“Estén listos para toda buena obra”
1 Antes de iniciar una nueva campaña de predicación, Jesús dedicó tiempo a preparar a sus discípulos (Mat. 10:5-14). Nosotros, a pesar de las vidas ocupadas que llevamos, cosecharemos excelentes resultados si dedicamos al menos unos minutos a prepararnos antes de salir a predicar de casa en casa (2 Cor. 9:6).
2 Cómo prepararnos. La buena preparación comienza conociendo las publicaciones que vamos a presentar. También debemos pensar en la gente del territorio. ¿Qué asuntos le preocupan? ¿Qué creencias religiosas es posible que nos encontremos? Las presentaciones que aparecen en Nuestro Ministerio del Reino y el libro Razonamiento a partir de las Escrituras pueden darnos buenas ideas.
3 Es muy bueno asimismo escuchar con atención las demostraciones que se presentan en la Reunión de Servicio. Además, con la experiencia que adquiramos, gradualmente necesitaremos invertir menos tiempo en la preparación; pero, aun así, podemos continuar mejorando si seguimos puliendo nuestras presentaciones y pensamos un poco en lo que vamos a decir cada vez que nos dispongamos a salir al ministerio. Otra cosa que debemos hacer es dedicar unos momentos a revisar que el maletín o el bolso de predicación tenga lo que necesitamos.
4 ¿Qué podemos hacer para recordar nuestra presentación? Practicar en voz alta es una forma de grabarnos lo que queremos decir. Algunos hermanos ensayan sus demostraciones durante el estudio de familia. Otros escriben un resumen en una tarjetita y le dan una mirada justo antes de llegar a la puerta.
5 Por qué es bueno. La preparación nos permite mejorar nuestro ministerio y disfrutarlo más. Nos ayuda a estar más relajados a las puertas. Así podemos prestarle atención a la persona en vez de estar preocupados pensando en qué vamos a decir. Además, si sabemos lo que contienen las publicaciones, las ofreceremos con mayor entusiasmo.
6 La Biblia nos exhorta a estar “listos para toda buena obra” (Tito 3:1). ¿Y qué mejor obra puede haber que predicar las buenas nuevas? Al prepararnos bien, demostramos respeto por la persona que acepta escucharnos y por Jehová, el Dios a quien representamos (Isa. 43:10).