Sigan ayudándose unos a otros
1 El apóstol Pablo escribió: “Mediante el amor, sírvanse como esclavos unos a otros” (Gál. 5:13). Esta declaración refleja el espíritu que debe gobernar nuestras relaciones con otros, tanto dentro de la congregación cristiana como fuera de ella. Nuestro interés genuino en otros hace que tomemos la iniciativa de ayudar a los nuevos y a los más débiles que se asocian con nosotros. Hay quienes están haciendo progresos continuos en llegar a un conocimiento exacto de la verdad; ellos también necesitan ayuda. Nuestro amoroso interés personal también se extiende a los de nuestra congregación que tal vez tengan necesidades especiales. Que nuestro espíritu sea como el de Pablo mientras ‘efectuamos todos nuestros asuntos con amor’. (1 Cor. 16:14; Fili. 2:4.)
UN TIEMPO OPORTUNO
2 En vista del rápido aumento que se efectúa en la actualidad, tenemos la obligación de ‘obrar lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe’ (Gál. 6:10). Si usted está participando con regularidad en el ministerio, tal vez hasta como precursor auxiliar o como precursor regular, ¿puede invitar a otros a trabajar con usted en los meses de verano? Los publicadores experimentados pueden brindar ayuda práctica y estímulo a los más nuevos y a los más débiles. El que los invite al servicio del campo vez tras vez, y de manera bondadosa, puede ayudarlos a participar en él con más regularidad.
3 También queremos ayudar a las personas con quienes conducimos estudios bíblicos a que nos acompañen en el servicio del campo cuando hayan progresado lo suficiente y llenen los requisitos. Se les tendrá que mostrar cómo se efectúa la obra. Las sesiones de práctica serán especialmente útiles para prepararlas para la obra. Ayúdelas a preparar una presentación sencilla, ya sea con la oferta corriente o con las revistas. Quizás puedan considerar juntos un artículo o dos de las últimas revistas. Entonces ayude al estudiante a escoger unos puntos apropiados del artículo que puedan utilizarse eficazmente en una presentación de casa en casa. Si se va a ofrecer ¡Despertad!, puede utilizarse el mensaje que se halla en la parte interior de la portada, el cual trata sobre los artículos principales. Muestre qué se puede hacer. Ensayen la presentación juntos. El que se les ayude a prepararse para el servicio del campo sin duda producirá resultados positivos.
4 ¿Ha notado que algunos de sus hermanos faltan a las reuniones con regularidad? ¿Qué se puede hacer para ayudarlos? Puede que una amigable llamada telefónica o una visita breve los anime. Propóngase compartir con ellos puntos interesantes de una reunión o buenas experiencias que haya oído. Haga saber a la persona que se la ha echado de menos. ¿Puede usted ayudarla a llegar a las reuniones con regularidad?
5 Tal vez surjan situaciones que exijan que persistamos en ayudar a los que, debido a sus circunstancias, tienen necesidades especiales. Se requieren esfuerzos incesantes, especialmente si se ayuda a alguien de edad avanzada o a una persona o familia que ha sido afectada por una enfermedad prolongada. Puede que la persona envejecida o enferma y tal vez otros miembros de la familia necesiten estímulo. Las visitas regulares pueden levantarles el ánimo y fortalecer su aguante. Dichas personas agradecen muchísimo que se les llame por teléfono o se les envíen tarjetas. Una sonrisa amigable y unas cuantas palabras de estímulo asegurarán a nuestros hermanos que nos interesamos por ellos (Pro. 25:11). Puede que sea necesario preparar comidas, hacer recados o los quehaceres domésticos para ayudar a los miembros de la familia que tienen que hacer frente a tal adversidad mientras procuran seguir su rutina diaria normal y participar con regularidad en la obra de testificar.
6 Esfuércese por discernir cuáles son las verdaderas necesidades de otros, y entonces obre de acuerdo con estas (1 Juan 3:16-18). Usualmente, su conductor de estudio de libro conoce bien a los que están asignados al grupo, por eso pida su guía y consejo. El amor fraternal altruista puede incitar a ‘cada uno de nosotros a que agrade a su prójimo en lo que es bueno para la edificación de él’ (Rom. 15:1, 2). A medida que nos empeñamos en cuidar de nosotros y de ‘los nuestros’ en cualquier situación en que nos hallemos, cobramos ánimo y nuestra esperanza se fortalece, porque sabemos que Jehová se interesa por nosotros y nos bendice mientras continuamos ayudándonos unos a otros. (1 Tim. 5:8; 1 Ped. 5:6, 7.)