Regresó hecho un extraño
“David regresó de Vietnam hecho otra persona,” explicó su esposa Elaine. “Antes de que se fuera, me sentía atraída a él por su simpatía y su entusiasmo llenos de inocencia. El confiaba profundamente en mí, y nuestra relación era hermosa. Pero cuando regresó, todo lo que él tenía de encantador había desaparecido. Tenía la misma apariencia —la misma sonrisa y los mismos ojazos castaños— pero ya no era cordial ni confiado. Era como un extraño. Su actitud infundía miedo.” Entonces Elaine agregó: “Era como un cascarón vacío. No tenía nada por dentro, sino ira.”
Al explicar como él se sintió cuando regresó, David dijo: “Simplemente me resentía por el hecho de estar con personas que no podían comprender del todo lo que había sido estar allí. Vi morir de la manera más horrible a algunos de mis compañeros. Quería que Elaine comprendiera mis sentimientos... lo que yo había visto. Pero parecía que nadie quería comprender en realidad. Así que reprimía en mis adentros toda esa hostilidad.”
Verdaderamente, muy pocas personas pueden imaginar el trastorno traumático que la guerra causa en lo relacionado con los valores personales, ni percibir el efecto devastador que esto tiene en la mente. David explica: “En la guerra uno tenía que aprender a cuidarse constantemente. Se daba cuenta de que las relaciones personales con otros tenían muy poco significado... podían estar muertos el siguiente minuto. Uno trataba de convencerse de que cualquier clase de conducta era justificable con tal que siguiera viviendo un día más.” Elaine agregó: “El que regresa a casa se da cuenta inmediatamente de que todo lo que creía valioso durante su año de servicio militar carece de significado. Y todo lo que creía que no tenía valor alguno, como las relaciones con otras personas, llega a ser extremadamente importante en la vida civil.”
El resultado fue que David, como muchos soldados que regresaron de la guerra, temía confiar en otros, pues esto quería decir que tendría que establecer una relación en la que estarían en juego los sentimientos. Naturalmente, tal actitud hace estragos en el matrimonio.
El valor de la instrucción bíblica
Cuando su relación se hizo tirante casi hasta el límite, David e Elaine comenzaron a estudiar la Biblia con los testigos cristianos de Jehová. “¡Eso ayudó enormemente!,” dijo David. “Con el tiempo, por primera vez en mi vida, sentía que tenía una relación íntima con Dios y que podía expresarle todos mis sentimientos. Realmente podía decirle lo arrepentido que me sentía por todo lo que yo había hecho, y confiaba en que él estaba dispuesto a perdonarme.”
Elaine agregó: “Desde luego, David todavía tenía altibajos, pero ya no eran tan intensos. Todavía se deprime a veces, pero la instrucción bíblica me ha devuelto al David con quien me casé, ¡y hasta es mejor! Dicha instrucción ha hecho resaltar sus buenas cualidades, porque la Biblia promueve el amor desinteresado, la compasión y la generosidad. ¡Fue como volver a encontrar a mi esposo!”
Sí, la Biblia ha ayudado a que tanto David como otros puedan amar a otras personas y confiar en ellas. ¿Cómo? Bueno, la Biblia declara que el amor genuino “no busca sus propios intereses” y “no lleva cuenta del daño.” La Biblia insta a uno a ser tiernamente compasivo. Da sugerencias prácticas en cuanto a cómo cultivar amor genuino al prójimo. “Todavía no me era fácil,” confesó David. “Aun ahora, si alguien me traiciona y me trata de manera injusta, me encolerizo por dentro. Pero en tales ocasiones oro silenciosamente a Jehová para que me dé fuerzas y simplemente me marcho.”—1 Corintios 13:4, 5; 1 Pedro 3:8, 9.
El papel que desempeña la familia
“El aplicar el conocimiento bíblico no solo ayudó a David,” explicó Elaine, “sino que también me ayudó a mí a poder sobrellevar sus estados de ánimo. Pues, cuando David empezaba a discutir no decía: ‘Elaine, ahora voy a enojarme contigo debido a la hostilidad que siento por lo sucedido en Vietnam.’ No, sino que decía: ‘¿Qué porquería de comida es ésta? ¡Tú no mantienes la casa limpia ni eres buena madre!’ En otras ocasiones guardaba silencio y no me hablaba por semanas. Mientras tanto, yo me preguntaba: ¿qué cosa mala he hecho?
“Pero la Biblia me enseñó a ser sumisa y respetuosa, a mostrar compasión y a ‘soportar a otros aunque tuviera causa de queja.’ El conocimiento que tenía de estas verdades bíblicas me ayudó. Por supuesto, había ocasiones en las que el enojo de David me hacía reaccionar con cólera. A veces yo no ponía en práctica plenamente lo que la Biblia decía, pero cuando ambos aplicábamos el consejo bíblico, se producían buenos resultados. No era fácil, pero no puse fin a nuestro matrimonio cuando, por su manera de obrar, tuve ganas de hacerlo. Ahora las cosas han mejorado muchísimo.”—Colosenses 3:13, 18.
La comprensión y compasión de parte de los miembros de la familia son “muy importantes,” dice el Dr. Kolb, “para ayudar al hombre a hacerse socialmente competente.” Reveló que “los hombres que continuaron casados están en mejor condición que los demás. En cambio, si una esposa se ‘enfría,’ como lo hacen muchas, el matrimonio no perdura.”
Pero la Biblia enseña algo más que el desplegar comprensión y compasión, ofrece una esperanza genuina.
Promesas preciosas
“Vengan, contemplen las actividades de Jehová ... Está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra.” (Salmo 46:8, 9) Cuando uno considera el gran sufrimiento que produce la guerra, ¡qué magnífica es dicha promesa! Mediante su gobierno celestial, su reino, Dios “pondrá fin” a todas las naciones que fomentan la guerra y traerá paz permanente a la Tierra.—Daniel 2:44.
Los mansos que sobrevivan serán completamente sanados —mental, emocional y físicamente— cuando Dios dirija toda su atención a nuestra Tierra. (Revelación 21:3, 4; Salmo 37:10, 11) El aprender acerca de esta esperanza ha servido de estímulo a muchos veteranos. “Dio a David verdadera razón para vivir,” dice Elaine. “También hizo que me fuera más fácil animarlo. Por ejemplo, cuando se irritaba por algún comentario irreflexivo de alguien, frecuentemente yo solía decirle: ‘Recuerda: “Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová.”’ Cuando él se desanimaba debido a ciertos períodos de depresión, yo le hablaba sobre el progreso que había hecho y le señalaba al futuro, cuando Dios sanaría por completo sus heridas mentales.”—Romanos 12:19; compare con Isaías 65:17.
Jesús prometió: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz [la de Jesús] y saldrán.” (Juan 5:28, 29) ¡Qué perspectiva emocionante... ver cuando millones de personas que murieron en guerras regresen a la vida y reciban la oportunidad de aprender la verdad acerca de Dios!
Harley es uno de los veteranos que descubrió que la instrucción bíblica fue de gran ayuda. Aunque han pasado treinta y siete años desde que terminó la II Guerra Mundial, el recordar la muerte de algunos de sus compañeros de batalla le provocó una intensa reacción emocional. Reprimiendo las lágrimas, dijo: “Será verdaderamente grato ver de nuevo a aquellos muchachos en la resurrección. Esta esperanza en realidad alivia el dolor.”
Ciertamente, la educación bíblica proporciona ayuda genuina para la mente y ofrece verdadera esperanza para el futuro.
[Ilustración en la página 21]
El estudio de la Biblia proporciona ayuda para la mente y ofrece verdadera esperanza