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  • La destrucción ardiente de la cristiandad desde el carro celestial
    “Las naciones sabrán que yo soy Jehová”... ¿cómo?
    • sacado de su posición en el patio interior del templo para que contemplara lo que se viera desde la puerta oriental exterior que miraba hacia el monte de los Olivos. Nos interesa saber lo que ve y oye allí.

  • Les espera desilusión a los demasiado confiados
    “Las naciones sabrán que yo soy Jehová”... ¿cómo?
    • Capítulo 11

      Les espera desilusión a los demasiado confiados

      1. ¿A quiénes pudo ver ahora en visión Ezequiel en la puerta oriental del templo, y qué decían?

      EN SU siguiente visión, ¿qué sucesos ve Ezequiel? Escuche: “Y un espíritu procedió a alzarme y llevarme a la puerta oriental de la casa de Jehová que mira hacia el este, y, ¡mire! en la entrada de la puerta había veinticinco hombres, y llegué a ver en medio de ellos a Jaazanía el hijo de Azur y a Pelatías el hijo de Benaya, príncipes del pueblo. Entonces [Jehová] me dijo: ‘Hijo del hombre, éstos son los hombres que están tramando lo perjudicial y asesorando mal consejo contra esta ciudad; que están diciendo: “¿No se ha acercado mucho el edificar casas? Ella es la olla de boca ancha, y nosotros somos la carne.”’”—Ezequiel 11:1-3.

      2. ¿Qué notamos acerca de la identidad de estos veinticinco hombres, y qué movimiento político estaban tramando?

      2 Evidentemente éstos no son los veinticinco hombres que Ezequiel vio antes en el patio interior del templo, adorando al Sol hacia el este, antes que se diera la orden de empezar la obra del degüello de los habitantes de Jerusalén que no llevaran la marca. (Ezequiel 8:16) Tampoco es este Jaazanía el hijo de Azur el mismo Jaazanía hijo de Safán a quien Ezequiel vio participar en adoración idolátrica dentro de un edificio del templo. (Ezequiel 8:11) Se dice que estos últimos veinticinco hombres son “príncipes del pueblo,” por consiguiente príncipes gubernamentales y no príncipes religiosos del templo. Evidentemente, en este año 612 a. de la E.C., más de tres años antes que comenzara el sitio de Jerusalén por los babilonios, el rey Sedequías de Jerusalén todavía no se había rebelado contra el rey de Babilonia a quien había prometido sumisión. (2 Crónicas 36:11-13; 2 Reyes 24:18 a 25:1) Pero es probable que estos veinticinco “príncipes del pueblo” estuvieran tramando a favor de aquella rebelión, porque estaban “asesorando mal consejo contra esta ciudad.” Pero confiaban en que no se produciría ningún mal.

      3. ¿A qué asemejaban aquellos veinticinco hombres los muros de Jerusalén y por lo tanto a sí mismos, cómo razonaban, y qué necesitaban ahora?

      3 Aquellos tramadores y malos consejeros del rey de Jerusalén asemejaban a la ciudad a una olla de boca ancha o caldera, hecha de hierro. Los muros de la ciudad eran como los lados de aquella olla metálica, inviolables. Dentro de aquellos muros, como carne que había de ser cocida, aquellos veinticinco príncipes estarían seguros. Seguros dentro, jamás serían desalojados, y por eso ¿no era tiempo de edificar casas para ocuparlas permanentemente? Podían asegurarse de residir permanentemente por medio de recurrir a Egipto contra el rey de Babilonia. No creían en las predicciones del profeta-sacerdote Jeremías en cuanto a la destrucción que le vendría a Jerusalén. Necesitaban recibir una advertencia doble de esto de parte de Jehová. “Por lo tanto,” le dijo Jehová a Ezequiel, “profetiza contra ellos. Profetiza, oh hijo del hombre.”—Ezequiel 11:4.

      4. Lo que ahora le sucedió a Ezequiel demostró la verdad de ¿qué acción del espíritu según se menciona en 2 Pedro 1:21?

      4 Lo que ahora le sucedió a Ezequiel demuestra lo veraces que fueron estas palabras posteriores del apóstol cristiano Pedro: “La profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.” (2 Pedro 1:21) Note lo que Ezequiel nos dice:

      5. En lo que ahora le dijo Jehová a Ezequiel que dijera, ¿cómo usó la semejanza hecha por los veinticinco hombres, pero cómo mostró un resultado contrario para ellos?

      5 “Entonces el espíritu de Jehová cayó sobre mí, y él pasó a decirme: ‘Di: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Ustedes dijeron lo recto, oh casa de Israel; y respecto a las cosas que suben en el espíritu de ustedes, yo mismo lo he conocido. Ustedes han hecho que los de ustedes que han sido muertos violentamente en esta ciudad sean muchos, y ustedes han llenado sus calles con los que han sido muertos violentamente.’” “Por lo tanto, esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ‘En cuanto a los de ustedes muertos violentamente a quienes ustedes han puesto en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la olla de boca ancha; y habrá un sacar a ustedes mismos de en medio de ella.’”’”—Ezequiel 11:5-7.

      6. ¿Por qué fueron tantos muertos violentamente por aquellos príncipes, y quiénes habrían de permanecer dentro de la olla simbólica: los que habían sido muertos violentamente, o los príncipes?

      6 A fin de tratar de asegurarse su posición permanente dentro de Jerusalén, aquellos príncipes en pro de Egipto habían matado a los que estaban a favor de continuar sumisos a Babilonia. Si Jerusalén fuera a ser asemejada a una olla, entonces aquellos muertos violentamente eran los que habrían de permanecer dentro, en donde estaba ubicada la ciudad, y no ser arrastrados de ella por los babilonios. Habrían de ser como la carne en la caldera. Pero los muros de Jerusalén no serían ninguna olla metálica para los príncipes asesinos que favorecían a Egipto. Ellos serían quienes habrían de ser sacados de ella por los babilonios. Tendrían que dejar desocupadas las casas que habían construido.

      7. ¿Qué habría de sucederles a las casas recién edificadas de aquellos príncipes, y qué tenían razón para temer en cuanto a lo que Egipto pudiera hacer ante Babilonia?

      7 La destrucción ardiente que fue simbolizada por las “brasas de fuego” que el hombre vestido de lino arrojó sobre la ciudad ciertamente habría de alcanzar las casas recién edificadas y toda la ciudad de Jerusalén. (Ezequiel 10:2-7) Si lograban su ardid de inducir al rey Sedequías a quebrantar su juramento y rebelarse contra Babilonia, tenían buena razón para temer que el rey de Babilonia regresara contra Jerusalén con la espada de castigo. Ni siquiera el militarizado Egipto resultaría lo suficientemente fuerte como para detener al rey de Babilonia. Por consiguiente Ezequiel tenía que continuar diciendo a aquellos príncipes tramadores:

      8. ¿Qué instrumento dijo Jehová que traería contra ellos, y en qué región los juzgaría?

      8 “‘Espada han temido, y espada traeré sobre ustedes,’ es la expresión del Señor Soberano Jehová. ‘Y ciertamente los sacaré de en medio de ella y los daré en mano de extraños y ejecutaré sobre ustedes actos de juicio. A espada caerán. En la frontera de Israel los juzgaré; y tendrán que saber que yo soy Jehová. Ella [Jerusalén] misma no resultará ser para ustedes una olla de boca ancha, y ustedes mismos no resultarán ser carne en medio de ella. En la frontera de Israel los juzgaré, y tendrán que saber que yo soy Jehová, porque en mis disposiciones reglamentarias no anduvieron y mis juicios no pusieron por obra, sino que según los juicios de las naciones que están alrededor de ustedes, han obrado.’”—Ezequiel 11:8-12.

      9. En la ejecución de sus decisiones judiciales, ¿qué usaría Jehová, y en qué parte de la tierra o país tendría lugar el uso de aquello en ejecución?

      9 Las grandes esperanzas de aquellos tramadores demasiado confiados terminarían en desilusión. La decisión judicial que se ejecutaría en ellos habría de ser de Jehová, pero él usaría la “espada” en las manos de aquellos “extraños” del extranjero para efectuar la ejecución. Por esta “espada” de guerra punitiva muchos de ellos caerían en la muerte. Los que sobrevivieran no permanecerían seguros dentro de los muros de Jerusalén. Sus muros no resultarían ser como el lado impenetrable de una olla de hierro, que protegiera con seguridad la “carne” dentro de ella. Aquellos rebeldes sobrevivientes tramadores serían sacados como cautivos de detrás de los muros rotos por ataque de Jerusalén para sufrir actos de juicio. Estos desdichados sobrevivientes habrían de ser arrastrados del territorio del reino de Judá, pues Jehová había dicho que “en la frontera de Israel” los juzgaría. En el punto septentrional del territorio que había sido conquistado por el rey David, a saber, en Ribla hacia Hamat, Jehová haría que fueran ejecutados por el rey babilonio que esgrimía la “espada.” Sobre esto Jeremías 52:24-27 nos informa lo siguiente:

      10. En cuanto a aquella ejecución, ¿qué dice Jeremías 52:24-27?

      10 “Además, el jefe de la guardia de corps tomó a Seraya el sacerdote principal y a Sofonías el segundo sacerdote y a los tres guardas de la puerta, y de la ciudad tomó a un oficial de la corte que era el comisionado de los hombres de guerra, y a siete hombres de los que tenían acceso al rey, que fueron hallados en la ciudad, y al secretario del jefe del ejército, el que reunía con fines militares a la gente de la tierra, y a sesenta hombres de la gente de la tierra, que fueron hallados en medio de la ciudad. De modo que tomó a éstos Nabuzaradán el jefe de la guardia de corps y los condujo al rey de Babilonia en Ribla. Y a éstos el rey de Babilonia procedió a derribarlos y a darles muerte en Ribla en la tierra de Hamat. Así Judá se fue al destierro de sobre su terreno.”

      11. ¿Qué propósito tuvo Jehová al dejar que los babilonios trataran tan severamente a su pueblo, y qué relación tuvo este propósito con el pacto de la ley mosaica?

      11 ¿Qué propósito tuvo Jehová al dejar que los “extraños” babilonios trataran a su pueblo escogido de manera tan severa y despiadada? “Y tendrán que saber que yo soy Jehová,” es Su respuesta. Dos veces, en estrecha sucesión, hace aquí esa declaración de su propósito. Su pueblo escogido estaba tratando de pasarlo por alto, y él tenía que mostrarles vigorosamente que no los había relevado del pacto sagrado en que habían entrado con él mucho tiempo atrás por medio del profeta Moisés. De hecho, aquel pacto mosaico habría de continuar en vigencia por casi 639 años después de la destrucción de Jerusalén en 607 a. de la E.C., o hasta la primavera de 33 E.C. Tenía que obligarlos a saber que todavía los llamaba a cuentas por quebrantar su parte de este pacto bilateral. Aunque invisible por ser espíritu, no habría de ser tratado como alguien que no existiera. Él era Jehová, el mismísimo Dios a quien los antepasados de ellos habían dicho repetidas veces en el monte Sinaí en Arabia: “Todo cuanto ha hablado Jehová estamos dispuestos a hacerlo.” (Éxodo 19:1-8; 24:1-7) Jehová demostraría de esta manera ante toda la creación en el cielo y en la Tierra que él fielmente vive en conformidad con su parte de cualquier contrato o pacto solemne.

      12. ¿Qué hizo Jehová para ayudarles a saber que era él quien estaba tomando aquella acción y por qué tenía que hacerlo?

      12 Debido a que Jehová por sus profetas les había advertido que traería sobre los israelitas aquellas consecuencias de quebrantar su pacto con él, sabrían que era la acción de Jehová mismo cuando estas cosas predichas realmente les sobrevinieran. Él fue muy franco cuando les señaló exactamente por qué tenía que ejecutar estos actos de juicio en ellos, diciendo: “En la frontera de Israel los juzgaré, y tendrán que saber que yo soy Jehová.” ¿Por qué? “Porque en mis disposiciones reglamentarias no anduvieron y mis juicios no pusieron por obra, sino que según los juicios de las naciones que están alrededor de ustedes, han obrado.”—Ezequiel 11:11, 12.

      POR QUÉ TAMPOCO LA CRISTIANDAD SE ESCAPARÁ DE SABER

      13. ¿En qué respectos afirma la cristiandad que es como el Israel de la antigüedad, y por lo tanto, a pesar de su hipocresía, cómo debería esperar que se le tratara?

      13 La cristiandad del día presente ha dejado que este ejemplo amonestador de la historia se pierda en cuanto a ella. Sin importar lo que opine acerca de ello hoy día, ha afirmado estar como el Israel de la antigüedad, en un convenio o pacto solemne con el Dios de la Santa Biblia. Los ejemplares de la Biblia que ha impreso y circulado por centenares de millones en más de mil idiomas establecen que su nombre divino es Jehová o Yahweh (Yavé). Solo que ella afirma que su mediador entre este Dios y los hombres es Jesucristo el Hijo de Dios, y que su pacto con Dios es el nuevo pacto. (Jeremías 31:31-34; Lucas 22:20; 1 Timoteo 2:5, 6) En todo esto, la cristiandad se comporta con hipocresía. Sin embargo, Jehová Dios la considera según sus alegaciones y pretensiones, y tiene que tratarla en armonía con ello. Él no va a dejar que ella lo represente falsa y vergonzosamente ante todo el mundo y no sea desenmascarada finalmente como hipócrita y castigada debidamente por ello.

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