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Notas de estudio de Juan. Capítulo 1La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo (edición de estudio)
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carne. O “un ser humano”. La palabra griega sarx se usa aquí con el sentido de un ser físico, un ser vivo de carne y hueso. Cuando Jesús nació como ser humano, dejó de ser un espíritu. No tomó un cuerpo físico, como habían hecho algunos ángeles en el pasado (Gé 18:1-3; 19:1; Jos 5:13-15). Por eso Jesús pudo llamarse a sí mismo “el Hijo del Hombre” (Jn 1:51; 3:14). Ver la nota de estudio de Mt 8:20.
La Palabra llegó a ser carne. Jesús fue completamente humano desde que nació hasta que murió. Él mismo explicó el propósito de convertirse en un ser de carne y hueso cuando dijo: “El pan que yo voy a entregar para que el mundo viva es mi carne” (Jn 6:51). Además, solo siendo completamente humano podría experimentar lo mismo que los seres humanos de carne y hueso, y así convertirse en un Sumo Sacerdote compasivo (Heb 4:15). Jesús no pudo haber sido humano y divino al mismo tiempo, porque las Escrituras dicen que “fue hecho un poco inferior a los ángeles” (Heb 2:9; Sl 8:4, 5; ver la nota de estudio de carne en este versículo). Aun así, algunos afirmaban que Jesús no había venido en la carne. Los gnósticos son un ejemplo. Ellos creían que el conocimiento (en griego, gnṓsis) podía obtenerse de forma mística, y combinaron la filosofía griega y el misticismo oriental con enseñanzas cristianas apóstatas. Como creían que toda la materia era mala, enseñaban que Jesús no vino realmente en la carne, sino que solo parecía tener un cuerpo humano. Al parecer, a finales del primer siglo ya era común una forma temprana del gnosticismo, así que puede que Juan quisiera contrarrestar estas ideas cuando dijo que “la Palabra llegó a ser carne”. En sus cartas hizo muchas advertencias contra la enseñanza falsa de que Jesús no había venido “en la carne” (1Jn 4:2, 3, nota; 2Jn 7, nota).
vivió. Lit. “moró en tienda”. Algunos han interpretado esta declaración de que la Palabra “vivió [o “moró en tienda”] entre nosotros” como que Jesús no era un ser humano real, sino un espíritu encarnado. Sin embargo, Pedro usó un sustantivo relacionado que se traduce como “tabernáculo” o “tienda” cuando habló de su cuerpo humano (2Pe 1:13, nota). Está claro que Pedro no estaba diciendo que era una encarnación. Habló de su cuerpo como una residencia temporal porque sabía que estaba a punto de morir y que, cuando resucitara, lo haría como un espíritu, y no con un cuerpo humano (2Pe 1:13-15; ver también 1Co 15:35-38, 42-44; 1Jn 3:2).
vimos su gloria. Durante la vida y el ministerio de Jesús, Juan y los demás apóstoles vieron una gloria —un esplendor o grandeza— que solo podría demostrar alguien que reflejara a la perfección las cualidades de Jehová. Además, el apóstol Juan, junto con Santiago y Pedro, fue testigo de la transfiguración de Jesús (Mt 17:1-9; Mr 9:1-9; Lu 9:28-36). Así que es posible que aquí Juan se estuviera refiriendo no solo a la manera como Jesús reflejó las cualidades de Dios, sino también a la visión de la transfiguración que había ocurrido más de 60 años antes. Este suceso también dejó una profunda impresión en el apóstol Pedro, que escribió sus cartas unos 30 años antes de que Juan escribiera su Evangelio. Pedro habló específicamente de la transfiguración como una maravillosa confirmación de “la palabra profética” (2Pe 1:17-19).
un hijo unigénito. La palabra griega monoguenḗs, traducida tradicionalmente como “unigénito”, tiene el sentido de ‘solo en su clase’ o ‘único’. En la Biblia se usa este término para describir la relación que une a un hijo o una hija con sus padres (ver las notas de estudio de Lu 7:12; 8:42; 9:38). En los escritos del apóstol Juan, este término se usa solo con Jesús (Jn 3:16, 18; 1Jn 4:9), pero nunca para referirse a su nacimiento y vida en la tierra como ser humano. Juan lo usa exclusivamente para hablar de Jesús cuando vivía en el cielo como el Logos, o la Palabra, el que “estaba en el principio con Dios”, incluso “antes de que el mundo existiera” (Jn 1:1, 2; 17:5, 24). Jesús es el “hijo unigénito” porque fue el Primogénito de Jehová y el único creado directamente por él. Aunque es cierto que a otros seres espirituales también se les llama “hijos del Dios verdadero” e “hijos de Dios” (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7), todos fueron creados por Jehová mediante su Hijo primogénito (Col 1:15, 16). En resumen, el término monoguenḗs se aplica a Jesús tanto por ser “el único en su clase”, “único” e “incomparable” como por ser el único hijo creado directa y únicamente por Dios (1Jn 5:18). Ver la nota de estudio de Heb 11:17.
favor divino. O “bondad inmerecida”. La palabra griega kháris aparece más de 150 veces en las Escrituras Griegas Cristianas y transmite diferentes matices dependiendo del contexto. Cuando se refiere a la bondad inmerecida que Dios muestra a los seres humanos, el término describe un regalo que Dios hace con generosidad sin esperar nada a cambio. Es una muestra del amor, la bondad y la abundante generosidad de Dios, y el que la recibe no ha hecho nada para merecerla o ganársela. Está motivada solo por la generosidad del que da (Ro 4:4; 11:6). Esto no significa necesariamente que la persona que la recibe sea indigna de ella, de ahí que Jesús pueda recibir esa bondad o favor de Dios. En contextos relacionados con Jesús, el término se traduce de forma apropiada como “favor divino”, igual que en este versículo, o como “aprobación” (Lu 2:40, 52). En otros contextos, el término griego se traduce como “favor”, “simpatía”, “bondadoso regalo” o “bondadosos donativos” (Lu 1:30; Hch 2:47; 7:46; 1Co 16:3; 2Co 8:19).
lleno de favor divino y verdad. “La Palabra”, Jesucristo, tiene el favor de Dios y siempre ha dicho la verdad. Pero aquí esta frase parece indicar algo más. Jehová eligió especialmente a su Hijo para que explicara y demostrara por completo la bondad inmerecida y la verdad del Padre (Jn 1:16, 17). Jesús lo hizo tan bien que pudo decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Jn 14:9). Él fue el instrumento que Dios usó para ofrecer bondad inmerecida y verdad a todo el que estuviera dispuesto a recibirlas.
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