¿Maestro yo?
1. ¿Qué singular oportunidad tenemos todos los publicadores del Reino?
1 Uno de los rasgos del servicio que más satisfacción producen es el de enseñar a alguien la verdad. No hay mejor experiencia que encontrar a una persona que tiene hambre de la verdad, ver su respuesta al mensaje del Reino, ayudarla a acercarse al Soberano del universo y presenciar cómo hace cambios importantes en su personalidad, modo de pensar y conducta (Sant. 4:8). Es una meta que todo publicador del Reino debería ponerse (Mat. 28:18, 20).
2. ¿Por qué algunos no se atreven a dirigir un estudio bíblico, y cómo pueden vencer ese problema?
2 Apóyese en Jehová. En el pasado hubo siervos fieles de Dios que dudaron de su capacidad para cumplir su comisión. Con todo, personas comunes y corrientes, como Moisés, Jeremías y Amós, entre otras, fueron capaces de vencer sus temores e inseguridades y realizar una obra extraordinaria porque se apoyaron en Jehová (Éxo. 4:10-12; Jer. 1:6, 7; Amós 7:14, 15). El apóstol Pablo dijo de él y sus compañeros: “Cobramos denuedo”, o literalmente, “nos hicimos francos”. ¿Cómo lo lograron? Pablo confesó que fue “por medio de nuestro Dios” (1 Tes. 2:2, nota). Podemos estar seguros, por lo tanto, de que Jehová nos dará la ayuda, sabiduría y fortaleza necesarias para que dirijamos estudios bíblicos productivos (Isa. 41:10; 1 Cor. 1:26, 27; 1 Ped. 4:11).
3, 4. ¿Qué programa de capacitación existe para ayudarnos a enseñar la Palabra de Dios?
3 Déjese enseñar. Nuestro Magnífico Instructor, Jehová, nos capacita mediante un programa regular de educación espiritual para que lleguemos a ser maestros totalmente competentes (Isa. 54:13; 2 Tim. 3:16, 17). Acepte la capacitación y aproveche todas las oportunidades de aumentar su comprensión de las Escrituras y mejorar su habilidad para enseñar las verdades bíblicas. Aunque ese es principalmente el objetivo de la Escuela del Ministerio Teocrático y la Reunión de Servicio, todas las reuniones de congregación nos preparan para enseñar la Palabra de Dios.
4 Procure aprender formas sencillas de enseñar incluso verdades profundas. Para ello, siga la recomendación del libro Benefíciese, en la página 227: “Si pretende que los demás capten el tema, usted mismo debe entenderlo bien”. Además, comentar en las reuniones nos ayuda a grabar los puntos principales para uso futuro. Así que prepárese bien, y tendrá más confianza en su habilidad de enseñar.
5. ¿Qué otro medio de capacitación tenemos dentro de la congregación para llegar a ser maestros?
5 Los primeros cristianos sin duda aprendían unos de otros mientras participaban juntos en la obra de hacer discípulos (Luc. 10:1). Siguiendo su ejemplo, procure en lo posible acompañar a publicadores de experiencia —como precursores, ancianos y superintendentes viajantes— en la obra de dirigir estudios. Fíjese en cómo explican las verdades bíblicas valiéndose de las sencillas ilustraciones y de otras ayudas que se hallan en nuestras publicaciones. Pídales sugerencias para ser mejor maestro (Pro. 1:5; 27:17). Vea toda esa enseñanza como lo que es: capacitación divina (2 Cor. 3:5).
6. ¿Qué se necesita básicamente para ser maestro de la Palabra de Dios?
6 Apóyese en Jehová y aproveche la capacitación que él proporciona. Mencione en sus oraciones su deseo de progresar (Sal. 25:4, 5). Así podrá experimentar la alegría de ayudar a alguien a ser como usted: ¡maestro de la Palabra de Dios!