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  • ¿Puede enfrentarse al desafío el gobierno humano?

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  • ¿Puede enfrentarse al desafío el gobierno humano?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
w80 15/6 págs. 5-8

¿Puede enfrentarse al desafío el gobierno humano?

HUBO un tiempo en que se enseñaba que “la Iglesia en la Tierra era el Reino de Dios.”a Esta enseñanza surgió debido a que en aquel tiempo la Iglesia Católica Romana era una fuerza dominante de alcance mundial. Hacia la conclusión de la Edad Media los papas competían con los reyes en cuanto a la autoridad política. Los papas dirigían poderosos ejércitos. En su History of the Christian Church (Historia de la iglesia cristiana), John F. Hurst explica: “Los papas emulaban el papel de los reyes, y se esforzaban al grado máximo por convertirse en árbitros de asuntos seglares.”

Los líderes de la iglesia alegaban que gobernaban por la autoridad que habían recibido de Dios. Más tarde, los reyes de diferentes naciones también alegaron que tenían derecho divino a gobernar. La New Catholic Encyclopedia (Nueva enciclopedia católica) declara: “La idea del derecho divino puso a los reyes de los estados nacionales en condición de dar a su autoridad la justificación de ser tan divina como la del papa.”

Pero, ¿pudieron los papas y otros gobernantes que alegaban gobernar por derecho divino hacer frente al desafío de suministrar buena gobernación? ¿Disfrutaron sus súbditos de vida, libertad y felicidad?

¡No, no disfrutaron de esas cosas! Más bien, aquellas gobernaciones se señalaron por terribles injusticias y opresión. Se movilizó a la gente para luchar guerras absurdas y participar en sangrientas cruzadas que arruinaron la vida y felicidad de millones de personas. Además, se llevaron a cabo crueles inquisiciones, en las cuales miles de personas murieron torturadas en las formas más horribles. De hecho, ¡qué deshonra fue para Dios el que Su reino fuera identificado con la gobernación de la iglesia, o con el reinado de reyes que alegaban gobernar por derecho divino!

LOS ESFUERZOS HUMANOS CONTINÚAN

En tiempos más cercanos a los actuales los puntos de vista religiosos fueron ajustados. “La idea de algunos escritores teológicos modernos,” explica The Dictionary of the Apostolic Church (El diccionario de la iglesia apostólica) publicado en 1916, es “que este mundo tal como lo conocemos se desarrollará bajo la influencia cristiana hasta convertirse en el Reino.” Pero, ¿ha ocurrido eso?

Durante la vida de millones de personas que todavía viven, las llamadas naciones cristianas han sido responsables de las mayores carnicerías de la historia humana. El historiador eclesiástico Roland H. Bainton comentó: “Las iglesias de los Estados Unidos adoptaron expresamente una actitud de cruzada en cuanto a la I Guerra Mundial.”

Según los clérigos norteamericanos, explicó Bainton, “aquélla era una guerra santa. . . . Los alemanes eran hunos. El matarlos era limpiar de monstruos la Tierra.”

¡Sin embargo los alemanes también alegaban ser cristianos! Así que, durante aquel mismo tiempo, el arzobispo católico de Colonia, Alemania, decía a los soldados alemanes: “Dios está con nosotros en esta lucha a favor de la justicia en la cual se nos ha envuelto en contra de nuestros deseos. Les ordenamos, en el nombre de Dios, que peleen hasta la última gota de sangre por el honor y la gloria del país.”

Poco más de 20 años después, en 1939, las naciones se envolvieron en una segunda guerra mundial. De nuevo, la mayoría de las naciones que se envolvieron en ésta alegaban ser cristianas. Está claro que el mundo tal como lo conocemos no se desarrolló bajo la influencia cristiana en dirección a llegar a ser el reino de Dios.

Sin embargo, ¿qué hay de los 35 años desde que la II Guerra Mundial terminó en 1945?

¿ESTÁN TENIENDO ÉXITO LOS ESFUERZOS ACTUALES?

Más bien que ver realizadas sus esperanzas de traer alivio, la gente hoy día ve que por todo el mundo continúan los problemas. De hecho, los fracasos humanos han adquirido una nueva proporción de seriedad, y de hecho amenazan la mismísima civilización. Considere los esfuerzos del hombre para eliminar la guerra. ¿Han tenido éxito?

¡Todo lo contrario! Desde 1945 más de 25 millones de personas han sido muertas en unas 150 guerras que se han peleado alrededor del globo terráqueo. En cualquier día dado han estado peleándose, como término medio, 12 guerras en algún lugar del mundo. Los gobiernos humanos dedican mucho más de 1.000.000.000 de dólares al día a la preparación militar, y para ello usan fondos que de otro modo podrían recibir uso provechoso en obras de construcción, de embellecimiento del terreno, educación, investigación, y así por el estilo. ¡Qué fracaso en cuanto a satisfacer las necesidades de la gente!

El uso de la razón dictaría que los gobiernos se reuniesen y concordasen en efectuar el desarme. Pero, ¿hacen ellos eso? No pueden llegar a acuerdos. Por lo tanto, continúan la carrera armamentista para mantener ‘un equilibrio de terror.’ El pasado verano el secretario de estado estadounidense, Cyrus Vance, dio una idea del poder destructor que su país tiene disponible, cuando dijo:

“Algunos de los mísiles de hoy día transportan —en un simple proyectil— hasta como cinco veces la fuerza explosiva que se arrojó desde todos nuestros bombarderos, en todo escenario de la guerra, durante toda la Segunda Guerra Mundial. Desde luego, la mayoría de nuestros proyectiles no son tan grandes. Pero en total tenemos más de 9.000 proyectiles nucleares y bombas distribuidos entre nuestros mísiles y bombarderos de largo alcance. La Unión Soviética tiene alrededor de 5.000 de éstos apuntando hacia nosotros... y puede aumentar esa cantidad en forma sorprendente. Solo uno o dos de esos proyectiles podrían destruir por completo una ciudad del tamaño de Milwaukee.”

¡Qué potencial para arruinar por completo la Tierra y toda cosa viviente que hay sobre ésta! ¿Le da un sentimiento de hallarse a salvo y seguro toda esa capacidad nuclear de sembrar la devastación? ¿Contribuye esto a la ‘vida, libertad y felicidad’ para usted y sus seres amados? Probablemente no.

Quizás a usted le preocupe más la ineptitud de los gobiernos humanos en cuanto a controlar la delincuencia. Como comentó el estadounidense Albert Szent-Gyorgyi, M.D., ganador del premio Nóbel: “En nuestro pueblo no podemos salir después de oscurecer por temor de que nos asalten o maten, y nos sentimos inseguros hasta en el hogar.” Y los gobiernos han demostrado que son impotentes en cuanto a corregir tal situación.

Además, millones de personas están muriéndose de hambre por todo el mundo. Sin embargo, en algunos lugares hay graneros repletos de alimento. Pero hasta en países donde hay excedentes de alimentos, los precios están alcanzando un alza tan vertiginosa que muchas personas no pueden comprar suficiente alimento para mantenerse saludables. El fracaso de los gobiernos humanos en cuanto a resolver este problema ciertamente es desconsolador.

Entonces, tenemos el problema energético. Hay un inmenso abastecimiento de energía que se puede renovar, y que no contamina, y éste se puede obtener del Sol, el viento, los ríos, lagos y océanos. Pero, ¿qué han hecho los gobiernos humanos? Con lamentable falta de previsión, han sometido a explotación las reservas de petróleo y gas de la Tierra que no son renovables, y al hacer eso también han envenenado hasta cierto grado el aire que respiramos.

¿A qué conclusión lleva el examinar los esfuerzos humanos por gobernar?

HAY ALGO QUE LOS SERES HUMANOS NO PUEDEN HACER

Es esto: Los seres humanos no han podido establecer un gobierno que satisfaga las necesidades de la gente. “Toda civilización que ha existido, finalmente se ha desplomado,” comentó el anterior secretario de estado norteamericano Henry Kissinger. “La historia es un cuento de esfuerzos que han fracasado, de aspiraciones que no se realizaron . . . Por lo tanto, como historiador, uno tiene que vivir con la sensación de lo inevitable que es la tragedia.”

Realmente, cuando se piensa en ello, ¿hay razón alguna para esperar que los estadistas de hoy día puedan resolver los problemas mundiales, que son mucho más complejos que los que los líderes anteriores no pudieron resolver? James M. Fallows, quien por dos años y medio sirvió de principal escritor de discursos para el presidente Carter, dijo hace poco: “Me asombra la imposibilidad casi absoluta de cambiar mucho en la gobernación. . . . Ahora me inclino a dudar de que Carter o cualquier otro presidente pueda cambiar este gobierno.”

Sin embargo, ¿deberían sorprendernos los repetidos fracasos del hombre en cuanto a su propia gobernación? No si estudiamos la Biblia. Un examen de los esfuerzos de la humanidad por gobernarse a sí misma revela la veracidad de esta declaración formal divina: “Ya lo sé, Señor, que el hombre no es dueño de sus caminos, que nadie puede establecer su propio curso.”—Jer. 10:23, Nueva Biblia Española.

Sin embargo, desde la rebelión de la primera pareja humana contra Su autoridad, el Dios Todopoderoso ha permitido que los humanos prueben diferentes gobiernos de hechura humana. ¿Por qué? Para suministrar al hombre y a los ángeles una lección objetiva. ¿Qué debería haberse aprendido de esa lección? Es justamente lo que hemos mencionado: Que los seres humanos no pueden gobernarse a sí mismos con éxito. Así que también deberíamos haber aprendido esto: Que, aunque los gobiernos de la humanidad han funcionado por permiso de Dios, los seres humanos necesitan el reino de Dios para disfrutar de la clase de mundo en que nos gustaría vivir a todos.

CÓMO VENDRÁ EL REINO DE DIOS

Sin embargo, alguien quizás proteste: “¿No tienen los seres humanos que tratar de hacer frente con éxito al desafío de la gobernación? ¿No es eso lo que Dios espera? ¿De qué otro modo podría hacerse del mundo un lugar mejor si no trabajamos para traer buena gobernación?”

En vista de la enseñanza de las iglesias en el sentido de que Dios usará al hombre para establecer su reino, esa protesta es comprensible. Pero la Biblia no enseña que el Reino haya de venir mediante esfuerzos humanos. Jesucristo rehusó que lo reclutaran para ser rey humano. Dijo: “Mi reino no es parte de este mundo.” (Juan 6:15; 18:36) The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible (La enciclopedia pictórica bíblica de Zondervan) dice correctamente:

“El reino de Dios nunca significa una acción emprendida por el hombre o una esfera de gobierno que ellos establezcan. Sin importar lo noble que pueda ser la idea de trabajar para establecer el reino de Dios, la terminología bíblica es completamente inconsecuente con el vocabulario de los teólogos liberales de hoy día. El reino es una obra divina, no un logro humano ni el logro de cristianos dedicados.”

Entonces, ¿cómo vendrá el reino de Dios en respuesta a las oraciones de los cristianos? Note cuidadosamente la respuesta que da la Biblia. Después de describir los gobiernos humanos y la futilidad de éstos, dice: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. . . . Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”—Dan. 2:44.

¿Parece eso severo o injusto de parte de Dios... el destruir los gobiernos humanos y dar paso al suyo? Esa es la impresión que pudiera dar tal acción a hombres que desearan perpetuar las inadecuadas formas de gobierno de la actualidad. Pero para las multitudes de personas que esperan con anhelo el gobierno perfecto de Dios, y que sobrevivirán, eso será causa de regocijo. Al hacer referencia a la gobernación de esos “nuevos cielos” a medida que derraman bendiciones sobre la sociedad humana en la Tierra, Jehová dice: “Alborócense y estén gozosos para siempre en lo que estoy creando.”—Isa. 65:17-19.

Entonces, de seguro, en vista del fracaso de los seres humanos en cuanto a suministrar gobernación que satisfaga las necesidades de la gente, ¿no concordamos todos en que es oportuno y apropiado el que Dios establezca la suya? Debemos desear aprender todo lo que podamos acerca del reino de Dios, y cómo podemos apoyarlo, para nuestro beneficio eterno. Con este fin, lo invitamos a considerar los siguientes artículos.

[Nota a pie de página]

a The Dictionary of the Apostolic Church, redactado por James Hastings, tomo 1, pág. 678, 1916.

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