Nota
a En el siglo III E.C., Tertuliano alegó que las mujeres “que se frotan la piel con medicamentos, se ponen colorete en las mejillas, dan realce a los ojos con antimonio [negro], pecan contra Él”. También criticó a las que se tiñen el cabello. Aplicando mal las palabras de Jesús en Mateo 5:36, Tertuliano hizo esta acusación: “[¡]Contradicen al Señor! ‘¡Miren! —dicen—, en vez de blanco o negro, lo hacemos [es decir, el cabello] amarillo’”. Añadió: “Uno hasta puede hallar a personas que se avergüenzan de haber envejecido, y tratan de cambiar su cabello de blanco a negro”. Esa era la opinión personal de Tertuliano. Pero él estaba torciendo los asuntos, pues todo su argumento se basaba en su opinión de que las mujeres son las causantes de la condenación humana, de modo que deberían ‘deambular como Eva, acongojadas y arrepentidas’ por la ‘ignominia del primer pecado’. La Biblia no dice eso; Dios consideró responsable de la condición pecaminosa de la humanidad a Adán. (Romanos 5:12-14; 1 Timoteo 2:13, 14.)