Presentando las buenas nuevas... con una actitud positiva
1 Como portadores de las buenas nuevas del Reino, es necesario que desarrollemos y mantengamos una actitud positiva para con nuestro ministerio. ¿Por qué? Porque este mundo, bajo la influencia de Satanás, está empeñado en hacer que sea difícil para nosotros cumplir con la voluntad de Dios. Por eso, Pablo animó a los cristianos a tener “la misma actitud mental que Cristo Jesús tuvo”. (Rom. 15:5.) Aunque se enfrentó con mucha oposición, él siempre mantuvo una actitud positiva. Habló con confianza, basando sus expresiones en la Palabra de Dios como autoridad. (Mat. 7:28, 29.) No titubeó en aprovechar toda oportunidad para compartir la esperanza del Reino con otros. Él fortaleció, en sentido espiritual, a los que estaban a su alrededor, estimulándolos a seguir de cerca sus pisadas. ¿Podemos mostrar la misma actitud positiva para con nuestra obra de predicar hoy día?
2 Puede ser que a veces desarrollemos una actitud negativa para con el territorio que se nos ha asignado porque nos parece que es infructífero. El que dejáramos de predicar mostraría que no nos interesamos en la gente. Aunque Jesús sabía que muy pocos responderían favorablemente a las buenas nuevas, él “se compadeció” de las personas a quienes él predicaba. A medida que continuó predicando intrépidamente, instruyó a sus discípulos a pedir al Padre que enviara más “obreros a su siega”. (Mat. 9:36-38.) El punto de vista de Jesús siempre fue optimista. Estaba resuelto a ayudar a las personas que le rodeaban.
3 Aumenta la cantidad de hogares en los que tanto el esposo como la esposa trabajan tiempo completo para mantener su nivel de vida preferido o simplemente para poder subsistir. A menudo no hay nadie en casa cuando vamos a visitar. Puede que una actitud positiva nos impulse a considerar la posibilidad de hacer ciertos ajustes en nuestro horario para que podamos tener mejores resultados. ¿Ha pensado en apartar algún tiempo para testificar de noche? Hay quienes han obtenido excelentes resultados por haber visitado poco después de la cena cuando los amos de casa suelen estar más descansados y en un estado de ánimo más receptivo.
MUESTRE UNA ACTITUD POSITIVA PARA CON OTROS
4 El trabajar con otros en el ministerio puede proporcionar mucho gozo. Esto es especialmente cierto cuando nuestra conversación refleja una actitud positiva. El expresar sentimientos negativos provoca invariablemente desaliento. Por ejemplo, en el tiempo del antiguo Israel, diez espías infieles dieron “un informe malo” que hizo que el corazón de toda la nación se derritiera debido al temor. (Núm. 13:32–14:3.) En contraste, Salomón escribió: “Un informe que es bueno engorda los huesos”. (Pro. 15:30.) El relatar experiencias que destacan aspectos buenos ayuda a fortalecer a otros y los mueve a continuar celosos en el servicio.
5 ¿Propendemos a veces a minimizar el grado de interés de alguien, aun cuando hayamos tenido una buena conversación sobre las Escrituras? Hay quienes se muestran pesimistas en cuanto a volver a visitar a una persona, pues piensan que ella no manifestó suficiente interés o este no fue genuino. Jamás olvidemos que “la palabra de Dios es viva y ejerce poder”. (Heb. 4:12.) Nuestros hermanos han relatado incontables experiencias de personas sinceras a las que una declaración sencilla o la lectura de un solo artículo de la revista los ha impresionado profundamente. Teniendo presente esa posibilidad, debemos estar resueltos a volver a visitar como corresponde a cualquiera que manifieste interés en la verdad.
6 Jesús mantuvo una actitud positiva porque estaba totalmente convencido de que tenía la verdad, que podía libertar a los hombres. (Juan 8:32.) Efectuó su ministerio cabalmente a pesar de todos los obstáculos, incluso la incredulidad, la apatía y hasta la persecución por parte de otros. Los resultados maravillosos que logró, además de la garantía de que estará con nosotros siempre, deben proporcionarnos la determinación necesaria para avanzar con una actitud positiva, sabiendo que con la ayuda de Jehová nosotros, también, podemos efectuar nuestro ministerio plenamente. (Mat. 28:20; 2 Tim. 4:5.)