¿Aprecia usted lo que Jesucristo hizo a favor suyo?
1 Ningún otro hombre en la Tierra pudo hacer lo que Jesucristo hizo por la humanidad. Él nos ayudó a recibir la más grande dádiva que cualquier persona puede obtener, vida eterna. Sin embargo, la mayor parte de las personas tiene poco aprecio por lo que él hizo. ¿Qué hay de usted?
2 La falta de aprecio es un asunto serio, y esto es especialmente cierto en lo que tiene que ver con nuestra actitud hacia el hijo de Dios. (Heb. 10:28, 29) En contraste, ¿cómo podemos mostrar que verdaderamente tenemos aprecio? En primer lugar, de seguro que asistiremos a la Conmemoración de la muerte de Jesús o “Memorial” el miércoles 11 de abril por la noche. Pero el asistir a esta reunión no es todo, hay más envuelto. Para comprender esto nos será provechoso repasar brevemente varios de los acontecimientos conmovedores que ocurrieron durante los últimos seis días que Jesús estuvo en la Tierra.
9 DE NISÁN
3 Cuando hizo su entrada triunfal en Jerusalén, el domingo 9 de Nisán, los discípulos se regocijaron en gran manera al ver ‘¡al que venía como el Rey en el nombre de Jehová!’ El aprecio que le tenían al Rey mesiánico los movió a “regocijarse y a alabar a Dios en alta voz respecto a todas las obras poderosas que habían visto.” (Luc. 19:37, 38) Si usted hubiera estado presente en aquel día, indudablemente hubiera participado en alabar a Dios. ¿Hubiera tenido usted el mismo aprecio una semana, meses, o hasta años más tarde?
4 Las expresiones de alabanza eran tan importantes que Jesús dijo: “Si éstos [los discípulos] permanecieran callados, las piedras clamarían.” (Luc. 19:40) Si las piedras lo hubieran hecho, ¿no hubiera revelado eso una falta de aprecio por parte de los discípulos? Hoy en día Cristo está gobernando activamente como Rey con su Padre. ¿Apreciamos verdaderamente lo que eso significa? Si es así, nos ‘regocijaremos y alabaremos a Dios en alta voz’ en el servicio del campo.
10, 11 DE NISÁN
5 El lunes 10 de Nisán, los jefes de los sacerdotes y escribas tramaron destruir a Jesús, “porque le temían, pues toda la muchedumbre estaba continuamente atónita de su enseñanza.” (Mar. 11:18) A pesar de esta oposición religiosa, valerosamente, Jesús “entró en el templo . . . y volcó las mesas de los cambistas y los bancos de los que vendían palomas.” (Mar. 11:15) ¡Qué alta estima manifestó por la adoración de Jehová! Es verdad que no se nos autoriza a tomar acción física contra los que practican cosas incorrectas, pero al igual que Jesús podemos ser valerosos y celosos por la adoración de Jehová. (Compare con el registro de Juan 2:14-17 acerca de una acción parecida.) ¿Mostramos personalmente cualidades como éstas por la adoración de Jehová?
6 En el siguiente día, martes 11 de Nisán, el Hijo de Dios intrépidamente condenó la hipocresía de los fariseos. En la misma ciudad de Jerusalén les dijo: “Cierran el reino de los cielos delante de los hombres; pues ustedes mismos no entran, ni permiten entrar a los que están entrando.” (Mat. 23:13) Al mismo tiempo, Jesús hizo todo esfuerzo posible por ayudar a la gente a entrar en ese reino. Fue en ese mismo día, fuera de Jerusalén, que Jesús dio a sus discípulos la sobresaliente profecía acerca de la señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas. Instó a sus discípulos de aquel tiempo, y a los de nuestro día, a no permitir que otros asuntos de la vida los distraigan de la importancia de estos acontecimientos. Significativamente les dijo: ‘Presten atención a ustedes mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida.’ ¿A qué grado apreciamos lo que él dijo? ¿Es el mensaje que él declaró en aquel tiempo tan importante para nosotros como lo es para él?
7 En aquel mismo día Jesús dirigió la atención a una mujer que discernió la preciosidad de las cosas de Dios. Señaló a una viuda en el templo que había echado dos monedas de ínfimo valor en las arcas de la tesorería. Pero, como Jesús explicó, esto era “todo el medio de vivir que tenía.” (Luc. 21:1-4) ¿Muestran las cosas que hacemos para adelantar los intereses de la adoración verdadera que la apreciamos al mismo grado que ella?
12-14 DE NISÁN
8 El miércoles 12 de Nisán, Jesús no regresó a Jerusalén. Pero la Biblia nos dice que una mujer llamada María lo ungió con aceite perfumado muy costoso. Jesús dijo que ‘ella lo hizo en vista de su entierro.’ (Juan 12:7) Él agradeció tanto la bondad de ella que dijo: “Dondequiera que se prediquen estas buenas nuevas en todo el mundo, lo que hizo esta mujer también se contará para memoria de ella.” (Mat. 26:13) Este incidente excitó la codicia de Judas. Él “se fue a los principales sacerdotes” para negociar con ellos en cuanto a lo que le darían por traicionar a Jesús.
9 Antes de la puesta del Sol del jueves 13 de Nisán, el Hijo de Dios hizo arreglos para celebrar su última pascua con los discípulos. El 14 de Nisán comenzó como a las 6 p.m. y Jesús se enfrentó a un período muy difícil de unas 20 horas. ¡En la cena de la pascua lavó los pies de sus apóstoles, incluso los de Judas! Esta fue una noche especial para el Hijo de Dios y para sus apóstoles. Él les dijo: “¡Cuánto he deseado comer con ustedes esta pascua antes que sufra!” (Luc. 22:15) ¡Cuán difícil debe haberle sido a Jesús saber que Judas, que estaba comiendo allí mismo con los otros apóstoles, lo traicionaría! Después que comieron la pascua, Judas se fue, y Jesús instituyó la conmemoración de su propia muerte con los once apóstoles fieles. Cuando el traidor se fue de la mesa, Jesús sabía que sus horas de mayor dificultad se acercaban apresuradamente. El cumplimiento de la Palabra de su Padre y las perspectivas de vida para toda la humanidad dependían de lo que él hiciera. Antes de cantar alabanzas a Dios y partir para el jardín de Getsemaní, él oró, no solo por sí mismo, sino por las personas que todavía no habían puesto fe en él. (Juan 17:20) ¡Qué amor altruista hacia las personas!
10 Allá en Getsemaní, oró repetidas veces a su Padre con sentimiento profundo. Le había dicho a tres de sus discípulos: “Mi alma está hondamente contristada, hasta la muerte. Quédense aquí y manténganse alerta conmigo.” (Mat. 26:38) Pero por no captar el significado de lo que estaba por ocurrir, se durmieron. Pronto apareció el traidor, junto con una grande muchedumbre que tenía espadas y garrotes. Mientras los discípulos huyeron, Jesús fue puesto bajo custodia.
11 Después de ser traicionado, Jesús pasó el resto de la noche y la mañana siguiente ante los principales sacerdotes, el Sanedrín, Herodes y Pilato. Finalmente, alrededor de las tres de la tarde del viernes 14 de Nisán, mientras colgaba del madero de tormento, Jesús declaró: “¡Se ha realizado!” “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” (Juan 19:30; Luc. 23:46) Cuando hubo dicho esto, expiró.
12 ¡Qué excelente registro de valor y lealtad! Sin embargo, lo que Jesús hizo no fue para su propia gloria. Fue para honrar a su Padre. El apóstol Pedro dijo que Cristo también “sufrió por USTEDES.” ¿Cómo debemos mostrar aprecio por su sobresaliente y altruista curso de vida a favor nuestro? No solo por medio de asistir al “Memorial,” sino como Pedro declaró: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención.” (1 Ped. 2:21) Sí, en todo respecto, mostremos profundo aprecio por lo que Jesús hizo, esforzándonos cada día por hacer las cosas que contribuyen a la vindicación del nombre de Jehová.