¿Qué hace usted con sus revistas?
1 Cada vez que usted recibe un nuevo número de la revista La Atalaya, ¿qué hace con él? ¿Es su reacción inmediata la de uno a quien se le pudiera llamar un “lector de encabezamientos,” que sencillamente hojea la revista, y observa los títulos y otros puntos sobresalientes? O, ¿es usted un “lector de láminas,” que se deleita en las ilustraciones? O, ¿es usted un “lector de interés especial,” a quien atraen en particular algunos rasgos especiales de la revista, tales como “Preguntas de los lectores” o “Ponderando las noticias”? O, ¿hace usted alguna otra cosa?
2 Se reconoce que cada número de La Atalaya aviva cierta medida de expectación, y que causa mucha satisfacción el hojear las páginas de la revista mientras todavía está fresca. Pero ahora nos enfrentamos a la pregunta... ¿Qué haremos entonces? ¿Qué hace usted con la revista después que satisface esta chispa de interés inicial? ¿Podría ser que simplemente la meta en una gaveta o se olvide de ella? ¿O, quizás usted la archiva cuidadosamente para de esa manera saber exactamente dónde está cuando llegue el tiempo de prepararse para el estudio de La Atalaya de la congregación, y entonces siente que ha cumplido con su deber? ¿O, por lo menos la deja fuera por algún lugar, y piensa que más adelante le dará más atención, solo para encontrar que llega a estar oculta entre otras cosas y queda fuera de la vista?
3 Ya sea que estos ejemplos sean verdaderos o no en su caso, ciertamente cuadran con algunos de nosotros, ¿no es cierto? Quizás no tengamos la intención de ser tan negligentes, pero con la gran demanda que cada día se nos hace de nuestro tiempo tan precioso, puede que sencillamente nos parezca que, después de todo, el “alimento a su debido tiempo” se encuentra en los artículos de estudio y éstos se considerarán en el estudio de La Atalaya de la congregación. En cuanto a los otros artículos, algunos pueden pensar que muchos de ellos sencillamente son un repaso del material que ya es bastante familiar para aquellos de nosotros que hemos estado en la verdad por algún tiempo. Así que no estamos perdiendo gran cosa, ¿no es cierto?
4 Bueno, quizás nos estamos perdiendo más de lo que nos damos cuenta. ¿Cómo es esto? No todo lo que se encuentra en esos artículos más cortos es simplemente repaso. Algo de ello es completamente nuevo. Algunas veces hay comentarios sobre textos bíblicos que quizás no se han considerado en las publicaciones de la Sociedad por treinta o más años. También podríamos encontrar un enfoque nuevo de un tema familiar, o detalles que se expresan con tal claridad que nos permiten realmente comprender el tema por primera vez. Todo esto se perdería si no leemos esos artículos, ¿no es cierto?
5 Pero, ¿qué hay si alguno de nosotros encuentra que el artículo es simplemente un repaso? ¿Por qué deberíamos dedicarle tiempo? Porque de esa manera alimentamos nuestro corazón. (2 Ped. 1:12, 13) Edificamos nuestro aprecio por la verdad no por medio de siempre estar buscando algo nuevo, sino por medio de repasar y meditar en lo que ya sabemos. Y esto es lo que nos mantiene en el camino de la verdad.
6 Además, con frecuencia estos artículos nos ayudan de una manera práctica. Si usted cree que necesita usar algunas sugerencias prácticas en cuanto a cómo fortalecer los lazos familiares, el artículo “Efectuando lo que nos corresponde para promover una feliz vida de familia” en el número del 1 de febrero de 1978 puede ser la respuesta.
7 Desde luego, es un hecho que cada uno de nosotros no podrá leer todo en las revistas. No todos leemos a la misma velocidad, y tampoco tenemos la misma cantidad de tiempo para estudio personal. Pero si no lo estamos considerando todo, cuidémonos de que no sea por falta de interés o porque la lectura de material o entretenimiento mundanos nos sean más atractivos.