¿Somos proclamadores del Reino regulares?
1 Todos nos alegramos al enterarnos de que en el mes de agosto de 1998, Estados Unidos alcanzó un máximo de 1.040.283 publicadores, verdaderamente un logro que fue fruto del trabajo unido y decidido de todos. Según parece, en los meses siguientes, algunos de estos publicadores tuvieron dificultades para ser proclamadores del Reino regulares, pues el promedio mensual desde entonces ha sido de 940.000, lo que indica que 1 publicador de cada 12 no ha informado su actividad en el ministerio todos los meses. Creemos que los siguientes comentarios de estímulo pueden contribuir a remediar la situación.
2 Valoremos el privilegio. Debemos estimar profundamente el privilegio que tenemos de dar a conocer las buenas nuevas del Reino a otras personas. Esta actividad alegra el corazón de Jehová y ayuda a quienes son de corazón sincero a conocer el camino de la vida (Pro. 27:11; 1 Tim. 4:16). La regularidad nos permite acumular experiencia en el ministerio y resulta en una sensación de gozo y logro.
3 Informemos la actividad. Algunos salen al servicio del campo pero no llenan el informe puntualmente. Nunca pensemos que no merece la pena informar nuestra labor (compárese con Marcos 12:41-44). Debemos hacerlo sin falta. Si seguimos en casa un sistema de anotación de las horas dedicadas al ministerio (por ejemplo, apuntarlas en un calendario), contaremos con un recordatorio constante de que debemos hacer un informe exacto en cuanto acabe el mes.
4 Demos la ayuda necesaria. Tal vez haya que mejorar el programa local para el beneficio de quienes necesiten ayuda para participar con regularidad en el ministerio. El secretario de la congregación y los conductores de estudio de libro deben pedir a los publicadores con experiencia que ofrezcan esa ayuda. Si tenemos hijos o estudiamos la Biblia con publicadores no bautizados, enseñémosles a informar su actividad todos los meses.
5 Recordemos la biografía que apareció en La Atalaya del 1 de octubre de 1997, cuyo título era: “Agradecida por una larga vida en el servicio de Jehová”. La hermana Ottilie Mydlan, de Noruega, se hizo publicadora regular de las buenas nuevas antes de su bautismo, en 1921. Setenta y seis años después, a los 99 años de edad, dijo: “Me alegra ser todavía una publicadora regular”. Todos los siervos de Jehová debemos imitar esta maravillosa actitud.