No deje de predicar
1 Es posible que a veces pensemos que nuestro territorio ya se ha trabajado cabalmente con demasiada frecuencia y sin resultados animadores. Con todo, existen poderosas razones por las que debemos seguir predicando (Mat. 28:19, 20).
2 Un testimonio. Jesús dijo que la predicación del Reino sería un aspecto fundamental de la señal compuesta de “la conclusión del sistema de cosas” y que serviría de “testimonio a todas las naciones” (Mat. 24:3, 14). Y así es, en efecto, pues la gente recibe un poderoso testimonio cuando observa que estamos predicando el Reino. Después que nos retiramos, algunos quizás sigan hablando de nuestras visitas por horas o días, aun si no han escuchado el mensaje. Comprender por qué predicamos nos ayuda a perseverar. Estamos agradando a Jehová cuando participamos en el cumplimiento de la profecía bíblica al dar testimonio y un mensaje de advertencia (2 Tes. 1:6-9).
3 La perseverancia da fruto. Existen tantas distracciones y tantas actividades que ocupan el tiempo de la gente que debemos ser perseverantes si queremos alimentar su interés. A una señora los hermanos la visitaron durante un año todas las semanas antes de que los invitara a pasar a su casa para hablar de la Biblia. Le gustó tanto lo que le dijeron que aceptó un curso bíblico, empezó a asistir a las reuniones y en poco tiempo expresó su deseo de bautizarse.
4 Así como la situación mundial cambia rápidamente, igual cambian las personas, por lo que muchos que antes rechazaban nuestras visitas tal vez ahora acepten la animadora esperanza que les ofrecemos. Y con una sola persona que responda al mensaje del Reino, nuestra perseverancia habrá valido la pena.
5 Por todo el mundo, cada día más personas “están suspirando y gimiendo por todas las cosas detestables que se están haciendo” (Eze. 9:4). El fruto del Reino demuestra que quienes tienen la disposición correcta están respondiendo al mensaje (Isa. 2:2, 3). Por tanto, no dejemos de predicar con cariño las “buenas nuevas de algo mejor” (Isa. 52:7; Hech. 5:42).