Nota
c Cada cristiano tiene que decidir por sí mismo si aceptará eritropoyetina o no. (Véase La Atalaya del 1 de octubre de 1994, página 31.)
c Cada cristiano tiene que decidir por sí mismo si aceptará eritropoyetina o no. (Véase La Atalaya del 1 de octubre de 1994, página 31.)