Nota
a El oso pardo sirio, que en aquel entonces habitaba en Palestina, pesaba unos 140 kilos (310 libras) y podía matar a otro animal o a una persona de un zarpazo. En la zona también abundaban los leones. Isaías 31:4 dice que ni siquiera “un número cabal de pastores” era capaz de quitarle la presa a un “leoncillo crinado”.