Ayude a los estudiantes a compartir las “sanas palabras” con otros
1 El apóstol Pablo escribió palabras que contenían consejos sabios y provechosos para la bendición del pueblo de Dios en el primer siglo. Reconoció que lo que él había escrito había sido bajo la dirección del espíritu santo de Dios y que sería útil a los que leyeran y aplicaran el consejo. Él dijo a Timoteo: “Sigue reteniendo el modelo de sanas palabras que oíste de mí con la fe y amor que están relacionados con Cristo Jesús”. (2 Tim. 1:13.)
2 ¿Cómo podía Timoteo efectuar eso? Primero, Pablo le aconsejó lo siguiente: “Tú, sin embargo, continúa en las cosas que aprendiste y fuiste persuadido a creer, sabiendo de qué personas las aprendiste” (2 Tim. 3:14). Pablo y otros cristianos educaron al joven Timoteo en el camino de la verdad. Creció hasta llegar a ser un excelente ministro de las buenas nuevas, un íntimo compañero de Pablo; se podía confiar en que también ayudaría a otros a ‘seguir reteniendo el modelo de sanas palabras’. ¿Cree usted que Timoteo habría llegado a ser el excelente cristiano que resultó ser si no hubiera prestado atención a tales consejos ni hubiera aprendido ni practicado las cosas que constituyen la personalidad cristiana? ¡Difícilmente! Así, ¿qué nos deja saber eso hoy día acerca de la responsabilidad que tenemos de enseñar palabras sanas a otros?
3 Mediante instrucción verbal, debemos hacer todo esfuerzo para inculcar o ahondar la verdad en el corazón de los estudiantes de la Biblia. Si logramos eso, el motivo de ellos para hacer la voluntad de Jehová podrá fundarse en el deseo correcto, el de agradar a Jehová y dar a conocer a otros las maravillosas promesas procedentes de su Palabra. Para ahondar la verdad en el corazón de otros mediante instrucción verbal se exige que nosotros mismos estemos firmemente arraigados en la verdad. ¿Lo estamos? El excelente ejemplo que damos mediante nuestra conducta es evidencia de que estamos arraigados firmemente (1 Tim. 4:12). Si nuestra habla es pura y nuestra actitud para con nuestros hermanos es ejemplar, reflejamos la nueva personalidad y damos mayor evidencia de que la verdad está en nuestro corazón (Efe. 4:29, 31, 32). Al vestirnos de esta nueva personalidad, podemos recomendar a otros el modo de vivir cristiano.
DIRIJA A LAS PERSONAS INTERESADAS EN LA VERDAD A LA ORGANIZACIÓN
4 ¿Tiene usted un programa para ayudar a las personas con quienes conduce un estudio de la Biblia? Una vez que haya establecido un estudio bíblico con alguien, ¿acostumbra usted a dirigirlo a la organización? Hay varias maneras de hacerlo. Puede informarle de las reuniones que se celebran en el Salón del Reino y explicarle el propósito de éstas. De manera progresiva le puede explicar los porqués de tales reuniones —una semana puede hablarle sobre la reunión pública, otra, sobre el estudio de La Atalaya, y así sucesivamente— así se le abre el apetito de más conocimiento bíblico. Con el tiempo, le puede recalcar que no queremos estar satisfechos con solo aprender las buenas nuevas, sino que también queremos compartirlas con otros. Anime a los estudiantes a hablar con sus vecinos, parientes, amigos y otras personas. Prepárelos para el día en que ellos también participarán en el ministerio de casa en casa. Muéstreles que el llegar a conocer la verdad es solo el comienzo; es preciso que también otras personas oigan estas buenas nuevas del Reino. (Mat. 24:14; 28:19, 20.)
5 Desde ahora en adelante, sería apropiado que empezáramos a invitar a los estudiantes de la Biblia y a las demás personas que han mostrado interés en la Biblia a que asistan a la Conmemoración de la muerte de Jesús. ¡Imagínese, el año pasado la asistencia a esta Conmemoración ascendió a 1.611.310 solo en este país! Eso significa que muchos están aceptando la invitación de venir y beber del agua de vida. (Rev. 22:17.)
6 Si reconocemos nuestras responsabilidades y confiamos en Jehová, podemos contar con que él bendecirá nuestros esfuerzos. En febrero, continuaremos ofreciendo la suscripción a La Atalaya por la contribución de $4.00. La Atalaya contiene palabras sanas que nos dirigen a la Biblia para guía, y podemos estar seguros de que otros de corazón sincero escucharán y querrán unirse a nosotros para efectuar la importantísima obra del Reino.