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  • Juan 20:17
    La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo
    • 17 Jesús le dijo: “Deja de agarrarte de mí, porque todavía no he subido al Padre. Vete adonde están mis hermanos+ y diles: ‘Voy a subir a mi Padre+ y Padre de ustedes, a mi Dios+ y Dios de ustedes’”.

  • Juan 20:17
    Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias)
    • 17 Jesús le dijo: “Deja de colgarte de mí. Porque todavía no he ascendido al Padre. Pero ponte en camino a mis hermanos+ y diles: ‘Asciendo a mi Padre+ y Padre de ustedes y a mi Dios+ y Dios de ustedes’”.+

  • Juan
    Índice de las publicaciones Watch Tower 1986-2025
    • 20:17 ijwia artículo 6; lff lección 19; it-2 318; w08 15/4 32; w04 1/12 31

  • Juan
    Índice de las publicaciones Watch Tower 1950-1985
    • 20:17 hs 26; ka 276; g73 8/6 28; g72 8/7 6; w69 127-8; im 266; w63 180; wr 50; g62 8/12 6; w51 31

  • Juan
    Guía de estudio para los testigos de Jehová 2019
    • 20:17

      Ejemplos de fe, artículo 6

      Disfrute de la vida, lec. 19

      Perspicacia, volumen 2, pág. 318

      La Atalaya,

      15/4/2008, pág. 32

      1/12/2004, pág. 31

  • Notas de estudio de Juan. Capítulo 20
    La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo (edición de estudio)
    • 20:17

      Deja de agarrarte de mí. El verbo griego háptomai puede significar tanto ‘tocar’ como ‘aferrarse’ o ‘agarrarse’. Algunas versiones traducen las palabras de Jesús como “No me toques”. Sin embargo, no podía ser que Jesús se opusiera a que María Magdalena lo tocara, porque no se opuso a que otras mujeres se abrazaran a sus pies cuando lo vieron después de haber resucitado (Mt 28:9). Parece que María Magdalena temía que Jesús estuviera a punto de subir al cielo y, como deseaba tanto estar con su Señor, se agarró con fuerza de él para impedírselo. Para asegurarle que todavía no se iba, Jesús le pidió que dejara de agarrarse de él y fuera a contarles a los discípulos la noticia de su resurrección.

      mi Dios y Dios de ustedes. Esta conversación entre Jesús y María Magdalena tuvo lugar el 16 de nisán del año 33 y muestra que, aun después de haber resucitado, para Jesús el Padre era su Dios, igual que lo era para María Magdalena. Dos días antes, en el madero de tormento, Jesús había gritado: “Dios mío, Dios mío”. Con estas palabras cumplía la profecía de Sl 22:1 y reconocía que el Padre era su Dios (Mt 27:46; Mr 15:34; Lu 23:46). En el libro de Apocalipsis, Jesús también llama a su Padre “mi Dios” (Ap 3:2, 12). Estos pasajes confirman que, incluso después de su resurrección y de haber sido glorificado, Jesucristo adora al Padre celestial como su Dios, igual que lo hacen sus discípulos.

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