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  • Bodas que honran a Jehová
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
w97 15/4 págs. 23-26

Bodas que honran a Jehová

El siguiente artículo acerca de las bodas cristianas se preparó en Etiopía en lengua amárica, para ofrecer una guía útil a las muchas personas que se han hecho testigos de Jehová recientemente en ese país. Analiza algunas prácticas y costumbres locales que quizá sean distintas a las del país en el que usted reside. Seguramente le parecerá interesante el contraste. Al mismo tiempo, el artículo ofrece consejo bíblico equilibrado que podrá poner en práctica aunque las costumbres matrimoniales sean diferentes en su localidad.

“BODAS cristianas que resultan en gozo” era el título de un excelente artículo de estudio de La Atalaya del 15 de abril de 1984. El siguiente artículo de ese número se titulaba “Halle disfrute equilibrado en los banquetes de bodas”. (Cualquiera que esté pensando en casarse, encontrará consejo sabio en los libros Cómo lograr felicidad en su vida familiar, capítulo 2, y Tu juventud... aprovechándola de la mejor manera, capítulos 19 y 20.)a Muchos se han hecho testigos de Jehová después de aparecer estos artículos, y por ese motivo deseamos repasar algunos puntos que son aplicables de manera especial a la zona donde vivimos, así como analizar otras cuestiones pertinentes que nos ayudan a hacer de nuestras bodas ocasiones que honren a Jehová, quien dio origen al matrimonio.

La pregunta que habría que responder primero es: ¿Cuándo debe celebrarse una boda? ¿Debería fijarse la fecha teniendo en cuenta la temporada tradicional de bodas de la zona? La creencia en Etiopía es que las nupcias que se celebren en cualquier otra época del año no tendrán éxito. Esta es una superstición sin fundamento, pues muchos matrimonios sirven a Jehová felices y unidos sin haberse casado en la temporada que fija la tradición. No creemos en la buena o la mala suerte. (Isaías 65:11; Colosenses 2:8.) Si fijamos la fecha de la boda según las supersticiones de nuestros parientes incrédulos, no les ayudamos a ver la diferencia entre la verdad y la falsedad. Lo cierto es que los cristianos pueden casarse en cualquier mes del año.

Cuando se programa un discurso de boda tras la obligatoria ceremonia civil, sería prudente no dejar pasar muchos días entre los dos acontecimientos. Si la pareja desea que se pronuncie el discurso en el Salón del Reino, deberá hablar primero con los ancianos de la congregación para solicitar el uso del local. Los ancianos deben asegurarse de que todo lo relacionado con la boda les permita conceder el uso del Salón del Reino con una conciencia limpia. Debe fijarse una hora que no estorbe ninguna de las actividades de la congregación. El hermano seleccionado para ofrecer el discurso de boda debe reunirse previamente con los novios, para asesorarles y asegurarse de que no hay ningún impedimento moral o legal con relación a la boda, y si después se va a celebrar una reunión social, dar su conformidad. El discurso de boda debe durar media hora aproximadamente, y presentarse con dignidad, resaltando el lado espiritual. Obviamente, la conferencia es mucho más importante que el convite que pueda haber después.

Una boda cristiana es una buena oportunidad para demostrar que ‘no somos parte del mundo’. (Juan 17:14; Santiago 1:27.) Debe destacarse nuestro buen orden, lo que incluye llegar a tiempo en lugar de hacer esperar a los asistentes, ya que, de otro modo, es posible que se interfiera la rutina de la congregación. La novia, en particular, debe estar atenta a este consejo, pues quizá sus parientes mundanos la animen a llegar tarde para hacerla parecer más importante. Ser puntual permite a una hermana cristiana madura mostrar que valora las cualidades espirituales, como la humildad y la consideración. Además, también es importante el orden cuando se invita a un fotógrafo a la boda. Es apropiado pedirle que lleve chaqueta, corbata y pantalones de vestir, y que no distraiga mientras toma fotografías durante el discurso. No debe tomar fotografías en la oración. Nuestro orden honrará a Jehová y servirá de excelente testimonio. No es necesario seguir formalidades sociales que puedan detraer del verdadero significado del acontecimiento.

El banquete no es un requisito bíblico para que la celebración tenga éxito, pero tampoco existe objeción bíblica alguna a esas ocasiones felices. Sin embargo, las reuniones de los verdaderos cristianos deben ser muy distintas de los banquetes mundanos, que se caracterizan por la extravagancia, los excesos en la bebida y la comida, la música desenfrenada, el baile provocativo e incluso las peleas. La Biblia incluye las “diversiones estrepitosas” entre las obras de la carne. (Gálatas 5:21.) Es más fácil mantener el control si el grupo no es muy grande. No es necesario levantar una carpa para conformarse a las costumbres del país. Si alguien quisiera utilizar una carpa por cuestión de espacio o por el clima, sería su decisión personal.

La experiencia muestra que una buena manera de limitar la concurrencia consiste en invitar por escrito a todos los asistentes. Es más prudente invitar a personas en lugar de a congregaciones enteras, y como cristianos ordenados, debemos respetar los límites que la pareja establezca. Las invitaciones por escrito también nos ayudarán a evitar la embarazosa situación de que aparezca un expulsado en el banquete, pues si eso ocurre muchos hermanos pudieran optar por marcharse. (1 Corintios 5:9-11.) La pareja debe invitar con mesura a sus conocidos o familiares incrédulos, concediendo más importancia a los que “están relacionados con nosotros en la fe”. (Gálatas 6:10.) Algunos novios han preferido invitar a sus conocidos mundanos y parientes incrédulos al discurso de boda en lugar de convidarlos al banquete. ¿Por qué motivo? Pues bien, en algunas ocasiones los parientes mundanos han provocado situaciones tan vergonzosas en los banquetes que muchos hermanos se han sentido obligados a marcharse. Algunas parejas han decidido celebrar una pequeña cena con los familiares cercanos y sus amigos cristianos más allegados.

Según Juan 2:8 y 9, es práctico tener un “director del banquete”. El novio debe escoger a un cristiano de confianza que se asegure del orden y de que se guarden las elevadas normas cristianas. En los lugares donde los invitados ofrecen regalos, el momento de la entrega no debe ser una “exhibición ostentosa”. (1 Juan 2:16.) La música puede ser alegre sin que haga falta escuchar canciones de letras dudosas, ruido excesivo o un ritmo desenfrenado. Muchas parejas han visto práctico que un anciano escuche de antemano la música que se tocará. El baile puede crear dificultades, pues muchos bailes tradicionales tienen su origen en danzas de la fertilidad y son impropios por su sensualidad. En ocasiones, el momento de partir el pastel nupcial ha sido la señal para que los mundanos pierdan la moderación. De hecho, muchas parejas cristianas han decidido no ofrecer alcohol de ningún tipo en el banquete para que no haya problemas.

Puesto que deseamos honrar a Jehová, evitaremos la exhibición ostentosa a fin de no llamar excesiva atención sobre nosotros mismos. Hasta las publicaciones seglares han hablado negativamente de la tendencia popular a la extravagancia. Sería muy imprudente que una pareja se endeudara por celebrar una boda extravagante y después viviera en la pobreza durante años para pagar los gastos generados en un solo día. Por supuesto, los vestidos para la ocasión deben ser modestos y bien arreglados, como es propio de personas que profesan reverenciar a Dios. (1 Timoteo 2:9, 10.) El artículo “Las bodas cristianas deben reflejar racionalidad” (La Atalaya del 15 de junio de 1969) hizo los siguientes comentarios de interés acerca del atavío apropiado para el acontecimiento:

“La boda de uno es una ocasión especial, de modo que por lo común se da atención a verse uno gozoso y atractivo. No obstante, esto no significa que uno tiene que ponerse cierta clase de vestido o traje. Uno hace bien en considerar los estilos locales, el costo y los gustos personales. [...] ¿Sería razonable comprar un vestido tan caro que causara una carga financiera para ellos mismos o para otros? [...] Algunas novias han disfrutado de usar el vestido de boda de una amiga estimada o pariente. Otras han recibido gran satisfacción al confeccionar su propio vestido de novia, posiblemente pudiendo tener así una prenda de vestir que podría usarse en otras ocasiones en el futuro. Y es perfectamente correcto el que una pareja se case llevando su ropa regular más atractiva. [...] Otros que pudieran tener una boda elaborada quizás personalmente deseen tener una ‘boda sencilla’ por estar tan críticos los tiempos.”

De igual modo, los acompañantes de los novios (los amigos del novio y las damas de la novia) no tienen por qué ser muchos. Tampoco ellos deben llamar indebidamente la atención sobre sí mismos por su vestimenta y forma de actuar. Aunque es permisible que un expulsado asista al discurso en el Salón del Reino, La Atalaya del 15 de abril de 1984 dijo: “No sería apropiado que acompañaran a los novios personas expulsadas o cuyo modo de vivir escandaloso esté gravemente en conflicto con los principios bíblicos”.

Aunque Jesús asistió a una boda, no nos imaginamos que aprobara la costumbre popular moderna de formar una procesión de vehículos a través de la ciudad haciendo sonar el claxon. La policía ha multado a algunos conductores por escandalizar en las procesiones nupciales. (Véase Mateo 22:21.) En resumen, más bien que imitar la exhibición ostentosa o la forma de actuar típica de la gente de las naciones, los cristianos manifiestan la sabiduría que está con los modestos. (Proverbios 11:2.)

¿Qué pudiera decirse de asistir a la boda de vecinos, compañeros mundanos de trabajo o conocidos y familiares lejanos? Cada cristiano debe tomar su decisión al respecto. Debe tenerse presente que nuestro tiempo es valioso, pues lo necesitamos para el ministerio, el estudio personal y otros intereses de la familia y la congregación. (Efesios 5:15, 16.) Los fines de semana celebramos las reuniones y participamos en el servicio del campo, actividades que no deseamos perdernos. (Hebreos 10:24, 25.) El horario de muchas bodas coincide con asambleas o campañas especiales de predicación en la época de la Conmemoración de la muerte de Jesucristo. No debemos dejar que nada nos distraiga, de modo que no nos esforcemos para asistir a la Conmemoración de la muerte de Jesucristo, como hacen nuestros hermanos por todo el mundo. Antes de conocer la verdad pasábamos mucho tiempo con gente mundana, quizá hasta en circunstancias que deshonraban a Dios. (1 Pedro 4:3, 4.) Ahora nuestras prioridades son otras. Siempre se puede felicitar a una pareja mundana enviando una tarjeta, o en una breve visita otro día. Algunos hermanos han aprovechado esas ocasiones para dar testimonio, comentando algunos textos bíblicos que sean útiles para una pareja recién casada.

Una boda en la que el aspecto espiritual predomine sobre los modos mundanos honra a Jehová. Los cristianos disfrutarán del acontecimiento si se preocupan por mantenerse separados de las supersticiones y los excesos del mundo, si no permiten que interfiera en las actividades teocráticas y si manifiestan modestia en lugar de exhibición ostentosa. De este modo, podrán recordar la ocasión con una buena conciencia y atesorarán sus recuerdos. Que todas las bodas cristianas, por su prudencia y moderación, sirvan de testimonio a los observadores de corazón sincero.

[Nota]

a Editados por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

[Ilustración de las páginas 24 y 25]

Los cristianos no se esclavizan a todas las costumbres nupciales de su localidad

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