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Nuestro Ministerio del Reino 2000
km 11/00 pág. 1

¡Sigamos predicando!

1 Es la voluntad de Dios que “hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Tim. 2:4). Por eso nos ha dado la asignación de predicar las buenas nuevas (Mat. 24:14). Si comprendemos por qué debemos seguir predicando, no permitiremos que el desánimo o una posible distracción nos haga desistir de efectuar esta obra.

2 ¿Por qué persistir? Hay muchas distracciones en el mundo que hacen que la gente olvide o tome a la ligera lo que le decimos. Por ello tenemos que seguir recordándole el mensaje divino de salvación (Mat. 24:38, 39). Además, las circunstancias de las personas cambian una y otra vez. Incluso las condiciones mundiales pueden cambiar radicalmente de un momento para otro (1 Cor. 7:31). Puede ser que mañana, la semana que viene o el mes próximo, las personas a quienes predicamos afronten nuevas dificultades o preocupaciones que las impulsen a tomar en serio las buenas nuevas que les llevamos. ¿No agradece usted que el Testigo que le llevó la verdad fuera persistente?

3 Para imitar la misericordia de Dios. Jehová ha sido paciente y ha permitido que pase el tiempo antes de ejecutar la sentencia contra los malvados. Mientras tanto, nos utiliza a nosotros para instar a las personas de corazón recto a que lo busquen y se salven (2 Ped. 3:9). Seríamos culpables de derramamiento de sangre si no proclamáramos el mensaje misericordioso de Dios y dejáramos de dar advertencia acerca del venidero justo castigo de Jehová sobre los que no abandonan sus malos caminos (Eze. 33:1-11). Aunque no siempre se recibe bien el mensaje que predicamos, jamás debemos escatimar esfuerzos por ayudar a las personas sinceras a agradecer la gran misericordia divina (Hech. 20:26, 27; Rom. 12:11).

4 Para demostrar nuestro amor. Fue Jehová Dios, mediante Jesucristo, quien mandó que las buenas nuevas se predicaran en toda la Tierra (Mat. 28:19, 20). Incluso cuando la gente no nos quiere escuchar, tenemos la oportunidad de mostrar nuestro amor y devoción a Dios al seguir haciendo lo que es correcto (1 Juan 5:3).

5 Estemos resueltos a seguir predicando. Hagámoslo con celo mientras aún sea “el día de salvación” de Jehová (2 Cor. 6:2).

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