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  • ¿Cómo puedo ayudar a mi madre?

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  • ¿Cómo puedo ayudar a mi madre?
  • ¡Despertad! 1991
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¡Despertad! 1991
g91 22/3 págs. 18-20

Los jóvenes preguntan...

¿Cómo puedo ayudar a mi madre?a

“Criar hijos sin la ayuda de un cónyuge es un malabarismo. Tras seis meses de práctica, por fin puedes hacer malabares con cuatro pelotas a la vez pero, tan pronto como lo consigues ¡alguien te lanza otra pelota!”—Una madre que es cabeza de familia.

LA LABOR de un padre o una madre que cría a sus hijos sin cónyuge es agotadora y con frecuencia nunca termina. Si tu madre tiene que hacer de cabeza de familia, seguramente concordarás en que le vendría bien un poco de ayuda. Pero como adolescente te encaras a lo que un escritor calificó como “la época más estresante y peligrosa de la vida”. Por eso, pudiera parecerte que ya tienes suficiente con afrontar los problemas relacionados con ser joven.

No obstante, como comentó la madre citada en la introducción, es posible que de vez en cuando tu madre se sienta agobiada al tratar de desempeñar al mismo tiempo el papel de madre y de padre. Es cierto que Jehová no espera imposibles de nadie, pues como expresa un principio bíblico: “Contando con la buena disposición, a nadie se le piden imposibles; Dios acepta lo que cada uno tiene”. (2 Corintios 8:12, La Biblia interconfesional. Nuevo Testamento.) Pero aun así, puede que se sienta bajo mucha presión. ¿Existen buenas razones para que trates de ayudarla o no deberías hacer caso de la lucha que ella tiene que afrontar?

“Pagando la debida compensación”

En 1 Pedro 3:8 se dice a los cristianos: “Finalmente, todos ustedes sean de un mismo ánimo y parecer, compartiendo sentimientos como compañeros”. Así que por lo menos, ¿no deberían esos sentimientos hacia tu madre motivarte a ayudarla? De hecho, es “acepto a vista de Dios” que los jóvenes cristianos sigan “pagando la debida compensación a sus padres”. (1 Timoteo 5:4.)

Aunque este texto seguramente se refiere a dar ayuda económica a un padre necesitado, enseña un principio importante: A nuestros padres les debemos más de lo que jamás pudiéramos devolverles. Y cuando se hallan necesitados es nuestro deber y privilegio tratar de compensarles. Por ejemplo, algunos jóvenes utilizan una parte o hasta todo el sueldo que perciben por sus horas de trabajo para ayudar a pagar las facturas de la casa, lo que constituye una muestra de verdadera gratitud y aprecio.

Sin embargo, la ayuda económica es tan solo una de las maneras de pagar a tu madre “la debida compensación”. No queremos decir que deberías ocupar el lugar que ha dejado tu padre —eso sería imposible— ni que tengas que agotarte emocionalmente, por sentirte plenamente responsable de todo lo que ocurre en tu familia. Esa sigue siendo labor de tu madre como tu progenitora. (Compárese con Proverbios 31:27.) Pero hay muchas maneras prácticas de demostrar que eres un verdadero haber para tu madre cuando ella tiene que hacer de cabeza de familia.

La obediencia alivia su carga

Una manera es tan solo seguir el mandato registrado en Colosenses 3:20: “Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es muy agradable en el Señor”. Es muy posible que puedas recitar este texto de memoria pero, ¿dejas de cumplir a veces lo que dice?

Una madre que tiene que criar sola a su hijo adolescente y que trabaja muchas horas para suministrar lo necesario a su familia dice con un suspiro: “Mi hijo me hace la vida más difícil cuando me desobedece”. Y su hijo responde: “Soy el único varón en casa y soy más alto que mi madre, por eso a veces me cuesta mucho obedecerla y respetarla como cabeza de familia”.

Ni tu estatura ni tu sexo te eximen del mandato de Jehová: “No abandones la ley de tu madre”. (Proverbios 6:20.) Dios ha autorizado a tu madre a establecer leyes o reglas en casa, y tú le debes respeto y obediencia. Si eres varón, puede que mamá te llame afectuosamente el hombre de la casa, pero ella es la cabeza de la casa. Si la obedeces —no si discutes con ella cada vez que te pide que hagas algo— alivias su carga y contribuyes a la paz de tu familia.

Ayuda con las tareas domésticas

Otra forma de aliviar la carga de tu madre es ayudar con las tareas domésticas y no esperar hasta que te regañe para que las hagas. “Pero mamá no me pide que haga nada”, objetas. Sorprendentemente esto es lo que acostumbra a suceder. Como escribe Carol V. Murdock, “mamá o papá [en un hogar monoparental] pasa tambaleándose por la sala con un montón de ropa para lavar tan grande que podría doblar las rodillas más fuertes, mientras sus tres chicos no apartan los ojos ni por un momento del televisor”. (Single Parents Are People, Too! [¡Los padres también son personas!].)

¿A qué se debe que muchas madres que son cabeza de familia exijan tan poco de sus hijos? Una madre en esa situación razonó: “No quiero que mi hija se pierda la oportunidad de pasárselo bien porque yo tenga que trabajar. No quisiera que me guardara rencor por ello”. Otra madre dijo: “Una quiere compensar la ausencia del otro padre facilitando las cosas para sus hijos”. Pero en el fondo de su corazón, tu madre pudiera tener un sentimiento injustificado de culpa. Posiblemente se sienta culpable porque su empleo la mantiene alejada de ti, o porque ha fracasado en su matrimonio, razonando que por su culpa tú tienes que vivir en un hogar monoparental.

Según el doctor Richard A. Gardner, autor del libro The Boys and Girls Book About Divorce (Libro de chicos y chicas sobre el divorcio), algunos jóvenes se aprovechan de la situación. Buscan lástima y rehúsan ayudar en las tareas domésticas. Pero esto nos recuerda la actitud insensible que manifestaban los líderes religiosos del día de Jesús, quien dijo de ellos: ‘Preparan cargas pesadas, pero no ayudan a levantarlas ni siquiera con un dedo’. (Mateo 23:4, El Testamento “Nueva Vida”.)

No tengas esa actitud. No aumentes la carga de tu madre; no te eximas de participar en las tareas domésticas.

Toma la iniciativa

Esto puede significar hacer lo que se necesite sin que nadie tenga que pedírnoslo. Fíjate en cómo alivia la carga de su madre el joven Tony, que dice: “Mi madre trabaja en un hospital y como tiene que llevar el uniforme planchado, yo se lo plancho”. Pero, ¿no es ese un trabajo de mujeres? “Hay quienes opinan así —contesta Tony—. Pero como ayuda a mamá, yo lo hago.”

Aparte de ofrecer ayuda práctica, con tan solo unas expresiones de aprecio puedes hacer mucho para levantar el ánimo de tu madre. Una madre de un hogar monoparental escribió: “Me ha sucedido muchas veces que cuando llego a casa muy desanimada o irritable por un día de trabajo particularmente difícil, ese es el día que mi hija ha decidido poner la mesa y empezar a preparar la cena”. Y añade: “Mi hijo me rodea con sus brazos, me estrecha y me dice: ‘Eres la mejor mamaíta del mundo’”. ¿Qué efecto producen en ella estos detalles por parte de sus hijos? Ella continúa: “Mi estado de ánimo cambia por completo y recupero el buen humor”.

‘Sigue andando en la verdad’

“No tengo mayor causa de sentir agradecimiento que estas cosas: que oiga yo que mis hijos siguen andando en la verdad.” (3 Juan 4.) Aquí el apóstol Juan hablaba de sus hijos espirituales. Pero si tu madre es cristiana, seguro que siente lo mismo acerca de ti; ella desea que andes en la verdad. Con ese fin posiblemente tendrá programado celebrar con regularidad un estudio bíblico de familia contigo.

Es posible que conducir ese estudio no sea sencillo para ella después de un agotador día de trabajo. Y si tú te quejas o no cooperas, el estudio de familia puede convertirse en una penosa experiencia para todos los implicados. Así que, procura cooperar. Que cuando llegue la hora programada siempre estés listo para estudiar. Prepárate la lección antes. Tu cooperación puede ser el incentivo que tu madre necesita para celebrar ese estudio de forma regular. Asimismo, otra forma de demostrar que andas en la verdad es cuando asistes a las reuniones cristianas y participas en la obra de predicar de casa en casa sin que nadie te haya tenido que empujar. (Mateo 24:14; Hebreos 10:24, 25.) De esta forma garantizas a tu madre que no se esfuerza en vano.

Los beneficios

Proverbios 3:27 dice: “No retengas el bien de aquellos a quienes se les debe, cuando sucede que está en el poder de tu mano hacerlo”. Es obvio que debes esa consideración a tu madre, y al mostrársela, no solo la complaces a ella sino también al propio Jehová Dios. Otro beneficio: tu madre estará con mejor ánimo para brindarte ayuda cuando la necesites.

Un tercer beneficio es que ayudar a otros edifica buenas cualidades. Como indica cierta escritora, “los jóvenes necesitan oportunidades para sentir que ayudan y dan a otros. Cuando no pasan por esa experiencia no pueden descubrir sus puntos fuertes ni su firmeza [que provienen] de saber que a uno se le da bien ayudar a los demás”. Como dijo el propio Jesús, “hay más felicidad en dar que en recibir”. (Hechos 20:35.) Y si te esfuerzas lo suficiente por ayudar a tu madre puedes derivar mucha felicidad.

[Nota a pie de página]

a Como en la mayoría de las familias monoparentales suele ser la mujer quien se encarga del cuidado de los hijos, en este artículo hablaremos de las madres. No obstante, los principios considerados aquí aplican a todas las familias monoparentales, prescindiendo de si es el padre o la madre quien se ocupa de los hijos.

[Fotografía en la página 19]

Un joven perezoso o despreocupado aumenta el estrés de su madre, pero el que la ayuda con las tareas domésticas le alivia la carga

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