituras dicen además: “Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, [...] su amor y su odio y sus celos ya han perecido, [...] no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol [el sepulcro], el lugar adonde vas”. (Eclesiastés 9:5, 6, 10.)

Estos y otros textos muestran con claridad que los muertos no pueden ni vernos ni oírnos, ni ayudarnos ni perjudicarnos. ¿No es eso lo que nos enseña la experiencia? Es posible que conozcamos el caso de alguien rico e influyente que ha muerto y cuya familia ha sufrido más tarde, aunque haya llevado a cabo las ceremonias funerales de costumbre. Si ese hombre está vivo en la región de los espíritus, ¿por qué no ayuda a su familia? No puede hacerlo porque la enseñanza de la Biblia es cierta: los muertos no están vivos en ningún lugar; están “impotentes en la muerte” y, por lo tanto, son incapaces de ayudar a nadie. (Isaías 26:14.)

El Hijo de Dios, Jesucristo, sabía que ese es el caso. Considere lo que sucedió cuando falleció Lázaro. La Biblia explica: “Les dijo [Jesús a sus discípulos]: ‘Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño’. Por lo tanto los discípulos le dijeron: ‘Señor, si está descansando, recobrará la salud’. Sin embargo, Jesús había hablado de la muerte de aquel”. (Juan 11:11-13.)

Observe que Jesús comparó la muerte al sueño, el descanso. Cuando llegó a Betania, consoló a María y Marta, las hermanas de Lázaro. Conmovido por el suceso, Jesús cedió a las lágrimas. Sin embargo, no dijo ni hizo nada que diera a entender que Lázaro tuviera un espíritu que permaneciera vivo y al que quisiera ayudar a alcanzar la tierra de sus antepasados. Jesús hizo lo que dijo que iba a hacer. Despertó a Lázaro del sueño de la muerte por medio de la resurrección. Así demostró que con el tiempo Dios le utilizará para resucitar a todos los que están en las tumbas conmemorativas. (Juan 11:17-44; 5:28, 29.)

¿Por qué ser diferentes?

¿Hay algo de malo en seguir costumbres funerarias basadas en creencias no bíblicas? Aliu y otros millones de testigos de Jehová creen que sí lo hay. Saben que sería impropio —incluso hipócrita— de su parte apoyar cualquier práctica basada claramente en doctrinas falsas y erróneas. No quieren ser como los escribas y los fariseos a quienes Jesús condenó por su hipocresía religiosa. (Mateo 23:1-36.)

El apóstol Pablo advirtió a su colaborador Timoteo: “La expresión inspirada dice definitivamente que en períodos posteriores algunos se apartarán de la fe, prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios, por la hipocresía de hombres que hablan mentiras”. (1 Timoteo 4:1, 2.) ¿Es una enseñanza de demonios el concepto de que los muertos humanos están vivos en la región de los espíritus?

Sí, lo es. Satanás el Diablo, “el padre de la mentira”, le dijo a Eva que no moriría, es decir, que seguiría viviendo en la carne. (Juan 8:44; Génesis 3:3, 4.) Esto no es lo mismo que decir que un alma inmortal continúa viva después de la muerte del cuerpo. Sin embargo, Satanás y sus demonios intentan desviar a la gente de la verdad de la Palabra de Dios promoviendo la idea de que la vida sigue después de la muerte. Como los testigos de Jehová creen lo que Dios dice en la Biblia, no tienen nada que ver con los puntos de vista ni las costumbres que apoyan las mentiras de Satanás. (2 Corintios 6:14-18.)

Los siervos de Jehová evitan las costumbres funerarias antibíblicas y por ello incurren en la desaprobación de algunas personas que no comparten sus ideas. A algunos Testigos se les ha privado de la herencia. Otros han sido rechazados por la familia. No obstante, como verdaderos cristianos, se dan cuenta de que la obediencia fiel a Dios trae la desaprobación del mundo. Al igual que los apóstoles leales de Jesucristo, están resueltos a “obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. (Hechos 5:29; Juan 17:14.)

Los verdaderos cristianos recuerdan con cariño a los seres amados que se han dormido en la muerte, pero se esfuerzan por demostrar su amor a los vivos. Por ejemplo, Aliu llevó a su casa a su madre cuando su padre murió, y la alimentó y cuidó hasta el fin de sus días. Cuando dicen que Aliu no se interesó en su madre porque no la enterró según las costumbres populares, este cita un dicho bien conocido en su comunidad: “Aliménteme la boca antes que los pies”. Alimentar la boca, es decir, cuidar de la persona mientras está viva es mucho más importante que alimentarle los pies, la costumbre antes descrita relacionada con el velatorio del difunto. En realidad, el fallecido no recibe ningún beneficio de que se le alimenten los pies.

Aliu pregunta a los que le critican: ‘¿Qué prefieren? ¿Que su familia los cuide cuando envejezcan, o que les haga una gran celebración cuando mueran?’. La mayoría opta por que se les atienda en vida. También agradecen saber que si mueren, tendrán un servicio funeral basado en la Biblia y un entierro digno.

Eso es lo que los testigos de Jehová hacen por sus seres queridos. Les alimentan la boca, no los pies.

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