Mejoremos nuestra aptitud docente... mediante el uso de preguntas
1 “Cuando vio las muchedumbres subió a la montaña; y después que se sentó, vinieron a él sus discípulos; y abriendo la boca se puso a enseñarles” (Mat. 5:1, 2). Jesús, como el Maestro por Excelencia, era hábil para instruir. Además, mediante el uso eficaz de preguntas, estimulaba las facultades mentales de sus oyentes. Él grabó la verdad profundamente en la mente y el corazón de ellos mediante la instrucción oral. Como discípulos de Jesús, queremos imitar sus métodos en nuestra actividad docente. (Mat. 17:5-7, 24-26; 18:12; Mar. 11:29, 30.)
EL VALOR DE LAS PREGUNTAS
2 El éxito que tengamos en ayudar al estudiante depende en gran parte del uso eficaz de preguntas. Si se usan debidamente, llegan a ser sobresalientes instrumentos docentes. Pueden conducir la mente del estudiante de un punto a otro de manera ordenada, de modo que él llegue a conclusiones acertadas. Las preguntas ayudan, por lo menos, de tres maneras elementales.
3 Primero, ayudan al estudiante a expresar las ideas en sus propias palabras. Así, el maestro puede asegurarse de que el estudiante realmente entiende los puntos que se están tratando. Note que el libro Unidos en la adoración no solo tiene preguntas al pie de la página y en muchos párrafos, sino que también tiene preguntas en el recuadro “Consideración de repaso” al fin de cada capítulo que reúnen todos los puntos principales. Estas preguntas ponen a prueba el entendimiento del estudiante y lo ayudan a ver cómo puede aplicar de manera práctica la información que aprende. Además, por todo el libro se utilizan como medios docentes preguntas y sugerencias junto con una lámina. En las páginas 27, 34 y 101 se hallan ejemplos de esto.
4 Segundo, las preguntas pueden ayudar al estudiante a ver las razones de los puntos que se consideran. Le ayudan a desarrollar la facultad de razonar. Aprende a colocar los asuntos en la perspectiva correcta, al comparar sus creencias anteriores con las verdades que está aprendiendo ahora de la Palabra de Dios. Vea las preguntas en los párrafos 13-19 en las páginas 61-65 y en los párrafos 13-17 en las páginas 95 y 96 del libro Vivir para siempre.
5 Tercero, usted puede utilizar preguntas de punto de vista para determinar lo que el estudiante cree personalmente acerca de cierto punto de la verdad. Por ejemplo, durante un estudio bíblico quizás tenga la oportunidad de preguntar una o más de las siguientes preguntas: ¿Le parece esto razonable? ¿Qué piensa usted personalmente sobre lo que está aprendiendo? ¿Cree usted que sea importante aplicar estas cosas en su vida? Mediante escuchar cuidadosamente las respuestas de él, usted puede determinar cuál es la mejor manera de ayudarlo a que ame a Jehová con ‘todo el corazón’. (Mat. 22:37.)
DIFERENTES CLASES DE PREGUNTAS
6 Fundamentalmente, las preguntas exigen que se suministre datos: ¿quién?, ¿qué?, ¿cuándo?, ¿dónde? O quizás pidan que se llegue a conclusiones o se emitan opiniones: ¿cómo?, ¿por qué? En el párrafo anterior se ilustran las preguntas de punto de vista. También hay preguntas en las que se da a escoger al estudiante la solución correcta de entre varias contestaciones, preguntas de cierto o falso, de repaso y preguntas guiadoras o que sugieren la respuesta, entre otras. Por lo general las preguntas cortas y concisas son las más eficaces, ya que solo envuelven una idea principal.
7 Nuestro objetivo al hacer preguntas es ayudar al estudiante a adquirir conocimiento y a aumentar su entendimiento. Sus respuestas nos ayudan a evaluar el progreso y la actitud de corazón de él (Efe. 3:17-19). Además, preguntas bien fraseadas pueden dirigir la mente del estudiante a respuestas bíblicas que educarán la conciencia de él. (Compare el método que utilizó Pablo en Gálatas 3:1-6, también las 17 preguntas que planteó en 1 Corintios 9:1-14.) El uso hábil de preguntas al enseñar moverán al estudiante a poner por obra en su vida las verdades que aprende. (Isa. 25:9.)
8 Son grandes las recompensas de ser un buen maestro. Cuando enseñamos compartimos con otra persona algo valioso. Damos de nosotros mismos para ayudar a alguien más. ¿Hará usted el esfuerzo que se requiere para ser buen maestro? El enseñar a otras personas es una experiencia enriquecedora que puede agregar gozo a la vida y producir un sentido de logro saludable.