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  • Jehová gobierna con compasión

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  • Jehová gobierna con compasión
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
w97 15/12 págs. 28-29

Jehová gobierna con compasión

DURANTE toda la historia ha habido muchos gobernantes humanos que han ejercido el poder con total desprecio por el sufrimiento de sus súbditos. Sin embargo, Jehová suministró un contraste al elegir a la nación de Israel y gobernarla compasivamente.

Siendo los israelitas aún esclavos en el antiguo Egipto, Jehová escuchó sus gritos de auxilio. “Durante el tiempo de toda la angustia de ellos le fue angustioso a él. [...] En su amor y en su compasión él mismo los recompró.” (Isaías 63:9.) Jehová salvó a Israel, lo alimentó milagrosamente y le concedió una tierra en propiedad.

La compasión de Jehová se manifestó aún más en las leyes que dio a aquella nación. Ordenó a los israelitas que trataran con compasión a los huérfanos, las viudas y los residentes extranjeros, y les prohibió abusar de los impedidos.

La Ley exigía mostrar compasión a los necesitados. Se permitía a los pobres rebuscar después de la cosecha; las deudas se cancelaban en el año sabático (séptimo año); las tierras heredadas que se hubieran vendido volvían a su antiguo dueño en el año del Jubileo (año cincuenta). El libro Instituciones del Antiguo Testamento informa: “En realidad, en Israel no hubo nunca clases sociales en sentido moderno, [...]. En los primeros tiempos de la sedentarización, todos los israelitas disfrutaban, poco más o menos, de la misma condición social”. (Levítico 25:10; Deuteronomio 15:12-14; 24:17-22; 27:18.)

Imitan la compasión de Jehová

La compasión de Dios motiva a sus siervos. Por ejemplo, a lo largo de la historia algunos reyes han dado muerte a los sobrevivientes de la dinastía anterior; pero David, siervo de Jehová, no hizo tal cosa. A la muerte del rey Saúl, David protegió a Mefibóset, nieto y heredero sobreviviente de aquel. “El rey le tuvo compasión a Mefibóset hijo de Jonatán hijo de Saúl.” (2 Samuel 21:7.)

Ningún ser humano ha imitado la compasión de Jehová como Jesús. La compasión piadosa fue el motivo de muchos de sus milagros. En cierta ocasión, un leproso le suplicó: “Si tan solo quieres, puedes limpiarme”. Movido a compasión, Jesús lo tocó y le dijo: “Quiero. Sé limpio”. (Marcos 1:40-42.) En otra ocasión lo seguía una gran muchedumbre. En medio del tumulto, Jesús reparó en dos ciegos que gritaban: “‘¡Señor, ten misericordia de nosotros, Hijo de David!’ [...] Enternecido, Jesús les tocó los ojos, y ellos inmediatamente recibieron la vista”. (Mateo 20:29-34.)

Las grandes multitudes no insensibilizaron a Jesús. “Me compadezco de la muchedumbre”, dijo en una ocasión porque aquellas personas no habían comido por algún tiempo; así que las alimentó milagrosamente. (Marcos 8:1-8.) Cuando recorría los pueblos y aldeas no solo enseñaba a las muchedumbres, sino que reparaba en sus necesidades. (Mateo 9:35, 36.) Al final de uno de sus recorridos, Jesús y sus discípulos no habían tenido tiempo ni para comer. La Biblia relata: “De modo que se fueron en la barca a un lugar solitario donde estuvieran solos. Pero la gente los vio ir y muchos llegaron a saberlo, y de todas las ciudades concurrieron allá a pie, y se adelantaron a ellos. Pues, al salir, él vio una muchedumbre grande, y se enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles muchas cosas”. (Marcos 6:31-34.)

No fueron solo las enfermedades y la pobreza del pueblo lo que conmovió a Jesús, sino su estado espiritual. Los caudillos religiosos se habían aprovechado de los individuos, y por eso Jesús “se enterneció por ellos”. La palabra griega traducida por “enterneció” significa “sentir que las entrañas anhelan vivamente”. Jesús fue verdaderamente un hombre compasivo.

La compasión en un mundo cruel

Jesucristo es ahora el Rey del Reino celestial de Jehová. Dios gobierna hoy a su pueblo con compasión, como lo hizo con el antiguo Israel. “Ciertamente llegarán a ser míos —ha dicho Jehová de los ejércitos— en el día en que produzca una propiedad especial. Y ciertamente les mostraré compasión.” (Malaquías 3:17.)

Quienes desean ser objeto de la compasión de Jehová deben imitar su forma de ser. Es cierto que en el mundo en que vivimos a la gente le interesa más conservar su estilo de vida que socorrer a los necesitados. Los hombres que ocupan el poder por lo general procuran lucrarse a expensas de la seguridad de trabajadores y consumidores. En 2 Timoteo 3:1-4, la Biblia describe con exactitud el clima moral de nuestros tiempos, que ha erradicado la compasión del corazón de tantas personas.

Aun así, es posible hallar oportunidades para mostrar compasión. ¿Pudiéramos brindar ayuda a nuestros vecinos? ¿Hay alguien enfermo a quien podamos visitar? ¿Podríamos animar a los que están deprimidos, en armonía con el consejo: “Hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles”? (1 Tesalonicenses 5:14.)

La compasión también impedirá que reaccionemos ásperamente cuando otros cometen errores. Se nos exhorta: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa, junto con toda maldad. Más bien háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros, así como Dios también por Cristo liberalmente los perdonó a ustedes”. (Efesios 4:31, 32.)

La compasión también evitará que cedamos a la tendencia al abuso del poder. Dice la Biblia: “Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia”. (Colosenses 3:12.) La humildad mental hace posible que nos pongamos en el lugar de nuestros subordinados. Ser compasivo significa ser humilde y razonable, no difícil de complacer. La eficiencia no debe ser un pretexto para tratar a otros como simples piezas de una máquina. También, en la familia, los esposos compasivos recuerdan que sus esposas son vasos más débiles. (1 Pedro 3:7.) Observar el ejemplo de compasión de Jesús puede ayudarnos a lograr todo lo anterior.

Puesto que Jesús se apiadó tanto de la gente durante su ministerio terrestre, podemos estar seguros de que aún es y seguirá siendo un Gobernante compasivo. El Salmo 72 profetiza de él: “Juzgue él a los afligidos del pueblo, salve a los hijos del pobre, y aplaste al defraudador. Y tendrá súbditos de mar a mar y desde el Río hasta los cabos de la tierra. Le tendrá lástima al de condición humilde y al pobre, y las almas de los pobres salvará”. (Salmo 72:4, 8, 13.)

La Palabra de Dios predice: “Con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra. [...] Dará muerte al inicuo”. Tras describir cómo hasta personas crueles, semejantes a bestias, cambiarían su forma de ser, la profecía añade: “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”. (Isaías 11:4-9.) Esta profecía anuncia nada menos que la existencia de una sociedad mundial integrada por personas que conozcan a Jehová e imiten su proceder compasivo.

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