Ayúdense unos a otros (Parte I): en el campo
1 Jesús dio el ejemplo al entrenar a sus discípulos. No solo les enseñó acerca del Reino y de otras verdades bíblicas, sino que también los instruyó en cuanto a las maneras más eficaces de predicar estas buenas nuevas a otras personas. Los envió de dos en dos. (Mar. 6:7; Luc. 10:1)
2 ¡Y qué gozo tuvieron al trabajar juntos! Lucas 10:17 nos dice que “volvieron los setenta con gozo, diciendo: ‘Señor, hasta los demonios quedan sujetos a nosotros por el uso de tu nombre.’” Pero Jesús corrigió el modo de pensar de ellos, diciéndoles: “No se regocijen a causa de esto, de que los espíritus queden sujetos a ustedes, sino regocíjense porque sus nombres han sido inscritos en los cielos.” (Luc. 10:20) Sí, no predicamos para llamar atención a nosotros por medio de hazañas espectaculares, sino para salvar vidas, las nuestras y las de las personas a quienes predicamos.—1 Tim. 4:16.
3 Aunque la situación en nuestro territorio puede ser un poco diferente hoy día, las instrucciones básicas todavía aplican a lo que predicamos y a la necesidad de buscar a los que son merecedores, aun a pesar de la oposición. Y hoy día, como en el día de Jesús, los discípulos nuevos todavía necesitan ayuda amorosa para participar eficazmente en la obra de predicar y hacer discípulos.
4 ¿Tiene usted mucha experiencia en predicar las buenas nuevas y puede usted trabajar con otras personas que desean que se les ayude? ¿O le gustaría a usted que un publicador experimentado trabajara con usted por unas cuantas semanas para que compartiera con usted modos prácticos en que usted puede mejorar en la obra de hacer discípulos? Lo invitamos a hablar con su conductor de estudio o con el superintendente de servicio, diciéndoles que usted está dispuesto a participar, ya sea dando o recibiendo ayuda. (En Nuestro Servicio del Reino de octubre se darán más detalles en cuanto a cómo se pueden hacer estos arreglos en los grupos de estudio de libro.)
5 A medida que usted empiece a trabajar con su compañero en el servicio, pudieran reunirse primero para repasar las cosas que pueden usar eficazmente como tema de conversación en su territorio. Las sesiones de práctica son útiles. Se pueden simular situaciones típicas que se presentan en las puertas. Esto le dará experiencia y fijará en su mente puntos definidos de los cuales hablar. La buena preparación contribuye mucho a reducir las dudas en cuanto a la habilidad de uno de hablar y el temor de no saber qué decir. Así, se edifica un firme deseo de decir lo que tenemos en el corazón, pues sabemos que estamos participando en una obra salvavidas.
6 El ir de casa en casa juntos provee la oportunidad de poner en práctica las cosas que se han aprendido. Se adquiere experiencia. Se edifica la confianza. Esto resulta en gozo en el servicio de Jehová. Y cuando se encuentra a personas interesadas, esto trae gran felicidad. Se hacen arreglos para volver a visitarlas y alimentar a estas “ovejas.” Si a pesar de nuestros esfuerzos algunas personas no están interesadas, esto no nos desanima. No todos escucharon a Jesús, y nadie puede mejorar los métodos de él. (Mat. 13:58) Así es que no hay razón para sentirse mal si algunos rehúsan oír o hasta de vez en cuando nos dicen palabras ásperas. Nos dirigimos a la siguiente casa buscando las “ovejas,” y no tomamos de manera personal nada de lo que se dice.
7 Sí, tenemos que AYUDARNOS UNOS A OTROS en el campo. Este es el espíritu cristiano. Todos tenemos un don o el potencial para de un modo u otro ayudar a nuestros compañeros alabadores de Jehová.