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  • Eliseo vio carros de fuego. ¿Los ve usted?

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  • Eliseo vio carros de fuego. ¿Los ve usted?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (lenguaje sencillo) 2013
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (lenguaje sencillo) 2013
ws13 15/8 págs. 30-32

Eliseo vio carros de fuego. ¿Los ve usted?

El rey de Siria quería encontrar y capturar a Eliseo, el profeta de Dios. Había oído que Eliseo estaba en Dotán, una ciudad con murallas situada en lo alto de una colina. Así que por la noche, el rey envió su ejército, sus caballos y sus carros de guerra a Dotán. Por la mañana, la ciudad estaba rodeada (2 Reyes 6:13, 14).

Cuando el siervo de Eliseo se levantó, vio al ejército enemigo y le entró mucho miedo. Gritó: “¡Ay, amo mío! ¿Qué haremos?”. Pero Eliseo le respondió: “No tengas miedo, porque hay más que están con nosotros que los que están con ellos”. Eliseo le pidió a Jehová: “Ábrele los ojos, por favor, para que vea”. Entonces, Jehová hizo que el siervo de Eliseo viera todas las montañas de alrededor llenas de “caballos y carros de guerra de fuego” (2 Reyes 6:15-17). ¿Qué podemos aprender de esta historia?

Aunque Eliseo estaba rodeado por el ejército de Siria, estaba tranquilo. ¿Por qué? Porque confiaba en Jehová y vio que él lo estaba protegiendo. Hoy en día no esperamos que Jehová haga milagros, pero vemos claramente que Jehová está protegiendo a su pueblo. Es como si pudiéramos ver, igual que Eliseo, caballos y carros de fuego protegiéndonos. Si tenemos fe en que Jehová protege a su pueblo y confiamos siempre en él, nos sentiremos seguros y recibiremos su bendición (Salmo 4:8). Veamos ahora qué podemos aprender de otras situaciones de la vida de Eliseo.

ELISEO SE CONVIERTE EN SIERVO DE ELÍAS

Un día, mientras Eliseo estaba trabajando en el campo, el profeta Elías vino y le puso su prenda de vestir oficial. Esta era una forma de invitar a Eliseo a ser su siervo, es decir, su ayudante. Eliseo reunió a sus amigos para una gran comida, se despidió de sus padres y se fue para servir a Elías (1 Reyes 19:16, 19, 21). Está claro que Eliseo tenía una buena actitud y era obediente. Por eso, Jehová lo usó de muchas maneras y más tarde hizo que fuera profeta después de Elías.

Eliseo fue el siervo de Elías quizás por unos seis años. La Biblia explica que durante ese tiempo Eliseo “derramaba agua sobre las manos de Elías” (2 Reyes 3:11). ¿Qué significa esto? En aquella época, la gente comía con las manos. Por eso, cuando el amo terminaba de comer, el siervo le echaba agua en las manos para lavárselas. Como vemos, Eliseo hacía trabajos que podían parecer simples o de poca importancia. Pero para él era todo un honor ser el siervo de Elías.

De manera parecida, hoy en día muchos cristianos están dispuestos a hacer diferentes trabajos en el servicio de tiempo completo. ¿Por qué? Porque tienen fe en Jehová y quieren servirle lo mejor posible. Algunos, por ejemplo, han dejado su hogar para trabajar en Betel o en proyectos de construcción. Y quizás tengan que hacer trabajos que a muchos les parecen simples o de poca importancia. Pero nosotros no los vemos así, porque sabemos que Jehová valora mucho todo lo que hacen sus siervos (Hebreos 6:10).

ELISEO VALORÓ SU ASIGNACIÓN

Antes de que Dios se llevara a Elías al cielo “en una tempestad de viento”, le dijo que hiciera un viaje. Elías le dijo a Eliseo que no tenía que acompañarlo, pero Eliseo le dijo que no iba a dejarlo solo. Mientras viajaban, Elías le dijo dos veces más que se fuera, pero Eliseo no quiso abandonarlo (2 Reyes 2:1-6). Eliseo fue tan leal como Rut, quien no abandonó a su suegra Noemí (Rut 1:8, 16, 17). Para Eliseo, era un honor servir a Elías porque ese era el trabajo que Jehová le había dado.

Sin duda, Eliseo es un buen ejemplo para nosotros. ¿Cómo podemos imitarlo? Valorando cualquier trabajo que nos den en la organización de Dios. Recordemos siempre que no hay mayor honor que servir a Jehová (Salmo 65:4; 84:10).

ELISEO HACE UNA PETICIÓN

En el viaje, Elías le dijo a Eliseo que le pidiera lo que quisiera antes de separarse de él. Como había hecho Salomón años antes, Eliseo pidió algo que le ayudaría a servir mejor a Jehová. Le dijo a Elías: “Por favor, que dos partes de tu espíritu vengan a mí” (1 Reyes 3:5, 9; 2 Reyes 2:9). ¿A qué se refería Eliseo? En Israel, cuando un padre repartía la herencia entre sus hijos, el hijo mayor recibía el doble que los demás (Deuteronomio 21:15-17). Así que Eliseo estaba pidiendo ser el heredero de Elías, es decir, ser profeta después de Elías. También estaba pidiendo tener el espíritu de Elías, es decir, la misma actitud que él. ¿Por qué? Porque quería tener el mismo valor y entusiasmo por la adoración verdadera que tenía Elías (1 Reyes 19:13, 14).

¿Qué le respondió Elías a Eliseo? “Has pedido una cosa difícil. Si me ves cuando sea quitado de ti, te sucederá así; pero si no me ves, no sucederá.” (2 Reyes 2:10.) ¿Qué quiso decir Elías? Primero, que solo Dios podía decidir si Eliseo recibiría lo que pedía. Y segundo, que si Eliseo quería recibirlo, tenía que quedarse con Elías hasta el final, pasara lo que pasara.

LO QUE ELISEO VIO

¿Le dio Jehová a Eliseo lo que había pedido? La Biblia dice que mientras Elías y Eliseo iban caminando, “un carro de guerra de fuego y caballos de fuego” los separaron. Entonces, Eliseo vio a Elías subir al cielo “en la tempestad de viento”.a (Lea la nota.) Así fue como Jehová le respondió. Eliseo vio a Elías irse, recibió dos partes de su espíritu y ocupó el lugar de Elías como profeta de Dios (2 Reyes 2:11-14).

La prenda oficial de Elías quedó en el piso. Así que Eliseo la recogió y se la puso. Cuando los demás lo vieron, supieron que Jehová lo había nombrado profeta. Más tarde, también demostró que era profeta de Dios cuando separó en dos el agua del río Jordán.

Seguro que Eliseo nunca olvidó lo que vio cuando Elías desapareció en la tempestad de viento. Claro, cualquiera se quedaría impresionado si viera caballos y un carro de guerra de fuego. Para él, esa fue una prueba clara de que Jehová le estaba dando lo que había pedido. En nuestro caso, Jehová no responde a nuestras oraciones haciendo que veamos caballos y carros de guerra de fuego. Aun así, estamos seguros de que Jehová usa su gran poder para ayudarnos y para hacer que se cumpla su voluntad. Y al ver cómo bendice a sus siervos en la Tierra, es como si pudiéramos ver su carro celestial avanzando a gran velocidad (Ezequiel 10:9-13).

Eliseo vio muchas cosas que lo convencieron del gran poder que Jehová tiene. De hecho, gracias al espíritu santo de Dios realizó dieciséis milagros, el doble que Elías.b (Lea la nota.) La segunda vez que Eliseo vio caballos y carros de guerra de fuego fue cuando el ejército de Siria rodeó Dotán, como vimos al comienzo del artículo.

ELISEO CONFIÓ EN JEHOVÁ

Cuando los enemigos rodearon Dotán, Eliseo no perdió la calma. ¿Por qué no? Porque confiaba mucho en Jehová. Nosotros también necesitamos tener una fe así de fuerte. Por eso, pidámosle a Jehová espíritu santo para demostrar fe y otras cualidades que son parte del fruto del espíritu (Lucas 11:13; Gálatas 5:22, 23).

Lo que Eliseo vivió en Dotán sin duda le dio más razones para confiar en Jehová y en sus ejércitos de ángeles. Dios envió a sus ángeles para que rodearan la ciudad y protegieran a Eliseo. Además, hizo que sus enemigos no pudieran ver, para que tanto él como su siervo sobrevivieran (2 Reyes 6:17-23). En esos momentos de peligro y en otras situaciones de su vida, Eliseo demostró que tenía mucha fe y confianza en Jehová.

Seamos como Eliseo y confiemos en Jehová (Proverbios 3:5, 6). Si lo hacemos, Jehová “nos mostrará favor y nos bendecirá” (Salmo 67:1). Es cierto que hoy día no nos protegen carros y caballos de fuego literales. Pero no hay duda de que Jehová protege a su pueblo en la actualidad y de que lo protegerá en el futuro durante la “gran tribulación” (Mateo 24:21; Revelación 7:9, 14). Hasta que llegue ese momento, recordemos siempre que Jehová es un “refugio para nosotros” (Salmo 62:8).

a Esto no significa que Elías subió al cielo donde viven Jehová y los ángeles. Para ver lo que significa, lea La Atalaya del 15 de septiembre de 1997, página 15.

b Vea La Atalaya del 1 de agosto de 2005, página 10.

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