Nota
b A Jehová mismo le repugna el mal. Por ejemplo, Efesios 4:29 se refiere al lenguaje sucio como ‘dichos corrompidos’. El término griego para “corrompido” se aplicaba en sentido literal a fruta, pescado o carne en descomposición. Este adjetivo muestra vívidamente la repulsión que deben producirnos las expresiones soeces o insultantes. Así mismo, en las Escrituras suele calificarse a los ídolos de “estercolizos” (Deuteronomio 29:17; Ezequiel 6:9). Dado que el excremento nos da asco de modo espontáneo, entendemos cuánto le desagrada a Dios todo tipo de idolatría.