BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w99 15/3 págs. 21-23
  • No permita que lo abrume la ansiedad

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • No permita que lo abrume la ansiedad
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Dónde trazar la línea
  • Moisés ante Faraón
  • Cómo controlar los pensamientos
  • Podemos conseguir ayuda
  • “Espera a Dios”
  • Echemos sobre Jehová toda nuestra inquietud
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
  • Echemos sobre Jehová todas nuestras inquietudes
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (lenguaje sencillo) 2016
  • Echemos sobre Jehová todas nuestras inquietudes
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (estudio) 2016
  • Hombres con ansiedad | La Biblia puede ayudar
    Otros temas
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
w99 15/3 págs. 21-23

No permita que lo abrume la ansiedad

“NUNCA se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes. Suficiente para cada día es su propia maldad.” (Mateo 6:34.) Este consejo que dio Jesucristo es sin duda práctico para todos los que vivimos en la rápida y estresante sociedad actual.

Pero, siendo realistas, ¿es posible evitar que nuestros problemas, decisiones, obligaciones y responsabilidades nos causen ansiedad? Millones de personas se sienten deprimidas, angustiadas y cargadas. Por esta razón los tranquilizantes y sedantes se han convertido en un negocio multimillonario.

Dónde trazar la línea

Tenemos que pensar de antemano en nuestros problemas, obligaciones, tareas y decisiones, y prepararnos para ellos, sean urgentes o no. La Biblia nos anima a ‘sentarnos primero y calcular los gastos’ antes de embarcarnos en cualquier empresa de envergadura (Lucas 14:28-30). Esto implica sopesar las diferentes alternativas, analizar sus posibles consecuencias y calcular el costo en tiempo, energía y dinero.

Aunque debemos prever cuidadosamente lo que es probable que ocurra, no es posible ni constructivo anticipar todas las eventualidades. Por ejemplo, el interés por la seguridad de nuestra familia nos motiva a prepararnos para un posible incendio en la casa. Podemos comprar e instalar detectores de humo y extintores. Podemos planear por dónde saldremos al exterior desde diferentes lugares de la casa y ensayar la salida. Pero ¿dónde termina la planificación sensata y práctica, y empieza la ansiedad excesiva e injustificada? Tal ansiedad empieza cuando comenzamos a preocuparnos demasiado por un sinfín de situaciones hipotéticas, muchas de las cuales quizá solo sean el producto de una fértil imaginación. Puede que nos abrumen pensamientos inquietantes y nos convenzamos de que hemos pasado por alto algo, o de que no hemos hecho lo suficiente para proteger a nuestra familia. Esta angustia autoinfligida puede afectar tanto nuestra mente que ni siquiera nos sea posible conciliar el sueño.

Moisés ante Faraón

Jehová Dios encargó a su profeta Moisés una difícil misión. En primer lugar, este tenía que presentarse ante los israelitas y convencerlos de que Jehová lo había comisionado para sacarlos de Egipto. Luego debía comparecer ante Faraón y pedirle que dejara marchar a los israelitas. Por último, tenía que dirigir a una muchedumbre de millones de personas a través del desierto e introducirla en una tierra ocupada por pueblos hostiles (Éxodo 3:1-10). Todo ello pudo haber parecido muy intimidante, pero ¿permitió Moisés que esa responsabilidad le causara indebida ansiedad?

Obviamente a Moisés le preocupaban varios asuntos. Preguntó a Jehová: “Supongamos que llego ahora a los hijos de Israel y de hecho les digo: ‘El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes’, y ellos de hecho me dicen: ‘¿Cuál es su nombre?’. ¿Qué les diré?”. Jehová le dio la respuesta (Éxodo 3:13, 14). También le preocupaba lo que podía suceder si Faraón no le hacía caso. Jehová contestó de nuevo al profeta. Un problema final: Moisés admitió que ‘no hablaba con fluidez’. ¿Cómo podía remediarse este inconveniente? Jehová dispuso que Aarón fuera su portavoz (Éxodo 4:1-5, 10-16).

Preparado con las respuestas a sus preguntas, y con su fe en Dios, Moisés procedió a efectuar lo que se le había mandado. No se torturó a sí mismo con pensamientos inquietantes de lo que pudiera suceder cuando se enfrentara a Faraón, sino que ‘hizo precisamente así’ (Éxodo 7:6). Si se hubiera dejado abrumar por la ansiedad, posiblemente esta habría debilitado la fe y el denuedo que necesitaba para llevar a cabo su comisión.

El equilibrio con que Moisés emprendió su cometido es un ejemplo de lo que el apóstol Pablo llamó “buen juicio” (2 Timoteo 1:7; Tito 2:2-6). Si Moisés no hubiera manifestado buen juicio, tal vez no habría aceptado la misión, abrumado por su enorme complejidad.

Cómo controlar los pensamientos

¿Cómo reaccionamos en la vida diaria cuando nos enfrentamos a pruebas de la fe o a tribulaciones? ¿Nos asustamos solo de pensar en los obstáculos o desafíos que se avecinan? ¿O los vemos de manera equilibrada? Como reza un dicho inglés: “No cruces el puente antes de llegar a él”. Es posible que, al fin y al cabo, no haya necesidad de cruzar el puente imaginario. Así, ¿por qué atormentarnos por algo que quizá nunca suceda? La Biblia dice: “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia” (Proverbios 12:25). El resultado suele ser el aplazamiento de las decisiones y la postergación de los asuntos hasta que es demasiado tarde.

Mucho más grave es el daño espiritual que puede ocasionar la ansiedad indebida. Jesucristo indicó que el poder engañoso de las riquezas y “la inquietud de este sistema de cosas” pueden ahogar por completo “la palabra del reino” (Mateo 13:19, 22). Tal como los espinos pueden impedir que la semilla alcance la madurez y produzca fruto, del mismo modo la ansiedad incontrolada puede impedir que progresemos espiritualmente y produzcamos fruto para la alabanza de Dios. La angustia autoinfligida y destructiva ha impedido incluso que algunas personas se dediquen a Jehová, pues se preguntan preocupadas: “¿Y si no puedo cumplir con mi dedicación?”.

El apóstol Pablo nos dijo que en nuestra guerra espiritual procuramos cautivar “todo pensamiento para hacerlo obediente al Cristo” (2 Corintios 10:5). A nuestro archienemigo, Satanás el Diablo, le satisfaría mucho aprovecharse de nuestras preocupaciones para desanimarnos y debilitarnos física, emocional y espiritualmente. Se vale con maestría de la duda para entrampar a los desprevenidos. Por esta razón Pablo también advirtió a los cristianos que no “[dejaran] lugar para el Diablo” (Efesios 4:27). Como “dios de este sistema de cosas”, Satanás ha conseguido “[cegar] las mentes de los incrédulos” (2 Corintios 4:4). Nunca permitamos que controle también nuestra mente.

Podemos conseguir ayuda

Cuando un niño se enfrenta a un problema, puede acudir a su padre amoroso para que lo guíe y consuele. De igual modo, nosotros podemos acudir a nuestro Padre celestial, Jehová, con nuestros problemas. De hecho, nos invita a arrojar nuestras cargas y ansiedades sobre él (Salmo 55:22). Como el niño a quien ya no le preocupa su problema después de que el padre lo ha tranquilizado, nosotros no solo debemos arrojar nuestras cargas sobre Jehová, sino también dejarlas con él (Santiago 1:6).

¿Cómo arrojamos nuestras ansiedades sobre Jehová? Filipenses 4:6, 7 contesta: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús”. Efectivamente, en respuesta a nuestras oraciones y súplicas persistentes, Jehová puede darnos una paz interior que nos proteja la mente de la perturbación que causan las ansiedades innecesarias (Jeremías 17:7, 8; Mateo 6:25-34).

Ahora bien, para obrar en armonía con nuestras oraciones, no debemos aislarnos, ni física ni espiritualmente (Proverbios 18:1). Más bien, conviene que analicemos principios bíblicos y directrices que tengan que ver con nuestro problema para que no confiemos en nuestro propio entendimiento (Proverbios 3:5, 6). Tanto los jóvenes como los adultos pueden dirigirse a la Biblia y a las publicaciones Watch Tower, donde encontrarán abundante información sobre cómo tomar decisiones y afrontar ciertos problemas. Además, en la congregación cristiana se nos ha bendecido con ancianos sabios y experimentados así como otros cristianos maduros que siempre están dispuestos a hablar con nosotros (Proverbios 11:14; 15:22). Aquellos que no están implicados emocionalmente en nuestros problemas y que tienen la mente de Dios sobre un determinado asunto, pueden ayudarnos a ver nuestras dificultades desde una perspectiva diferente. Y aunque no decidan por nosotros, pueden ser una importante fuente de ánimo y apoyo.

“Espera a Dios”

Nadie puede negar que los problemas reales de cada día producen suficiente estrés como para que tengamos que preocuparnos por los imaginarios. Si la ansiedad por lo que pueda suceder nos causa aprensión e incomodidad, entonces dirijámonos a Jehová en oración y súplica. Busquemos la guía, la sabiduría y el buen juicio en su Palabra y su organización. Veremos que, sin importar las circunstancias que se presenten, podemos conseguir ayuda para afrontar la ansiedad.

Cuando se sintió cargado y agitado, el salmista cantó: “¿Por qué estás desesperada, oh alma mía, y por qué estás alborotada dentro de mí? Espera a Dios, porque todavía lo elogiaré como la magnífica salvación de mi persona y como Dios mío” (Salmo 42:11). Que estos sean nuestros sentimientos.

Así, pues, prevea lo que razonablemente pueda esperarse, y deje lo inesperado en manos de Jehová. “[Echen] sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes.” (1 Pedro 5:7.)

[Ilustración de la página 23]

¿Arrojamos, como David, las cargas y ansiedades sobre Jehová?

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir