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  • ¿Es siempre impropio quejarse?

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  • ¿Es siempre impropio quejarse?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
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  • ¿Se condena todo tipo de queja?
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
w97 1/12 págs. 29-31

¿Es siempre impropio quejarse?

¿Qué irritaciones son más dolorosas que aquellas de las que no podemos quejarnos?

Marqués De Custine (1790-1857)

DURANTE dos años soportó el acoso sexual de un compañero de trabajo. Sus protestas cayeron en oídos sordos, e incluso la insultaron por quejarse. El estrés contenido empezó a afectar su salud, pero ¿qué podía hacer? Del mismo modo, una escuela expulsó a su mejor estudiante, porque su conciencia no le permitía participar en las prácticas de artes marciales. Ambos pensaban que se les había tratado injustamente, pero ¿debían quejarse? Si lo hacían, ¿mejoraría su situación o la complicaría todavía más?

Hoy son frecuentes quejas como estas y otras, pues vivimos en un mundo de gente imperfecta, que está lejos de ser ideal. Las quejas cubren todo el espectro desde la expresión pasiva de disgusto, pena, dolor o resentimiento por alguna situación hasta la acusación formal contra alguien. La mayoría de la gente prefiere evitar la queja y la confrontación; sin embargo, ¿debemos permanecer siempre callados? ¿Cuál es el punto de vista bíblico?

Efectos negativos en uno mismo y en los demás

No hay duda de que un espíritu de queja crónico es perjudicial y la Biblia lo condena. La persona quejumbrosa se causa daño físico y espiritual a sí misma y perjudica a quienes son objeto de sus quejas. El proverbio bíblico dice de la esposa quejumbrosa: “El techo con goteras que ahuyenta a uno en un día de lluvia constante y la esposa contenciosa son comparables”. (Proverbios 27:15.) Quejarse directamente de Jehová o de cualquiera de sus provisiones es particularmente grave. Cuando la nación de Israel se quejó del maná milagroso que se le suministró durante el viaje de cuarenta años por el desierto, llamándolo “pan despreciable”, Jehová envió serpientes venenosas para castigar a los que se habían quejado con falta de respeto, y muchos murieron. (Números 21:5, 6.)

Además, Jesús aconsejó a sus seguidores que no se quejaran de la “paja” (cúmulo de faltas) que observaran en el prójimo, sino que fueran muy conscientes de la “viga” (cúmulo de defectos), de mucho mayor tamaño, que nosotros mismos tenemos. (Mateo 7:1-5.) De igual manera, Pablo condenó el juzgar (una forma de quejarse) a los demás como algo “inexcusable [...], puesto que tú que juzgas practicas las mismas cosas”. Estas advertencias deben motivarnos a no ser innecesariamente críticos y a no desarrollar un espíritu de queja. (Romanos 2:1.)

¿Se condena todo tipo de queja?

¿Deberíamos llegar a la conclusión, entonces, de que todo tipo de queja es condenable? No. Ese no es el caso. La Biblia indica que hay muchas injusticias en nuestro mundo imperfecto que necesitan corrección. Jesús narró la parábola de un juez injusto que a regañadientes hizo justicia a una viuda oprimida ‘para que no siguiera yendo y aporreándole hasta acabar con él’. (Lucas 18:1-8.) Es posible que, en algunos casos, nosotros también tengamos que quejarnos con persistencia hasta que se corrijan las injusticias.

Al enseñarnos a pedir en oración que venga el Reino de Dios, ¿no nos insta Jesús a reconocer las deficiencias del mundo actual y a ‘clamar’ a Dios para que remedie la situación? (Mateo 6:10.) Cuando “el clamor de queja” por la iniquidad de las antiguas ciudades de Sodoma y Gomorra llegó a sus oídos, Jehová envió a sus mensajeros “para ver si [obraban] del todo conforme al clamor [...] acerca de ello”, y luego remediar la situación. (Génesis 18:20, 21.) Para alivio de aquellos que se habían quejado, Jehová corrigió la situación destruyendo las dos ciudades y a sus inmorales habitantes.

La congregación cristiana

¿Debería ser diferente entre los hermanos en la congregación cristiana? Aunque los cristianos son hombres y mujeres imperfectos, se esfuerzan sinceramente por servir a Dios en paz y unidad. No obstante, surgen motivos de queja entre ellos que es necesario atender. En el siglo primero surgió una de estas situaciones en la congregación ungida poco después de Pentecostés. Muchos cristianos recién convertidos se quedaron en Jerusalén para recibir más instrucción y ánimo, y compartían los alimentos que había disponibles. Sin embargo, “se suscitó una murmuración de parte de los judíos de habla griega contra los judíos de habla hebrea, porque a sus viudas se las pasaba por alto en la distribución diaria”. Los apóstoles no condenaron a quienes se quejaron tildándolos de elementos perturbadores, sino que tomaron medidas para corregir la situación. En efecto, quienes tienen autoridad en la congregación deben escuchar con humildad las quejas justas que se presentan con el debido respeto y la actitud adecuada, y luego tomar las medidas pertinentes. (Hechos 6:1-6; 1 Pedro 5:3.)

A la autoridad que corresponda

¿Se dio cuenta de que en los ejemplos anteriores las quejas se presentaron con una actitud apropiada y ante la autoridad que correspondía? Por ejemplo, no tendría objeto quejarse a la policía de una carga tributaria, ni al juez, de sus padecimientos físicos. Del mismo modo, sería impropio quejarse de alguna situación, ya sea de dentro o de fuera de la congregación, a una persona que no tenga la autoridad o la capacidad de ayudar a resolver el asunto.

En la mayoría de los países existen hoy tribunales y otras autoridades adonde se puede recurrir con la esperanza de que se haga justicia. Cuando el estudiante que se mencionó al principio del artículo se quejó al tribunal, los jueces fallaron en su favor, y la escuela tuvo que disculparse y admitirlo de nuevo. De igual manera, la trabajadora que soportó el acoso sexual recibió la ayuda del sindicato de mujeres trabajadoras. La dirección le pidió disculpas y se tomaron medidas para poner fin al acoso sexual.

Ahora bien, no debería esperarse que todas las quejas tuvieran un final feliz. El sabio rey Salomón observó con realismo: “Lo que se hace torcido no se puede enderezar”. (Eclesiastés 1:15.) Conviene tener presente que algunos asuntos sencillamente tendrán que esperar a que Dios los corrija a su debido tiempo.

[Ilustración de la página 31]

Los ancianos escuchan las quejas justas y toman las medidas pertinentes

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