Nota
a Para tal ungimiento no hubiera sido necesario remover la ropa de entierro, porque los aceites perfumados pudieran simplemente haberse vertido sobre el cuerpo. (Vea Marcos 14:3, 8; éste muestra que Jesús mientras todavía estaba vivo, fue “ungido” para el entierro, pero la mujer sencillamente ‘derramó el aceite sobre su cabeza.’)