Preguntas de los lectores
¿Podemos decir que los siervos de Dios de la actualidad que abrigan la esperanza de vivir en la Tierra tienen tanto espíritu de Dios como los cristianos ungidos por espíritu?
No es la primera vez que se plantea esta pregunta. El mismo asunto se trató en “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 15 de agosto de 1952. Como muchos se han hecho Testigos desde entonces, conviene analizar de nuevo la pregunta y repasar lo que ya se publicó.
En esencia, la respuesta es sí: los hermanos fieles de la clase de las otras ovejas pueden recibir tanto espíritu santo de Dios como los ungidos. (Juan 10:16.)
Claro, esto no significa que el espíritu actúa de la misma forma en todas las personas. Piense en los siervos fieles de tiempos precristianos que con toda seguridad recibieron el espíritu de Dios. Con el poder del espíritu, algunos de ellos mataron bestias feroces, curaron enfermos e incluso resucitaron muertos. Además, necesitaron del espíritu para escribir los libros inspirados de la Biblia. (Jueces 13:24, 25; 14:5, 6; 1 Reyes 17:17-24; 2 Reyes 4:17-37; 5:1-14.) La Atalaya comentó: “Aunque no eran de la clase ungida, fueron llenos del espíritu santo”.
Visto desde otro ángulo, consideremos a los hombres y mujeres del siglo I a quienes se ungió con espíritu santo y llegaron a ser hijos espirituales de Dios con la esperanza celestial. El que se ungiera a todos no quiso decir que a partir de entonces el espíritu actuó de la misma manera en todos ellos. Este hecho resulta obvio por lo que dice el 1 Co capítulo 12 de la primera carta a los Corintios, donde el apóstol Pablo habló de los dones del espíritu. En los 1 Co 12:8, 9, 11 versículos 8, 9 y 11 leemos: “A uno se le da mediante el espíritu habla de sabiduría, a otro habla de conocimiento según el mismo espíritu, a otro fe por el mismo espíritu, a otro dones de curaciones por ese único espíritu [...]. Pero todas estas operaciones las ejecuta el uno y mismo espíritu, distribuyendo a cada uno respectivamente así como dispone”.
Es digno de mención que no todos los ungidos de aquel tiempo recibieron dones milagrosos del espíritu. En el 1 Co capítulo 14 de la primera carta a los Corintios, Pablo habló de una reunión de congregación en la que una persona tenía el don de lenguas, pero ninguna tenía el don de traducir. Sin embargo, todos ellos habían pasado por la experiencia de ser ungidos con espíritu anteriormente. ¿Sería razonable decir que el hermano que poseía el don de lenguas tenía más espíritu que el resto de los presentes? No. Los demás ungidos no estaban en desventaja, como si no pudieran entender la Biblia o hacer frente a las pruebas tan bien como él. El espíritu actuaba de manera especial en el hermano que hablaba en lenguas. No obstante, tanto él como los demás tenían que mantenerse cerca de Jehová y seguir “llenándose de espíritu”, como escribió Pablo. (Efesios 5:18.)
No cabe duda de que los que componen el resto hoy día han recibido el espíritu de Dios. En cierto momento el espíritu actuó en ellos de manera especial, al ser ungidos y adoptados como hijos espirituales. A partir de entonces siguen “llenándose de espíritu”, recibiendo su ayuda cuando procuran entender mejor la Biblia, cuando llevan la delantera en la predicación o cuando afrontan pruebas, sea a nivel personal o de organización.
Aunque los miembros de las “otras ovejas” no han pasado por la experiencia de ser ungidos con espíritu, reciben espíritu santo de otras formas. La Atalaya del 15 de agosto de 1952 observó:
“Las ‘otras ovejas’ hoy ejecutan la misma obra de predicación que el resto, [en] las mismas condiciones penosas, y manifiestan la misma fidelidad e integridad. Se alimentan a la misma mesa espiritual, comiendo el mismo alimento, absorbiendo las mismas verdades. Por ser de la clase terrestre, con esperanzas terrestres y un interés vivo en las cosas terrestres, podrían interesarse más en textos de la Biblia relacionados con condiciones terrestres en el nuevo mundo; mientras que el resto ungido, con esperanzas celestiales y fuerte interés personal en las cosas del espíritu, podría estudiar más diligentemente esas cosas en la Palabra de Dios [...]; empero el hecho permanece de que las mismas verdades y el mismo entendimiento son accesibles [a] ambas clases, y solo [el empeño que pongan los individuos en el estudio] determina la comprensión de las cosas celestiales y terrestres que ellos adquieren. El espíritu del Señor es accesible en porciones iguales a ambas clases, y el conocimiento y entendimiento se ofrecen igualmente a ambas, con iguales oportunidades para absorberlos.”