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  • ¡Cuidado con los peligros de Internet!
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Nuestro Ministerio del Reino 1999
km 11/99 págs. 3-6

¡Cuidado con los peligros de Internet!

1 Quienes componen el pueblo de Jehová disfrutan de sano compañerismo unos con otros. Les agrada contarse experiencias del servicio del campo y enterarse de sucesos relacionados con los testigos de Jehová y la obra del Reino que hayan ocurrido en cualquier lugar del globo. Desean estar informados de los acontecimientos destacados que pudieran afectar a sus hermanos, como crisis o desastres naturales, y saber si pueden ayudar de algún modo. Ese interés manifiesta la unión de nuestra hermandad y la autenticidad de nuestro amor mutuo (Juan 13:34, 35).

2 Hoy día nos enteramos con rapidez de los sucesos mundiales. Las emisoras de radio y televisión informan de ellos, en directo y con todo detalle, a espectadores de todo el planeta. El teléfono también posibilita la comunicación internacional instantánea. Un fenómeno reciente en el campo de las comunicaciones que está causando furor en el mundo entero es Internet (véase ¡Despertad! del 22 de julio de 1997).

3 La invención del teléfono abrió el camino a la comunicación instantánea entre personas de cualquier lugar. A pesar de su indiscutible utilidad, es preciso emplearlo con cautela, ya que puede ser vehículo de compañías y actividades impropias, y su uso excesivo podría resultar caro. Aunque las posibilidades de la televisión y la radio en el campo educativo son enormes, gran parte de la programación, por desgracia, es depravada o representa una pérdida de tiempo. La sabiduría dicta que evaluemos con mucho cuidado el uso de tales aparatos.

4 Internet permite comunicarse a bajo costo con millones de personas de todo el mundo, así como acceder a una ingente cantidad de información (¡Despertad!, 8 de enero de 1998). Sin embargo, su uso indiscriminado entraña graves peligros de índole espiritual y moral. ¿De qué maneras?

5 A muchos ciudadanos les preocupa la facilidad con que pueden obtenerse instrucciones para fabricar bombas y otras armas. Los industriales se lamentan de que los trabajadores pasan demasiado tiempo utilizando Internet. En nuestras publicaciones se ha hablado bastante de los evidentes peligros espirituales que encierra. Buen número de sitios de la Red presentan contenidos violentos o pornográficos que son totalmente inaceptables para el cristiano (Sal. 119:37). Además, existe otro peligro aún más insidioso contra el que los testigos de Jehová en particular han de estar en guardia. ¿A qué nos referimos?

6 ¿Invitaría a un desconocido a su hogar sin antes saber quién es? ¿Y si no hubiera forma de averiguarlo? ¿Le permitiría quedarse a solas con sus hijos? En Internet, la posibilidad de que esto suceda es innegable.

7 Tanto los remitentes como los destinatarios del correo electrónico pueden no conocerse. Otro tanto sucede en las conversaciones electrónicas de los canales de tertulia. A veces, los participantes dicen ser testigos de Jehová, pero a menudo no es así. Alguien puede afirmar que es joven y no serlo, o incluso mentir en cuanto a si es hombre o mujer.

8 Uno podría recibir experiencias o comentarios sobre nuestras creencias y entonces remitir la información a otras personas que, a su vez, la transmitirían a otros usuarios. Por lo general, los datos no pueden comprobarse; quizás sean falsos. Los comentarios podrían ser una tapadera para difundir ideas apóstatas (2 Tes. 2:1-3).

9 En vista de este peligro, el usuario de Internet hará bien en preguntarse: “¿Para qué utilizo la Red? ¿Existe la posibilidad de que mi espiritualidad resulte afectada por la forma en que la empleo? ¿Podría estar contribuyendo al perjuicio espiritual de otras personas?”.

10 Sitios en la Red auspiciados por “testigos de Jehová”. Tomemos por caso algunos sitios de Internet creados por personas que dicen ser testigos de Jehová e invitan a visitar sus páginas para leer experiencias enviadas por otros supuestos Testigos. Animan a uno a exponer sus ideas y opiniones respecto a las publicaciones de la Sociedad. Algunos recomiendan presentaciones que podrían utilizarse en el ministerio del campo. Estos sitios ofrecen canales de tertulia que permiten comunicarse en tiempo real con otros usuarios, como si se hablara por teléfono. Con frecuencia se indican otros sitios para comunicarse en línea con testigos de Jehová de todo el mundo. Sin embargo, ¿qué certeza hay de que esos contactos no los hayan preparado apóstatas?

11 Entablar amistades vía Internet podría estar reñido con la recomendación de Efesios 5:15-17. El apóstol Pablo escribió: “Vigilen cuidadosamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos. Por esta razón dejen de estar haciéndose irrazonables, sino sigan percibiendo cuál es la voluntad de Jehová”.

12 La congregación cristiana es el medio teocrático por el que “el esclavo fiel y discreto” nos alimenta espiritualmente (Mat. 24:45-47). En la organización de Dios recibimos la dirección y protección necesarias para seguir separados del mundo, así como el estímulo para mantenernos ocupados en la obra del Señor (1 Cor. 15:58). El salmista habló del gozo y la seguridad que sentía al congregarse con el pueblo de Dios (Sal. 27:4, 5; 55:14; 122:1). De igual manera, la congregación es una fuente de apoyo y ayuda espiritual para quienes la componen. En ella podemos hallar amigos amorosos, altruistas y comprensivos que conocemos personalmente y están deseosos de ayudarnos y consolarnos en los momentos difíciles (2 Cor. 7:5-7). La medida bíblica de expulsar a los pecadores impenitentes o a los que promueven ideas apóstatas protege a los miembros de la congregación (1 Cor. 5:9-13; Tito 3:10, 11). ¿Podremos acaso beneficiarnos de tales disposiciones amorosas en las relaciones vía Internet?

13 Es patente que ocurre todo lo contrario. Aun cuando pudieran negarlo, algunos sitios de la Red son claros vehículos de propaganda apóstata. Quienes los mantienen quizá traten de demostrar con todo detalle que realmente son testigos de Jehová y hasta soliciten datos para cerciorarse de que usted es Testigo.

14 Jehová desea que demostremos discernimiento. ¿Por qué? Porque sabe que esa cualidad nos protegerá de diversos peligros. Proverbios 2:10-19 empieza diciendo: “Cuando la sabiduría entre en tu corazón y el conocimiento mismo se haga agradable a tu mismísima alma, la capacidad de pensar misma te vigilará, el discernimiento mismo te salvaguardará”. ¿De qué nos salvaguardará? Entre otras cosas, “del mal camino”, de los que abandonan las sendas rectas y de quienes adoptan un proceder inmoral y taimado.

15 En el Salón del Reino tenemos la plena seguridad de que estamos entre hermanos. Los conocemos. Nadie pide a los demás ninguna prueba de que lo son, pues resulta evidente por el amor fraternal que manifiestan. No se nos exige acreditar que de verdad somos testigos de Jehová. Es en ese lugar donde se produce el verdadero intercambio de estímulo del que habló el apóstol Pablo en Hebreos 10:24, 25. No podemos esperar que los sitios de Internet que alientan la comunicación en línea cumplan ese propósito. Si tenemos presentes las palabras del Salmo 26:4, 5, estaremos en guardia contra los peligros que fácilmente podrían surgir al visitar las páginas de la Red.

16 El tipo de información que mantienen y reciben los internautas no conoce límites ni restricciones. Con frecuencia, en ese medio niños y adolescentes son presa fácil de delincuentes y explotadores. Confiados y curiosos por naturaleza, los menores se muestran ansiosos por explorar el relativamente nuevo universo del ciberespacio. Es preciso, por tanto, que los padres supervisen a sus hijos y les den pautas bíblicas sanas respecto al uso de Internet, tal como los guiarían en su selección de música o películas (1 Cor. 15:33).

17 Lamentablemente, algunos que fueron hermanos nuestros han tenido que ser expulsados porque terminaron cometiendo actos inmorales a consecuencia de su relación con personas mundanas en canales de tertulia de Internet. Se han recibido cartas de ancianos que, con turbación, explican que algunos han llegado a abandonar a su cónyuge para continuar una relación iniciada en Internet (2 Tim. 3:6). Otros han repudiado la verdad por haber dado crédito a información proporcionada por apóstatas (1 Tim. 4:1, 2). En vista de estos graves peligros, ¿no es razonable ser cautelosos respecto a las sesiones de charla en Internet? Sin duda, la sabiduría, el conocimiento, la habilidad para pensar y el discernimiento citados en Proverbios 2:10-19 nos salvaguardarán en este asunto.

18 Cabe notar que se han creado sitios en la Red con el aparente propósito de predicar las buenas nuevas. En muchos casos los mantienen hermanos poco juiciosos, y en otros, apóstatas deseosos de atraer a los incautos (2 Juan 9-11). Al referirse a si es preciso que nuestros hermanos creen tales sitios, la página 3 de Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 1997 dijo: “No hace falta que ninguna persona cree páginas en Internet para divulgar las actividades o creencias de los testigos de Jehová, pues el sitio oficial [www.watchtower.org] proporciona información exacta para quien desee acceder a ella”.

19 ¿Ayudas para el estudio vía Internet? Hay quienes han colocado en Internet información que han investigado relativa a diversas actividades teocráticas, pensando que así prestan un servicio a los hermanos. Por ejemplo, alguien podría hacer una investigación basada en el bosquejo de un discurso público y luego ponerla en Internet creyendo que será útil para quienes tengan que preparar el mismo discurso. Puede que otros faciliten todos los textos bíblicos de un artículo de La Atalaya que vaya a estudiarse próximamente o la información en que se basa la Escuela del Ministerio Teocrático o el Estudio de Libro de Congregación, o que recomienden presentaciones para el servicio del campo. ¿Realmente son útiles tales iniciativas?

20 Las publicaciones que nos facilita la organización de Jehová avivan nuestras facultades mentales con pensamientos edificantes y nos capacitan “para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto” (Heb. 5:14). ¿Se logrará ese objetivo si otros realizan la investigación que uno mismo tendría que hacer?

21 De los bereanos se dijo que “eran de disposición más noble que los de Tesalónica”. ¿Por qué? “Porque recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así.” (Hech. 17:11.) Aunque Pablo y Silas les predicaron, ellos tuvieron que interesarse personalmente para hacer suya la verdad.

22 En realidad, utilizar el fruto de la investigación ajena en un discurso o en la preparación de alguna otra reunión, va en contra del objetivo del estudio personal. ¿Acaso no deseamos fortalecer nuestra fe en la Palabra de Dios? Con esa convicción propia, nuestros discursos, comentarios en las reuniones y lo que digamos en el servicio del campo serán expresiones públicas de nuestra fe (Rom. 10:10). Valerse de la investigación ajena no encaja con lo que dice Proverbios 2:4, 5 respecto a que cada uno ‘siga buscando el mismísimo conocimiento de Dios como a tesoros escondidos’.

23 Por ejemplo, si buscamos los pasajes en nuestra propia Biblia, podremos dar un rápido vistazo al contexto e ‘investigar todas las cosas con exactitud’, como hizo Lucas cuando escribió su evangelio (Luc. 1:3). Además, ese esfuerzo adicional nos hará más hábiles para buscar textos bíblicos en el ministerio y en los discursos. Muchos observadores han señalado con admiración la destreza con que los testigos de Jehová emplean las Escrituras. Esas palabras solo serán aplicables a nosotros si tenemos la costumbre de buscar los textos personalmente en nuestra propia Biblia.

24 Utilicemos sabiamente el tiempo. Otra cuestión respecto a la información que se pone en Internet es la del tiempo que consume crearla, leerla y contestarla. Salmo 90:12 nos insta a rogar a Dios: “Muéstranos precisamente cómo contar nuestros días de tal manera que hagamos entrar un corazón de sabiduría”. Pablo declaró: “El tiempo que queda está reducido” (1 Cor. 7:29). Y también: “Realmente, pues, mientras tengamos tiempo favorable para ello, obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe” (Gál. 6:10).

25 Esos consejos subrayan la necesidad de administrar el tiempo de manera juiciosa. ¡Cuánto más provechoso es dedicarlo a leer la Palabra de Dios! (Sal. 1:1, 2.) Esa es la mejor compañía posible (2 Tim. 3:16, 17). Padres, ¿enseñan a sus hijos el valor de utilizar el tiempo con sabiduría en actividades relacionadas con el Reino? (Ecl. 12:1.) Las horas invertidas en el estudio de la Biblia en familia, las reuniones y el ministerio del campo son mucho más rentables que las dedicadas a navegar en Internet con la intención de beneficiarse de ello.

26 A este respecto, lo prudente es centrarnos en los asuntos espirituales y en lo que es relevante y esencial para nuestra vida cristiana. Ello exige seleccionar con cuidado la información en la que invertimos nuestro tiempo y atención. Jesucristo resumió lo que es importante en la vida del cristiano: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas” (Mat. 6:33). ¿No somos más felices cuando nuestra vida está repleta de actividades relacionadas con el Reino, en vez de con otras ocupaciones?

27 Correo electrónico. Aunque es bueno hablar de experiencias o pensamientos con familiares o amigos que viven lejos, ¿sería amoroso enviar esa información a quienes tal vez ni siquiera los conozcan? ¿Debería aparecer en una página de Internet, al acceso de todos? ¿Acaso no podrían copiarse y transmitirse esos mensajes a totales desconocidos? De igual modo, si recibiéramos mensajes que no estuvieran claramente dirigidos a nosotros, ¿sería amoroso hacerlos llegar a otras personas?

28 ¿Y si la experiencia que difundimos no fuera veraz? ¿No estaríamos contribuyendo a esparcir una mentira? (Pro. 12:19; 21:28; 30:8; Col. 3:9.) Ciertamente, “[vigilar] cuidadosamente que [nuestra] manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios”, hará que pensemos en ello (Efe. 5:15). ¡Cuánto nos alegra que el Anuario y las revistas La Atalaya y ¡Despertad! rebosen de alentadoras experiencias fidedignas que nos impulsan a seguir andando en “el camino”! (Isa. 30:20, 21.)

29 Aún existe otro peligro. El apóstol Pablo dijo respecto a ciertas personas: “También aprenden a estar desocupadas, andorreando por las casas; sí, no solo a estar desocupadas, sino también a ser chismosas y entremetidas en asuntos ajenos, hablando de cosas que no debieran” (1 Tim. 5:13). Estas palabras nos disuaden de dedicar tiempo y energías a transmitir información de carácter frívolo a nuestros hermanos.

30 Además, piense en el tiempo que toma mantenerse al día con una gran cantidad de mensajes electrónicos. En el libro Data Smog (La niebla tóxica de datos) se hace esta interesante afirmación: “Al ir aumentando el tiempo que pasamos en línea, el correo electrónico no tarda en dejar de ser una estimulante novedad para convertirse en una carga que consume tiempo, pues tenemos que leer y contestar a diario multitud de mensajes de colegas, amigos, familiares, [...] y propaganda no solicitada”. Asimismo señala: “Muchos individuos ávidos de datos electrónicos han adquirido la pésima costumbre de enviar toda la información que reciben —chistes, leyendas urbanas [historias dudosas] y cadenas de cartas electrónicas, entre otras cosas— a cuantos figuran en su agenda electrónica”.

31 La veracidad de esas palabras se ha hecho patente en los mensajes electrónicos que han circulado entre muchos hermanos: chistes o historias graciosas respecto al ministerio; poesías supuestamente basadas en nuestras creencias; ilustraciones oídas en diversos discursos en asambleas grandes y pequeñas o en Salones del Reino, y experiencias del ministerio del campo, entre otros contenidos bastante inocentes en apariencia. En su mayoría, esos hermanos hacen circular tales mensajes electrónicos sin verificar su origen, de modo que resulta difícil determinar su verdadera procedencia y nos lleva a preguntarnos si la información será veraz o no (Pro. 22:20, 21).

32 Esos mensajes, con frecuencia de carácter frívolo, no son el tipo de palabras saludables que Pablo tenía presente cuando escribió a Timoteo: “Sigue reteniendo el modelo de palabras saludables que oíste de mí con la fe y el amor que hay en relación con Cristo Jesús” (2 Tim. 1:13). El “lenguaje puro” de la verdad de la Biblia contiene “el modelo de palabras saludables”, basado principalmente en el tema central de esta, la vindicación de la soberanía de Jehová mediante el Reino (Sof. 3:9). Debemos hacer cuanto podamos para contribuir todo nuestro tiempo y energías a esa vindicación.

33 Estamos muy adentrados en el tiempo del fin de este sistema de cosas, así que no es momento de bajar la guardia. La Biblia nos advierte: “Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien” (1 Ped. 5:8). Además declara: “Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan estar firmes contra las maquinaciones del Diablo” (Efe. 6:11).

34 Mal utilizado, Internet puede ser un medio por el que Satanás atrape a quienes se dejen cautivar por su poder. Aunque sea útil en algunos campos, encierra peligros si no se ejerce cautela. En particular los padres deben interesarse en el empleo que sus hijos hacen de Internet.

35 Un punto de vista equilibrado sobre Internet nos servirá de protección. Agradecemos el oportuno recordatorio de Pablo: “Los que hacen uso del mundo, [sean] como los que no lo usan a plenitud; porque la escena de este mundo está cambiando” (1 Cor. 7:29-31). Recordar estas ideas impedirá que nosotros o nuestra familia nos distraigamos con todo lo que el mundo puede ofrecer, incluido lo que está accesible en Internet.

36 Es fundamental que permanezcamos unidos a los hermanos de la congregación y administremos el tiempo que queda sabiamente, lo que nos permitirá promover los intereses del Reino. A medida que se acerca el fin de este sistema, “no [sigamos] andando tal como las naciones también andan en la inutilidad de su mente [...], sino [sigamos] percibiendo cuál es la voluntad de Jehová” (Efe. 4:17; 5:17).

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