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  • La presión de grupo y nuestro privilegio de predicar
  • Nuestro Ministerio del Reino 2000
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Nuestro Ministerio del Reino 2000
km 12/00 pág. 8

La presión de grupo y nuestro privilegio de predicar

1 La presión de grupo constituye una poderosa influencia, tanto para bien como para mal. Quienes sirven a Jehová junto con nosotros nos influyen de manera positiva y nos estimulan a realizar buenas obras cristianas (Heb. 10:24). Por otra parte, los familiares que no son Testigos, los compañeros de trabajo o de estudios, los vecinos u otros conocidos a veces nos presionan para que sigamos un proceder contrario a los principios cristianos. Quizá hablen “con menosprecio de [nuestra] buena conducta en lo relacionado con Cristo” (1 Ped. 3:16). ¿Cómo podemos mantener nuestra determinación de no cesar de predicar pese a la presión de grupo negativa a la que nos enfrentemos?

2 La familia. En ocasiones, esposos y padres de familia que no son testigos de Jehová no desean que su esposa e hijos participen en el ministerio público. En un hogar de México se vivió esta situación cuando una señora y sus siete hijos entraron en la verdad. Al principio, el esposo estaba en contra, pues no quería que su familia predicara y ofreciera publicaciones bíblicas de casa en casa. Le parecía que hacerlo atentaba contra su dignidad. Pese a ello, la esposa y los hijos se mantuvieron firmes en su decisión de servir a Jehová y salir al ministerio con regularidad. Con el tiempo, el hombre percibió el valor de aceptar las disposiciones divinas en cuanto a la predicación y también se dedicó a Jehová. Tardó quince años en aceptar la verdad, pero ¿lo habría hecho si su familia no hubiera perseverado en su privilegio de predicar? (Luc. 1:74; 1 Cor. 7:16.)

3 Los compañeros de trabajo. Es posible que haya quienes no vean con buenos ojos nuestro interés en predicar a los compañeros de trabajo. Una hermana relató que, durante una conversación en la oficina sobre el fin del mundo, los que allí estaban se burlaron de ella cuando les propuso que leyeran el capítulo 24 de Mateo. No obstante, unos días más tarde, una compañera le dijo que lo había leído y que había quedado muy impresionada. Aceptó una publicación que la hermana le ofreció, y tanto ella como su esposo concordaron en estudiar la Biblia. El primer estudio bíblico se extendió hasta las dos de la madrugada. Después del tercer estudio, comenzaron a asistir a las reuniones y poco más tarde dejaron de fumar e iniciaron su participación en el ministerio. ¿Se habrían obtenido estos resultados si la hermana no hubiera hecho el esfuerzo de hablar de su esperanza con otras personas?

4 Los compañeros de estudios. No es insólito que los jóvenes Testigos sufran la presión de grupo en los centros de enseñanza y teman que los menosprecien debido a que participan en la obra de predicar. Una adolescente cristiana de Estados Unidos comentó: “Tenía miedo de dar testimonio a otros jóvenes por temor a que se burlaran de mí”. Por ello, dejaba pasar oportunidades de predicar a sus compañeros en la escuela y en el territorio. ¿Qué puedes hacer tú a fin de obtener la fortaleza necesaria para hacer frente a la presión de grupo? Confía en Jehová y busca su sonrisa de aprobación (Pro. 29:25). Siéntete orgulloso de tu aptitud para utilizar la Palabra de Dios en el ministerio (2 Tim. 2:15). La joven antes citada le pidió a Jehová en oración que la ayudara a alimentar el deseo de hablar con sus condiscípulos. Empezó a dar testimonio informal en el centro de estudios y, como obtuvo buenos resultados, al poco tiempo hablaba a todos sus conocidos. Concluyó: “Estos chicos tienen la necesidad y el deseo de conseguir una esperanza para el futuro, y Jehová nos utiliza para ayudarlos”.

5 Los vecinos. Tal vez tengamos vecinos o conocidos que se sientan un poco irritados con nosotros debido a quiénes somos y lo que representamos. Si tenemos temor de lo que piensen, preguntémonos: “¿Conocen la verdad que lleva a la vida eterna? ¿Cómo podría llegarles yo al corazón?”. Un superintendente de circuito observó que se obtienen buenos resultados cuando se da testimonio a los vecinos en dosis moderadas. Roguemos a Jehová que nos conceda la fortaleza y la sabiduría necesarias para seguir buscando a las personas sinceras (Fili. 4:13).

6 Los opositores tal vez se sientan satisfechos si cedemos a la presión de grupo negativa, pero ¿redundará en su beneficio?, ¿nos beneficiará acaso a nosotros? Jesús sufrió la oposición de los miembros de su propia comunidad. Incluso soportó los comentarios bruscos de sus medio hermanos. No obstante, sabía que solo podría ayudarlos si permanecía fiel al derrotero que Dios le había fijado. Por ello, “aguant[ó] tal habla contraria de pecadores en contra de sus propios intereses” (Heb. 12:2, 3). Nosotros debemos hacer lo mismo. Resolvámonos a aprovechar al máximo nuestro privilegio de predicar el mensaje del Reino. Al hacerlo, ‘nos salvaremos a nosotros mismos y también a los que nos escuchan’ (1 Tim. 4:16).

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