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Testigos hasta la parte más distante de la TierraLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Capítulo 22
Parte 1: Testigos hasta la parte más distante de la Tierra
Este capítulo, dividido en cinco partes, explica cómo se ha extendido por toda la Tierra la obra de los testigos de Jehová. La Parte 1, que comprende el período que va desde los años setenta del siglo XIX hasta 1914, se presenta en las páginas 404 a 422. La sociedad humana no se ha recuperado de los efectos catastróficos de la I Guerra Mundial, que empezó en 1914. Los Estudiantes de la Biblia habían indicado tiempo atrás que en ese año terminarían los Tiempos de los Gentiles.
ANTES de ascender al cielo, Jesucristo dio a sus apóstoles la siguiente comisión: “Serán testigos de mí [...] hasta la parte más distante de la tierra”. (Hech. 1:8.) También había predicho que ‘las buenas nuevas del reino se predicarían en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones’. (Mat. 24:14.) Esa obra no se llevó a término en el siglo primero. Gran parte se ha efectuado en tiempos modernos, y el relato de lo que se ha logrado desde los años setenta del siglo XIX hasta la actualidad resulta apasionante.
Aunque Charles Taze Russell alcanzó extensa fama por sus ampliamente divulgados discursos bíblicos, su objetivo no era solo hablar ante grandes auditorios; se interesaba en la gente, en las personas mismas. Por tanto, poco después de empezar a publicar la revista Watch Tower en 1879, realizó extensas giras en las que visitaba a pequeños grupos de lectores de la revista para hablar de las Escrituras con ellos.
C. T. Russell animó a los que creían en las maravillosas promesas de la Palabra de Dios a compartirlas con otros. Aquellos a quienes les había conmovido profundamente lo que estaban aprendiendo lo hicieron con gran celo. A fin de ayudarles en su trabajo, se les suministró información impresa. A principios de 1881 se imprimieron varios tratados. Parte del contenido de estos tratados se combinó con otra información para preparar una publicación más extensa: Food for Thinking Christians (Alimento para cristianos pensadores), de la que se imprimieron 1.200.000 ejemplares para su distribución. Sin embargo, ¿cómo podría el pequeño grupo de Estudiantes de la Biblia (probablemente cien entonces) repartir tantos ejemplares?
Distribución frente a las iglesias
Entregaron algunos ejemplares a familiares y amigos. Hubo varios periódicos que accedieron a enviar un ejemplar a cada uno de sus suscriptores. (Se dio especial atención a los periódicos de edición semanal y mensual para que Food for Thinking Christians llegara a muchas personas que vivían en las zonas rurales.) No obstante, la mayoría de ejemplares se distribuyeron en varios domingos consecutivos frente a las iglesias de Estados Unidos y Gran Bretaña. Como no había suficientes Estudiantes de la Biblia para efectuar el trabajo, se contrató a otras personas para que les ayudaran.
El hermano Russell envió a Gran Bretaña a dos colaboradores suyos, J. C. Sunderlin y J. J. Bender, para que supervisaran la distribución de 300.000 ejemplares en la isla. El hermano Sunderlin se dirigió a Londres, mientras que el hermano Bender fue hacia el norte, hasta Escocia, y desde allí fue avanzando hacia el sur. Concentraron sus esfuerzos principalmente en las grandes ciudades. Mediante anuncios en los periódicos se comunicaron con hombres competentes a quienes contrataron para que consiguieran suficientes ayudantes para la distribución de los ejemplares. Tan solo en Londres se obtuvo así la ayuda de casi quinientos distribuidores. La obra se efectuó con rapidez en dos domingos consecutivos.
Aquel mismo año se invitó a algunos Estudiantes de la Biblia que podían dedicar la mitad de su tiempo o más a la obra del Señor a que sirvieran de repartidores, distribuyendo publicaciones para el estudio de la Biblia. Los repartidores, predecesores de los precursores de la actualidad, contribuyeron notablemente a la difusión de las buenas nuevas.
Durante la década siguiente el hermano Russell preparó varios tratados cuyo objetivo era facilitar la divulgación de algunas verdades bíblicas destacadas que los Estudiantes de la Biblia habían aprendido. También escribió varios tomos de la obra Millennial Dawn (La Aurora del Milenio; conocidos más tarde como Estudios de las Escrituras). Posteriormente inició una serie de viajes de evangelización a otros países.
Los viajes de Russell al extranjero
En 1891 visitó Canadá, donde habían sido tantas las personas que habían mostrado interés desde 1880, que para entonces se pudo celebrar una asamblea en Toronto, a la que asistieron 700 personas. También viajó a Europa en 1891 para tantear las posibilidades de difundir la verdad en ese continente. Visitó Irlanda, Escocia, Inglaterra, numerosos países del continente europeo, Rusia (la región conocida hoy como Moldova) y el Oriente Medio.
¿A qué conclusiones llegó al finalizar su viaje? “No vimos ninguna buena perspectiva ni disposición para la verdad en Rusia, [...] nada que nos hiciera concebir esperanzas de alguna cosecha en Italia, Turquía, Austria o Alemania —escribió—. Pero Noruega, Suecia, Dinamarca, Suiza, y sobre todo Inglaterra, Irlanda y Escocia, son campos listos para la cosecha. Parece como si estos campos estuvieran clamando: ‘¡Vengan a ayudarnos!’.” Era una época en la que la Iglesia Católica todavía prohibía la lectura de la Biblia, muchos protestantes estaban dejando sus iglesias, y gran cantidad de personas desilusionadas por las iglesias rechazaban la Biblia por completo.
Con el fin de ayudar a los que tenían hambre espiritual, después del viaje que hizo el hermano Russell en 1891, se trabajó con empeño en la traducción de las publicaciones a los idiomas europeos. Además, se dispuso que se imprimiera y almacenara información bíblica en Londres para facilitar su obtención y uso en Gran Bretaña. El campo británico demostró estar listo para la siega. En 1900 ya había nueve congregaciones y un total de 138 Estudiantes de la Biblia, entre ellos varios repartidores celosos. En otra visita del hermano Russell a Gran Bretaña en 1903, presentó el discurso “Millennial Hopes and Prospects” (Esperanzas y perspectivas del Milenio) ante un auditorio de mil personas en Glasgow, ochocientas en Londres y de quinientas a seiscientas en otras ciudades.
No obstante, pasaron diecisiete años antes de que se formara la primera congregación de Estudiantes de la Biblia en Italia, en Pinerolo, lo cual confirmó lo que el hermano Russell había percibido en su viaje. ¿Cómo fueron las cosas en Turquía? Hacia finales de los años ochenta del siglo XIX Basil Stephanoff había predicado en Macedonia, que entonces formaba parte de la Turquía europea. Aunque parecía que se había mostrado cierto interés, algunas personas que afirmaban ser hermanos dieron informes falsos, y a consecuencia de estos el hermano Stephanoff fue encarcelado. Finalmente, en 1909, una carta de un griego de Esmirna (hoy Izmir [Turquía]) informó que en esa ciudad había un grupo de personas estudiando con interés las publicaciones de la Watch Tower. En cuanto a Austria, el propio hermano Russell regresó en 1911 para discursar en Viena, pero una chusma interrumpió la reunión. La respuesta fue lenta también en Alemania. Los escandinavos, en cambio, demostraron tener más consciencia de su necesidad espiritual.
Los escandinavos difunden el mensaje entre ellos
En Estados Unidos vivía una gran cantidad de suecos. En 1883 se editó un ejemplar de muestra de la revista Watch Tower traducida al sueco para distribuirlo entre ellos. Al poco tiempo algunos suecos enviaron por correo la información a sus amigos y parientes de Suecia. En noruego no se había publicado nada todavía. No obstante, en 1892, un año después del viaje del hermano Russell a Europa, Knud Pederson Hammer, un noruego que había conocido la verdad en Estados Unidos, regresó a su país para dar testimonio personalmente a sus familiares.
En cuanto se empezó a publicar información en danés y noruego, en 1894, Sophus Winter, un americano de ascendencia danesa de 25 años, fue enviado a Dinamarca con un suministro de publicaciones para distribuirlas. Para la primavera siguiente ya había colocado 500 ejemplares de Millennial Dawn. Poco después empezaron a ayudarle en la obra unas cuantas personas que leían las publicaciones. Lamentablemente, más adelante perdió el aprecio por el gran privilegio que tenía; no obstante, hubo otros que siguieron haciendo resplandecer la luz.
Sin embargo, antes de abandonar el servicio Winter fue repartidor en Suecia por algún tiempo. Poco después, August Lundborg, un joven capitán del Ejército de Salvación, vio dos tomos de Millennial Dawn en casa de un amigo en la isla de Sturkö. Los tomó prestados y los leyó ávidamente. Como consecuencia, se dio de baja de su iglesia y empezó a compartir con otros lo que había aprendido. A otro joven, llamado P. J. Johansson, se le abrieron los ojos cuando leyó un tratado que había encontrado en un banco de un parque.
Cuando el grupo sueco empezó a crecer, algunos pasaron a Noruega para distribuir publicaciones bíblicas. Anteriormente, ya habían entrado en Noruega por correo algunas publicaciones procedentes de familiares que se hallaban en Estados Unidos. Así fue como Rasmus Blindheim inició su servicio a Jehová. Uno de los noruegos que conoció la verdad en aquellos primeros años fue Theodor Simonsen, predicador de la Misión Libre. Theodor empezó a refutar la doctrina del infierno en sus discursos en la Misión Libre. Su auditorio se ponía de pie emocionado ante tan magnífica información; pero cuando se supo que esta procedía de los libros “Millennial Dawn”, le echaron de la iglesia. No obstante, él continuó hablando de las cosas buenas que había aprendido. Otro joven que recibió algunas publicaciones fue Andreas Øiseth. En cuanto se convenció de que había hallado la verdad, dejó la granja de la familia y emprendió la obra de repartidor. Trabajó sistemáticamente el territorio hacia el norte y después hacia el sur por la zona de los fiordos, sin pasar por alto ninguna comunidad. En invierno llevaba sus suministros —alimento, ropa y publicaciones— en un trineo impulsado con el pie, y siempre había personas hospitalarias que le ofrecían un lugar donde dormir. En un período de ocho años predicó las buenas nuevas por casi todo el país.
La esposa de August Lundborg, Ebba, se trasladó de Suecia a Finlandia en 1906 para trabajar de repartidora. Por aquel entonces hubo también varios hombres que regresaron de Estados Unidos con publicaciones de la Watch Tower y empezaron a compartir con otros lo que estaban aprendiendo. Al cabo de unos cuantos años Emil Österman, que buscaba algo mejor que lo que ofrecían las iglesias, adquirió el libro El Plan Divino de las Edades. Él y su amigo Kaarlo Harteva, que también buscaba algo mejor, lo leyeron. Harteva reconoció el valor del libro y lo tradujo al finlandés. Con el respaldo económico de Österman lo publicó y los dos empezaron a distribuirlo. Hablaron en lugares públicos, hicieron visitas de casa en casa y dieron discursos en auditorios grandes atestados de gente, todo ello con un verdadero espíritu evangelizador. En Helsinki, después de desenmascarar las doctrinas falsas de la cristiandad ante un grupo de concurrentes, el hermano Harteva los desafió a utilizar la Biblia para probar la doctrina de la inmortalidad del alma. Todo el mundo miró a los clérigos presentes. Ninguno habló; nadie pudo rebatir las palabras claras de Ezequiel 18:4. Algunos de los asistentes confesaron más tarde que, después de lo que habían oído, se les había hecho difícil dormir aquella noche.
De humilde jardinero a evangelizador en Europa
A todo esto, un suizo de nombre Adolf Weber, animado por un amigo anabaptista de edad avanzada, dejó su país y se marchó a Estados Unidos en busca de un entendimiento más completo de las Escrituras. Una vez allí, y en respuesta a un anuncio, empezó a trabajar de jardinero para el hermano Russell. Con la ayuda de El Plan Divino de las Edades (disponible entonces en alemán) y de las reuniones conducidas por el hermano Russell, Adolf adquirió el conocimiento bíblico que buscaba y se bautizó en 1890. Los ‘ojos de su corazón se iluminaron’ y comprendió claramente la gran oportunidad que se le presentaba. (Efe. 1:18.) Predicó celosamente por algún tiempo en Estados Unidos y luego regresó a su tierra natal para iniciar allí la obra “en la viña del Señor”. Así pues, a mediados de los años noventa del siglo XIX estaba de regreso en Suiza compartiendo las verdades bíblicas con los que tenían corazones receptivos.
Adolf se ganaba el sustento trabajando de jardinero y guardabosques, pero su interés principal era la evangelización. Daba testimonio a sus compañeros de trabajo, así como a la gente de las ciudades y pueblos suizos cercanos. Sabía varios idiomas, entre ellos el francés, así que empezó a traducir las publicaciones de la Sociedad a esta lengua. Cuando llegaba el invierno cargaba su mochila de publicaciones bíblicas y se iba caminando a Francia, y a veces viajaba en dirección noroeste hasta Bélgica o en dirección sur hasta Italia.
A fin de llegar a las personas con las que no podía comunicarse personalmente, anunciaba las publicaciones para el estudio de la Biblia en periódicos y revistas. Elie Thérond, que vivía en el centro de Francia, respondió a uno de aquellos anuncios, se dio cuenta de que se trataba de la verdad y enseguida empezó a difundir el mensaje. En Bélgica, Jean-Baptiste Tilmant, padre, vio también un anuncio en 1901 y obtuvo dos tomos de Millennial Dawn. ¡Cómo se emocionó al ver la verdad bíblica presentada con tanta claridad! ¡Tenía que decírselo a sus amigos! Al año siguiente se reunía periódicamente en su casa un grupo para estudiar juntos. En breve la actividad de aquel pequeño grupo dio fruto, incluso en el norte de Francia. El hermano Weber se mantuvo en comunicación con ellos, visitando los diferentes grupos que iban surgiendo, fortaleciéndolos espiritualmente y dándoles instrucciones con relación a predicar las buenas nuevas.
Las buenas nuevas llegan a Alemania
Poco después de haber empezado a aparecer publicaciones en alemán, a mediados de los años ochenta del siglo XIX, algunos germanoamericanos que las valoraban comenzaron a enviarlas a sus parientes de Alemania. Una enfermera de un hospital de Hamburgo repartió unos ejemplares de Millennial Dawn en el hospital. En 1896 Adolf Weber, por su parte, puso anuncios en periódicos de edición alemana y envió tratados a Alemania desde Suiza. Al año siguiente se abrió un almacén de literatura en Alemania para facilitar la distribución de la edición alemana de la revista Watch Tower, pero los resultados se hicieron esperar. No obstante, en 1902 Margarethe Demut, que había aprendido la verdad en Suiza, se trasladó a Tailfingen, al este de la Selva Negra, y con su celosa predicación ayudó a formar uno de los primeros grupos de Estudiantes de la Biblia en Alemania. Samuel Lauper, de Suiza, se trasladó al Bergisches Land, al nordeste de Colonia, para difundir las buenas nuevas por esa región. En 1904 se celebraban reuniones en Wermelskirchen. Entre los presentes se hallaba un hombre de 80 años, Gottlieb Paas, que había estado buscando la verdad. En su lecho de muerte, poco después de empezar a celebrarse esas reuniones, Paas dijo, sosteniendo en alto una revista Watch Tower: “Esto es la verdad; no la dejen”.
La cantidad de personas interesadas en estas verdades bíblicas fue aumentando poco a poco. Aunque resultaba caro, se llegó a un acuerdo con varios periódicos del país para que en sus ediciones incluyeran ejemplares de muestra gratuitos de la revista Watch Tower. Según un informe publicado en 1905, para ese año se habían distribuido más de un millón y medio de estas muestras. Esto fue todo un logro para un grupo tan pequeño.
No todos los Estudiantes de la Biblia se conformaban con predicar en la vecindad. En una fecha tan temprana como 1907, el hermano Erler, de Alemania, hizo varios viajes a Bohemia, región que entonces formaba parte de Austria-Hungría (más tarde de Checoslovaquia). Distribuyó publicaciones que anunciaban el Armagedón y explicaban las bendiciones que después recibiría la humanidad. Para 1912 otro Estudiante de la Biblia había repartido información bíblica en la zona de Memel, perteneciente hoy a Lituania. Muchas personas acogieron con entusiasmo el mensaje en aquella ciudad, y enseguida se formaron varios grupos bastante grandes de Estudiantes de la Biblia. Pero cuando supieron que los verdaderos cristianos también deben ser testigos, el número de asistentes fue menguando. No obstante, hubo unos cuantos que demostraron ser imitadores genuinos de Cristo, “el testigo fiel y verdadero”. (Rev. 3:14.)
Mientras se hallaba en Suiza, hacia 1907, Nikolaus von Tornow, barón alemán que tenía grandes propiedades en Rusia, recibió un tratado de la Sociedad Watch Tower. Dos años después apareció en la congregación de Berlín (Alemania) ataviado con sus mejores galas y acompañado de su sirviente personal. Tardó algún tiempo en comprender por qué Dios había confiado verdades tan valiosas a gente tan modesta, pero el texto de 1 Corintios 1:26-29 le ayudó a este respecto: “Ustedes contemplan su llamamiento por él, hermanos, que no muchos sabios según la carne fueron llamados, no muchos poderosos, no muchos de nacimiento noble [...], a fin de que ninguna carne se jacte a vista de Dios”. Convencido de que había hallado la verdad, Von Tornow vendió las propiedades que tenía en Rusia y dedicó su vida y sus recursos a promover los intereses de la adoración pura.
Cuando los Herkendell, joven pareja alemana, se casaron en 1911, ella le pidió a su padre como dote dinero para una luna de miel fuera de lo común. El matrimonio tenía pensado hacer un extenso viaje que duraría meses. Pasarían la luna de miel recorriendo Rusia para predicar a las personas de habla alemana. Como muestran todos estos ejemplos, de diferentes formas gente de toda condición dio a conocer a otros lo que había aprendido sobre el propósito amoroso de Dios.
Crecimiento en el campo británico
En 1881, tras una intensa distribución de publicaciones bíblicas en Gran Bretaña, algunas personas que asistían a los servicios religiosos entendieron que debían poner en práctica lo que habían aprendido. Tom Hart, de Islington (Londres), fue una de las personas a quienes impresionó el consejo de la revista Watch Tower de salirse de las iglesias babilónicas de la cristiandad y seguir la enseñanza bíblica, en armonía con Revelación 18:4: “Sálganse de ella, pueblo mío”. Hart dejó su iglesia en 1884, y varias personas le imitaron.
Muchos de los que se reunían en los grupos de estudio llegaron a ser evangelizadores eficaces. Algunos ofrecían publicaciones bíblicas en los parques londinenses y en otros lugares donde la gente iba a pasear. Otros predicaban principalmente en los negocios. No obstante, el método más frecuente era el de hacer visitas de casa en casa.
Una suscriptora de la revista Watch Tower llamada Sarah Ferrie escribió al hermano Russell diciendo que ella y unos cuantos amigos suyos de Glasgow se ofrecían para distribuir tratados. ¡Cuál sería su sorpresa al ver aparecer ante su puerta un camión cargado con 30.000 impresos que debían repartirse gratuitamente! Enseguida pusieron manos a la obra. Minnie Greenlees y sus tres niños trabajaron mucho para distribuir información bíblica por zonas rurales de Escocia en su cochecito tirado por un poni. Más adelante, Alfred Greenlees y Alexander MacGillivray viajaron por casi toda Escocia en bicicleta repartiendo tratados. En vez de pagar a otros para que distribuyeran las publicaciones, trabajadores voluntarios dedicados lo hacían.
Su corazón los incitó a acción
Jesús dijo en una de sus parábolas que la gente que ‘oyera la palabra de Dios con un corazón excelente y bueno’ llevaría fruto. El aprecio sincero por las provisiones amorosas de Dios los impelería a llevar las buenas nuevas del Reino de Dios a otras personas. (Luc. 8:8, 11, 15.) Sin importar cuáles fueran sus circunstancias, encontrarían la manera de hacerlo.
Así ocurrió en el caso de un viajero argentino a quien un marinero italiano le había dado una parte del tratado Food for Thinking Christians. Desde un puerto peruano, el viajero escribió pidiendo más información. Su interés aumentó y en 1885 volvió a escribir desde Argentina al editor de la Watch Tower para pedir más publicaciones. Aquel mismo año, un miembro de la marina británica se llevó un número de la Watch Tower a Singapur, adonde lo habían enviado con su unidad de artilleros. Le encantó lo que aprendió en la revista y lo utilizó para dar a conocer el punto de vista bíblico sobre los temas de actualidad en aquel entonces. En 1910, un barco en el que viajaban dos cristianas arribó al puerto de Colombo (Ceilán, hoy Sri Lanka). Las hermanas aprovecharon la oportunidad para predicar al señor Van Twest, encargado de contratar las tripulaciones en el puerto. Le hablaron con entusiasmo de las cosas buenas que habían aprendido en el libro El Plan Divino de las Edades. El resultado fue que Van Twest llegó a ser Estudiante de la Biblia y así dio comienzo la predicación de las buenas nuevas en Sri Lanka.
Los que no podían viajar buscaban también maneras de transmitir las alentadoras verdades bíblicas a gente de otros países. Una carta de agradecimiento publicada en la Watch Tower en 1905 muestra que un estadounidense había enviado un libro El Plan Divino de las Edades a un hombre de Santo Tomás, isla de las Indias Occidentales entonces bajo dominio danés. Cuando leyó el libro, este hombre se arrodilló y le expresó a Dios su deseo sincero de hacer su voluntad. En 1911, una brasileña llamada Bellona Ferguson se refirió a su propio caso como “un testimonio viviente y positivo de que nadie está demasiado lejos para que le lleguen” las aguas de la verdad. Al parecer recibía las publicaciones de la Sociedad por correo desde 1899. Algún tiempo antes de la I Guerra Mundial, un alemán que había emigrado a Paraguay encontró un tratado de la Sociedad en el buzón. Pidió más información y enseguida rompió sus conexiones con las iglesias de la cristiandad. Como no había nadie más en el país para bautizarlos, él y su cuñado decidieron bautizarse el uno al otro. En verdad se estaba dando testimonio en partes distantes de la Tierra, y el testimonio estaba produciendo fruto.
También hubo Estudiantes de la Biblia que se sintieron impelidos a viajar al lugar del que ellos o sus padres procedían, para hablar a amigos y parientes sobre el maravilloso propósito de Jehová y de cómo les podía beneficiar a ellos. El hermano Oleszynski, por ejemplo, regresó en 1895 a Polonia con las buenas nuevas acerca de la “redención, la restitución y la vocación celestial”, aunque, lamentablemente, con el tiempo abandonó la obra. En 1898 un ex profesor húngaro partió de Canadá con el objetivo de difundir el urgente mensaje de la Biblia en su país de origen. En 1905 un hombre que había aceptado las enseñanzas de los Estudiantes de la Biblia en Estados Unidos regresó a Grecia para dar testimonio. Y en 1913 un joven llevó semillas de la verdad bíblica desde Nueva York hasta la ciudad natal de su familia, Ramallah, cercana a Jerusalén.
Se abre el campo en el Caribe
Mientras en Estados Unidos, Canadá y Europa aumentaba el número de evangelizadores, la verdad bíblica también se estaba arraigando en Panamá, Costa Rica, la Guayana Holandesa (hoy Surinam) y la Guayana Inglesa (hoy Guyana). Joseph Brathwaite recibió ayuda para entender el propósito de Dios en la Guayana Inglesa y se marchó a Barbados en 1905 para dedicarse por completo a enseñar a la gente de esa isla. Louis Facey y H. P. Clarke, que escucharon las buenas nuevas en Costa Rica cuando estuvieron trabajando allí, regresaron a Jamaica en 1897 para compartir su nueva fe con su gente. Los jamaiquinos que abrazaron la verdad trabajaron con celo. Tan solo en 1906 distribuyeron aproximadamente 1.200.000 tratados y otras publicaciones. Otro emigrante, que conoció la verdad cuando trabajaba en Panamá, llevó el mensaje de esperanza de la Biblia a la isla de Granada cuando regresó a ella.
La revolución mexicana de 1910-1911 fue otro factor que permitió llevar el mensaje del Reino de Dios a las personas hambrientas de la verdad. Muchos mexicanos huyeron al norte, a Estados Unidos. Allí, algunos conocieron a los Estudiantes de la Biblia, aprendieron el propósito de Jehová de traer paz duradera a la humanidad y enviaron publicaciones a México. De todas formas, el mensaje ya había llegado al país. En 1893, se publicó una carta en la revista Watch Tower en la que F. de P. Stephenson, de México, explicaba que había leído algunas publicaciones de la Sociedad Watch Tower y quería más para darlas a sus amigos de México y de Europa.
Con el fin de iniciar la predicación de la verdad bíblica y programar reuniones regulares de estudio en más tierras caribeñas, el hermano Russell envió a E. J. Coward a Panamá en 1911, y luego a las islas. El hermano Coward era un orador convincente y vivaz que con frecuencia congregaba a centenares de personas para rebatir las doctrinas del infierno y la inmortalidad del alma y para hablarles del glorioso futuro de la Tierra. Viajaba de ciudad en ciudad y de isla en isla —Santa Lucía, Dominica, San Cristóbal, Barbados, Granada y Trinidad— predicando a cuantas personas podía. También presentó discursos en la Guayana Inglesa. En Panamá conoció a W. R. Brown, celoso joven jamaiquino que más adelante le acompañó en su visita a varias islas del Caribe. El hermano Brown ayudó a abrir otros campos posteriormente.
En 1913, el propio hermano Russell discursó en Panamá, Cuba y Jamaica. En Kingston (Jamaica), se llenaron dos auditorios para escuchar una conferencia pública que presentó, y unas dos mil personas no pudieron entrar por falta de espacio. La prensa resaltó que el orador no había hablado de dinero ni se habían hecho colectas.
La luz de la verdad llega a África
A África llegó también la luz de la verdad por aquellas fechas. En 1884 llegó de Liberia una carta de un lector de la Biblia que había adquirido un ejemplar de Food for Thinking Christians y quería más para ofrecérselos a otros. Al cabo de unos cuantos años se supo que un clérigo liberiano había colgado los hábitos para poder enseñar las verdades bíblicas que estaba aprendiendo de la revista Watch Tower, y que un grupo de Estudiantes de la Biblia estaba celebrando reuniones con regularidad en el país.
Un ministro de la Iglesia Reformada Holandesa a quien enviaron de Holanda a Sudáfrica en 1902 se llevó algunas obras de C. T. Russell a su nuevo destino. Aunque él no les sacó mucho provecho, Frans Ebersohn y Stoffel Fourie, que las vieron en su biblioteca, sí lo hicieron. Unos pocos años más tarde dos celosas Estudiantes de la Biblia emigraron de Escocia a Durban (Sudáfrica), lo que reforzó el grupo de personas que mostraban interés en aquella zona.
Entre los que adquirieron publicaciones escritas por el hermano Russell y luego utilizaron parte de ellas para enseñar a otros estuvieron algunos, triste es decirlo, como Joseph Booth y Elliott Kamwana, que intercalaron sus propias ideas con el propósito de fomentar cambios en el orden social. Como resultado de esto, algunos observadores de Sudáfrica y Nyasalandia (después Malaui) llegaron a conclusiones erróneas sobre la identidad de los verdaderos Estudiantes de la Biblia. Sin embargo, muchos escucharon y respondieron con aprecio al mensaje que proclamaba el Reino de Dios como la solución a los problemas de la humanidad.
No obstante, habría que esperar algún tiempo para que se predicara extensamente en el continente africano.
Hacia el Oriente y las islas del Pacífico
Poco después de empezar a distribuirse las publicaciones bíblicas de C. T. Russell en Gran Bretaña, llegaron también al Oriente. En 1883, la misionera presbiteriana C. B. Downing, que vivía en Chefu o Yantai (China), recibió un ejemplar de la Watch Tower. Le pareció muy interesante lo que decía la revista respecto a la restitución y se la dejó a otros misioneros, entre ellos Horace Randle, que tenía conexiones con la Junta Misional de la Iglesia Bautista. El interés de este creció cuando, algún tiempo después, leyó un anuncio de Millennial Dawn en el diario londinense Times. La señorita Downing le envió un ejemplar, y su propia madre le envió otro desde Inglaterra. Al principio la lectura del libro le produjo una conmoción. Sin embargo, en cuanto se convenció de que la Trinidad no se enseña en la Biblia, abandonó la Iglesia Bautista y empezó a compartir con otros misioneros lo que había aprendido. En 1900 informó que había enviado 2.324 cartas y unos 5.000 tratados a misioneros que se hallaban en China, Japón, Corea y Siam (Tailandia). En aquel tiempo en el Oriente se estaba dando testimonio principalmente a los misioneros de la cristiandad.
Durante aquel mismo período se estaban sembrando también las semillas de la verdad en Australia y Nueva Zelanda. Posiblemente en 1884, o poco después, llegó a Australia la primera “semilla” por medio de un hombre a quien un Estudiante de la Biblia le había predicado en un parque de Inglaterra. Algunos amigos y parientes de ultramar enviaron más “semillas” por correo.
A los pocos años de haberse formado la Commonwealth de Australia en 1901, ya había cientos de suscriptores de la Watch Tower allí. Los que consideraban que era un privilegio llevar la verdad a otros enviaron miles de tratados a aquellos cuyos nombres aparecían en el censo electoral. También distribuyeron tratados por las calles y lanzaron paquetes de tratados desde las ventanas del tren a los trabajadores y a los labradores solitarios que vivían en zonas remotas a lo largo de las líneas del ferrocarril. Se avisaba a la gente que los Tiempos de los Gentiles terminarían en 1914. Arthur Williams, padre, de Australia Occidental, hablaba sobre el particular con todos los clientes de su tienda e invitaba a los interesados a ir a su casa para profundizar en el tema.
No se sabe quién llevó la verdad bíblica por primera vez a Nueva Zelanda. Sin embargo, para 1898 Andrew Anderson, residente en aquel país, había leído lo suficiente de las publicaciones de la Watch Tower como para sentirse impulsado a difundir la verdad en calidad de repartidor. En 1904 se unieron a él otros repartidores que llegaron de Estados Unidos, y también empezó a recibir apoyo de la sucursal que la Sociedad abrió en Australia aquel mismo año. La esposa del señor Thomas Barry, de Christchurch, aceptó seis tomos de Estudios de las Escrituras que le ofreció uno de los repartidores. Su hijo Bill los leyó en 1909 durante un viaje de seis semanas en barco a Inglaterra, y se dio cuenta de que lo que decían era la verdad. Andando el tiempo, el hijo de Bill, Lloyd, llegó a ser miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová.
Uno de los predicadores celosos de aquellos primeros días fue Ed Nelson, quien, aunque no se caracterizaba por tener mucho tacto, se dedicó por completo durante cincuenta años a difundir el mensaje del Reino desde el extremo norte de Nueva Zelanda hasta el extremo sur. Unos cuantos años después se unió a él Frank Grove, quien compensó su vista deficiente ejercitando la memoria y también fue precursor por más de cincuenta años hasta su muerte.
Gira mundial para fomentar la predicación de las buenas nuevas
Entre 1911 y 1912 se dio otro paso importante para ayudar a la gente del Oriente. La Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia (IBSA) envió al Oriente un comité de siete hombres, encabezado por C. T. Russell, para que tanteara el terreno. Adondequiera que fueron hablaron del propósito de Dios de bendecir a la humanidad mediante el Reino Mesiánico. Algunas veces tuvieron poco público, pero en las Filipinas y en la India hablaron ante miles de personas. No apoyaron la campaña de recaudación de fondos para la conversión del mundo que la cristiandad llevaba a cabo en aquel tiempo. Aclararon que los misioneros de la cristiandad dedicaban sus recursos principalmente a fomentar la educación seglar. Sin embargo, el hermano Russell estaba convencido de que lo que la gente necesitaba era “el Evangelio de la amorosa provisión divina del Reino venidero del Mesías”. Los Estudiantes de la Biblia no pretendían convertir al mundo, pues por su estudio de las Escrituras entendían que lo que se había de hacer entonces era dar un testimonio con el objetivo de recoger “un grupo de elegidos de todas las naciones, pueblos, tribus y lenguas para formar parte de la clase de la Novia [de Cristo], para sentarse con Él en Su trono durante los mil años y cooperar en la labor de elevar a la raza humana”.a (Rev. 5:9, 10; 14:1-5.)
Después de su paso por Japón, China, Filipinas y otros lugares, los miembros del comité recorrieron 6.400 kilómetros más por la India. Ya en 1887 se habían recibido cartas en las que personas que residían en la India alababan las publicaciones de la Sociedad. Además, un joven que había conocido al hermano Russell y había aprendido la verdad mientras estudiaba en Estados Unidos estuvo predicando a la población de habla tamil desde 1905. Este joven ayudó a formar unos cuarenta grupos de estudio de la Biblia en el sur de la India. No obstante, aunque había predicado a otros, él mismo fue desaprobado por abandonar las normas cristianas. (Compárese con 1 Corintios 9:26, 27.)
Por aquel entonces A. J. Joseph, de Travancore (Kerala), recibió uno de los tomos de Estudios de las Escrituras en respuesta a una pregunta que le había hecho por carta a un conocido adventista. El libro contestó satisfactoriamente y con base bíblica sus preguntas sobre la Trinidad. En breve, él y otros parientes suyos empezaron a predicar sus nuevas creencias en los arrozales y cocotales del sur de la India. Después de la visita del hermano Russell en 1912, el hermano Joseph emprendió el servicio de tiempo completo. Viajó en trenes, carretas de bueyes, barcazas y a pie distribuyendo publicaciones bíblicas. Cuando daba discursos públicos, el clero y sus seguidores solían interrumpirle. En una ocasión en que estaba discursando en Kundara, un sacerdote “cristiano” incitó a sus seguidores a interrumpir la reunión y a tirar estiércol al hermano Joseph. Atraído por el escándalo, un hindú influyente fue a ver qué ocurría y le preguntó al sacerdote: ‘¿Es esto lo que Cristo enseñó a sus seguidores a hacer, o se están comportando ustedes, más bien, como los fariseos del tiempo de Jesús?’. El sacerdote cesó de acosarlo.
Antes de que el comité de la IBSA finalizara su gira mundial de cuatro meses, el hermano Russell decidió que R. R. Hollister sería el representante de la Sociedad en el Oriente y se encargaría de la difusión del mensaje de la amorosa provisión divina del Reino Mesiánico en esa parte del planeta. Se prepararon tratados especiales en diez idiomas, y distribuidores nativos repartieron millones de estos por la India, China, Japón y Corea. Luego se tradujeron algunos libros a cuatro de estos idiomas para que los que se interesaban en el mensaje pudieran disponer de más alimento espiritual. Se había abierto un campo inmenso, y quedaba mucho por hacer. No obstante, los resultados obtenidos hasta aquel momento eran sorprendentes.
Se dio un testimonio impresionante
Antes de que se iniciaran los horrores de la I Guerra Mundial, se había dado un buen testimonio por toda la Tierra. El hermano Russell había hablado en cientos de ciudades de Estados Unidos y Canadá, había viajado varias veces a Europa y había pronunciado conferencias en Panamá, Jamaica y Cuba, así como en las principales ciudades del Oriente. Decenas de miles de personas habían escuchado sus conmovedores discursos bíblicos y le habían visto responder con las Escrituras a las preguntas que tanto amigos como enemigos le hacían en público. Toda esta actividad había suscitado mucho interés, por lo que miles de periódicos estadounidenses, europeos, sudafricanos y australianos publicaban con regularidad los sermones del hermano Russell. Los Estudiantes de la Biblia habían distribuido millones de libros y centenares de millones de tratados y otros impresos en 35 idiomas.
Pese a lo destacado de su papel, el hermano Russell no era el único que predicaba. Por todo el globo terráqueo otros servían en unión como testigos de Jehová y de su Hijo, Jesucristo. No todos eran oradores públicos. Era gente de toda condición que se valía de cualquier medio a su alcance para difundir las buenas nuevas.
En enero de 1914, a menos de un año del fin de los Tiempos de los Gentiles, se dio otro testimonio intenso con el “Foto-Drama de la Creación”, que destacaba de una forma completamente nueva el propósito de Dios para la Tierra. El “Foto-Drama de la Creación” era una presentación de hermosas diapositivas pintadas a mano y películas con sonido sincronizado. La prensa estadounidense informó que cientos de miles de personas asistían a la proyección en ese país cada semana. Un año después de su estreno, la concurrencia total en Estados Unidos y Canadá había ascendido a casi ocho millones de personas. En Londres (Inglaterra), multitudes llenaron a rebosar la Opera House y el Royal Albert Hall durante la proyección del “Foto-Drama”, que constaba de cuatro partes de dos horas de duración cada una. En solo medio año, más de 1.226.000 personas vieron la presentación en 98 ciudades de las islas británicas. En Alemania y Suiza las salas que la proyectaron se llenaron a rebosar. En Escandinavia y en el sur del Pacífico hubo también un numeroso público presente.
¡Qué testimonio tan amplio, intenso y extraordinario se dio durante las primeras décadas de la historia moderna de los testigos de Jehová! No obstante, la obra no había hecho más que comenzar.
A principios de los años ochenta del siglo XIX solo difundían la verdad bíblica unos cuantos cientos de personas. En 1914, según los registros, participaron en la obra alrededor de 5.100. Quizás hubo otros que distribuyeron tratados de vez en cuando. Los obreros eran relativamente pocos.
Para finales de 1914 este pequeño grupo de evangelizadores había proclamado de diferentes formas el Reino de Dios en 68 países, y su obra de predicar y enseñar la Palabra de Dios estaba afianzada prácticamente en treinta de estos países.
Antes del fin de los Tiempos de los Gentiles se habían distribuido millones de libros y cientos de millones de tratados. Además, para 1913 unos dos mil periódicos publicaban con regularidad sermones de C. T. Russell, y en el año 1914 más de nueve millones de personas de tres continentes vieron el “Foto-Drama de la Creación”.
Se había dado un testimonio asombroso, sin duda. Sin embargo, aquello era solo el comienzo.
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Testigos hasta la parte más distante de la TierraLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Capítulo 22
Parte 2: Testigos hasta la parte más distante de la Tierra
Las páginas 423 a 443 comprenden la historia de la proclamación del Reino desde 1914 hasta 1935. Los testigos de Jehová anuncian que en 1914 Jesucristo fue entronizado como Rey celestial con autoridad sobre las naciones. Cuando estuvo en la Tierra, Jesús predijo que parte de la señal de su presencia en el poder del Reino sería la predicación mundial del mensaje del Reino pese a intensa persecución. ¿Qué ocurrió en realidad durante los años que siguieron a 1914?
LA I Guerra Mundial envolvió rápidamente a Europa en 1914. Luego fue avanzando de país en país hasta abarcar aproximadamente el 90% de la población mundial. ¿Qué repercusión tuvo la guerra en la predicación de los siervos de Jehová?
Los oscuros años de la I Guerra Mundial
Durante los primeros años de la guerra no hubo apenas problemas para efectuar la predicación en ningún país, excepto en Alemania y Francia. Se distribuyeron tratados con toda libertad en muchos lugares y se siguió exhibiendo el “Foto-Drama”, aunque no tan extensamente después de 1914. Al intensificarse la fiebre bélica, el clero de las Indias Occidentales Británicas esparció el rumor de que E. J. Coward, representante de la Sociedad Watch Tower, era un espía alemán, de modo que le ordenaron que se marchara. Cuando en 1917 se empezó a distribuir el libro The Finished Mystery (El misterio terminado), la oposición se hizo general.
Hubo tal demanda del libro entre el público, que en solo unos cuantos meses la Sociedad tuvo que multiplicar por diez el pedido original que había hecho a los impresores. Pero el clero de la cristiandad, enfurecido al ver que se desenmascaraban sus doctrinas falsas, se aprovechó de la histeria de la guerra para denunciar a los Estudiantes de la Biblia a las autoridades. En Estados Unidos, se formaron chusmas que atacaron y cubrieron con plumas a hombres y mujeres conocidos por distribuir las publicaciones de los Estudiantes de la Biblia. En Canadá se efectuaron registros en las casas y a aquellos en cuya posesión se encontraron ciertas publicaciones de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia les impusieron multas elevadas o los encarcelaron. Con todo, Thomas J. Sullivan, que estaba entonces en Port Arthur (Ontario), informó que en una ocasión en que lo metieron en prisión por una noche, la policía se llevó algunas de las publicaciones prohibidas para sí y sus amigos, y de esa manera distribuyeron todas las existencias, que ascendían a unos quinientos o seiscientos ejemplares.
La oficina central de la Sociedad Watch Tower también fue atacada, y varios miembros del personal administrativo recibieron sentencias de prisión largas. A sus enemigos les pareció que se había dado un golpe de muerte a los Estudiantes de la Biblia. Prácticamente se dejó de predicar de forma abierta al público.
No obstante, hasta los Estudiantes de la Biblia que estaban recluidos en prisión encontraron maneras de hablar a otros presos del propósito de Dios. Cuando los directores principales de la Sociedad y sus colaboradores llegaron a la prisión de Atlanta (Georgia), les prohibieron predicar. Pero ellos hablaban de la Biblia entre sí, y su conducta y su forma de vida atrajo a otros. Unos cuantos meses después, el vicedirector de la cárcel les asignó la instrucción religiosa de otros presos. El número de asistentes a las clases fue aumentando hasta alcanzar unos noventa.
Otros cristianos leales también se las ingeniaron para hablar a otras personas durante los años de la guerra. A veces el resultado de esto fue que se llevó el mensaje del Reino a países donde todavía no se habían predicado las buenas nuevas. En 1915, por ejemplo, un Estudiante de la Biblia colombiano que vivía en Nueva York envió el libro El Plan Divino de las Edades a un hombre que vivía en Bogotá (Colombia). Unos seis meses después llegó una carta de Ramón Salgar. Este había estudiado el libro meticulosamente y le había gustado tanto que quería 200 ejemplares para repartirlos. El hermano J. L. Mayer, de Brooklyn (Nueva York), envió también muchos ejemplares del Mensuario de los Estudiantes de la Biblia en español. Una buena cantidad de estos fueron a España. Y cuando Alfred Joseph se trasladó de Barbados a Sierra Leona (África occidental) con un contrato de trabajo, aprovechó las ocasiones que se le presentaron para hablar de las verdades bíblicas que acababa de aprender.
A los repartidores por lo general les resultaba más difícil efectuar su ministerio, pues este incluía visitar hogares y negocios. Pero hubo varios que habían ido a El Salvador, Honduras y Guatemala, y en 1916 estaban transmitiendo verdades vivificantes a las gentes de aquellos lugares. Durante este período Fanny Mackenzie, repartidora de nacionalidad británica, hizo dos viajes en barco al Oriente, deteniéndose en China, Japón y Corea para distribuir información bíblica, y después siguió cultivando por correspondencia el interés que halló en algunas personas.
No obstante, según los registros existentes, en 1918 la cantidad de Estudiantes de la Biblia que predicaban las buenas nuevas había descendido en un 20% por todo el mundo en comparación con la de 1914. Después del maltrato que sufrieron durante los años de la guerra, ¿persistirían en su ministerio?
Se les infunde nueva vida
El 26 de marzo de 1919 el presidente de la Sociedad Watch Tower y sus colaboradores fueron liberados de su injusta condena de cárcel, y de inmediato se hicieron planes para continuar la proclamación mundial de las buenas nuevas del Reino de Dios.
En una asamblea general celebrada en Cedar Point (Ohio) en septiembre de aquel año, J. F. Rutherford, entonces presidente de la Sociedad, dio un discurso en el que subrayó que la obra de verdadera importancia para los siervos de Jehová era la de anunciar la gloriosa llegada del Reino Mesiánico de Dios.
De todas formas, eran muy pocas las personas que participaban entonces en la obra. Algunos que por temor habían dejado de predicar durante 1918 volvieron a estar activos, y unos cuantos más se unieron a ellos. No obstante, los registros existentes muestran que en 1919 había solo unos 5.700 proclamadores activos en 43 países. Sin embargo, Jesús había predicho: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones”. (Mat. 24:14.) ¿Cómo se efectuaría tal obra? Ellos no lo sabían, y desconocían también por cuánto tiempo se seguiría predicando. Pero los que servían a Dios lealmente anhelaban continuar la obra. Confiaban en que Jehová se encargaría de que se llevara a cabo su voluntad.
Con gran celo por lo que vieron claramente expuesto en la Palabra de Dios, se pusieron a predicar. Según los datos existentes, en tres años casi se triplicó el número de proclamadores del Reino de Dios, y durante 1922 predicaron en quince países más que en 1919.
Un tema intrigante
¡Qué mensaje tan emocionante proclamaron: “Millones que ahora viven no morirán jamás”! Este había sido el tema de un discurso que el hermano Rutherford había pronunciado en 1918 y el título de un folleto publicado en 1920. De 1920 a 1925 se presentó este mismo discurso en reuniones públicas una y otra vez en más de treinta idiomas en todos los lugares del mundo donde había discursantes. En lugar de decir, como la cristiandad, que todos los buenos van al cielo, este discurso enfocaba la atención en la esperanza bíblica de vida eterna en un paraíso terrestre para la humanidad obediente. (Isa. 45:18; Rev. 21:1-5.) Y expresaba la convicción de que el cumplimiento de esa esperanza estaba muy próximo.
Los hermanos anunciaron los discursos en los periódicos y mediante carteles. El tema era intrigante. Tan solo en Alemania, el 26 de febrero de 1922 más de 70.000 personas estuvieron presentes en 121 locales. Era bastante frecuente que a un solo discurso asistieran miles de personas. En Ciudad del Cabo (Sudáfrica), por ejemplo, 2.000 personas se reunieron en la Opera House para escuchar la conferencia. En el auditorio de la universidad de la capital de Noruega, se ocuparon todos los asientos y hubo además tantas personas que no consiguieron entrar, que hora y media después se repitió el programa, y de nuevo el local se llenó por completo.
Richard Heide, de Klagenfurt (Austria), le dijo a su padre: “Voy a escuchar ese discurso sin importar lo que diga la gente. Quiero saber si son patrañas o si es verdad”. El discurso le causó una honda impresión, y en breve tanto él como su hermana y sus padres empezaron a hablar a otros de lo que habían oído.
Pero el mensaje bíblico no era solamente para los que asistían a los discursos públicos. Otros también tenían que conocerlo. No tenía que escucharlo solo el público en general, sino también los dirigentes políticos y religiosos. ¿Cómo se alcanzaría ese objetivo?
Distribución de poderosas declaraciones
Por medio de la página impresa se llegó a millones de personas que solo conocían de oídas a los Estudiantes de la Biblia y su mensaje. De 1922 a 1928 se dio un testimonio eficaz mediante siete declaraciones poderosas, resoluciones adoptadas en las asambleas anuales de los Estudiantes de la Biblia. Después de estas asambleas, se distribuyó un total de 45 a 50 millones de ejemplares impresos de la mayoría de las distintas resoluciones, lo cual fue todo un logro para el grupo tan reducido de proclamadores del Reino que servía entonces.
La resolución de 1922, titulada “Un desafío a los líderes del mundo”, invitaba a estos a que justificaran su pretensión de lograr que la humanidad viviera en paz, prosperidad y felicidad, y si no eran capaces de ello, que reconocieran que solo el Reino de Dios mediante su Mesías puede cumplir estos objetivos. En Alemania, los hermanos enviaron aquella resolución por correo certificado al káiser alemán en el exilio, al presidente y a todos los miembros de la Dieta del Imperio; también distribuyeron unos 4.500.000 ejemplares entre el público. En Sudáfrica, Edwin Scott, con un saco de resoluciones impresas cargado a la espalda y una vara en la mano para defenderse de los perros salvajes, recorrió 64 ciudades y repartió 50.000 ejemplares. Cuando los sacerdotes de la Iglesia Reformada Holandesa llamaron después a las puertas de sus feligreses para recaudar fondos, muchos de ellos les dijeron, a la vez que agitaban la resolución ante sus narices: “Léase esto y no vuelva por aquí para sacarnos dinero”.
La resolución “Eclesiásticos denunciados”, adoptada en 1924, desenmascaraba las enseñanzas y prácticas no bíblicas del clero, denunciaba su papel durante la guerra mundial e instaba a la gente a estudiar la Biblia para descubrir por sí misma las maravillosas provisiones de Dios para bendecir a la humanidad. En aquel tiempo, los impresores de Italia tenían que hacer constar su nombre en todos sus trabajos, y se les consideraba responsables de su contenido. Los Estudiantes de la Biblia que supervisaban la obra en Italia enviaron una resolución impresa a las autoridades, quienes la examinaron y enseguida autorizaron su impresión y distribución. Los impresores también accedieron a publicarla. Los hermanos italianos distribuyeron 100.000 ejemplares y se esforzaron en particular por que el Papa y otros altos cargos del Vaticano recibieran su propio ejemplar.
En Francia, el clero reaccionó violentamente cuando se distribuyó esta resolución. En Pomerania (Alemania), un sacerdote desesperado entabló un pleito contra la Sociedad y su director, pero perdió el caso cuando el tribunal escuchó toda la resolución. Para que no obstaculizaran su obra quienes no deseaban que la gente conociera la verdad, los Estudiantes de la Biblia de la provincia canadiense de Quebec repartían resoluciones por las casas de madrugada, a partir de las tres. ¡Qué emocionante fue aquella época!
Agradecidos por las respuestas satisfacientes
Durante la I Guerra Mundial a muchos armenios se les arrancó despiadadamente de sus hogares y de su país. Tan solo dos décadas antes, cientos de miles habían sido asesinados y otros habían huido para salvar la vida. Algunos de estos ya habían leído las publicaciones de la Sociedad Watch Tower en su país. Sin embargo, se dio testimonio a una cantidad mucho mayor de ellos en los países a los que llegaron como refugiados.
Después de haber vivido experiencias tan duras, muchos se preguntaban seriamente por qué permitía Dios la maldad. ¿Por cuánto tiempo la iba a permitir? ¿Cuándo terminaría el mal? Algunos agradecieron que se les dieran las respuestas satisfacientes que se hallan en la Biblia. En varias ciudades del Oriente Medio se formaron rápidamente grupos de Estudiantes de la Biblia armenios cuyo celo por la verdad bíblica afectó la vida de otras personas. Algunos compatriotas suyos que vivían en Etiopía, Argentina y Estados Unidos abrazaron las buenas nuevas y aceptaron con gusto la responsabilidad de darlas a conocer. Una de tales personas fue Krikor Hatzakortzian, precursor que divulgó en solitario el mensaje del Reino por Etiopía a mediados de los años treinta. En cierta ocasión en que unos opositores le imputaron falsos cargos, tuvo incluso la oportunidad de dar testimonio al emperador Haile Selassie.
Llevan las preciosas verdades a sus países de origen
Impulsados por un deseo ardiente de impartir las verdades bíblicas vitales, muchos regresaron a su país de origen para evangelizar. Respondieron como las personas procedentes de muchos diferentes países que se hallaban en Jerusalén en 33 E.C. y se hicieron creyentes cuando el espíritu santo hizo que los apóstoles y sus compañeros hablaran en muchas lenguas “acerca de las cosas magníficas de Dios”. (Hech. 2:1-11.) Al igual que aquellos creyentes del siglo primero, estos discípulos del día moderno también llevaron la verdad a sus lugares de origen.
Algunos hombres y mujeres que habían aprendido la verdad en Estados Unidos, Bélgica y Francia regresaron a Italia y proclamaron celosamente el mensaje del Reino en los lugares donde se establecieron. Unos repartidores del cantón suizo de Tesino, donde se habla italiano, también se trasladaron a Italia para proseguir su obra. A pesar de que eran pocos, como trabajaban unidos, llegaron rápidamente a casi todas las ciudades principales y a muchos pueblos de Italia. No contaban las horas que dedicaban a esta obra. Convencidos de que estaban predicando las verdades que Dios quería que la gente supiera, solían trabajar desde la mañana hasta la noche para comunicarse con tantas personas como fuera posible.
También hubo algunos griegos que se habían hecho Estudiantes de la Biblia en la cercana Albania y en los distantes Estados Unidos, que dieron atención a su país. Les había impresionado mucho saber que la adoración de iconos no tiene base bíblica (Éxo. 20:4, 5; 1 Juan 5:21), que los pecadores no sufren tormentos en el infierno (Ecl. 9:5, 10; Eze. 18:4; Rev. 21:8) y que el Reino de Dios es la única y verdadera esperanza de la humanidad (Dan. 2:44; Mat. 6:9, 10). Ansiaban compartir estas verdades con la gente de su país, fuera personalmente o por correo. Como resultado, en Grecia y las islas griegas empezaron a surgir grupos de testigos de Jehová.
Después de la I Guerra Mundial, miles de polacos se trasladaron a Francia para trabajar en las minas de carbón. El hecho de que hablaran una lengua diferente no hizo que las congregaciones francesas los pasaran por alto. Por el contrario, encontraron la manera de comunicar las verdades bíblicas a estos mineros y sus familias, y pronto los polacos que respondieron al mensaje excedieron en número a los Testigos franceses. En 1935, fueron expulsados de Francia por orden gubernamental 280 de ellos y regresaron a Polonia, lo cual dio un impulso a la difusión del mensaje del Reino en su país. Así pues, en 1935 hubo 1.090 proclamadores del Reino en Polonia.
Otros hermanos respondieron a la invitación de dejar su país e ir a servir en campos extranjeros.
Celosos evangelizadores europeos ayudan en campos extranjeros
Gracias a la cooperación internacional, los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) oyeron las alentadoras verdades del Reino de Dios. Durante los años veinte y treinta, celosos hermanos daneses, ingleses, finlandeses y alemanes predicaron ampliamente por esta zona. Dejaron una gran cantidad de publicaciones y dieron discursos bíblicos que escucharon miles de personas. Desde Estonia se radiaban con regularidad programas de contenido bíblico en varios idiomas que llegaban incluso a lo que entonces era la Unión Soviética.
Algunos hermanos alemanes muy dispuestos aceptaron asignaciones en lugares como Austria, Bélgica, Bulgaria, Checoslovaquia, España, Francia, Luxemburgo, los Países Bajos y Yugoslavia durante la década de los veinte y los treinta. Uno de estos hermanos fue Willy Unglaube, quien, después de servir durante un tiempo en el Betel de Alemania, ubicado en Magdeburgo, pasó a servir de evangelizador de tiempo completo en Francia, Argelia, España, Singapur, Malaysia y Tailandia.
Cuando se pidió ayuda desde Francia en los años treinta, los repartidores británicos mostraron que entendían que la comisión cristiana de predicar debía cumplirse no solo en su país, sino también en otras partes de la Tierra. (Mar. 13:10.) John Cooke fue uno de aquellos trabajadores celosos que respondieron a la llamada de Macedonia. (Compárese con Hechos 16:9, 10.) Durante las seis décadas siguientes tuvo diferentes asignaciones de servicio en Francia, España, Irlanda, Portugal, Angola, Mozambique y Sudáfrica. Su hermano Eric dejó su empleo en el Barclay’s Bank y se fue a Francia para servir de tiempo completo junto con John; posteriormente sirvió también en España e Irlanda y además fue misionero en Rhodesia del Sur (hoy Zimbabue) y Sudáfrica.
En mayo de 1926 los ingleses George Wright y Edwin Skinner aceptaron la invitación de ir a la India para ayudar en la expansión de la obra del Reino. Su asignación fue un territorio enorme que incluía todo Afganistán, Birmania (hoy Myanmar), Ceilán (hoy Sri Lanka), India y Persia (hoy Irán). Llegaron a Bombay en la temporada de las lluvias monzónicas. Sin preocuparse demasiado por su propia comodidad ni su conveniencia, se dirigieron de inmediato a rincones remotos del país para localizar y animar a Estudiantes de la Biblia que, según se sabía, vivían allí. También dejaron muchas publicaciones en manos de otras personas para estimular su interés. La obra se efectuó con intensidad. Así pues, durante 1928 los 54 proclamadores del Reino que servían en Travancore (Kerala, en el sur de la India) programaron 550 reuniones públicas a las que asistieron unas 40.000 personas. En 1929 otros cuatro precursores británicos se trasladaron a la India para ayudar en la obra. En 1931 llegaron otros tres a Bombay. Todos trabajaron arduamente para llegar a diferentes partes de este inmenso país y distribuyeron publicaciones no solo en inglés, sino también en varios idiomas nativos.
¿Qué estaba sucediendo entretanto en Europa oriental?
Una siega espiritual
Antes de la I Guerra Mundial ya se habían esparcido semillas de la verdad bíblica por Europa oriental, y algunas habían echado raíz. En 1908, Andrásné Benedek, una humilde húngara, había regresado a Austria-Hungría para enseñar a otros las cosas buenas que había aprendido. Dos años después, Károly Szabó y József Kiss habían vuelto también a ese país y estaban difundiendo la verdad bíblica especialmente en las zonas que después llegaron a conocerse como Rumania y Checoslovaquia. A pesar de la oposición violenta del clero, se formaron grupos de estudio y se predicó extensamente. Con el tiempo otros empezaron también a declarar públicamente su fe, y para 1935 ya había 348 proclamadores del Reino en Hungría.
Cuando los vencedores de la I Guerra Mundial rehicieron el mapa de Europa, Rumania quedó con casi el doble del territorio que tenía antes. Según informes de la época, en 1920 había en este país recién ampliado unos 150 grupos de Estudiantes de la Biblia con los que se asociaban 1.700 personas. En la celebración de la Cena del Señor del año siguiente, casi 2.000 personas participaron de los emblemas, indicando así que afirmaban ser hermanos de Cristo ungidos con espíritu. La cifra de participantes aumentó de forma espectacular durante los cuatro años siguientes. En 1925 hubo 4.185 presentes en la Conmemoración, y, como era costumbre entonces, la mayoría participó de los emblemas. No obstante, la fe de todos ellos sería sometida a prueba. ¿Demostrarían ser “trigo” genuino, o solo una imitación? (Mat. 13:24-30, 36-43.) ¿Efectuarían realmente la obra de predicar que Jesús había asignado a sus discípulos? ¿Perseverarían en ella a pesar de oposición intensa? ¿Se mantendrían fieles aunque otros tuvieran un espíritu similar al de Judas Iscariote?
El informe de 1935 muestra que no todos tenían la clase de fe necesaria para aguantar. En ese año solo participaron en la predicación 1.188 rumanos, aunque más del doble de esa cantidad había participado de los emblemas de la Conmemoración. Pero los fieles se mantenían ocupados en el servicio del Amo. Daban a conocer a otras personas humildes las verdades bíblicas que tanto gozo les habían proporcionado. Hicieron esto de manera notable distribuyendo publicaciones. Entre 1924 y 1935 ya habían dejado más de 800.000 libros y folletos, además de tratados, en manos de los que los deseaban.
¿Qué había sucedido mientras tanto en Checoslovaquia, que se había constituido en nación en 1918 tras la caída del Imperio austrohúngaro? Aquí prosperaba también la siega espiritual, gracias principalmente a que se predicaba de una forma más intensa aún. En un principio se había predicado en húngaro, ruso, rumano y alemán. Posteriormente, en 1922, varios Estudiantes de la Biblia regresaron de Estados Unidos para dar atención a la población de habla eslovaca, y al año siguiente un matrimonio alemán empezó a servir en el territorio checo. Regularmente se celebraban asambleas que, aunque de tamaño reducido, servían para animar y unir a los hermanos. Cuando las congregaciones se organizaron mejor para evangelizar de casa en casa en 1927, el aumento se hizo más patente. En 1932 se dio un gran impulso a la obra con la celebración en Praga de una asamblea internacional a la que asistieron unas mil quinientas personas de Checoslovaquia y países vecinos. Además, grandes multitudes vieron la versión de cuatro horas del “Foto-Drama de la Creación”, que se proyectó desde un extremo del país al otro. En el transcurso de una sola década se distribuyeron más de 2.700.000 publicaciones bíblicas entre los diversos grupos lingüísticos del país. Toda esta siembra, cultivo y riego espiritual produjo una cosecha en la que participaron 1.198 proclamadores del Reino en el año 1935.
Yugoslavia (conocida antes como el reino de los serbios, croatas y eslovenos) había surgido como consecuencia de la reorganización del territorio europeo después de la primera guerra mundial. Ya en 1923 se sabía que un grupo de Estudiantes de la Biblia predicaba en Belgrado. Algún tiempo después se presentó el “Foto-Drama de la Creación” ante concurrencias numerosas por todo el país. El número de publicadores aumentó con la llegada de algunos precursores alemanes que huían de la persecución intensa que estaban sufriendo los testigos de Jehová en Alemania. Sin preocuparse por su comodidad personal, estos precursores predicaron hasta en las regiones más remotas de este montañoso país. Hubo otros que se marcharon a Bulgaria, y se estaba haciendo lo posible para predicar las buenas nuevas también en Albania. En todos estos lugares se sembraron semillas de la verdad del Reino. Algunas de aquellas semillas dieron fruto. No obstante, tendrían que pasar años para que se produjera una cosecha mayor en estos lugares.
Más hacia el sur, en el continente africano, también estaban predicando las buenas nuevas personas que valoraban mucho el privilegio de ser testigos del Altísimo.
Brilla la luz espiritual en África occidental
Un Estudiante de la Biblia de Barbados que se había marchado a África occidental con un contrato de trabajo, escribió a la Sociedad Watch Tower de Nueva York a los siete años de su llegada para informar que había muchas personas interesadas en la Biblia en aquella zona. Unos cuantos meses más tarde, el 14 de abril de 1923, W. R. Brown y su familia llegaron a Freetown (Sierra Leona) procedentes de Trinidad en respuesta a una invitación del hermano Rutherford.
Enseguida se realizaron las gestiones necesarias para que el hermano Brown discursara en el Wilberforce Memorial Hall el 19 de abril. Asistieron a su conferencia unas quinientas personas, entre ellas la mayoría de los clérigos de Freetown. Al domingo siguiente volvió a discursar, esta vez con un tema que el hermano C. T. Russell había utilizado muchas veces: “Ida y vuelta al infierno. ¿Quiénes están allí?”. El hermano Brown empleaba diapositivas con textos bíblicos en sus discursos para que el público pudiera seguir la lectura de las citas bíblicas que intercalaba. Cuando hablaba, repetía una y otra vez: “No lo dice Brown, sino la Biblia”, por lo cual se le llegó a conocer como “Brown el de la Biblia”. Y como consecuencia de sus razonamientos bíblicos lógicos, algunos miembros destacados de las iglesias presentaron su renuncia y empezaron a servir a Jehová.
El hermano Brown viajó largas distancias para iniciar la obra del Reino en otras zonas. Con ese fin presentó muchos discursos bíblicos, distribuyó una gran cantidad de publicaciones y animó a otros a hacer lo mismo. Llevó las buenas nuevas a Costa de Oro (hoy Ghana), Liberia, Gambia y Nigeria. Desde Nigeria otros llevaron el mensaje del Reino a Benín (conocido entonces como Dahomey) y a Camerún. El hermano Brown sabía que en aquellos lugares se tenía en poca estima la llamada “religión del hombre blanco”, así que en el Glover Memorial Hall de Lagos habló sobre el fracaso de la religión de la cristiandad. Al término de la reunión los asistentes, entusiasmados, obtuvieron 3.900 libros para sí mismos y para otras personas.
Cuando el hermano Brown llegó a África occidental, solo unas pocas personas habían escuchado el mensaje del Reino. Cuando partió de allí, veintisiete años después, había más de once mil testigos de Jehová activos en la zona. Se estaban desenmascarando las falsedades religiosas; la adoración verdadera había arraigado y se estaba propagando rápidamente.
Se predica por la costa oriental africana
A principios del siglo XX algunas personas habían distribuido publicaciones de C. T. Russell por el sudeste africano, pero habían mezclado algunas de las ideas contenidas en estas con su propia filosofía. Como resultado, surgieron varios movimientos llamados Watchtower que no guardaban relación alguna con los testigos de Jehová. Algunos de estos fomentaban con sus ideas políticas revueltas entre los nativos. Durante muchos años la mala reputación de estos grupos obstaculizó la obra de los testigos de Jehová.
No obstante, algunos africanos supieron distinguir entre lo verdadero y lo falso. Los predicadores itinerantes llevaron las buenas nuevas del Reino de Dios a gente de países vecinos que hablaba idiomas africanos. La población de habla inglesa del sudeste africano recibió el mensaje principalmente por medio de contactos en Sudáfrica. Sin embargo, en algunos países a los Testigos europeos se les hizo difícil predicar a los grupos de habla africana debido a la firme oposición oficial instigada por el clero de la cristiandad. Pese a todo, la verdad se propagó, aunque muchos de los que se interesaron en el mensaje bíblico necesitaban más ayuda para aplicar correctamente lo que aprendían.
Hubo funcionarios imparciales que pusieron en duda las viles acusaciones que el clero de la cristiandad había lanzado contra los Testigos. Este fue el caso de un jefe de policía de Nyasalandia (hoy Malaui) que fue disfrazado a las reuniones de los Testigos nativos para averiguar por sí mismo qué clase de personas eran. Se llevó una buena impresión. A mediados de los años treinta el gobierno de Malaui dio permiso para que hubiera un representante europeo permanente en el país, así que se envió a Bert McLuckie y más tarde a su hermano Bill. Los dos hermanos se mantuvieron en contacto con la policía y los representantes del gobierno en los diferentes distritos, para que estos entendieran claramente en qué consistía la actividad de los testigos de Jehová y no los confundieran con los movimientos llamados falsamente Watchtower. Al mismo tiempo, con la colaboración de Gresham Kwazizirah, un Testigo local maduro, ayudaron pacientemente a los centenares que querían formar parte de las congregaciones a entender que la inmoralidad sexual, el consumo inmoderado de bebidas alcohólicas y la superstición no eran propios de un testigo de Jehová. (1 Cor. 5:9-13; 2 Cor. 7:1; Rev. 22:15.)
En 1930 había solo unos cien testigos de Jehová en todo el sur del continente africano. No obstante, se les había asignado un territorio que cubría, a grandes rasgos, toda África desde el ecuador hacia abajo y algunas regiones situadas al norte de esa línea. Para abarcar un territorio tan extenso con el mensaje del Reino se necesitaban precursores genuinos. Frank y Gray Smith eran de esa clase.
Los hermanos Smith navegaron 4.800 kilómetros hacia el este y el norte desde Ciudad del Cabo y luego continuaron durante cuatro días en automóvil por terrenos accidentados hasta llegar a Nairobi (Kenia, entonces en el África Oriental Británica). En menos de un mes dejaron en manos de la gente el contenido de 40 cajas de publicaciones bíblicas. Pero en el viaje de regreso sucedió algo lamentable: Frank murió de malaria. Sin arredrarse por esto, Robert Nisbet y David Norman salieron poco después con 200 cajas de literatura hacia Kenia, Uganda, Tanganica y Zanzíbar (las dos últimas forman Tanzania hoy) con el objetivo de predicar a cuantas personas les fuera posible. Otras expediciones similares llevaron el mensaje del Reino a las islas de Mauricio y Madagascar, en el océano Índico, y a Santa Elena, en el Atlántico. Se estaban sembrando las semillas de la verdad, pero no en todas partes brotaron y crecieron enseguida.
Ya en 1925 la predicación de las buenas nuevas pasó también de Sudáfrica a Basutolandia (hoy Lesoto), Bechuanalandia (hoy Botsuana) y Suazilandia. Unos ocho años después, cuando fueron de nuevo precursores a predicar a Suazilandia, el rey Sobhuza II de Suazilandia los recibió en audiencia. El rey reunió a su guardia personal compuesta de 100 guerreros, escuchó el testimonio completo que le dieron los hermanos y a continuación obtuvo todas las publicaciones de la Sociedad que estos tenían.
La cantidad de testigos de Jehová en aquel sector del campo mundial fue aumentando paulatinamente. Otras personas se agregaron a los pocos que habían iniciado la obra en África a principios de este siglo y, para 1935, en el continente africano 1.407 personas informaron su actividad de predicar acerca del Reino de Dios. Un buen número de ellos se hallaba en Sudáfrica y Nigeria. En Nyasalandia (hoy Malaui), Rhodesia del Norte (hoy Zambia) y Rhodesia del Sur (hoy Zimbabue) había también grupos grandes que se daban a conocer como testigos de Jehová.
Por aquella época se estaba dando atención también a los países de habla española y portuguesa.
Se cultivan los campos de habla española y portuguesa
Aún no había terminado la I Guerra Mundial cuando se empezó a publicar The Watch Tower en español. En esta aparecía la dirección de una oficina que se había abierto en Los Ángeles (California) para atender al campo hispanohablante. Algunos hermanos de la mencionada oficina dispensaron una gran ayuda a personas de Estados Unidos y de países de América Central y del Sur que se interesaban en la verdad.
En 1920 el hermano Rutherford animó a Juan Muñiz, que había empezado a servir a Jehová en 1917, a dejar Estados Unidos y regresar a España, su tierra natal, para organizar la predicación del Reino en aquel país. No obtuvo muchos resultados, pero no por falta de celo por su parte, sino porque la policía le seguía constantemente; de modo que al cabo de unos cuantos años fue trasladado a Argentina.
En Brasil ya había unos cuantos adoradores de Jehová predicando. Ocho humildes marineros habían aprendido la verdad estando de permiso en Nueva York, y cuando regresaron a Brasil a principios de 1920, se dedicaron a divulgar el mensaje bíblico.
El canadiense George Young, que fue enviado a Brasil en 1923, dio un gran estímulo a la obra. Por medio de intérpretes pronunció muchos discursos públicos en los que enseñó lo que dice la Biblia sobre el estado de los muertos, mostró que el espiritismo es demonismo y explicó el propósito de Dios para bendecir a todas las familias de la Tierra. A veces proyectaba en una pantalla los textos bíblicos que estaba analizando para que el público los leyera en su idioma nativo, con lo cual sus discursos resultaban todavía más convincentes. Aprovechando que él estaba en Brasil, Bellona Ferguson, de São Paulo, se pudo bautizar por fin junto con cuatro de sus hijos. Hacía veinticinco años que esperaba aquella ocasión. Algunos de los que abrazaron la verdad se ofrecieron entonces para ayudar a traducir las publicaciones al portugués. En poco tiempo hubo un buen suministro de publicaciones disponibles en ese idioma.
El hermano Young pasó de Brasil a Argentina en 1924 y se encargó de que se distribuyeran gratuitamente 300.000 publicaciones en español en veinticinco de las principales poblaciones del país. Aquel mismo año viajó también a Chile, Perú y Bolivia para distribuir tratados.
Al poco tiempo George Young se encaminó hacia una nueva asignación. Esta vez se trataba de España y Portugal. Después de ser presentado a los funcionarios gubernamentales por el embajador británico, consiguió permiso para que el hermano Rutherford pronunciara conferencias en Barcelona y Madrid, así como en la capital de Portugal. Más de 2.350 personas dieron su nombre y dirección en estas ciudades al terminar los discursos, pues querían más información. El discurso se publicó posteriormente en uno de los periódicos de mayor tirada de España y, además se envió por correo en forma de tratado a gente de todo el país. También se publicó en la prensa portuguesa.
De esta manera el mensaje bíblico llegó mucho más lejos de las fronteras de España y Portugal. A finales de 1925 las buenas nuevas habían penetrado en las islas de Cabo Verde (hoy República de Cabo Verde), Madera, África Oriental Portuguesa (hoy Mozambique), África Occidental Portuguesa (hoy Angola) e islas del océano Índico.
Al año siguiente se dieron pasos para publicar en el diario español La Libertad la poderosa resolución “Un testimonio a los gobernantes del mundo”. Mediante programas de radio y la distribución de libros, folletos y tratados, así como proyecciones del “Foto-Drama de la Creación”, se intensificó la difusión del mensaje. En 1932 varios precursores ingleses que respondieron a la invitación de ayudar en este campo cubrieron sistemáticamente grandes sectores de España distribuyendo información bíblica hasta que se vieron obligados a abandonar el país debido al estallido de la guerra civil.
El hermano Muñiz, a todo esto, había empezado a predicar de inmediato a su llegada a Argentina, a la vez que se ganaba el sustento reparando relojes. Predicó no solo en Argentina, sino también en Chile, Paraguay y Uruguay. A petición suya vinieron varios hermanos de Europa para predicar a la población de habla alemana. Muchos años más tarde, Carlos Ott relató que comenzaban su servicio diario a las 4.00 de la madrugada dejando tratados por debajo de las puertas de todas las casas del territorio. A lo largo de ese mismo día volvían a las casas para dar un testimonio más amplio y ofrecer más publicaciones bíblicas a los amos de casa que mostraban interés. Los ministros de tiempo completo llegaban desde Buenos Aires hasta todos los rincones del país, primero siguiendo las líneas de ferrocarril de cientos de kilómetros de longitud que partían de la capital como si fueran los dedos extendidos de una mano, y luego empleando cualquier otro medio de transporte disponible. Tenían muy poco en sentido material y pasaban muchas penalidades, pero eran ricos en sentido espiritual.
Uno de aquellos hermanos que trabajó con celo en Argentina fue el griego Nicolás Argyrós. A principios de los años treinta obtuvo algunas publicaciones de la Sociedad Watch Tower y le impresionó especialmente el folleto titulado Infierno, con subtítulos que preguntaban: “¿Qué es? ¿Quién está en él? ¿Pueden salir de él?”. Le extrañó que el folleto no representara a los pecadores asándose. ¡Qué sorpresa descubrir que el infierno de fuego era una mentira religiosa concebida para tener atemorizada a la gente, tal como lo estaba él! Sin perder tiempo comenzó a enseñar la verdad: en primer lugar, a los griegos, y después, cuando aprendió español, a los que hablaban este idioma. Cada mes dedicaba de doscientas a trescientas horas a proclamar las buenas nuevas. Recorrió a pie y en cualquier medio de transporte posible catorce de las veintidós provincias argentinas difundiendo las verdades bíblicas. Cuando pasaba de un lugar a otro dormía en una cama si alguna persona hospitalaria se la ofrecía, aunque con frecuencia tenía que pasar la noche al aire libre, o incluso en un establo donde un burro le servía de despertador.
También Richard Traub, que había conocido la verdad en Buenos Aires, tenía el espíritu de un verdadero precursor. El hermano Traub deseaba predicar las buenas nuevas en Chile, al otro lado de los Andes. En 1930, cinco años después de bautizarse, llegó a Chile. Era el único Testigo en un país de 4.000.000 de habitantes. Aunque al principio contaba solo con la Biblia para predicar, empezó a ir de casa en casa. Como no había reuniones de congregación, los domingos, a la hora en que solían celebrarse estas, caminaba hasta el monte San Cristóbal, se sentaba a la sombra de un árbol y se entregaba al estudio y a la oración. Más adelante alquiló un apartamento y empezó a invitar a la gente a las reuniones que organizó allí. En la primera reunión solo se presentó una persona, Juan Flores, quien preguntó: “¿Y cuándo vendrán los demás?”. El hermano Traub se limitó a responder: “Ya vendrán”. Y así fue; en menos de un año, trece personas empezaron a servir a Jehová y se bautizaron.
Cuatro años después, dos Testigos que nunca se habían visto se pusieron de acuerdo para ir a predicar juntas a Colombia. Después de un año de actividad productiva, Hilma Sjoberg tuvo que regresar a Estados Unidos. Kathe Palm, por su parte, se embarcó rumbo a Chile y aprovechó los diecisiete días que duró la travesía para predicar tanto a la tripulación como a los pasajeros. Durante la siguiente década predicó desde el puerto marítimo más septentrional de Chile, Arica, hasta su territorio más meridional, Tierra del Fuego. Visitaba los negocios y predicaba a los funcionarios del gobierno. Cargada con una alforja sobre los hombros para llevar las publicaciones, y con otros artículos necesarios tales como una manta para dormir, alcanzó los poblados mineros y estancias de ovejas más remotos. Esa era la vida de un verdadero precursor. Y había otras personas que tenían el mismo espíritu, algunas solteras, otras casadas, jóvenes y mayores.
Durante el año 1932 se hizo todo lo posible por difundir el mensaje del Reino por países de Latinoamérica donde se había predicado poco. Fue notable la distribución que se dio al folleto El Reino, la esperanza del mundo. Este folleto contenía un discurso que ya se había escuchado en una emisión internacional de radio. Se repartieron unos 40.000 ejemplares del discurso impreso en Chile, 25.000 en Bolivia, 25.000 en Perú, 15.000 en Ecuador, 20.000 en Colombia, 10.000 en Santo Domingo (La República Dominicana) y otros 10.000 en Puerto Rico. El mensaje del Reino se estaba proclamando de veras, y con gran intensidad.
En 1935, solo 247 personas en América del Sur habían unido sus voces para proclamar que únicamente el Reino de Dios traerá verdadera felicidad a la humanidad. Pero ¡qué tremendo testimonio estaban dando!
Llegan a zonas aún más remotas
Los testigos de Jehová no creían en modo alguno que para cumplir con su responsabilidad ante Dios bastara solo con hablar a sus vecinos, de manera que procuraron llevar las buenas nuevas a todas partes.
La gente que vivía en lugares adonde los Testigos no podían viajar entonces, podían recibir el mensaje de otras maneras. Por ejemplo, a finales de la década de los veinte los Testigos de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) enviaron por correo 50.000 folletos a todos los granjeros, fareros, guardabosques y otros que vivían en lugares de difícil acceso. Se consiguió, además, un directorio postal actualizado de toda África del Sudoeste (hoy conocida como Namibia), y se envió un ejemplar del folleto The Peoples Friend (El Amigo de la Gente) a todo aquel cuyo nombre aparecía en el directorio.
En 1929 se puso a F. J. Franske al cargo de la goleta Morton, de la Sociedad Watch Tower, y se le asignó, junto con Jimmy James, el trabajo de predicar en la península del Labrador y en todos los puertos de Terranova. En invierno, el hermano Franske solía recorrer la costa en un trineo tirado por perros. Los esquimales y los habitantes de Terranova le daban artículos de piel y pescado, entre otras cosas, a cambio de publicaciones bíblicas. Unos cuantos años después hizo lo posible por llegar a los mineros, leñadores, tramperos, rancheros e indios de los agrestes montes Caribú de la Columbia Británica. Durante todo aquel tiempo se alimentó de animales que cazaba, bayas silvestres y pan que cocía en una sartén colocada sobre una hoguera al aire libre. Posteriormente, viajó con un compañero en una barca de pescar salmón a lo largo de la costa occidental canadiense, llevando el mensaje del Reino a todas las islas, ensenadas, centros madereros, faros y poblados. Él era tan solo uno de los muchos que hacían cuanto podían por llegar a la gente de zonas remotas de la Tierra.
A finales de los años veinte Frank Day empezó un recorrido en dirección norte por los pueblos de Alaska, predicando, dejando publicaciones en manos de la gente y vendiendo lentes para ganarse la vida. Cubrió el área que se extiende desde Ketchikan hasta Nome, situadas a unos 1.900 kilómetros de distancia entre sí, pese a que tenía una pierna artificial y andaba con dificultad. Ya en 1897 un trabajador de las minas de oro había obtenido ejemplares de Millennial Dawn y de la revista Watch Tower en un viaje a California y planeaba llevárselos a su regreso a Alaska. Y en 1910 el capitán Beams, patrón de un barco ballenero, había dejado publicaciones en los puertos de Alaska a los que arribaba. No obstante, la predicación empezó a cobrar auge con los viajes veraniegos del hermano Day a Alaska durante más de doce años.
Otros dos Testigos recorrieron la costa noruega en dirección norte adentrándose en tierras árticas en una barca de motor de doce metros de eslora llamada Esther. Predicaron en islas, faros, pueblos costeros y en lugares aislados tierra adentro en las montañas. En general tuvieron una buena acogida, y en un año distribuyeron de 10.000 a 15.000 libros y folletos que explicaban el propósito de Dios para la humanidad.
Las islas oyen las alabanzas a Jehová
No solo se dio testimonio en las islas cercanas a los continentes. A principios de la década de los treinta, Sydney Shepherd pasó dos años viajando en barco por el océano Pacífico para predicar en las islas Cook y en Tahití. Entretanto, George Winton llevaba el mensaje a las Nuevas Hébridas (hoy Vanuatu), situadas más al oeste.
Por aquel mismo tiempo Joseph Dos Santos, estadounidense de ascendencia portuguesa, partió también hacia territorios donde no habían llegado las buenas nuevas. Predicó primero en las islas exteriores del archipiélago de Hawai y después emprendió un viaje de predicación alrededor del mundo. Al llegar a las Filipinas, no obstante, recibió una carta del hermano Rutherford en la que le pedía que se quedara allí para iniciar y organizar la predicación del Reino, lo cual hizo durante los quince años siguientes.
Por aquellas fechas la sucursal de la Sociedad en Australia estaba dirigiendo la atención a la obra en el sur del Pacífico. Dos precursores que partieron de Australia dieron un buen testimonio en Fiji entre 1930 y 1931. En este último año se predicó también en Samoa y en 1932 en Nueva Caledonia. Un matrimonio de precursores australianos se fue incluso a servir a China en 1933 y predicó en trece de las principales ciudades del país en los años subsiguientes.
Los hermanos australianos se dieron cuenta de que con un barco a su disposición obtendrían mejores resultados. Con el tiempo equiparon una embarcación de 16 metros de eslora a la que llamaron Lightbearer (Lumbrera, o Portaluz) que desde principios de 1935 y durante varios años sirvió de centro de operaciones para un celoso grupo de hermanos que predicaron en las Indias Orientales Holandesas (ahora Indonesia), Singapur y Malaya. La llegada del barco a un puerto siempre atraía mucho la atención, lo cual con frecuencia daba a los hermanos la oportunidad de predicar y dejar muchas publicaciones.
En el otro extremo del mundo, entretanto, dos precursoras danesas habían decidido ir de vacaciones en 1935 a las islas Feroe, en el norte del océano Atlántico. Pero su intención no era solo hacer un viaje de placer. Se llevaron miles de publicaciones y les dieron buen uso. Haciendo frente al viento, la lluvia y la hostilidad del clero, abarcaron tanto territorio de las islas habitadas como pudieron durante su viaje.
Más hacia el oeste, Georg Lindal, canadiense de ascendencia islandesa, emprendió una asignación que duró mucho más tiempo. Siguiendo la sugerencia del hermano Rutherford, se trasladó a Islandia en 1929 para servir de precursor. ¡Cuánto aguante demostró tener! Durante la mayor parte de los dieciocho años siguientes sirvió completamente solo. Visitó las ciudades y pueblos islandeses una y otra vez. Distribuyó decenas de miles de publicaciones, pero ningún islandés empezó a servir a Jehová junto con él en aquel tiempo. Tampoco hubo durante aquel período, a excepción de un solo año, ningún Testigo con quien pudiera relacionarse, hasta que finalmente, en 1947, llegaron dos misioneros de la Escuela de Galaad.
Cuando los hombres prohíben lo que Dios ordena
Con bastante frecuencia, y sobre todo desde los años veinte hasta los cuarenta, los Testigos se enfrentaban a oposición en su ministerio público, oposición instigada generalmente por el clero local y a veces por funcionarios gubernamentales.
En una zona rural al norte de Viena (Austria), los Testigos se hallaron frente a una muchedumbre de aldeanos hostiles instigados por el sacerdote del lugar, a quien apoyaba la policía. Los sacerdotes estaban decididos a impedir que los testigos de Jehová predicaran en sus pueblos. Pero los Testigos, resueltos a llevar a cabo su asignación divina, cambiaron de táctica. Regresaron otro día a los pueblos y entraron en ellos por rutas indirectas.
Pese a las amenazas y las exigencias de los hombres, los testigos de Jehová entendían que se habían comprometido con Dios a proclamar su Reino. Preferían obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres. (Hech. 5:29.) Cuando las autoridades de un lugar trataban de negar la libertad religiosa a los testigos de Jehová, estos se limitaban a traer refuerzos.
Después de haber sido detenidos repetidas veces en un sector de Baviera (Alemania) en 1929, los hermanos alquilaron dos trenes especiales. Uno partió de Berlín y el otro de Dresde, y en Reichenbach se unieron, convirtiéndose en un solo tren. A las 2.00 de la madrugada el tren entró en la zona de Ratisbona con 1.200 pasajeros que estaban impacientes por predicar. Viajar era caro, y cada uno se había pagado su propio viaje. En cada estación del ferrocarril bajaban unos cuantos. Algunos se habían llevado bicicletas para llegar a zonas rurales más apartadas. Entre todos cubrieron todo el distrito en un solo día. Al ver los resultados de su esfuerzo colectivo, recordaron la promesa de Dios a sus siervos: “Sea cual sea el arma que se forme contra ti, no tendrá éxito”. (Isa. 54:17.)
Tan celosos eran los Testigos en Alemania que se calcula que entre 1919 y 1933 distribuyeron al menos 125.000.000 de libros, folletos y revistas, así como millones de tratados. En aquel tiempo, apenas había 15.000.000 de familias en el país, así que Alemania recibió uno de los testimonios más completos de la época. En aquella parte de la Tierra se hallaba una de las mayores concentraciones de personas que afirmaban ser seguidores de Cristo ungidos con espíritu. Sin embargo, durante los años siguientes iban a experimentar también algunas de las pruebas de integridad más duras. (Rev. 14:12.)
En el año 1933 se intensificó notablemente la oposición oficial a la obra de los testigos de Jehová en Alemania. La Gestapo registró vez tras vez sus casas y la sucursal de la Sociedad. En la mayoría de los estados alemanes se prohibieron sus actividades, y hubo algunos arrestos. Se quemaron públicamente muchas toneladas de Biblias y publicaciones bíblicas de los Testigos. El 1 de abril de 1935 se aprobó una ley nacional que declaraba ilegales a los Ernste Bibelforscher (Estudiantes Sinceros de la Biblia, o testigos de Jehová) y a partir de entonces se emprendió una campaña destinada a despojarlos de sus medios de subsistencia. Los Testigos, a su vez, cambiaron todas sus reuniones para reunirse solo en grupos pequeños, empezaron a reproducir la información que usaban para estudiar la Biblia de tal modo que la Gestapo no la identificara fácilmente y adoptaron métodos de predicación que no llamaran mucho la atención.
Antes de esto, los hermanos de Italia ya vivían bajo una dictadura fascista desde 1925, y en 1929 la Iglesia Católica y el estado fascista habían firmado un concordato. En ese país se perseguía sin compasión a los cristianos verdaderos. Algunos se reunían en establos y en heniles para que no los arrestaran. En aquel tiempo había muy pocos testigos de Jehová en Italia; no obstante, en 1932 vinieron de Suiza veinte hermanos para ayudarles a difundir el mensaje del Reino. Estos efectuaron una distribución relámpago de 300.000 ejemplares del folleto El Reino, la esperanza del mundo.
En el Lejano Oriente también estaba aumentando la oposición. En Japón fueron detenidos varios testigos de Jehová. Las autoridades de Seúl (en lo que hoy es la República de Corea) y Pyongyang (en lo que hoy es la República Democrática Popular de Corea) destruyeron grandes cantidades de publicaciones bíblicas.
En 1935, en medio de toda esta oposición creciente, los testigos de Jehová entendieron claramente, a la luz de la Biblia, la identidad de la “gran muchedumbre” de Revelación 7:9-17. Este entendimiento les hizo ver que tenían que realizar una obra urgente que no habían previsto. (Isa. 55:5.) Dejaron de creer que todos los que no fueran del “rebaño pequeño” de herederos del Reino celestial tendrían en el futuro la oportunidad de poner su vida en conformidad con los requisitos de Jehová. (Luc. 12:32.) Se dieron cuenta de que había llegado el momento de hacer de estas personas discípulos con el fin de que pasaran con vida al nuevo mundo de Dios. No sabían cuánto se tardaría en recoger a esta gran muchedumbre de todas las naciones, aunque creían que el fin del sistema inicuo debía de estar muy cercano. Tampoco sabían a ciencia cierta cómo se iba a efectuar la obra en vista de que la persecución se estaba extendiendo e intensificando. Pero si de algo estaban seguros era de que, puesto que ‘la mano de Jehová no es demasiado corta’, él les ayudaría a llevar a cabo su voluntad. (Isa. 59:1.)
En el año 1935 había relativamente pocos testigos de Jehová en todo el mundo: 56.153.
En ese año predicaron en 115 países; pero en casi la mitad de estos había menos de diez Testigos. Solo dos países tuvieron más de diez mil testigos de Jehová activos (Estados Unidos, con 23.808; Alemania, donde se calcula que, de los 19.268 que habían podido informar dos años antes, quedaban 10.000). En otros siete países (Australia, Canadá, Checoslovaquia, Francia, Gran Bretaña, Polonia y Rumania) informaron entre mil y seis mil Testigos. El registro de la actividad de otros veintiún países muestra que en cada uno de estos había de cien a mil Testigos. No obstante, en ese año, el conjunto mundial de celosos Testigos dedicó 8.161.424 horas a proclamar el Reino de Dios como la única esperanza de la humanidad.
Además de los países en los que predicaron durante 1935, ya habían llevado las buenas nuevas a otros lugares, de modo que hasta entonces se había difundido el mensaje del Reino en un total de 149 países y archipiélagos.
[Comentario en la página 424]
Aunque recluidos en prisión, encontraron maneras de predicar
[Comentario en la página 425]
Anhelaban continuar la obra
[Comentario en la página 441]
Hicieron frente al viento, la lluvia y la hostilidad del clero
[Comentario en la página 442]
Antes de que se proscribiera a los “Ernste Bibelforscher”, en Alemania se dio un testimonio de gran magnitud
[Mapa/Fotografías en la página 423]
Mientras el mundo estaba envuelto en guerra, R. R. Hollister y Fanny Mackenzie llevaban un mensaje de paz a la gente de China, Japón y Corea
[Mapa]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
COREA
JAPÓN
CHINA
OCÉANO PACÍFICO
[Mapa en la página 428]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Cuando emigrantes de los países cuyos nombres aparecen en este mapa conocieron el maravilloso propósito de Dios de bendecir a la humanidad, se sintieron impelidos a llevar esas nuevas a sus países de origen
LAS AMÉRICAS
↓ ↓
AUSTRIA
BULGARIA
CHIPRE
CHECOSLOVAQUIA
DINAMARCA
FINLANDIA
ALEMANIA
GRECIA
HUNGRÍA
ITALIA
PAÍSES BAJOS
NORUEGA
POLONIA
PORTUGAL
RUMANIA
ESPAÑA
SUECIA
SUIZA
TURQUÍA
YUGOSLAVIA
[Mapa en la página 432]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Durante los años veinte y treinta, algunos evangelizadores alemanes se trasladaron a muchos países para dar testimonio
ALEMANIA
↓ ↓
AMÉRICA DEL SUR
NORTE DE ÁFRICA
ASIA
[Mapa/Fotografías en la página 435]
Precursores celosos tales como Frank Smith y su hermano Gray (foto superior) recorrieron la costa oriental de África de sur a norte difundiendo las buenas nuevas
[Mapa]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
UGANDA
KENIA
TANZANIA
SUDÁFRICA
[Mapa/Fotografía en la página 439]
Por toda África del Sudoeste (hoy Namibia) la gente recibió este folleto por correo en 1928
[Mapa]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
NAMIBIA
[Mapa/Fotografías en la página 440]
Precursores celosos viajaron por el sudeste asiático a bordo del “Lightbearer” propagando el mensaje del Reino
[Mapa]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
MALAYA
BORNEO
CÉLEBES
SUMATRA
JAVA
TIMOR
NUEVA GUINEA
AUSTRALIA
OCÉANO PACÍFICO
[Fotografías en la página 426]
El discurso “Millones que ahora viven no morirán jamás” congregó a multitudes en muchos países
[Fotografías en la página 427]
Edwin Scott distribuyó en Sudáfrica 50.000 ejemplares de “Un desafío a los líderes del mundo”
[Fotografía en la página 429]
Willy Unglaube sirvió en Europa, África y el Oriente en respuesta a la demanda de evangelizadores
[Fotografías en la página 430]
En 1992 Eric Cooke y su hermano John (sentado) llevaban cada uno más de sesenta años en el servicio de tiempo completo, tiempo durante el cual habían disfrutado de experiencias emocionantes en Europa y África
[Fotografía en la página 431]
Edwin Skinner llegó a la India en 1926 para encargarse de un territorio que comprendía cinco países; predicó fielmente en su asignación durante sesenta y cuatro años
[Fotografía en la página 433]
Alfred y Frieda Tuček, equipados con artículos de primera necesidad y publicaciones para predicar, fueron precursores en la antigua Yugoslavia
[Fotografía en la página 434]
“Brown el de la Biblia” denunció enérgicamente la adoración falsa por toda África occidental
[Fotografía en la página 436]
George Young proclamó extensamente el Reino de Dios por América del Sur, España y Portugal
[Fotografía en la página 437]
Juan Muñiz (izquierda), que llegó a América del Sur en 1924, recibió a N. H. Knorr en Argentina en la primera visita de este al país más de veinte años después
[Fotografía en la página 438]
Nicolás Argyrós predicó la verdad libertadora de la Biblia en catorce provincias argentinas
[Fotografías en la página 439]
F. J. Franske viajó por tierra y mar para llevar la verdad bíblica a poblaciones remotas
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Testigos hasta la parte más distante de la TierraLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Capítulo 22
Parte 3: Testigos hasta la parte más distante de la Tierra
Las páginas 444 a 461 contienen un informe mundial de la predicación del mensaje del Reino desde 1935 hasta 1945. El año 1935 es muy significativo por ser el año en que se identificó a la gran muchedumbre de Revelación 7:9. En relación con el recogimiento de este grupo, los testigos de Jehová llegaron a entender que la Biblia les asignaba un trabajo de una magnitud sin precedentes. ¿Cómo les fue cuando estalló la II Guerra Mundial y la mayoría de los países o los proscribieron a ellos o proscribieron sus publicaciones bíblicas?
DURANTE los años treinta, el objetivo de los testigos de Jehová al participar en el ministerio era llevar el mensaje del Reino a cuantas personas fuera posible. Si se mostraba un interés excepcional, algunos se quedaban gran parte de la noche explicando las verdades bíblicas y contestando preguntas para satisfacer a los que tenían hambre espiritual. Pero en la mayoría de los casos los Testigos se limitaban a hacer presentaciones breves que despertaran el interés del amo de casa, y dejaban que las publicaciones o los discursos bíblicos públicos hicieran el resto. Su obra consistía en informar a las personas, en sembrar semillas de la verdad del Reino.
Gran empeño en llevar las buenas nuevas a muchas personas
La obra se hacía con sentido de urgencia. Un ejemplo de ello fue Armando Menazzi, de Córdoba (Argentina), quien actuó con decisión en cuanto leyó la clara exposición de la verdad bíblica en los folletos Infierno y ¿Dónde están los muertos?, a principios de los años treinta. (Sal. 145:20; Ecl. 9:5; Hech. 24:15.) Impresionado por lo que aprendió, y estimulado por el celo de Nicolás Argyrós, vendió su taller de reparación de automóviles para dedicarse a predicar la verdad como precursor. Después, a principios de los años cuarenta animó a los Testigos de Córdoba a comprar un autobús viejo e instalar camas en él a fin de que algunos grupos de diez publicadores o más pudieran utilizarlo para hacer giras de predicación de una o dos semanas, o hasta de tres meses. Cuando se planeaban estos viajes, se daba la oportunidad de participar en ellos a diferentes hermanos y hermanas de la congregación. A cada miembro del grupo se le asignaba un trabajo: limpiar, cocinar, o pescar y cazar para conseguir alimento. En diez provincias argentinas al menos, este celoso grupo abarcó ciudades y pueblos predicando de casa en casa y llegó a las estancias dispersas.
En el campo australiano se manifestó un espíritu similar. Se dio un gran testimonio en las ciudades costeras densamente habitadas. Sin embargo, los Testigos procuraron llegar también a la gente que vivía en zonas remotas. Así, el 31 de marzo de 1936 Arthur Willis y Bill Newlands emprendieron un viaje de 19.710 kilómetros en total para llegar a los habitantes de los ranchos de ganado vacuno y ovino esparcidos por el interior del país. Hicieron la mayor parte de su recorrido por caminos abruptos a través del desierto sin árboles, con un calor sofocante y enfrentándose a fuertes tormentas de arena. Pese a todo, perseveraron. A los que mostraban interés les ponían una grabación de un discurso bíblico y les dejaban información impresa. John E. (Ted) Sewell les acompañó en viajes posteriores hasta que se ofreció para servir en el sudeste asiático.
El territorio que supervisaba la sucursal de la Sociedad en Australia se extendía mucho más allá de los límites del país. Abarcaba China y archipiélagos y naciones situados entre Tahití, al este, y Birmania (hoy Myanmar), al oeste, una franja de 13.700 kilómetros de longitud. Este territorio comprendía lugares como Hong Kong, Indochina (hoy Camboya, Laos y Vietnam), las Indias Orientales Holandesas (que incluían islas como Sumatra, Java y Borneo), Nueva Zelanda, Siam (hoy Tailandia) y Malaya. Con frecuencia sucedía que el superintendente de la sucursal, el escocés Alexander MacGillivray, llamaba a un joven y celoso precursor a su oficina y, mostrándole un mapa del territorio de la sucursal, le preguntaba: ‘¿Te gustaría ser misionero?’. A continuación señalaba una zona en la que se había predicado poco, si acaso se había predicado, y le preguntaba: ‘¿Qué te parecería iniciar la obra en este territorio?’.
A principios de la década de los treinta, algunos de aquellos precursores ya habían efectuado un gran trabajo en las Indias Orientales Holandesas (ahora Indonesia) y en Singapur. En 1935, el neozelandés Frank Dewar fue con un grupo de ellos a bordo del Lightbearer hasta Singapur. Justo antes de que la embarcación siguiera hacia la costa noroccidental de Malaya, el capitán Eric Ewins le dijo: “Bueno, Frank, aquí estamos. No podemos llevarte más lejos. Dijiste que querías ir a Siam, ¿no? Pues, ¡adelante!”. Sin embargo, Frank casi se había olvidado de Siam. Había disfrutado mucho sirviendo con el grupo de la barca. A partir de entonces se las tenía que arreglar solo.
Se detuvo en Kuala Lumpur hasta que logró conseguir suficiente dinero para continuar el viaje, pero mientras estaba allí tuvo un accidente de tráfico: un camión lo golpeó, lanzándolo de su bicicleta. Cuando se recuperó, con apenas cinco dólares en el bolsillo, tomó el tren de Singapur a Bangkok. Sin embargo, Frank confiaba en que Jehová podía proveer, así que siguió con la obra. En 1931 Claude Goodman había predicado en Bangkok por un corto período de tiempo; pero cuando Frank llegó, en julio de 1936, no había allí ningún Testigo para recibirle. Durante los años siguientes, no obstante, tuvo algunos ayudantes: los alemanes Willy Unglaube, Hans Thomas y Kurt Gruber, y el australiano Ted Sewell. Distribuyeron muchas publicaciones, aunque principalmente en inglés, chino y japonés.
Cuando uno de ellos envió una carta a la sede mundial de la Sociedad en la que decía que los hermanos necesitaban publicaciones en tai, pero que no tenían traductor, el hermano Rutherford contestó: “Yo no estoy en Tailandia, pero usted sí. Tenga fe en Jehová, trabaje diligentemente y encontrará un traductor”. Y así fue. Chomchai Inthaphan, anterior directora de la Escuela Presbiteriana para Niñas de Chiang Mai, abrazó la verdad y en 1941 empezó a traducir publicaciones bíblicas al tai.
Cuando Frank Dewar llevaba una semana predicando en Bangkok, Frank Rice, que había iniciado la obra del Reino en Java (hoy parte de Indonesia), pasó por allí de camino a su nueva asignación en lo que entonces era la Indochina Francesa. Tal como había hecho en su territorio anterior, predicó a los anglohablantes mientras aprendía la lengua nativa. Después de abarcar Saigón (actualmente la Ciudad de Ho Chi Minh), empezó a dar clases de inglés para poder comprarse un automóvil viejo que le sirviera para predicar por el norte del país. No tenía sus miras puestas en una vida cómoda, sino en los intereses del Reino. (Heb. 13:5.) Con el automóvil que compró viajó hasta Hanoi, predicando a su paso por ciudades, pueblos y casas aisladas.
Publicidad denodada
Con objeto de despertar interés en el mensaje del Reino y de hacer que la gente viera la necesidad de actuar con urgencia, los Testigos de muchos países utilizaban medios que llamaran la atención. En 1936, los Testigos de Glasgow (Escocia) empezaron a anunciar los discursos de las asambleas mediante pancartas que se colocaban sobre sí y hojas sueltas que distribuían en los centros comerciales. Dos años después, en una asamblea celebrada en Londres (Inglaterra) en 1938, se incorporó otra característica llamativa. Nathan H. Knorr y Albert D. Schroeder, que servirían juntos posteriormente como miembros del Cuerpo Gobernante, encabezaron una marcha de casi mil Testigos a lo largo del céntrico distrito comercial londinense. La mitad de los participantes en la marcha llevaba puesta una pancarta que anunciaba el discurso público “Enfréntense a los hechos”, que J. F. Rutherford iba a pronunciar en el Royal Albert Hall. Los demás Testigos, situados alternativamente entre los anteriores, llevaban carteles en las manos en los que se leía: “La religión es un lazo y un fraude”. (En aquel entonces entendían por “religión” toda forma de adoración que no estuviera en armonía con la Palabra de Dios, la Biblia.) Para neutralizar la reacción hostil de algunas personas, en otra marcha que se hizo aquella misma semana intercalaron entre los anteriores carteles, otros que decían: “Sirva a Dios y a Cristo el Rey”. Esta actividad no resultaba fácil para muchos testigos de Jehová, pero la consideraban un modo más de servir a Jehová, otra prueba de su lealtad a él.
La publicidad denodada que los testigos de Jehová daban a su mensaje no complacía a todo el mundo. El clero de Australia y Nueva Zelanda presionó a los directores de las emisoras de radio para que suspendieran todos los programas que presentaban los testigos de Jehová. En abril de 1938, cuando el hermano Rutherford iba camino de Australia para presentar un discurso por radio, ciertos funcionarios que actuaron bajo presión anularon el acuerdo al que se había llegado para que él utilizara el Ayuntamiento de Sydney y hablara por radio desde allí. Los hermanos alquilaron enseguida el Sydney Sports Grounds, y como resultado de la publicidad que la prensa dio a la oposición a la visita del hermano Rutherford, un mayor número de personas acudió a escuchar su discurso. En otras ocasiones en que se negó a los Testigos el uso de la radio, estos respondieron dando amplia publicidad a las reuniones en las que se reproducían con gramófonos los discursos del hermano Rutherford.
En Bélgica, el clero enviaba a niños para que lanzaran piedras a los Testigos, y los sacerdotes iban personalmente a las casas para recoger la información impresa que se había distribuido. Pero a algunas personas les gustaba lo que estaban aprendiendo de los testigos de Jehová, y a menudo les decían a estos: “Denme varios folletos; ¡cuando el cura venga, yo le puedo dar uno para satisfacerlo y guardar los demás para leerlos!”.
No obstante, durante los años subsiguientes se incrementó la oposición a los testigos de Jehová y al mensaje que proclamaban.
Se predica en Europa durante la guerra a pesar de la persecución
Por no renegar de su fe ni dejar de predicar, miles de testigos de Jehová alemanes, austriacos, belgas, franceses y holandeses fueron encarcelados o enviados a campos de concentración nazis, donde recibieron un trato brutal. Los que todavía disfrutaban de libertad efectuaban su ministerio con cautela. Solían predicar solo con la Biblia y ofrecían otras publicaciones únicamente cuando volvían a visitar a los que estaban interesados. Para evitar que los arrestaran, llamaban a una puerta en un edificio de apartamentos y luego se iban a otro edificio, o llamaban a una sola puerta en una calle y a continuación a otra puerta en otra calle. No se retraían en absoluto de dar testimonio.
El 12 de diciembre de 1936, solo algunos meses después de que la Gestapo arrestara a miles de Testigos y a gente interesada por todo el país en un intento de paralizar su obra, los Testigos, a su vez, llevaron a cabo una campaña. Con la velocidad del rayo metieron en los buzones de correos y por debajo de las puertas de casas de toda Alemania decenas de miles de resoluciones impresas que denunciaban el trato cruel que estaban recibiendo sus hermanos cristianos. Una hora después del inicio de la distribución, la policía se movilizó para intentar atrapar a los distribuidores, pero solo detuvieron a una docena por todo el país.
La policía no entendía cómo se podía haber efectuado tal campaña después de todo lo que había hecho el gobierno nazi para detener la obra de los Testigos. Además, empezó a sentir miedo del pueblo. ¿Por qué? Porque cuando la policía y otros oficiales uniformados fueron a las casas y preguntaron a la gente si habían recibido aquella hoja, la mayor parte dijo que no. En realidad la gran mayoría no la había recibido. Solo se habían dejado ejemplares en dos o tres casas de cada edificio. Pero la policía no lo sabía. Dio por sentado que se habían dejado en todas las casas.
Durante los meses que siguieron, los oficiales nazis negaron rotundamente los cargos que se les imputaban en aquella resolución impresa. Por consiguiente, el 20 de junio de 1937 los Testigos que continuaban en libertad distribuyeron otro mensaje, una carta abierta que contenía todo tipo de detalles sobre la persecución y en la que figuraban nombres de oficiales, así como fechas y lugares. Grande fue la consternación de la Gestapo ante aquella denuncia y ante la habilidad con que los Testigos habían realizado la distribución.
La familia Kusserow, de Bad Lippspringe (Alemania), demostró también en numerosas ocasiones aquella misma determinación de dar testimonio. Un ejemplo de ello fue lo que ocurrió cuando el régimen nazi ejecutó públicamente a Wilhelm Kusserow en Münster por negarse a transigir en su fe. Hilda, la madre de Wilhelm, fue de inmediato a la prisión y apremió a los funcionarios para que le entregaran el cuerpo. Hilda dijo a su familia: “Daremos un gran testimonio a los que lo conocieron”. En el funeral, el padre de Wilhelm, Franz, hizo una oración en la que expresó su fe en las provisiones amorosas de Jehová. Ante la sepultura, Karl-Heinz, hermano de Wilhelm, pronunció unas palabras de consuelo tomadas de la Biblia. Por todo esto se les castigó, pero lo más importante para ellos era honrar a Jehová hablando de su nombre y su Reino.
Cuando empeoraron las condiciones en los Países Bajos a causa de la guerra, los Testigos del país reorganizaron las reuniones por cautela. Empezaron a reunirse en casas privadas en grupos de solo diez personas o menos. Cambiaban frecuentemente los lugares de reunión. Cada Testigo asistía solo a su grupo y ninguno divulgaba la dirección del estudio, ni siquiera a amigos de confianza. En aquellos momentos de la historia en que poblaciones enteras se veían forzadas a abandonar sus hogares con motivo de la guerra, los testigos de Jehová sabían que la gente necesitaba recibir con urgencia el mensaje consolador que solo se halla en la Palabra de Dios, de modo que lo daban a conocer intrépidamente. Sin embargo, una carta de la sucursal recordó a los hermanos que Jesús había ejercido cautela en varias ocasiones en que se había enfrentado con opositores. (Mat. 10:16; 22:15-22.) Así que, a partir de entonces, cuando se encontraban con alguien hostil, anotaban cuidadosamente la dirección para tomar precauciones especiales la próxima vez que se trabajara en aquel territorio.
En Grecia, la población sufrió muchas penalidades durante la ocupación alemana. Los testigos de Jehová, no obstante, recibieron peores tratos como resultado de las calumnias del clero de la Iglesia Ortodoxa Griega, que instaba a la policía y a los tribunales a tomar medidas contra ellos. A muchos Testigos los encarcelaron o los expulsaron de sus ciudades y deportaron a pueblos remotos, o bien los recluyeron en prisiones de islas áridas donde las condiciones eran muy duras. Pese a todo, ellos siguieron predicando. (Compárese con Hechos 8:1, 4.) Solían hablar con la gente en los parques y jardines públicos; se sentaban junto a alguien en un banco y empezaban a hablarle del Reino de Dios. A los que mostraban mucho interés, les prestaban una valiosa publicación bíblica. La publicación se devolvía después y se utilizaba vez tras vez. Muchos amantes de la verdad aceptaron agradecidos la ayuda que les dieron los Testigos, e incluso empezaron a proclamar las buenas nuevas junto con ellos, aunque esto les acarreó una feroz persecución.
Un factor que contribuyó notablemente a que los Testigos tuvieran valor y perseveraran fue el fortalecimiento que derivaron del alimento espiritual. A pesar de que en algunas partes de Europa casi se agotaron durante la guerra los suministros de publicaciones para distribuir a otras personas, los Testigos consiguieron que circulara entre ellos información de estudio, preparada por la Sociedad con el fin de fortalecer la fe de los testigos de Jehová de todo el mundo. Arriesgando la vida, August Kraft, Peter Gölles, Ludwig Cyranek, Therese Schreiber y muchos más reprodujeron y distribuyeron información de estudio que entraba clandestinamente en Austria procedente de Checoslovaquia, Italia y Suiza. En los Países Bajos, fue un amable guardia de prisión el que le consiguió una Biblia a Arthur Winkler. Las refrescantes aguas de la verdad bíblica contenidas en La Atalaya penetraron incluso en los campos de concentración alemanes y circularon entre los Testigos que estaban allí encerrados, pese a todas las precauciones que tomó el enemigo.
La reclusión en prisiones y campos de concentración no impidió que los testigos de Jehová siguieran predicando. Estando encarcelado en Roma, el apóstol Pablo escribió: “Estoy sufriendo el mal hasta el punto de cadenas de prisión [...]. Sin embargo, la palabra de Dios no está encadenada”. (2 Tim. 2:9.) Durante la II Guerra Mundial ocurrió lo mismo en el caso de los testigos de Jehová europeos. Los guardias se fijaban en su conducta; algunos hacían preguntas, y unos cuantos se hicieron creyentes, aunque ese paso suponía la pérdida de su propia libertad. Muchos de los presos que estaban con los Testigos provenían de lugares donde apenas se habían predicado las buenas nuevas, como Rusia. Algunos de estos llegaron a ser testigos de Jehová y al terminar la guerra regresaron a su país de origen con el deseo intenso de difundir el mensaje del Reino.
La persecución despiadada y los efectos de la guerra total no impidieron que, tal como se había predicho, la gente acudiera a la gran casa espiritual de Jehová para adorarle. (Isa. 2:2-4.) De 1938 a 1945 la mayoría de los países europeos registraron aumentos importantes en la cantidad de personas que participaron públicamente en tal adoración por medio de proclamar el Reino de Dios. En Finlandia, Francia, Gran Bretaña y Suiza los Testigos aumentaron en un 100% aproximadamente. En Grecia la cantidad de proclamadores se multiplicó casi por siete y en los Países Bajos, por doce. A finales de 1945, de Alemania y Rumania todavía no se tenían datos, y solo habían llegado informes incompletos de varios países más.
La obra fuera de Europa durante la guerra
También en el Oriente los testigos de Jehová experimentaron muchas dificultades durante la guerra. En Japón y Corea muchos fueron arrestados, apaleados y torturados por abogar a favor del Reino de Dios en vez de adorar al emperador japonés. Con el tiempo perdieron completamente la comunicación con los Testigos de otros países. Muchos de ellos solo tuvieron la oportunidad de dar testimonio durante los interrogatorios o ante los tribunales. Cuando terminó la guerra, el ministerio público de los testigos de Jehová en estos países casi había cesado.
Cuando Filipinas entró en la guerra, los Testigos del país sufrieron tanto a manos de los japoneses como de las fuerzas de resistencia debido a que no apoyaban a ninguno de los dos bandos. Muchos abandonaron sus casas para que no los prendieran. Pero al ir trasladándose de un lugar a otro predicaron y prestaron publicaciones mientras las tuvieron; posteriormente utilizaron solo la Biblia. Cuando el frente de batalla retrocedió, prepararon incluso varios barcos para el transporte de grupos grandes de Testigos a islas donde se había predicado poco o no se había predicado nada.
En Birmania (hoy Myanmar), no fue la invasión japonesa, sino la presión que el clero anglicano, metodista, católico y bautista estadounidense ejerció en las autoridades coloniales, lo que llevó a que se proscribieran las publicaciones de los testigos de Jehová en mayo de 1941. Dos Testigos que trabajaban en la oficina de telégrafos vieron un telegrama que les alertó de lo que se avecinaba, así que los hermanos sacaron inmediatamente las publicaciones del almacén de la Sociedad para que no fueran confiscadas e hicieron lo posible por mandar una buena parte de ellas por tierra a China.
En aquel entonces el gobierno de Estados Unidos estaba transportando en camiones por la “ruta de Birmania” una gran cantidad de material bélico destinado a apoyar al gobierno nacionalista chino. Los hermanos trataron de reservar espacio en uno de aquellos camiones, pero se les negó. Los intentos de conseguir un vehículo en Singapur también fracasaron. No obstante, Mick Engel, el hermano que estaba al cargo del almacén de literatura de la Sociedad en Rangún (ahora Yangon), solicitó permiso a un oficial estadounidense de alto rango para transportar las publicaciones en camiones del ejército y lo obtuvo.
Con todo, cuando Fred Paton y Hector Oates le preguntaron al oficial que iba a dirigir el convoy hasta China qué espacio podían ocupar, a este casi le dio un ataque. “¿Qué? —gritó—. ¿Cómo puedo darles espacio valioso en mis camiones para sus miserables tratados cuando no tengo absolutamente ningún lugar para materiales militares y médicos que se necesitan con urgencia y que están pudriéndose aquí al descubierto?” Fred sacó calmadamente la carta de autorización de su maletín, se la mostró y le indicó que si pasaba por alto las órdenes de los oficiales de Rangún podía verse en apuros. El oficial no solo tomó medidas para transportar dos toneladas de libros, sino que puso además una furgoneta, con conductor y suministros incluidos, a disposición de los hermanos. Estos se marcharon entonces con su precioso cargamento en dirección nordeste por la peligrosa carretera de montaña hacia China. Predicaron en Pao-shan y luego en Chungking (Pahsien). Durante todo el año que pasaron en China, distribuyeron miles de tratados y publicaciones que hablaban del Reino de Jehová. Entre aquellos a quienes dieron testimonio personalmente estuvo Chiang Kai-shek, el presidente del gobierno nacionalista chino.
Mientras tanto, en Birmania se intensificaron los bombardeos, y todos los Testigos, a excepción de tres, salieron del país, la mayoría en dirección a la India. La actividad de los tres que permanecieron quedó forzosamente limitada. No obstante, siguieron predicando informalmente, y sus esfuerzos produjeron fruto después de la guerra.
A los testigos de Jehová de Norteamérica también se les presentaron grandes obstáculos durante la guerra. Los numerosos ataques de chusmas y la aplicación anticonstitucional de leyes en algunos lugares dificultaron mucho la predicación. Miles de hermanos fueron encarcelados por declararse neutrales como cristianos, lo cual, sin embargo, no frenó el ministerio de casa en casa de los Testigos. Además, a partir de febrero de 1940 fue común verlos en las calles de las zonas comerciales ofreciendo La Atalaya y Consolación (hoy ¡Despertad!). Los Testigos se volvieron más celosos incluso. Pese a sufrir una de las persecuciones más intensas jamás experimentadas en aquella parte del mundo, de 1938 a 1945 los Testigos de Estados Unidos y Canadá aumentaron a más del doble y triplicaron el tiempo que dedicaban a su ministerio público.
En muchos países que se identificaban con la Commonwealth británica (en Norteamérica, África, Asia e islas del Caribe y el Pacífico) se proscribió oficialmente a los testigos de Jehová o sus publicaciones. Uno de tales países fue Australia. Un anuncio oficial publicado en ese país el 17 de enero de 1941 por orden del gobernador general prohibía a los testigos de Jehová reunirse para adorar y hacer circular sus publicaciones o siquiera tenerlas en su poder. Los hermanos recurrieron rápidamente contra aquella proscripción ante los tribunales, ya que la ley del país lo permitía. Pero tuvieron que pasar más de dos años para que el juez Starke, del Tribunal Supremo, declarara que el reglamento en que se basaba la proscripción era “arbitrario, caprichoso y opresivo”. El Tribunal Supremo en pleno revocó la proscripción. ¿Qué hicieron los testigos de Jehová mientras tanto?
A imitación de los apóstoles de Jesucristo, ‘obedecieron a Dios como gobernante más bien que a los hombres’. (Hech. 4:19, 20; 5:29.) No dejaron de predicar. Pese a los numerosos obstáculos, organizaron incluso una asamblea en Hargrave Park, cerca de Sydney, para los días 25 al 29 de diciembre de 1941. El gobierno se negó a conceder transporte por ferrocarril a algunos hermanos, de modo que un grupo de Australia Occidental instaló en sus vehículos unidades que se alimentaban con carbón y producían gas (que les servía de combustible), y emprendió un viaje a campo traviesa de catorce días de duración, la mitad de ellos por la inhóspita llanura de Nullarbor. Llegaron sin problemas y disfrutaron del programa junto con los otros 6.000 asambleístas. Al año siguiente se celebró otra asamblea, pero esta vez los hermanos se reunieron en grupos más pequeños en 150 puntos distintos de siete ciudades grandes de todo el país, y los discursantes viajaron rápidamente de un lugar a otro.
Cuando empeoraron las condiciones en Europa en 1939, algunos ministros precursores de los testigos de Jehová se ofrecieron para servir en otros campos. (Compárese con Mateo 10:23; Hechos 8:4.) Se envió a tres precursores alemanes de Suiza a Shanghai (China). Unos cuantos precursores fueron a América del Sur. Entre los que se mandó a Brasil estuvieron Otto Estelmann, que había estado visitando y ayudando a las congregaciones de Checoslovaquia, y Erich Kattner, que había servido en la sucursal de la Sociedad Watch Tower en Praga. Su nueva asignación no era nada fácil. Descubrieron que en algunas zonas agrícolas, los Testigos se levantaban temprano y predicaban hasta las 7.00 de la mañana y más tarde reemprendían el servicio del campo hasta el anochecer. El hermano Kattner recuerda que, cuando se desplazaba de un lugar a otro, a menudo dormía al aire libre con su bolsa de predicación por almohada. (Compárese con Mateo 8:20.)
Tanto al hermano Estelmann como al hermano Kattner los había perseguido la policía secreta nazi en Europa. ¿Se vieron libres de la persecución al mudarse a Brasil? Todo lo contrario; solo un año después de su llegada los arrestaron y los tuvieron durante mucho tiempo bajo arresto domiciliario y en la cárcel a instigación de funcionarios que al parecer simpatizaban con los nazis. Los Testigos también afrontaron con frecuencia la oposición del clero católico, pero persistieron en la obra que Dios les había encomendado. Se esforzaron constantemente por llegar a ciudades de Brasil donde no se había predicado aún el mensaje del Reino.
Un análisis de la situación mundial muestra que los gobiernos de la mayoría de los países donde había testigos de Jehová proscribieron la organización o sus publicaciones durante la II Guerra Mundial. Aunque en 1938 los Testigos habían predicado en 117 países, durante los años de la guerra (1939-1945) en más de sesenta de estos países se proscribió su organización o sus publicaciones, o se expulsó a sus ministros. Hasta en los lugares donde no se les proscribió tuvieron que enfrentarse a ataques de chusmas y se les arrestó en numerosas ocasiones. Pese a todo, la predicación de las buenas nuevas no se detuvo.
Empieza a recogerse la gran muchedumbre en Latinoamérica
En febrero de 1943, en plena guerra, la Sociedad Watch Tower, pensando en la obra que debía hacerse durante la posguerra, inauguró la Escuela de Galaad en el estado de Nueva York con el fin de preparar misioneros para el servicio en el extranjero. Antes de finalizar ese año, doce de estos misioneros ya habían empezado a servir en Cuba, país que resultó ser muy productivo.
Ya en 1910 habían llegado algunas semillas de la verdad bíblica a Cuba. C. T. Russell había pronunciado un discurso en el país en 1913. J. F. Rutherford había hablado por la radio en La Habana en 1932, y la información se había retransmitido en español. Pero el crecimiento fue lento. En aquel tiempo había mucho analfabetismo y mucho prejuicio religioso en Cuba. Las primeras muestras de interés se vieron principalmente entre la población de habla inglesa procedente de Jamaica y otros lugares. En 1936 había solo 40 proclamadores del Reino en Cuba. Sin embargo, las semillas de la verdad del Reino que se habían plantado y regado comenzaron entonces a producir más fruto.
En 1934 se habían bautizado los primeros cubanos, y otros lo habían hecho poco después. A partir de 1940 se empezaron a emitir programas de radio diariamente, lo cual, aunado a la predicación denodada en las calles, aumentó la eficacia del ministerio de casa en casa. Incluso antes de la llegada de los misioneros de Galaad en 1943, ya habían abrazado las buenas nuevas 950 personas y las estaban predicando, aunque no todas lo hacían con regularidad. Durante los dos años siguientes las cifras aumentaron más deprisa aún. En 1945 Cuba contaba con 1.894 testigos de Jehová. Aunque casi todos provenían de una religión que enseñaba que todos los feligreses fieles irían al cielo, la gran mayoría de los que se hicieron testigos de Jehová aceptaron con entusiasmo la esperanza de vivir eternamente en un paraíso restaurado en la Tierra. (Gén. 1:28; 2:15; Sal. 37:9, 29; Rev. 21:3, 4.) Tan solo el 1,4% de todos ellos afirmaban ser hermanos de Cristo ungidos por espíritu.
La central mundial de la Sociedad ayudó al campo latinoamericano de otra forma. A principios de 1944, N. H. Knorr, F. W. Franz, W. E. Van Amburgh y M. G. Henschel estuvieron diez días en Cuba fortaleciendo espiritualmente a los hermanos. Durante ese tiempo se celebró una asamblea en La Habana, y se trazaron las líneas generales de una mejor coordinación de la obra de predicar. En aquel viaje los hermanos Knorr y Henschel también visitaron Costa Rica, Guatemala y México para ayudar a los testigos de Jehová de aquellos países.
En 1945 y 1946 N. H. Knorr y F. W. Franz hicieron giras que les permitieron hablar y trabajar con los Testigos de veinticuatro países comprendidos entre México y el punto más meridional de Sudamérica, así como en el Caribe. Pasaron un total de cinco meses en toda aquella zona, dando ayuda amorosa y guía. En algunos lugares se reunieron con solo un grupito de personas interesadas. A fin de que se celebraran reuniones y se participara en el servicio del campo regularmente, ayudaron a organizar las primeras congregaciones de Lima (Perú) y Caracas (Venezuela). En los lugares donde ya se celebraban reuniones asistieron a estas y, en algunas ocasiones, dieron consejo sobre cómo conseguir que las reuniones resultaran más prácticas para la evangelización.
En los lugares donde fue posible, pronunciaron discursos bíblicos. Los Testigos dieron gran publicidad a los discursos mediante pancartas que llevaron puestas y hojas sueltas que distribuyeron por las calles. En Brasil, como resultado de toda esta publicidad, asistieron 765 personas a la asamblea de São Paulo, para regocijo de los 394 Testigos del país. En Chile, donde había 83 proclamadores del Reino, acudieron 340 personas a escuchar el discurso que se había anunciado de forma tan especial, mientras que en las dos asambleas celebradas en Costa Rica hubo un total de 849 asistentes, para gran alegría de los 253 Testigos del país. Estas reuniones dieron a los Testigos la oportunidad de disfrutar de compañerismo con sus hermanos.
El objetivo de los representantes de la central, sin embargo, no era simplemente celebrar asambleas memorables. Durante estas giras recalcaron mucho la importancia de volver a visitar a los que se interesaban y conducir estudios bíblicos con ellos. Para que aquellas personas se convirtieran en verdaderos discípulos necesitaban instrucción constante de la Palabra de Dios. El resultado de poner en práctica estas directrices fue que el número de estudios bíblicos creció rápidamente en toda la zona.
Mientras los hermanos Knorr y Franz hacían estas giras de servicio, más misioneros de Galaad llegaban a sus asignaciones. A finales de 1944 ya había algunos en Costa Rica, México y Puerto Rico. En 1945 llegaron otros misioneros a Barbados, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras Británica (hoy Belice), Jamaica, Nicaragua, Panamá y Uruguay para ayudar a organizar mejor la predicación. Cuando los primeros dos misioneros llegaron a la República Dominicana, en 1945, eran los únicos Testigos en aquel país. Los efectos del ministerio de los primeros misioneros se sintieron enseguida. Trinidad Paniagua dijo respecto a los primeros misioneros enviados a Guatemala: “Esto era exactamente lo que necesitábamos, maestros de la Palabra de Dios que nos ayudaran a entender cómo efectuar la obra”.
Así pues, se estaban poniendo las bases de una futura expansión en esta parte del campo mundial. A finales de 1945 había 3.394 proclamadores del Reino en las islas del Caribe, 3.276 en México, 404 en Centroamérica y 1.042 en Sudamérica. Durante los siete años anteriores, un período muy turbulento de la historia mundial, se había producido un aumento de un 386%. Pero aquello era solo el principio. El crecimiento de proporciones verdaderamente extraordinarias estaba por venir. La Biblia había predicho que se reuniría “una gran muchedumbre [...] de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” para adorar a Jehová antes de la gran tribulación. (Rev. 7:9, 10, 14.)
Cuando empezó la II Guerra Mundial en 1939, solo había 72.475 testigos de Jehová activos en 115 países (si se les cuenta según las divisiones nacionales de principios de los años noventa). A pesar de la persecución intensa que experimentaron por toda la Tierra, al terminar la guerra habían aumentado a más del doble. El informe de 1945 indicó que había 156.299 Testigos activos en los 107 países de los que ha sido posible conseguir informes. No obstante, para aquel entonces el mensaje del Reino ya había llegado en realidad a 163 países.
De 1936 a 1945 se dio un testimonio extraordinario. Durante aquel turbulento decenio, estos celosos testigos de Jehová dedicaron un total de 212.069.285 horas a proclamar al mundo que el Reino de Dios es la única esperanza para la humanidad. También distribuyeron 343.054.579 libros, folletos y revistas que dieron a conocer a la gente la base bíblica para tal confianza. A fin de ayudar a las personas que manifestaban verdadero interés, en 1945 condujeron un promedio de 104.814 estudios bíblicos gratuitos en las casas.
[Comentario en la página 455]
Aunque tuvieron que huir a causa de la guerra, siguieron predicando
[Recuadro/Fotografías en las páginas 451-453]
Se negaron a dejar de predicar aunque estaban en prisión
Aquí aparecen solo unos cuantos de los miles que sufrieron a causa de su fe en prisiones y campos de concentración durante la II Guerra Mundial
1. Adrian Thompson (Nueva Zelanda). Encarcelado en 1941 en Australia; solicitó la exención del servicio militar pero se la denegaron cuando Australia proscribió a los testigos de Jehová. Al salir de la prisión fortaleció a las congregaciones, en calidad de superintendente de circuito, para que efectuaran su ministerio público. Fue misionero y el primer superintendente viajante del Japón de la posguerra; continuó predicando con celo hasta su muerte en 1976.
2. Alois Moser (Austria). Estuvo en siete prisiones y campos de concentración. En 1992, a los 92 años de edad, todavía es Testigo activo.
3. Franz Wohlfahrt (Austria). La ejecución de su padre y su hermano no le desanimó. Estuvo cinco años en el campo de concentración de Rollwald (Alemania). En 1992 continúa predicando a los 70 años de edad.
4. Thomas Jones (Canadá). Encarcelado en 1944 y recluido posteriormente en dos campos de trabajo. En 1977, después de treinta y cuatro años de servicio de tiempo completo, fue nombrado miembro del Comité de Sucursal que supervisa la predicación en todo Canadá.
5. Maria Hombach (Alemania). Fue detenida en varias ocasiones; estuvo incomunicada tres años y medio. A riesgo de su vida, actuó de correo para suministrar publicaciones bíblicas a sus compañeros Testigos. En 1992, a sus 90 años, sigue sirviendo fielmente en la familia de Betel.
6. Max y Konrad Franke (Alemania). Padre e hijo, ambos recluidos en la cárcel repetidas veces y durante muchos años. (La esposa de Konrad, Gertrud, también estuvo presa.) Todos sirvieron a Jehová con celo y lealtad, y Konrad fue uno de los que llevó la delantera en la reorganización de la obra de predicar de los Testigos en la Alemania de la posguerra.
7. A. Pryce Hughes (Inglaterra). Sentenciado a cumplir dos condenas en la prisión londinense de Wormwood Scrubs; también lo habían encarcelado durante la I Guerra Mundial por causa de su fe. Estuvo a la vanguardia de la predicación del Reino en Gran Bretaña hasta su muerte en 1978.
8. Adolphe y Emma Arnold, con su hija Simone (Francia). Cuando Adolphe fue enviado a prisión, Emma y Simone siguieron predicando y a la vez distribuyendo publicaciones a otros Testigos. A Emma también la encarcelaron y, como no cesaba de predicar a otros presos, la dejaron incomunicada. Simone fue enviada a un reformatorio. Los tres continuaron siendo Testigos celosos.
9. Ernst e Hildegard Seliger (Alemania). Entre los dos pasaron más de cuarenta años en prisiones y campos de concentración a causa de su fe. Hasta en la prisión siguieron dando a conocer las verdades bíblicas a otros. Cuando recuperaron la libertad, se dedicaron por completo a predicar las buenas nuevas. El hermano Seliger murió leal a Dios en 1985; la hermana Seliger, en 1992.
10. Carl Johnson (Estados Unidos). A los dos años de su bautismo, lo encarcelaron junto con otros centenares de Testigos en Ashland (Kentucky). Ha servido de precursor y de superintendente de circuito; en 1992 sigue llevando la delantera en el ministerio del campo en calidad de anciano.
11. August Peters (Alemania). Lo separaron de su esposa y sus cuatro hijos y lo metieron en prisión una temporada entre 1936 y 1937, y luego de 1937 a 1945. Cuando recuperó la libertad, no disminuyó su actividad en el ministerio, sino que la aumentó emprendiendo el servicio de tiempo completo. En 1992, a sus 99 años de edad, continúa sirviendo en la familia de Betel y ha visto aumentar el número de testigos de Jehová en Alemania hasta alcanzar la cifra de 163.095.
12. Gertrud Ott (Alemania). Encarcelada primero en Lodz (Polonia), luego en el campo de concentración de Auschwitz y posteriormente en los de Gross-Rosen y Bergen-Belsen (Alemania). Al fin de la guerra sirvió de misionera celosamente en Indonesia, Irán y Luxemburgo.
13. Katsuo Miura (Japón). Cuando llevaba siete años preso en Hiroshima, una gran parte de la prisión donde se hallaba fue destruida por la bomba atómica que arrasó la ciudad. Sin embargo, los médicos no le descubrieron ningún daño que se pudiera atribuir a la radiación. Dedicó los últimos años de su vida al servicio de precursor.
14. Martin y Gertrud Poetzinger (Alemania). Unos cuantos meses después de casarse, los arrestaron y los tuvieron separados durante nueve años. A Martin lo enviaron a Dachau y a Mauthausen; a Gertrud, a Ravensbrück. Pese al trato brutal que recibieron, su fe no flaqueó. Al salir de prisión se dedicaron de lleno al servicio de Jehová. Él sirvió de superintendente viajante por toda Alemania durante veintinueve años; luego fue nombrado miembro del Cuerpo Gobernante y sirvió como tal hasta su muerte en 1988. En 1992, Gertrud sigue siendo una evangelizadora celosa.
15. Jizo y Matsue Ishii (Japón). Cuando llevaban diez años distribuyendo publicaciones bíblicas por todo Japón, los encarcelaron. Aunque la obra de los testigos de Jehová fue desarticulada en ese país durante la guerra, al terminar esta el hermano y la hermana Ishii de nuevo predicaron celosamente. Para 1992 Matsue Ishii había visto aumentar la cantidad de Testigos activos en Japón a más de 171.000.
16. Victor Bruch (Luxemburgo). Estuvo recluido en Buchenwald, Lublin, Auschwitz y Ravensbrück. A sus 90 años de edad sigue activo como anciano de los testigos de Jehová.
17. Karl Schurstein (Alemania). Fue superintendente viajante antes de que Hitler subiera al poder. Estuvo preso ocho años y finalmente murió a manos de las SS en Dachau en 1944. Incluso dentro del campo de concentración siguió fortaleciendo a otros espiritualmente.
18. Kim Bong-nyu (Corea). Estuvo en prisión seis años. A los 72 años de edad continúa hablando a otros sobre el Reino de Dios.
19. Pamfil Albu (Rumania). Tras recibir un trato brutal, lo encerraron en un campo de trabajo de Yugoslavia durante dos años y medio. Al terminar la guerra lo recluyeron otras dos veces por un total de doce años. No dejó de hablar del propósito de Dios. Antes de su muerte ayudó a miles de rumanos a servir con la organización mundial de los testigos de Jehová.
20. Wilhelm Scheider (Polonia). Estuvo preso en campos de concentración nazis de 1939 a 1945 y en cárceles comunistas de 1950 a 1956 y de 1960 a 1964. Hasta su muerte en 1971, dedicó todas sus energías a proclamar el Reino de Dios.
21. Harald y Elsa Abt (Polonia). Durante la guerra y después de esta, Harald pasó catorce años en prisiones y campos de concentración por causa de su fe, pero aun allí siguió predicando. A Elsa la separaron de su niña y la tuvieron presa en seis diferentes campos de concentración de Polonia, Alemania y Austria. A pesar de que incluso después de la guerra los testigos de Jehová estuvieron proscritos en Polonia durante cuarenta años, todos continuaron sirviendo a Jehová con celo.
22. Ádám Szinger (Hungría). Lo sometieron a juicio seis veces y finalmente lo sentenciaron a veintitrés años de cárcel, de los cuales cumplió ocho y medio en prisiones y campos de trabajo. Una vez libre, sirvió de superintendente viajante por un total de treinta años. A sus 69 años de edad, continúa siendo un leal anciano de congregación.
23. Joseph Dos Santos (Filipinas). Antes de su detención en 1942, había dedicado doce años a proclamar de tiempo completo el mensaje del Reino. Reactivó la obra de los testigos de Jehová en las Filipinas después de la guerra, y continuó en el servicio de precursor hasta su muerte en 1983.
24. Rudolph Sunal (Estados Unidos). Recluido en la prisión de Mill Point (Virginia Occidental). Al salir de la prisión se dedicó de tiempo completo —como precursor, miembro de la familia de Betel y superintendente de circuito— a difundir el conocimiento del Reino de Dios. En 1992 continúa sirviendo de precursor, a los 78 años de edad.
25. Martin Magyarosi (Rumania). Desde la prisión donde estuvo de 1942 a 1944 siguió dirigiendo la predicación de las buenas nuevas en Transilvania. Al salir de la prisión, viajó mucho para animar a sus compañeros Testigos en la predicación, y él mismo fue un Testigo denodado. Lo volvieron a arrestar en 1950 y murió, leal a Jehová, en 1953 en un campo de trabajo.
26. R. Arthur Winkler (Alemania y los Países Bajos). Lo encerraron primero en el campo de concentración de Esterwegen, donde siguió predicando. Posteriormente, en los Países Bajos, la Gestapo le dio una paliza que lo dejó irreconocible, y por último lo enviaron a Sachsenhausen. Fue un Testigo leal y celoso hasta su muerte en 1972.
27. Park Ock-hi (Corea). Estuvo tres años recluida en la prisión de Sodaemun (Seúl), donde la sometieron a torturas indescriptibles. En 1992, a los 91 años de edad, sigue predicando celosamente como precursora especial.
[Mapa/Fotografía en la página 446]
Alexander MacGillivray, superintendente de la sucursal australiana, ayudó a planear viajes de predicación a muchos países e islas
[Mapa]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
AUSTRALIA
NUEVA ZELANDA
TAHITÍ
TONGA
FIJI
NUEVA GUINEA
JAVA
BORNEO
SUMATRA
BIRMANIA
HONG KONG
MALAYA
SINGAPUR
SIAM
INDOCHINA
CHINA
OCÉANO PACÍFICO
Los nombres de los lugares son los que se usaban en los años treinta
[Mapa/Fotografías en la página 460]
A finales de 1945, en dieciocho países de esta parte del mundo ya habían empezado a servir misioneros de la Escuela de Galaad
Charles y Lorene Eisenhower
Cuba
John y Adda Parker
Guatemala
Emil Van Daalen
Puerto Rico
Olaf Olson
Colombia
Don Burt
Costa Rica
Gladys Wilson
El Salvador
Hazel Burford
Panamá
Louise Stubbs
Chile
[Mapa]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
BARBADOS
BELICE
BOLIVIA
BRASIL
CHILE
COLOMBIA
COSTA RICA
CUBA
REPÚBLICA DOMINICANA
EL SALVADOR
GUATEMALA
HAITÍ
JAMAICA
MÉXICO
NICARAGUA
PANAMÁ
PUERTO RICO
URUGUAY
[Fotografía en la página 444]
Algunos repartidores distribuyeron muchas cajas de publicaciones; los amos de casa recibieron numerosos sermones bíblicos en cada libro
[Fotografía en la página 445]
Armando Menazzi (delante, en el centro) y un feliz grupo de hermanos que le acompañaron en una gira de predicación en su “casa de precursores sobre ruedas”
[Fotografía en la página 445]
Arthur Willis, Ted Sewell y Bill Newlands llevaron el mensaje del Reino al interior de Australia
[Fotografía en la página 447]
Cuando Frank Dewar (que aparece aquí junto a su esposa y sus dos hijas) llegó a Tailandia en 1936 era el único precursor; en 1992 todavía era precursor especial
[Fotografía en la página 447]
Chomchai Inthaphan, empleó sus dotes de traductora para hacer llegar al pueblo tai las buenas nuevas que contiene la Biblia
[Fotografía en la página 448]
En Alemania, los testigos de Jehová dieron amplia difusión a esta carta abierta en 1937, aunque su adoración estaba oficialmente proscrita
[Fotografía en la página 449]
La familia de Franz e Hilda Kusserow, todos fieles testigos de Jehová, aunque toda la familia (salvo un hijo que había muerto en un accidente) estuvo encerrada en campos de concentración, prisiones o reformatorios a causa de su fe
[Fotografías en la página 450]
Hermanos austriacos y alemanes que arriesgaron la vida para reproducir o distribuir valiosa información para estudio bíblico, tal como la que aparece en el fondo
Therese Schreiber
Peter Gölles
Elfriede Löhr
Albert Wandres
August Kraft
Ilse Unterdörfer
[Fotografía en la página 454]
Grupo de Testigos en una asamblea de Shanghai (China) en 1936; nueve de ellos se bautizaron en aquella ocasión
[Fotografía en la página 456]
Pese a estar proscrita su adoración, estos Testigos celebraron una asamblea en Hargrave Park, cerca de Sydney (Australia) en 1941
[Fotografía en la página 458]
Testigos cubanos en una asamblea celebrada en Cienfuegos en 1939
[Fotografía en la página 459]
N. H. Knorr (a la izquierda) en la asamblea de São Paulo de 1945, junto a Erich Kattner, quien le sirvió de intérprete
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Testigos hasta la parte más distante de la TierraLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Capítulo 22
Parte 4: Testigos hasta la parte más distante de la Tierra
Aún no había terminado la II Guerra Mundial, cuando los testigos de Jehová hicieron planes para aumentar su actividad en la posguerra. El informe de las páginas 462 a 501 revela detalles fascinantes de lo que ocurrió de 1945 a 1975, período en que crecieron en número, llegaron a muchos más países y predicaron y enseñaron la Palabra de Dios de forma más concienzuda que nunca antes.
EL MENSAJE del Reino ya había llegado de una forma u otra a la mayoría de las islas de las Antillas para 1945. Pero se tenía que predicar más cabalmente. Los misioneros preparados en la Escuela de Galaad desempeñarían un papel importante en esta labor.
Los misioneros intensifican la predicación en las Antillas
Para 1960 estos misioneros habían servido en veintisiete islas o archipiélagos del Caribe. En la mitad de estos lugares no había ninguna congregación de testigos de Jehová cuando llegaron los misioneros. Estos empezaron a conducir estudios bíblicos en los hogares de los que manifestaron interés, y organizaron reuniones regulares. Donde ya había congregaciones dieron instrucción valiosa a los publicadores del lugar. El resultado fue una mejora en la calidad de las reuniones y una mayor eficacia en el ministerio.
En Trinidad, los primeros Estudiantes de la Biblia habían estado predicando desde antes de la I Guerra Mundial, pero con la llegada de los misioneros de Galaad en 1946 se dio un gran impulso a la obra de dirigir estudios bíblicos con personas interesadas. En Jamaica se estaban predicando las buenas nuevas desde hacía casi medio siglo y ya había un millar de Testigos cuando llegó el primer misionero; pero a estos les alegró recibir ayuda para hablar con las personas que tenían más cultura y que vivían principalmente en el área suburbana de la capital. En Aruba, por otra parte, se había predicado mucho a los anglohablantes, así que los misioneros dirigieron la atención a la población nativa. Todos tenían que escuchar las buenas nuevas.
Para dar a gente de todas las islas de esta parte de la Tierra la oportunidad de saber del Reino de Dios, en 1948 la Sociedad Watch Tower equipó una goleta de 18 metros de eslora llamada Sibia para que sirviera de hogar misional flotante. A la tripulación se le encargó llevar el mensaje del Reino a toda isla de las Antillas donde no se estuvieran predicando las buenas nuevas todavía. El capitán era Gust Maki, y le acompañaban Stanley Carter, Ronald Parkin y Arthur Worsley. Empezaron por las islas exteriores del archipiélago de las Bahamas y continuaron hacia el sudeste pasando por las Islas de Sotavento y las de Barlovento. ¿Qué efecto tuvieron sus visitas? En San Martín, un hombre de negocios les dijo: “La gente nunca hablaba de la Biblia, pero desde que ustedes llegaron todo el mundo habla de la Biblia”. Más adelante reemplazaron el Sibia por una embarcación mayor, la Light (Luz). También hubo cambios en la tripulación. Al cabo de diez años, estos barcos ya habían cumplido con su cometido, y proclamadores de las buenas nuevas continuaban el trabajo desde tierra.
Se predica primero en las grandes ciudades
En muchas zonas de América Central y del Sur, al igual que en las Antillas, había personas que ya tenían algunas publicaciones de la Sociedad Watch Tower antes de que llegaran los misioneros de la Escuela de Galaad. No obstante, se necesitaba una mejor organización a fin de llevar las buenas nuevas a todas las personas y ayudar a las que eran sinceras a ser verdaderos discípulos.
En 1945, al concluir la segunda guerra mundial, había cientos de testigos de Jehová en Argentina y Brasil; unos tres mil en México; unas cuantas congregaciones muy pequeñas en Chile, la Guayana Holandesa (hoy Surinam), la Guayana Inglesa (hoy Guyana), Paraguay y Uruguay; y unos pocos publicadores en Colombia, Guatemala y Venezuela. Pero en Bolivia, Ecuador, El Salvador, Honduras y Nicaragua la obra de los testigos de Jehová no arraigó hasta la llegada de los misioneros preparados en la Escuela de Galaad.
Al principio los misioneros concentraron principalmente sus esfuerzos en los núcleos de población más importantes. Es digno de mención que en el siglo primero el apóstol Pablo efectuó gran parte de su predicación en las ciudades situadas en las principales rutas de viaje de Asia Menor y Grecia. En una de las ciudades más prominentes de la antigua Grecia, Corinto, Pablo pasó dieciocho meses enseñando la Palabra de Dios. (Hech. 18:1-11.) Y en Éfeso, encrucijada de rutas de viaje y comercio del mundo antiguo, estuvo proclamando el Reino de Dios durante más de dos años. (Hech. 19:8-10; 20:31.)
De forma similar, cuando Edward Michalec y Harold Morris, misioneros graduados de la Escuela de Galaad, llegaron a Bolivia en 1945, no buscaron el lugar que tuviera el clima más agradable. Más bien, se dirigieron a La Paz, la capital del país, situada en los Andes a una altitud de casi 3.700 metros. A los recién llegados les resulta muy fatigoso subir las empinadas calles a esta altura; por lo general el corazón les late como un pesado martillo. Pero los misioneros encontraron muchas personas a quienes les interesaba el mensaje bíblico. Con frecuencia la gente les decía: “Soy católico, apostólico y romano; pero no me gustan los curas”. En solo dos meses, los dos misioneros empezaron 41 estudios bíblicos en los hogares.
Durante la década siguiente llegaron más misioneros y aumentó la cantidad de Testigos en el país, así que se dio atención a otras ciudades bolivianas, como Cochabamba, Oruro, Santa Cruz, Sucre, Potosí y Tarija. Más adelante se podrían atender otras ciudades más pequeñas y pueblos, así como las zonas rurales.
También en Colombia los misioneros empezaron a organizar la predicación en la capital del país, Bogotá, en 1945, y al año siguiente la iniciaron en la ciudad costera de Barranquilla. Más tarde, dirigieron progresivamente la atención a Cartagena, Santa Marta, Cali y Medellín. Predicando primero en las ciudades principales se llegaba a más personas en menos tiempo. Con la ayuda de los que aprendían la verdad en los centros urbanos, el mensaje se transmitía enseguida a las zonas circundantes.
Cuando en una ciudad se mostraba muy poco interés, se trasladaba a los misioneros a otros lugares. Por ejemplo, en Cuenca, ciudad ecuatoriana donde reinaba el fanatismo religioso, Carl Dochow estuvo predicando tres años a mediados de los años cincuenta sin que ni una sola persona tuviera el valor de declararse de parte de la verdad, así que fue trasladado a Machala, donde vivían personas tolerantes y libres de prejuicios. Unos diez años después, sin embargo, se dio otra oportunidad a los habitantes de Cuenca. En esta ocasión su actitud fue distinta y se vencieron los obstáculos. Para 1992, en Cuenca y sus alrededores, más de mil doscientas personas eran ya testigos de Jehová y estaban organizados en veinticinco congregaciones.
Búsqueda paciente de personas mansas como ovejas
Se ha necesitado mucha paciencia para encontrar a las personas que realmente son mansas como ovejas. A fin de localizarlas en Surinam, los testigos de Jehová han predicado a amerindios, chinos, indonesios, judíos, libaneses, descendientes de colonos holandeses y a tribus de la jungla compuestas de negros bush descendientes de esclavos cimarrones. Entre todos ellos se ha hallado a centenares que ansiaban conocer la verdad. Algunos han tenido que romper vínculos muy fuertes con el animismo y el espiritismo. Una de tales personas fue Paitu, un hechicero que tomó a pecho el mensaje de la Biblia y tiró al río todos sus ídolos, amuletos y pociones. (Compárese con Deuteronomio 7:25; 18:9-14; Hechos 19:19, 20.) En 1975 se dedicó a Jehová, el Dios verdadero.
Una cantidad considerable de la población de Perú vive en pueblecitos dispersos por los Andes y por la jungla que rodea la cabecera del Amazonas. ¿Cómo se llegaría a ellos? En 1971, una familia de Testigos estadounidenses fue a Perú a visitar a su hijo, Joe Leydig, que servía allí de misionero. Cuando vieron la gran cantidad de poblados que había escondidos por los valles entre las montañas, decidieron hacer algo por estas personas. Contribuyeron para que se enviara a aquella zona un pequeño vehículo habitable al principio y luego dos más, así como motocicletas ligeras, con las que se pudieron realizar muchas expediciones para predicar en aquellas zonas remotas.
A pesar de todo el empeño que se puso, en muchos lugares parecía que el mensaje bíblico solo interesaba a unos pocos. No es difícil imaginarse cómo se sintió el grupo de seis jóvenes misioneros que había en Barquisimeto (Venezuela) a principios de los años cincuenta cuando, después de estar todo un año predicando diligentemente, apenas vieron progreso. La mayoría de la gente, pese a ser muy amigable, estaba muy influenciada por las supersticiones y creía que era un pecado leer siquiera un texto de la Biblia. A cualquiera que mostraba interés le desanimaban pronto sus familiares o vecinos. (Mat. 13:19-21.) No obstante, los misioneros siguieron haciendo sus visitas de casa en casa confiando en que tenía que haber personas mansas como ovejas en Barquisimeto y en que Jehová las recogería al debido tiempo. Ciertamente fue conmovedor para Penny Gavette cuando, un día, una señora de cabello canoso, después de escucharla, le dijo:
“Señorita, desde que era pequeña he esperado siempre que alguien viniera a mi puerta para explicarme lo que usted acaba de decirme. Cuando era joven limpiaba la casa del cura, y en su biblioteca él tenía una Biblia. Yo sabía que estaba prohibido leerla, pero tenía tanta curiosidad por saber la razón que, un día, con cuidado de que nadie me viera, me la llevé a casa y me puse a leerla a escondidas. Lo que leí me convenció de que la Iglesia Católica no nos había enseñado la verdad y de que, por tanto, no era la religión verdadera. No me atreví a decirle nada a nadie, pero estaba segura de que algún día vendrían a nuestra ciudad los que enseñan la religión verdadera. Cuando llegó la religión protestante, al principio creí que tenían que ser ellos, pero pronto descubrí que enseñaban muchas de las falsedades que también enseñaba la Iglesia Católica. Sin embargo, lo que usted me acaba de decir es lo que leí en aquella Biblia hace tantos años”. Aceptó entusiasmada estudiar la Biblia y llegó a ser testigo de Jehová. A pesar de la oposición de su familia, sirvió a Jehová fielmente hasta su muerte.
Reunir a las personas mansas como ovejas en congregaciones y prepararlas para participar en el servicio de Jehová era una labor ardua. Por ejemplo, en Argentina, Rosendo Ojeda viajaba con regularidad unos 60 kilómetros desde General San Martín (Chaco) hasta el hogar de un señor interesado que se llamaba Alejandro Sozoñiuk, para conducir una reunión. El recorrido, que realizaba parte en bicicleta y parte a pie, a veces con el agua hasta las axilas, muchas veces le tomaba diez horas. Durante cinco años estuvo haciendo aquel viaje una vez al mes, y siempre se quedaba una semana para predicar en el lugar. ¿Valió la pena? Él está convencido de que sí, pues el resultado fue que se formó una congregación de felices adoradores de Jehová.
Fomento de una educación que resulta en vida
En México, los testigos de Jehová llevaron a cabo su obra con arreglo a las leyes que regulaban las organizaciones culturales del país. La meta de los Testigos no era simplemente celebrar reuniones en las que se pronunciaran discursos. Ellos querían que la gente fuera como aquellos bereanos de los días del apóstol Pablo que pudieron ‘examinar con cuidado las Escrituras diariamente para comprobar si las cosas que les estaban enseñando eran así’. (Hech. 17:11.) Para alcanzar este objetivo, en México, al igual que en muchos países más, a menudo se ha tenido que dar ayuda especial a las personas que no han asistido a la escuela, pero que quieren leer por sí mismas la Palabra inspirada de Dios.
Las clases de alfabetización que han conducido los testigos de Jehová en México han ayudado a decenas de miles de personas a aprender a leer y escribir. La Secretaría de Educación Pública de México valora mucho esta labor. En 1974 el subdirector de una de sus dependencias, la Dirección General de Educación para Adultos, escribió a La Torre del Vigía de México, asociación civil de los testigos de Jehová, una carta que decía: “Aprovecho la oportunidad de felicitarlos calurosamente [...], por la encomiable colaboración que año [tras] año viene prestando esa Asociación en beneficio de nuestro pueblo”.
La educación que dan los Testigos prepara a las personas para vivir eternamente como súbditos del Reino de Dios y a la vez les ayuda a mejorar su vida familiar ahora. Un juez de El Salto (estado de Durango) que había celebrado varios casamientos de testigos de Jehová comentó en 1952: “Pretendemos ser muy buenos ciudadanos y patriotas pero los testigos de Jehová hacen que nos sintamos avergonzados de nosotros mismos. Ellos son un ejemplo para nosotros porque no permiten que una persona soltera sea parte de su organización si está viviendo consensualmente y no legaliza su relación. Y ustedes, católicos, casi todos llevan vidas inmorales y no legalizan sus matrimonios”.
Este programa educativo también ayuda a las personas a vivir juntas en paz y a amarse unas a otras en lugar de odiarse y matarse. Un Testigo que empezó a predicar en Venado (estado de Guanajuato), se dio cuenta de que toda la gente iba armada con fusiles y pistolas. Enemistades ancestrales habían llevado al exterminio de familias enteras. No obstante, la educación bíblica produjo grandes cambios en aquella gente. Muchos vendieron sus fusiles para comprarse Biblias. En poco tiempo, más de ciento cincuenta personas de aquella zona se hicieron testigos de Jehová. ‘Batieron sus espadas en rejas de arado’ en sentido figurado y emprendieron las sendas de la paz. (Miq. 4:3.)
Muchos mexicanos piadosos han tomado a pecho lo que los testigos de Jehová les han enseñado de la Palabra de Dios. Como consecuencia, los pocos miles de publicadores que había en México al terminar la II Guerra Mundial no tardaron en convertirse en 10.000, y luego aumentaron a 20.000, 40.000, 80.000 y más, a medida que los Testigos mostraban a las personas cómo aplicar el consejo de la Palabra de Dios y cómo enseñarlo a otros.
Se reúnen en asambleas pese a circunstancias adversas
Sin embargo, al aumentar el número de testigos de Jehová, estos vieron que en un país tras otro tenían que vencer grandes obstáculos para celebrar las asambleas en que se impartía educación cristiana. En Argentina, el gobierno las prohibió en 1950. No obstante, los hermanos obedecieron a Dios y no dejaron de predicar ni de reunirse. Se celebraron asambleas, aunque la forma de organizarlas fue más complicada.
Por ejemplo, a finales de 1953 los hermanos Knorr y Henschel fueron a Argentina para servir en una asamblea a escala nacional. El hermano Knorr entró en el país por el oeste, mientras que el hermano Henschel empezó sus visitas por el sur. Hablaron ante diferentes grupos de personas reunidas, según el lugar, en estancias, en un huerto de árboles frutales, junto a un arroyo de montaña para después tener una comida campestre y en casas privadas. Para ir de ciertos grupos a otros tuvieron que cubrir largas distancias. Al llegar a Buenos Aires, cada uno de ellos tuvo parte en el programa en nueve diferentes puntos un día y en once casas al día siguiente. Entre los dos dirigieron la palabra a 56 grupos, con una asistencia total de 2.505 personas. Fue un itinerario agotador, pero ambos se alegraron de servir a sus hermanos de aquel modo.
En 1955 los Testigos de Colombia alquilaron una sala de Barranquilla para una asamblea. Pero el alcalde y el gobernador intervinieron, presionados por el obispo, y se canceló el contrato. Los hermanos recibieron aviso el día antes del comienzo de la asamblea, así que decidieron celebrarla en el edificio de la sucursal de la Sociedad. Sin embargo, cuando estaba comenzando la primera sesión de la tarde entraron policías armados en el local con órdenes de disolver la reunión. Los hermanos persistieron. A la mañana siguiente apelaron al alcalde y recibieron disculpas de parte de su secretario. El último día de aquella asamblea, cuyo tema era “Reino Triunfante”, casi mil personas abarrotaron la propiedad de la Sociedad. A pesar de las circunstancias, los hermanos se fortalecieron con consejo espiritual oportuno.
Sirven donde hay mayor necesidad
El campo era inmenso, y la necesidad de trabajadores era grande en Latinoamérica, así como en muchos otros lugares. En las asambleas que se celebraron por todo el mundo en 1957 se animó a los testigos de Jehová maduros a que pensaran en mudarse, individualmente o como familia, a zonas de mayor necesidad para hacerse residentes y efectuar su ministerio en aquellos lugares. Posteriormente se dio estímulo similar de diversos modos. Se trataba de una invitación muy parecida a la que Dios extendió al apóstol Pablo mediante una visión en la que un hombre le decía: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”. (Hech. 16:9, 10.) ¿Cuál fue la respuesta a la invitación en tiempos modernos? Los siervos de Jehová se ofrecieron de buena gana. (Sal. 110:3.)
Una familia que tenga niños pequeños precisa tener mucha fe para abandonar su casa, su empleo y a sus parientes y desplazarse a un ambiente completamente nuevo. El traslado posiblemente implique adaptarse a un nivel de vida muy diferente y, en algunos casos, aprender un nuevo idioma. A pesar de todo, miles de Testigos, individualmente o como familia, se han mudado a otros lugares a fin de ayudar a otras personas a que conozcan las provisiones amorosas de Jehová para tener vida eterna.
Varios testigos de Jehová respondieron con presteza y se trasladaron a otros lugares a finales de los años cincuenta; también hubo algunos que se mudaron en los sesenta y otros en los setenta. Y el desplazamiento de Testigos a zonas de más necesidad continúa hasta el día de hoy.
¿De qué países procedían y proceden estos hermanos? Una gran cantidad de ellos de Australia, Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda; un número también importante de Alemania, Francia y Gran Bretaña, y otros de Austria, Bélgica, la República de Corea, Dinamarca, España, Finlandia, Italia, Japón, Noruega, Suecia y Suiza, entre otros. Al aumentar el número de testigos de Jehová en Argentina, Brasil, México y otros países latinoamericanos, de estos lugares también salieron trabajadores dispuestos a servir en otros países donde hay gran necesidad de ayuda. En África, asimismo, predicadores celosos se han trasladado de un país a otro para ayudar a dar testimonio.
¿A qué lugares se han mudado? A países tales como Afganistán, Malaysia y Senegal, y a islas como Reunión y Santa Lucía. Unos mil Testigos se trasladaron a Irlanda, donde sirvieron por períodos de diversa duración. Una cantidad considerable fue a Islandia, pese a los largos y oscuros inviernos de ese país, y algunos se quedaron allí. Estos se convirtieron en pilares de la congregación y ayudaron con amor a los nuevos. La ayuda ha sido de gran valor sobre todo en América Central y del Sur. Más de mil Testigos se mudaron a Colombia, más de ochocientos setenta a Ecuador y más de ciento diez a El Salvador.
Harold y Anne Zimmerman estuvieron entre los que se trasladaron. Ya habían sido misioneros, a la vez que maestros, en Etiopía. No obstante, cuando en el año 1959 ultimaban los preparativos para mudarse de Estados Unidos a Colombia a fin de difundir el mensaje del Reino en este país, estaban criando a cuatro niños de edades comprendidas entre los 5 meses y los 5 años. Primero se marchó Harold para buscar trabajo. Cuando llegó al país, las noticias locales le causaron una gran preocupación. Colombia estaba en guerra civil, aunque no declarada oficialmente, y había matanzas en el interior del país. ‘¿De veras quiero traer aquí a mi familia para vivir en estas condiciones?’, se preguntó. Trató de recordar algún ejemplo o principio de la Biblia que le sirviera de guía, y le vino a la mente el relato de los espías cobardes que regresaron al campamento israelita con un mal informe sobre la Tierra Prometida. (Núm. 13:25–14:4, 11.) Sus dudas se disiparon; ¡no quería ser como ellos! Enseguida realizó las gestiones necesarias para traer a su familia. Cuando por fin encontró trabajo, sus fondos se habían reducido a solo tres dólares, pero no pasaron necesidades. La cantidad de tiempo que tuvo que dedicar a trabajar para mantener a su familia varió a lo largo de los años, pero se esforzó siempre por poner los intereses del Reino en primer lugar. Cuando llegaron a Colombia había unos mil cuatrocientos Testigos en el país. ¡Qué aumento tan increíble han presenciado desde entonces!
Para servir donde hay más necesidad de ayuda no siempre es necesario ir a otro país. Miles de Testigos, individualmente o como familia, se han mudado a otras zonas de su propio país. Una familia del estado de Bahía (Brasil), se trasladó a la ciudad de Prado, donde no había Testigos. A pesar de las objeciones que les presentó el clero, vivieron y trabajaron en esa ciudad y en sus alrededores por tres años. Los Testigos compraron el edificio abandonado de una iglesia y lo transformaron en un Salón del Reino. Al poco tiempo ya había más de cien Testigos activos en aquella zona. Y aquello fue solo el principio.
Un número en continuo aumento de amadores de la justicia están respondiendo en Latinoamérica a la invitación del Salmo 148: ‘¡Alaben a Jah! Alaben a Jehová desde la tierra, grupos nacionales todos’ (vv. Sl 148:1, 7-11). Para 1975 había adoradores de Jehová en todos los países latinoamericanos. El informe de ese año mostró que en México servían a Jehová 80.481 personas organizadas en 2.998 congregaciones. En América Central, otras 24.703 personas que formaban 462 congregaciones hablaban sobre la gobernación real de Jehová. Y en Sudamérica había 206.457 adoradores públicos de Jehová en 3.620 congregaciones.
Se llega a las islas del Pacífico
Mientras en Sudamérica se experimentaba un aumento tan rápido, los testigos de Jehová también dirigían su atención a las islas del Pacífico. Entre Australia y América hay cientos de islas dispersas, muchas de ellas de muy poca extensión. En algunas viven solo unas cuantas familias; en otras, decenas de miles de personas. A principios de los años cincuenta, la Sociedad Watch Tower no pudo enviar misioneros a muchas de estas islas debido a los prejuicios de las autoridades. Sin embargo, los habitantes de aquellas islas también tenían que oír hablar de Jehová y su Reino, lo cual está en armonía con la profecía de Isaías 42:10-13, que dice: “Canten a Jehová una canción nueva, su alabanza desde la extremidad de la tierra, [...] en las islas anuncien hasta su alabanza”. Así pues, en una asamblea celebrada en Sydney (Australia) en 1951 se invitó a los precursores y a los superintendentes de circuito que estuvieran interesados en difundir el mensaje del Reino por las islas a reunirse con el hermano Knorr. En aquella ocasión unos treinta hermanos se ofrecieron para iniciar la predicación en las islas tropicales.
Entre ellos estuvieron Tom y Rowena Kitto, quienes se marcharon enseguida a Papua, donde no había entonces ningún Testigo. Predicaron primero a los europeos de Port Moresby y poco después empezaron a reunirse por las tardes en Hanuabada, la “Aldea Grande”, con un grupo de treinta a cuarenta papúes que ansiaban conocer la verdad espiritual. Por medio de estos se supo de las reuniones en otros pueblos. Al poco tiempo la gente de Kerema envió una delegación para pedir que se condujera un estudio bíblico con ellos. Poco después llegó también un jefe de Haima suplicando: “¡Vengan, por favor, y enséñenle a mi gente acerca de la verdad!”. Así se fue propagando la verdad.
Otra pareja, John y Ellen Hubler, fueron a Nueva Caledonia para iniciar la obra. Llegaron en 1954 con visados de turista que eran válidos solo por un mes. Pero John consiguió trabajo, y así obtuvieron una prórroga. Más adelante llegaron más Testigos, 31 en total. Al principio efectuaron su ministerio en zonas aisladas para no llamar demasiado la atención. Después empezaron a predicar en la capital, Nouméa. Se formó una congregación. En 1959, un miembro de Acción Católica obtuvo un puesto clave en el gobierno y se dejaron de renovar visados para los Testigos. Los Hublers tuvieron que marcharse. Las autoridades prohibieron las publicaciones de la Watch Tower. A pesar de todo, las buenas nuevas del Reino se habían arraigado, y los Testigos siguieron aumentando.
Durante las visitas breves de los testigos de Jehová a Tahití muchas personas se habían interesado en la obra. Pero en 1957 no había ningún Testigo local, la obra estaba proscrita y no se permitía la entrada a los misioneros de la Watch Tower. Sin embargo, Agnes Schenck, una ciudadana de Tahití que vivía entonces en Estados Unidos, se había hecho testigo de Jehová. Agnes se enteró de que se necesitaban proclamadores del Reino en Tahití, de modo que ella, su esposo y su hijo partieron de California rumbo a la isla en mayo de 1958. Poco tiempo después otras dos familias les siguieron, aunque solo pudieron conseguir visados de turista de tres meses de validez. Al año siguiente se formó una congregación en Papeete. Y en 1960 el gobierno dio reconocimiento oficial a una asociación de testigos de Jehová formada en la isla.
Con el fin de difundir el mensaje del Reino en Niue, dos misioneras que regresaban a su asignación se detuvieron en la isla para visitar a un familiar. El mes que pasaron en la isla fue muy productivo, pues muchas personas mostraron interés; pero cuando llegó el siguiente barco que viajaba entre las islas las hermanas tuvieron que marcharse. Poco después un fijiano llamado Seremaia Raibe consiguió un contrato de trabajo en el Departamento de Obras Públicas de Niue, y dedicó todo su tiempo libre a predicar. No obstante, la presión del clero hizo que pocos meses después le cancelaran su permiso de residencia, y en septiembre de 1961 la Asamblea Legislativa decidió no autorizar la entrada en el país a ningún otro testigo de Jehová. Con todo, las buenas nuevas se siguieron predicando en Niue. ¿Cómo? Los Testigos de la isla, a pesar de ser bastante nuevos, continuaron sirviendo a Jehová. Por otra parte, el gobierno ya había contratado a su servicio a William Lovini, un nativo de Niue que vivía en Nueva Zelanda. ¿Por qué deseaba William regresar a Niue? Porque se había hecho testigo de Jehová y quería servir donde se necesitaba su ayuda. Para 1964 ya había 34 Testigos en la isla.
En 1973, David Wolfgramm, ciudadano de Tonga, vivía cómodamente en su casa de Nueva Zelanda con su esposa y ocho hijos. Sin embargo, los Wolfgramm lo dejaron todo y se mudaron a Tonga para promover los intereses del Reino. Una vez en el archipiélago, predicaron también en las islas más lejanas, unas treinta de las cuales están habitadas.
Para llegar a las islas se ha invertido mucho tiempo, energías y dinero. Pero los testigos de Jehová consideran preciosa la vida de su semejante y no escatiman esfuerzos para ayudarles a beneficiarse de las provisiones amorosas de Jehová para la vida eterna en su nuevo mundo.
Una familia australiana que había vendido su granja y se había trasladado a una isla del Pacífico explicó así cómo se sentía: “El oír a estos isleños decir que han llegado a conocer a Jehová, el oírlos llamar a nuestros hijos sus hijos, esto debido al amor que les tienen por causa de la verdad, el ver aumentar el interés en el Reino así como también la concurrencia a las reuniones, el oír a esta gente amable decir: ‘Mis hijos se casarán sólo en el Señor’, y esto después de haber estado asociada esta gente con tradiciones de muchos siglos y casamientos al estilo oriental, el verlos limpiar y arreglar sus enredos maritales, [...] el verlos estudiar al mismo tiempo que cuidan su ganado al lado del camino, después de labor agotadora en los arrozales, el saber que en la bodega local y en otros sitios hablan acerca del mal de la idolatría, de la belleza del nombre de Jehová, el que los llame hermano y hermana una anciana madre india y pida acompañarlos para decirle a la gente acerca del Dios verdadero [...]. Todo esto en conjunto suma a una recompensa inapreciable por haber dado el paso que dimos cuando contestamos la llamada de Oceanía”.
Sin embargo, estos habitantes del Pacífico no eran los únicos que estaban recibiendo atención. A partir de 1964, algunos precursores filipinos de experiencia recibieron la asignación de ir a ayudar a misioneros celosos que ya estaban sirviendo en la República de Corea, Hong Kong, Indonesia, Laos, Malaysia, Tailandia, Taiwan y Vietnam.
Hacen frente a la presión de la familia y de la comunidad
La familia y la comunidad no siempre consideran que el que uno de sus miembros se haga testigo de Jehová sea un asunto de decisión personal. (Mat. 10:34-36; 1 Ped. 4:4.)
La mayoría de los que se han hecho testigos de Jehová en Hong Kong son jóvenes. Estos jóvenes han soportado una tremenda presión en un sistema que da prioridad a la educación superior y a los empleos bien remunerados. Los padres ven a sus hijos como una inversión que les garantiza una vida cómoda en sus últimos años. Por esta razón, cuando los padres de un joven de Kwun Tong se dieron cuenta de que el que su hijo estudiara la Biblia, asistiera a las reuniones y saliera a predicar iban a ser obstáculos para ganar dinero, se le opusieron enconadamente. En cierta ocasión su padre salió corriendo detrás de él con una cuchilla de carnicero; su madre le escupió en público. Durante meses fue objeto de maltrato verbal casi sin interrupción. En una ocasión preguntó a sus padres: “¿No me criaron por amor?”. La respuesta de ellos fue: “¡No, por dinero!”. El joven, no obstante, siguió poniendo su adoración a Jehová en primer lugar; aun así, cuando dejó su casa continuó también ayudando económicamente a sus padres en la medida de sus posibilidades, pues sabía que de este modo estaría complaciendo a Jehová. (Mat. 15:3-9; 19:19.)
En comunidades muy unidas, no es solo la familia inmediata la que suele presentar fuerte oposición. Un ejemplo de ello es la experiencia de Fuaiupolu Pele, de Samoa Occidental. Para los samoanos era inconcebible que uno de ellos rechazara las costumbres y la religión de sus antepasados; así pues, Pele sabía que le iban a pedir cuentas. Estudió mucho y oró intensamente a Jehová. El jefe principal de la familia lo citó para una reunión en Faleasiu, y al llegar se encontró con seis jefes, tres oradores, diez pastores, dos maestros de teología, el jefe principal que presidía y hombres y mujeres de edad avanzada de la familia. Entre todos maldijeron y condenaron a Pele y a otro miembro de la familia que se interesaba en el mensaje de los testigos de Jehová. Comenzó un debate que se prolongó hasta las 4.00 de la madrugada. A algunos de los presentes les irritó el que Pele utilizara la Biblia, y le gritaron: “¡Pon a un lado esa Biblia! ¡Deja esa Biblia!”. Pero finalmente el jefe principal dijo con voz débil: “Ganaste, Pele”. Él contestó: “Perdóneme, señor, pero yo no gané. Esta noche ustedes han oído el mensaje del Reino. Mi esperanza sincera es que le presten atención”.
Cuando el clero presenta oposición fuerte
Los misioneros de la cristiandad habían llegado a las islas del Pacífico en el siglo XIX. Su llegada había sido tranquila en muchos lugares, pero en otros había estado respaldada por fuerzas militares. En algunas zonas se habían repartido las islas entre sí mediante un “pacto de caballeros”. Pero había habido también guerras religiosas, en las que católicos y protestantes habían luchado por ganar el control. Estos “pastores” religiosos, los clérigos, se valieron de todo medio a su alcance para mantener a los testigos de Jehová fuera de lo que consideraban sus dominios. A veces presionaban a los funcionarios para que expulsaran a los Testigos de ciertas islas. Otras veces se tomaban la justicia por su mano.
En la aldea de Vunabal, situada en la isla de Nueva Bretaña, un grupo de la tribu sulka estaba muy interesado en la verdad bíblica. Un domingo de 1959 John Davison estaba conduciendo un estudio bíblico con ellos cuando un grupo de católicos dirigidos por un catequista entró en tropel en la casa e interrumpió el estudio con sus gritos e insultos. El hermano los denunció a la policía de Kokopo.
En lugar de abandonar a las ovejas, los Testigos regresaron a la semana siguiente para seguir ayudando espiritualmente a las personas apreciativas de Vunabal. Allí estaba también el sacerdote católico, a pesar de que la gente del pueblo no lo había invitado, junto con cientos de feligreses suyos de otra tribu. Instigados por el sacerdote, los católicos maldijeron a los Testigos, les escupieron, los amenazaron con el puño y destrozaron las Biblias de los aldeanos, mientras el sacerdote se quedaba de brazos cruzados y sonriendo. Los policías que trataban de controlar la situación estaban conmocionados. Muchos de los aldeanos también se asustaron. No obstante, al menos uno de los aldeanos tuvo el valor de declararse a favor de lo que sabía que era la verdad. Otros centenares de personas de esa isla han hecho lo mismo desde entonces.
Sin embargo, no todos los maestros religiosos fueron hostiles con los testigos de Jehová. Shem Irofa’alu, que vivía en las Islas Salomón, se sentía responsable ante los que lo consideraban su guía religioso. Cuando leyó el libro de la Sociedad Watch Tower titulado De paraíso perdido a paraíso recobrado, se dio cuenta de que lo habían engañado. Tanto él como los maestros religiosos que estaban bajo su jurisdicción escucharon conversaciones de los Testigos con otras personas, hicieron preguntas y buscaron los textos en la Biblia. Poco después concordaron en hacerse testigos de Jehová, así que convirtieron las iglesias de sus veintiocho aldeas en Salones del Reino.
Un torrente de aguas de la verdad en África
Particularmente a principios de la década de los veinte se puso gran empeño en que gente de todo el continente africano tuviera la oportunidad de conocer a Jehová, el Dios verdadero, y beneficiarse de sus provisiones amorosas. Al terminar la segunda guerra mundial había testigos de Jehová activos en catorce países africanos. El mensaje del Reino había llegado a otros catorce, pero en ninguno de ellos había Testigos que informaran su actividad en 1945. Durante los treinta años siguientes, hasta 1975, las buenas nuevas se predicaron en otros diecinueve países africanos. En casi todos estos países, así como en las islas circundantes, se empezaron a formar congregaciones: unas cuantas en algunos países, más de mil en Zambia y casi dos mil en Nigeria. ¿Cómo aconteció todo esto?
El mensaje del Reino avanzó como un torrente de agua impetuoso. Por lo general el agua discurre por el cauce de un río, aunque a veces se desborde, inundando el terreno cercano; y si algún obstáculo se interpone en su trayectoria, cambia de curso o se acumula hasta rebasar con gran presión el obstáculo.
Por medio de los cauces establecidos en su organización, la Sociedad Watch Tower asignó a ministros de tiempo completo —precursores, precursores especiales y misioneros— a países en los que se había predicado poco o no se había predicado. Allá donde fueron, estos ministros invitaron a la gente a ‘tomar gratis el agua de la vida’. (Rev. 22:17.) En el norte de África, por ejemplo, cuatro precursores especiales franceses extendieron tal invitación a los habitantes de Argelia en 1952. Al poco tiempo, una adivina aceptó la verdad, entendió que debía dejar su oficio para agradar a Jehová, y empezó a predicar a sus anteriores clientes. (Deu. 18:10-12.) Los precursores utilizaron con eficacia el libro “Sea Dios veraz” para ayudar a las personas sinceras a ver la diferencia entre la Santa Biblia y la tradición religiosa. El libro consiguió liberar a tantas personas de las prácticas religiosas falsas, que un sacerdote lo mostró desde el púlpito y lanzó maldiciones tanto contra el libro como contra los que lo estaban distribuyendo y los que lo estaban leyendo.
En 1954 se expulsó a un misionero de la España católica por enseñar la Biblia sin el permiso del clero; de modo que al año siguiente él y su compañero, que era precursor, empezaron a predicar en Marruecos. Poco después se unió a ellos una familia de cinco, todos testigos de Jehová, que había sido expulsada de Túnez. En este país se había producido un gran revuelo porque una pareja judía había aceptado a Jesús como el Mesías y enseguida había empezado a difundir su nueva creencia. En 1962, algunos precursores de Ghana, situado más hacia el sur, fueron destinados a Malí. Posteriormente se pidió a precursores franceses que servían en Argelia que fueran también a Malí a ayudar. Muchos de los que después se hicieron Testigos en ese país emprendieron, a su vez, el servicio de tiempo completo. En 1966 ocho precursores especiales de Nigeria fueron asignados a Níger, un país escasamente poblado que comprende parte del desierto del Sahara. Burundi tuvo la oportunidad de escuchar el mensaje del Reino en 1963 cuando llegaron al país dos precursores especiales procedentes de Rhodesia del Norte (hoy Zambia), seguidos de cuatro misioneros preparados en la Escuela de Galaad.
A principios de los años cincuenta había también misioneros en Etiopía. El gobierno etíope les exigió que abrieran una misión permanente y dieran instrucción escolar, lo cual hicieron. Pero ellos, además, enseñaban la Biblia, y en poco tiempo hubo un flujo constante de personas en el hogar misional, pues cada día venía gente nueva a pedir que alguien les ayudara a entender la Biblia. Durante las tres décadas que siguieron a la II Guerra Mundial, 39 países del continente africano se beneficiaron de la ayuda de aquellos misioneros de Galaad.
Las aguas de la verdad también estaban desbordándose y llegando a lugares espiritualmente áridos mediante los testigos de Jehová que estaban en contacto con otras personas en su trabajo seglar. Un ejemplo de ello fue una pareja de Testigos egipcios que tuvieron que trasladarse a Libia en 1950 por motivos de trabajo y aprovecharon su tiempo libre para predicar celosamente. Aquel mismo año, un Testigo que era comerciante de lana se mudó, junto con su familia, de Egipto a Jartum (Sudán). Él adoptó la costumbre de predicar a los clientes antes de negociar con ellos. Uno de los primeros Testigos que hubo en Senegal (entonces parte de África Occidental Francesa), llegó al país en 1951 para trabajar de representante de una compañía. Este hermano también valoraba las responsabilidades que tenía por ser testigo del Altísimo. En 1959, un Testigo que fue por razones de trabajo a Fort Lamy (hoy N’Djamena, en el actual Chad), se valió de la oportunidad para difundir el mensaje del Reino en esa tierra. En los países limítrofes de Níger había comerciantes que eran testigos de Jehová; así pues, mientras los precursores especiales que llegaron al país desde 1966 en adelante se dedicaban a la obra, estos comerciantes también predicaban a la gente de Níger con la que negociaban. Y dos proclamadoras del Reino que acompañaron a sus esposos cuando estos fueron a trabajar a Mauritania en 1966 aprovecharon la ocasión para predicar en aquella zona.
La gente que se sintió refrescada por “el agua de la vida” la compartió con otros. Por ejemplo, una persona que había asistido a algunas reuniones, pero que no era testigo de Jehová, se trasladó en 1947 de Camerún a Ubangui-Chari (hoy República Centroafricana). Una vez allí, se enteró de que en Bangui había un hombre que estaba muy interesado en la Biblia, de manera que tuvo la amabilidad de ponerse en contacto con la sucursal de la Sociedad Watch Tower en Suiza para que le enviaran un libro a este. Cuando el hombre en cuestión, Etienne Nkounkou, lo recibió, le entusiasmó el sano alimento espiritual que contenía y empezó a leer fragmentos del libro cada semana a un grupo de personas que también estaban interesadas. Estas personas se pusieron en comunicación con la central mundial de la Sociedad. Al aumentar su conocimiento, aquel grupo de estudio se convirtió en un grupo de predicadores también. Aunque el gobierno, presionado por el clero, prohibió las publicaciones de la Watch Tower, estos nuevos Testigos siguieron predicando con la Biblia solamente. A la gente de la República Centroafricana le encanta oír hablar de la Biblia, así que para 1957, cuando se anuló la ley que prohibía algunas publicaciones de la Sociedad, ya había más de quinientos Testigos en el país.
Surgen obstáculos
Cuando algún obstáculo se interponía en el curso del agua que da vida, esta lo rebasaba rápidamente de algún modo. Ayité Sessi, un precursor de Dahomey (hoy Benín), empezó a predicar en Togo en 1949, pero al poco tiempo el gobierno le obligó a marcharse. No obstante, al año siguiente Akakpo Agbetor, un ex boxeador originario de Togo, regresó a su tierra natal junto con su hermano. Por ser natural del país, pudo predicar con bastante libertad e incluso celebrar reuniones. Aunque los precursores asignados a Fernando Poo (actualmente parte de Guinea Ecuatorial) alrededor de 1950 fueron expulsados poco después de su llegada debido a la intolerancia religiosa, más adelante otros Testigos consiguieron contratos de trabajo que les permitieron vivir en aquella zona. Y, por supuesto, en armonía con el mandato de Jesús, también predicaron. (Mar. 13:10.)
En 1959, Emmanuel Mama, superintendente de circuito de Ghana, fue asignado a Alto Volta (ahora llamado Burkina Faso) por unas cuantas semanas, y pudo dar un gran testimonio en Uagadugu, la capital. Pero no vivía ningún Testigo en el país. Cuatro años después, siete Testigos originarios de Togo, Dahomey (hoy Benín) y Congo se mudaron a Uagadugu y buscaron trabajo para poder servir en esta zona. A los pocos meses se les unieron varios precursores especiales de Ghana. Sin embargo, en 1964, cuando los Testigos no llevaban allí ni siquiera un año, como consecuencia de la presión del clero sobre los funcionarios, los arrestaron, los retuvieron en prisión trece días y luego los expulsaron del país. ¿Habían servido de algo sus esfuerzos? Emmanuel Johnson, residente en el país, había aprendido dónde hallar la verdad bíblica. Continuó estudiando con los testigos de Jehová por correo y se bautizó en 1969. Sí, la obra del Reino se había establecido en un país más.
Cuando se solicitaron los visados para que misioneros educados en Galaad pudieran servir en Costa de Marfil (ahora conocido como Côte d’Ivoire), los funcionarios franceses se negaron a concederlos. Por consiguiente, en 1950 se envió a Alfred Shooter, de Costa de Oro (hoy Ghana), a la capital de Costa de Marfil para servir de precursor. En cuanto se instaló, su esposa se reunió con él, y unos cuantos meses más tarde llegó un matrimonio de misioneros, Gabriel y Florence Paterson. Con el tiempo surgieron problemas. Un día les confiscaron las publicaciones porque no tenían la aprobación del gobierno, y los multaron. Pero los hermanos vieron luego los libros expuestos a la venta en el mercado, así que los compraron e hicieron buen uso de ellos.
Mientras tanto, estos hermanos visitaron muchas oficinas del gobierno en un intento de obtener visados permanentes. El señor Houphouët-Boigny, quien después llegó a ser presidente de Costa de Marfil, ofreció su ayuda. “La verdad —observó— no tiene estorbos. Es como un río poderoso; si uno trata de represarlo, fluye por encima de la represa.” Cuando un sacerdote católico y un ministro metodista trataron de entrometerse, Ouezzin Coulibaly, diputado del gobierno, dijo: “Yo represento a la gente de este país. Nosotros somos la gente, y a nosotros nos gustan los testigos de Jehová y por eso queremos que se queden aquí en este país”.
Discípulos con un buen entendimiento
Cuando dio instrucciones de ‘hacer discípulos de gente de todas las naciones’, Jesús mandó también que los que se hicieran discípulos —los que creyeran en las enseñanzas de Cristo y las aplicaran— debían bautizarse. (Mat. 28:19, 20.) En armonía con esto, en las asambleas de circuito y de distrito periódicas de los testigos de Jehová se pueden bautizar los nuevos discípulos. El número de bautizados en alguna ocasión en particular puede ser relativamente bajo. Sin embargo, en una asamblea celebrada en Nigeria en 1970 se bautizaron 3.775 nuevos Testigos. De cualquier forma, lo importante no es la cantidad.
En 1956 se observó que algunos que se habían bautizado en Costa de Oro no habían edificado su fe sobre un fundamento sólido, de modo que se tomaron medidas para someter a examen a los que pensaban bautizarse. Se encargó a los superintendentes de congregación de Costa de Oro la tarea de examinar personalmente a cada uno de los que querían bautizarse para comprobar que tuvieran un buen conocimiento de las verdades bíblicas básicas, que estuvieran viviendo en armonía con las normas bíblicas y que entendieran claramente cuáles son las obligaciones de un testigo de Jehová dedicado y bautizado. Con el tiempo se puso en vigor un procedimiento similar en todo el mundo. En 1967 apareció en el libro “Tu palabra es una lámpara para mi pie” un bosquejo detallado que debía utilizarse al repasar las enseñanzas bíblicas básicas con los que planeaban bautizarse. Tras años de experiencia, en 1983 se publicó una versión refinada de aquel bosquejo en el libro Organizados para efectuar nuestro ministerio.
No obstante, ¿se tuvieron en cuenta las necesidades de las personas de educación académica limitada, o de analfabetos?
Hacen frente al problema del analfabetismo
En 1957 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura calculó que aproximadamente el 44% de la población mundial mayor de 15 años de edad no sabía leer ni escribir. Según informes de la época, en 42 países de África, 2 de América, 28 de Asia y 4 de Oceanía, el 75% de los adultos eran analfabetos. Sin embargo, a estos también se les tenía que dar la oportunidad de aprender la ley de Dios a fin de prepararse para ser súbditos de su Reino. Aunque muchas de estas personas tenían una mente despierta y recordaban gran parte de lo que oían, no podían leer la preciosa Palabra de Dios por sí mismas ni podían usar las publicaciones para el estudio de la Biblia.
Durante años, algunos Testigos habían prestado ayuda personal a quienes querían aprender a leer. Sin embargo, en 1949 y 1950 se empezaron a impartir clases de alfabetización en las congregaciones de los testigos de Jehová de muchos países africanos. Por lo general se daban en los Salones del Reino, y en algunos lugares se invitaba a toda la gente del pueblo a beneficiarse del programa.
Si en un país el gobierno patrocinaba un programa de alfabetización, los testigos de Jehová cooperaban gustosamente con este. En muchos lugares, sin embargo, los Testigos tuvieron que elaborar y usar su propio manual de instrucciones. Decenas de miles de personas, entre ellas miles de mujeres y gente mayor, han aprendido a leer y a escribir mediante estas clases de los testigos de Jehová. Gracias al modo como está concebido este curso, no solo han aprendido a leer y a escribir, sino que a la vez se han familiarizado con las verdades básicas de la Santa Palabra de Dios, lo cual ha contribuido a que estén capacitados para participar en la obra de hacer discípulos que mandó Jesús. El deseo de cumplir bien con esta comisión ha motivado a muchos a esforzarse sinceramente por aprender a leer.
En Dahomey (hoy Benín, África occidental), un amo de casa se negó a escuchar a un Testigo nuevo porque este no sabía leer. El Testigo se resolvió en aquel momento a superar el problema. Empezó a asistir a las clases para aprender a leer y se aplicó mucho. Seis semanas más tarde, visitó al mismo amo de casa; el hombre se sorprendió tanto de escuchar a esta persona, que tan poco tiempo atrás era analfabeta, leer de la Palabra de Dios, que él también se interesó en lo que el Testigo le estaba enseñando. Algunos que han aprendido a leer y a escribir en estas clases con el tiempo hasta han enseñado en muchas congregaciones como superintendentes viajantes. Este fue el caso del nigeriano Ezekiel Ovbiagele.
Enseñanza mediante películas y diapositivas
Con el fin de ayudar a los interesados en la Biblia a apreciar la magnitud de la organización visible de Jehová, en 1954 se produjo una película. Este filme, La Sociedad del Nuevo Mundo en acción, también contribuyó a acabar con los prejuicios de comunidad.
En lo que es ahora Zambia, se necesitaba a menudo un generador portátil para proyectar la película. Una lona blanca extendida entre dos árboles servía de pantalla. En la provincia de Barotse el jefe supremo vio la película junto con su familia, es decir, la familia real, y entonces quiso que la viera también el público en general. El resultado de esto fue que al anochecer del día siguiente la vieron 2.500 personas. La asistencia total a las proyecciones de la película en Zambia a lo largo de un período de diecisiete años sobrepasó el millón de personas. A la gente le encantaba la cinta. Desde la vecina Tanganica (hoy parte de Tanzania), se informó que al acabar la proyección los espectadores empezaron a gritar: “Ndaka, ndaka” (Gracias, gracias).
A la película La Sociedad del Nuevo Mundo en acción le siguieron otras tituladas La felicidad de la Sociedad del Nuevo Mundo, Proclamando “buenas nuevas eternas” alrededor del mundo, Dios no puede mentir y Heritage (Herencia). Se han proyectado también programas de diapositivas con comentarios hablados sobre lo útil que es la Biblia para nuestros días, el origen pagano de las doctrinas y prácticas de la cristiandad, y el significado de las condiciones mundiales a la luz de la profecía bíblica, así como programas de diapositivas sobre los testigos de Jehová como organización, con una visita a su central mundial, las emocionantes asambleas en países donde estaban antes proscritos y un análisis de su historia moderna. Todas estas proyecciones han ayudado a las personas a darse cuenta de que Jehová tiene verdaderamente un pueblo en la Tierra y de que la Biblia es Su Palabra inspirada.
Se identifica a las verdaderas ovejas
En algunos países había personas que por el simple hecho de tener ciertas publicaciones de la Watch Tower afirmaban ser testigos de Jehová o usaban el nombre Watch Tower. Pero, ¿habían cambiado sus creencias y su modo de vivir para ajustarse a las normas bíblicas? Cuando recibieran instrucciones necesarias, ¿demostrarían ser auténticas ovejas que prestaran atención a la voz del Amo, Jesucristo? (Juan 10:4, 5.)
La sucursal de la Sociedad Watch Tower en Sudáfrica recibió en 1954 una carta sorprendente de un grupo de africanos presos en el penal Baía dos Tigres, situado en el sur de Angola. El autor de la carta, João Mancoca, explicaba: “El grupo de testigos de Jehová en Angola se compone de 1.000 miembros. El líder de estos es Simão Gonçalves Toco”. ¿Quién era Toco? ¿Eran sus seguidores testigos de Jehová auténticos?
Se hicieron planes para que John Cooke, un misionero que hablaba portugués, visitara Angola. Después de una larga entrevista con un funcionario del gobierno colonial, el hermano Cooke consiguió permiso para visitar a Mancoca. Por medio de este supo que en los años cuarenta, cuando Toco era miembro de una misión bautista del Congo Belga (hoy Zaire), había obtenido algunas publicaciones de la Watch Tower y había explicado a sus compañeros más allegados lo que había aprendido de estas. Sin embargo, el grupo recibió después la influencia de espiritistas, y finalmente Toco dejó de usar las publicaciones de la Watch Tower y la Biblia por completo. En lugar de eso, acudió por guía a médium espiritistas. El gobierno repatrió a sus seguidores a Angola y posteriormente fueron dispersados por este país.
Mancoca, que había sido uno de los compañeros de Toco, trató de convencer a otros para que dejaran de practicar el espiritismo y se adhirieran a la Biblia. A algunos de los seguidores de Toco no les gustó su postura y presentaron cargos falsos contra él ante las autoridades portuguesas, a consecuencia de lo cual Mancoca y los que pensaban como él fueron recluidos en un penal. Desde este lugar se comunicó con la Sociedad Watch Tower y obtuvo más publicaciones bíblicas. Mancoca era un hombre humilde y espiritual que estaba profundamente interesado en colaborar con la organización mediante la cual había aprendido la verdad. Después de hablar de las verdades bíblicas con este grupo durante muchas horas, el hermano Cooke no tuvo la más mínima duda de que João Mancoca era, efectivamente, una oveja del Señor. Durante muchos años y hasta el día de hoy el hermano Mancoca lo ha demostrado en las circunstancias más difíciles.
El hermano Cooke se entrevistó también con Toco y algunos de sus seguidores. Sin embargo, con excepción de unos cuantos, ninguno demostró tener las cualidades de oveja propias de los seguidores de Cristo. Por lo tanto, en aquel entonces no había 1.000 testigos de Jehová en Angola, sino solo unos veinticinco.
Mientras tanto, en el Congo Belga (hoy Zaire) se había producido otro caso de confusión de identidad con un movimiento político-religioso llamado Kitawala que a veces utilizaba también el nombre Watch Tower. En las casas de algunos de sus miembros se encontraron publicaciones de los testigos de Jehová que habían obtenido por correo. Pero las creencias y prácticas del Kitawala (entre ellas el racismo, las actividades subversivas con el fin de provocar cambios políticos y sociales y la inmoralidad sexual en el nombre de la religión) no representaban de ningún modo las de los testigos de Jehová. No obstante, se publicaron reportajes que trataban de relacionar a la Sociedad Watch Tower de los testigos de Jehová con el Kitawala.
Los testigos de Jehová intentaron repetidas veces enviar a supervisores preparados al país, pero las autoridades belgas nunca autorizaron su entrada, para regocijo de los grupos católicos y protestantes. Desde 1949 en particular, se tomaron medidas represivas crueles contra los que estudiaban la Biblia con la ayuda de las publicaciones de la Watch Tower en el Congo Belga. Pero uno de los fieles Testigos congoleños explicó cuál fue el resultado: “Somos como un saco de maíz africano. A donde nos lleven, la Palabra se irá derramando grano a grano hasta que lleguen las lluvias; y entonces nos verán crecer por todas partes”. Y así fue en efecto, pues a pesar de lo difícil que era la situación, de 1949 a 1960 la cantidad de testigos de Jehová que informaron actividad aumentó de 48 a 1.528.
Las autoridades se dieron cuenta poco a poco de la gran diferencia que había entre el Kitawala y los testigos de Jehová. Estos consiguieron cierta libertad para reunirse en asambleas, y miembros del gobierno a menudo hacían comentarios sobre su buena conducta y orden. Cuando había manifestaciones violentas en pro de la independencia política, la gente sabía que los testigos de Jehová no estaban implicados. En 1961, un Testigo que era un supervisor capacitado, el belga Ernest Heuse, hijo, logró entrar finalmente en el país. Con diligencia y gran esfuerzo, se pudo ayudar progresivamente a los hermanos a poner sus congregaciones y sus vidas personales en plena armonía con la Palabra de Dios. Tenían que aprender muchas cosas, y para ello se requería gran paciencia.
El Kitawala envió a los hermanos largas listas de miembros del movimiento de varias regiones que querían que se les reconociera como testigos de Jehová, creyendo que así ganarían prestigio. El hermano Heuse decidió, por prudencia, mandar a hermanos capacitados a estas regiones para averiguar de qué clase de personas se trataba. En lugar de aceptar a grupos grandes, los hermanos condujeron estudios bíblicos con las personas individualmente.
Con el tiempo se manifestó quiénes eran las verdaderas ovejas, los que realmente consideraban a Jesucristo su Pastor. Apareció una gran cantidad de ellas, quienes, a su vez, enseñaron a otros. A través de los años llegaron del extranjero muchos misioneros de la Watch Tower para trabajar con estas personas, impartirles un conocimiento más exacto de la Palabra de Dios y darles la preparación necesaria. Para 1975 había 17.477 testigos de Jehová en Zaire, organizados en 526 congregaciones, que predicaban y enseñaban la Palabra de Dios.
Se liberan del poder del fetichismo
Al oeste de Nigeria se extiende el país de Benín (antes conocido como Dahomey), cuya población está dividida en 60 etnias que hablan unos 50 idiomas y dialectos. Al igual que en gran parte de África, la religión tradicional es el animismo, que está en relación estrecha con la adoración de antepasados. En este ambiente religioso la gente vive sumida en la superstición y el temor. Muchos de los que se declaran cristianos también practican el animismo.
De finales de los años veinte a los años cuarenta, algunos testigos de Jehová nigerianos diseminaron muchas semillas de la verdad bíblica en Dahomey en las visitas que realizaban de vez en cuando para distribuir publicaciones bíblicas. Muchas de estas semillas solo necesitaban un poco de riego para brotar y fructificar. Nouru Akintoundé, nativo de Dahomey que vivía en Nigeria, les dio la atención que requerían cuando regresó a Dahomey en 1948 para servir de precursor. A los cuatro meses, 300 personas ya habían respondido a la verdad y participaban también en el ministerio del campo. Tal respuesta fue superior a lo que se creía posible.
Toda esta actividad levantó enseguida un revuelo no solo entre el clero de la cristiandad, sino también entre los animistas. Algún tiempo después que la secretaria del convento fetichista de Porto-Novo se interesó en la verdad, el jefe fetichista proclamó que esta moriría en siete días. No obstante, la que fue secretaria del convento dijo con firmeza: “Si es el fetiche quien ha hecho a Jehová, moriré; pero si Jehová es el Dios supremo, entonces él vencerá al fetiche”. (Compárese con Deuteronomio 4:35; Juan 17:3.) Para que se cumpliera su predicción, en la noche del sexto día el jefe fetichista realizó todo tipo de sortilegios, tras lo cual anunció que la anterior secretaria del convento había muerto. Grande fue, sin embargo, la consternación de los adoradores del fetiche cuando al día siguiente la vieron aparecer llena de vida en el mercado de Cotonou. Más tarde, un hermano alquiló un automóvil y la paseó en él por Porto-Novo para que todos vieran por sí mismos que estaba viva. A raíz de este episodio, muchos fetichistas más adoptaron una actitud firme a favor de la verdad. (Compárese con Jeremías 10:5.)
A consecuencia de la fuerte presión religiosa, al poco tiempo se prohibieron las publicaciones de la Watch Tower en Dahomey. No obstante, los Testigos obedecieron a Jehová Dios y siguieron predicando, a menudo con la Biblia tan solo. En algunas ocasiones iban por las casas haciéndose pasar por vendedores ambulantes de toda clase de artículos. Si la conversación iba bien, dirigían la atención a la Biblia y a veces hasta sacaban de un bolsillo interior grande de su ropa una valiosa publicación bíblica.
Cuando la policía les causaba muchos problemas en las ciudades, predicaban en las zonas rurales. (Compárese con Mateo 10:23.) Y cuando los metían en la cárcel, seguían predicando allí mismo. En 1955, los Testigos que estaban presos encontraron al menos dieciocho personas interesadas entre los reclusos y los funcionarios de prisión de Abomey.
Diez años después del regreso del precursor dahomeyano a su tierra natal para predicar, 1.426 personas participaban en el ministerio, a pesar de que la obra estaba bajo proscripción oficial.
Más obreros participan en la siega
Era obvio que por toda África había muchas personas que ansiaban conocer la verdad. La mies era mucha, pero los obreros eran pocos. Por lo tanto, fue estimulador para los hermanos ver cómo el Amo de la mies, Jesucristo, respondía a sus peticiones de más obreros para ayudar en la siega espiritual. (Mat. 9:37, 38.)
En la década de los treinta, algunos precursores viajantes habían dejado muchas publicaciones en manos de los kenianos, pero habían vuelto a visitar a muy pocos de ellos. No obstante, en 1949 Mary Whittington, junto con sus tres niños, emigró de Gran Bretaña a Nairobi, ciudad donde trabajaba su esposo. La hermana Whittington llevaba apenas un año bautizada, pero tenía espíritu de precursor. Aunque no sabía si había más Testigos en Kenia, empezó a ayudar a la gente de este enorme territorio a aprender la verdad. No se arredró ante ningún obstáculo. Hubo también otros Testigos —de Australia, Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Sudáfrica, Suecia y Zambia— que se trasladaron a Kenia para dar a conocer la esperanza del Reino.
Además, se envió a matrimonios de misioneros para ayudar en la siega. Al principio los hombres se vieron obligados a trabajar seglarmente a fin de permanecer en el país, de manera que el tiempo del que disponían para el ministerio era limitado. Pero sus esposas estaban libres para servir de precursoras. Con el tiempo llegaron a Kenia más de cien misioneros preparados en Galaad. Poco antes de que el país alcanzara la independencia, con el consiguiente fin de la segregación impuesta por el gobierno colonial británico, los Testigos europeos estudiaron swahili y ampliaron su actividad rápidamente para llegar a los africanos nativos. La cantidad de Testigos en esta parte del campo mundial creció deprisa.
En 1972, Botsuana también recibió ayuda en la siega espiritual cuando Testigos de Gran Bretaña, Kenia y Sudáfrica se mudaron a sus ciudades principales. Tres años después llegaron asimismo misioneros preparados en Galaad. La mayor parte de la población, sin embargo, vive dispersa en pueblos de las zonas rurales. Con el fin de llegar a estas personas, los Testigos de Sudáfrica han viajado a través de la región desértica conocida como el Kalahari. Han predicado a los jefes, los maestros y con frecuencia a grupos de diez o veinte oyentes apreciativos de comunidades aisladas. Un anciano les dijo: “¿Han venido desde tan lejos para hablarnos acerca de estas cosas? Es muy amable de su parte, muy amable”.
“Brown el de la Biblia” había dado enérgicos discursos bíblicos en Liberia durante los años veinte, pero encontró mucha oposición. La siega espiritual no progresó realmente en el país hasta la llegada de los misioneros preparados en la Escuela de Galaad. El primero que llegó fue Harry Behannan, en 1946. En años sucesivos muchos más participaron en la siega. Algunos liberianos nativos se fueron incorporando a la obra, y para 1975 ya había más de mil alabadores de Jehová.
“Brown el de la Biblia” había predicado aún más en Nigeria. Esta nación estaba dividida en numerosos reinos, ciudades estado y sistemas sociales y su población hablaba más de doscientos cincuenta idiomas y dialectos. La religión era otro factor divisivo más. Con poco tacto, pero con poderosos argumentos bíblicos, los primeros Testigos que hubo en Nigeria denunciaron al clero y sus enseñanzas falsas. Cuando se proscribieron sus publicaciones durante la II Guerra Mundial, los hermanos siguieron predicando solo con la Biblia. La gente que amaba la verdad respondió con aprecio. Dejaron de asistir a sus iglesias y luego abandonaron la práctica de la poligamia, así como sus talismanes, los cuales habían tolerado las iglesias. En 1950, había 8.370 testigos de Jehová proclamando el Reino en Nigeria. Para 1970 esa cantidad se había multiplicado por más de diez.
En Rhodesia del Sur (hoy conocida por Zimbabue), hubo que vencer muchos impedimentos legales para dar ayuda espiritual a los que manifestaban interés. Desde mediados de los años veinte los hermanos estaban intentando obtener reconocimiento legal. En 1932 se ordenó a los precursores sudafricanos que dejaran el país, y se les dijo arbitrariamente que no había posibilidad de apelar. De todas maneras, ellos apelaron. Hubo que responder en los tribunales a la acusación de que las publicaciones de la Watch Tower eran sediciosas. A principios de la década de los cuarenta algunos hermanos fueron encarcelados por distribuir publicaciones que hablaban de la Biblia. Hasta 1966 no se reconoció oficialmente en Zimbabue a los testigos de Jehová como organización religiosa. Por más de cuarenta años se había llevado a cabo la siega espiritual en circunstancias muy difíciles, pero trabajadores valientes habían ayudado a más de once mil personas a hacerse siervos de Jehová Dios.
Se da testimonio a gobernantes y reyes
Jesús sabía que sus discípulos se encontrarían con oposición en su ministerio. Les dijo que los entregarían a “tribunales locales” e incluso los llevarían ante “gobernadores y reyes”, lo cual resultaría en “un testimonio a ellos y a las naciones”. (Mat. 10:17, 18.) Los testigos de Jehová han experimentado exactamente lo que Jesús predijo y, en armonía con sus palabras, han procurado aprovechar esas ocasiones para dar testimonio.
Algunos funcionarios se han retraído de hacer el bien a los seguidores de Cristo por temor. (Juan 12:42, 43.) Llewelyn Phillips lo comprobó personalmente en 1948, cuando se entrevistó en privado con varios funcionarios del Congo Belga para interceder a favor de los Testigos del país, a quienes se estaba persiguiendo. Explicó a estos hombres las creencias y las actividades de los testigos de Jehová. Sin embargo, durante la entrevista que tuvo con el gobernador general, este le preguntó pensativo: “Y si le ayudo, ¿qué pasará conmigo?”. Él sabía que la Iglesia Católica Romana ejercía gran influencia en aquel país.
Al rey Sobhuza II, jefe supremo de la nación suazi, en cambio, no le preocupaba demasiado la opinión del clero. Había hablado muchas veces con los testigos de Jehová, tenía un buen número de sus publicaciones, y simpatizaba con ellos. El “Viernes Santo” de todos los años invitaba a los clérigos africanos al pueblo donde residía. Les permitía expresarse, pero también cedía la palabra a un testigo de Jehová. En 1956 el Testigo habló sobre la doctrina de la inmortalidad del alma y los títulos honoríficos de los dirigentes religiosos. Cuando concluyó, el jefe supremo preguntó a los clérigos: “¿Son ciertas estas cosas que dicen los testigos de Jehová, o son falsas? Si son falsas, expliquen por qué”. No pudieron refutar ninguna. En una ocasión el jefe incluso prorrumpió en carcajadas al ver la consternación del clero ante lo que había dicho un Testigo.
Con frecuencia se encargaba a la policía que pidiera explicaciones a los Testigos por sus actividades. Los Testigos de la congregación de Tánger (Marruecos) viajaban con regularidad a Ceuta, puerto marítimo de la costa marroquí bajo dominio español. En 1967 la policía detuvo a unos Testigos y los sometió a un interrogatorio de dos horas durante el cual estos dieron un magnífico testimonio. En un momento dado, dos inspectores les preguntaron si los Testigos creían en la “Virgen María”. Cuando los hermanos les explicaron que los Evangelios muestran que María tuvo otros hijos después de haber dado a luz a Jesús siendo aún virgen, y que estos eran medio hermanos de Jesús, los policías se quedaron boquiabiertos y les dijeron que la Biblia no podía decir eso. Cuando los hermanos le mostraron Juan 7:3-5 a uno de los policías, este miró detenidamente el pasaje bíblico sin pronunciar una sola palabra. Entonces el otro dijo: “Denme esa Biblia. ¡Yo les explicaré el texto!”. El primer policía replicó: “No te molestes. Está más que claro”. Les hicieron muchas preguntas más, que los Testigos respondieron en un ambiente cordial. Tras este incidente, las autoridades apenas causaron molestias a los Testigos que predicaban en aquel lugar.
Ha habido gobernantes prominentes que han llegado a conocer bien a los testigos de Jehová y su ministerio. Algunos consideran que la obra de los Testigos es de verdadero beneficio para la gente. A finales de 1959, cuando estaba próxima la independencia de Nigeria, el Dr. Nnamdi Azikiwe, el gobernador general, requirió la presencia de W. R. Brown como representante de los testigos de Jehová. Él explicó a su consejo de ministros: “Si todas las sectas religiosas fueran como los testigos de Jehová, no tendríamos asesinatos, robos, delitos, presos ni bombas atómicas. Las puertas no se cerrarían con llave día tras día”.
En África se estaba efectuando una gran siega espiritual. En 1975, 312.754 Testigos predicaron las buenas nuevas en 44 países del continente africano. En nueve de estos países, menos de 50 personas se habían pronunciado a favor de la verdad bíblica y participaban en la evangelización. Pero los Testigos consideran preciosa la vida de toda persona. En diecinueve de los países mencionados, la cantidad de testigos de Jehová que participaban en el ministerio de casa en casa ascendió a miles. En algunas zonas se informaron aumentos espectaculares. En Angola, por ejemplo, de 1970 a 1975 el número de Testigos aumentó de 355 a 3.055. En Nigeria, en 1975 hubo 112.164 testigos de Jehová. Estos no eran simplemente personas a quienes les gustara leer las publicaciones de la Watch Tower o que asistieran de vez en cuando a las reuniones de algún Salón del Reino. Todos eran proclamadores activos del Reino de Dios.
El Oriente produce alabadores de Jehová
En las Filipinas, como en muchos otros lugares, la actividad de los testigos de Jehová creció rápidamente al terminar la II Guerra Mundial. Tras ser liberado de la prisión el 13 de marzo de 1945, Joseph Dos Santos se puso en contacto de inmediato con la oficina de la Sociedad Watch Tower en Nueva York. Quería obtener toda la información para el estudio de la Biblia y las instrucciones de organización que no habían llegado a los hermanos filipinos durante la guerra. Luego visitó a las congregaciones para unificarlas y fortalecerlas. Aquel mismo año se celebró una asamblea nacional en Lingayen (provincia de Pangasinán), donde se explicó cómo enseñar a las personas que tenían hambre de la verdad mediante estudios bíblicos en los hogares. Durante los años subsiguientes se coordinaron esfuerzos para traducir más información a las lenguas locales —tagalo, iloko y cebuano— y publicarla. Se estaban sentando las bases para la expansión, y esta no tardó en producirse.
Diez años después del fin de la guerra, la cantidad de Testigos en las Filipinas había aumentado de unos 2.000 a más de 24.000. Otros veinte años más tarde ya había más de 78.000 alabadores de Jehová en el archipiélago.
Uno de los primeros países orientales a los que se envió a misioneros de la Escuela de Galaad fue China. Harold King y Stanley Jones llegaron a Shanghai en 1947; Lew Ti Himm, en 1949. Los tres precursores alemanes que habían iniciado la obra en China en 1939 estuvieron presentes para recibirlos. En este país la mayoría de la gente era budista, por lo que resultaba difícil entablar una conversación bíblica con ellos. Dentro de sus casas tenían capillas y altares. Para ahuyentar a los malos espíritus colocaban espejos encima de las puertas. Tiras de papel rojo con dichos de buena suerte y figuras espantosas de dioses budistas adornaban las entradas. No obstante, se estaban efectuando grandes cambios en China. El gobierno comunista obligaba a todos los habitantes del país a estudiar ‘los pensamientos de Mao Tse-tung’. Al terminar la jornada laboral, tenían que asistir a largas sesiones en las que se explicaba la doctrina comunista. En este entorno, nuestros hermanos se mantenían ocupados predicando las buenas nuevas del Reino de Dios.
Muchos de los que aceptaban estudiar con los testigos de Jehová habían tenido algún contacto previo con la Biblia mediante las iglesias de la cristiandad. Tal fue el caso de Nancy Yuen, ama de casa y miembro activo de su iglesia, que agradeció lo que los Testigos le mostraron en la Biblia. Nancy empezó enseguida a predicar celosamente de casa en casa y a conducir estudios bíblicos. Otras personas a quienes se predicó eran de genuinos antecedentes chinos y budistas y no conocían la Biblia. En 1956 se alcanzó un máximo de 57 publicadores. Sin embargo, ese mismo año metieron en la cárcel a Nancy Yuen después de haber sido arrestada seis veces por predicar. A otros hermanos también los detuvieron o los obligaron a salir del país. Stanley Jones y Harold King fueron encarcelados el 14 de octubre de 1958. Pasaron dos años antes de que los sometieran a juicio, tiempo durante el cual los interrogaron una y otra vez. Cuando por fin los juzgaron, en 1960, recibieron largas condenas de prisión. Así pues, en octubre de 1958 la actividad pública de los testigos de Jehová en China quedó interrumpida por la fuerza. Pero su predicación nunca cesó del todo. Hasta en las prisiones y los campos de trabajo había modos de dar testimonio. ¿Se continuaría la obra en este inmenso país más adelante? A su debido tiempo se sabría.
Mientras tanto, ¿qué estaba ocurriendo en Japón? Antes de la segunda guerra mundial solo habían predicado en este país unos cien testigos de Jehová. Cuando se tomaron medidas represivas brutales contra ellos durante la guerra, muchos transigieron. Aunque unos cuantos se mantuvieron íntegros, la predicación pública organizada cesó. No obstante, la proclamación del Reino de Jehová se reactivó en el país cuando Don Haslett, misionero de Galaad, llegó a Tokio en enero de 1949. Dos meses después su esposa, Mabel, pudo reunirse con él. En el campo japonés había muchas personas que tenían hambre de la verdad. El emperador había renunciado a su divinidad. El sintoísmo, el budismo, el catolicismo y el kyodan (formado por varios grupos protestantes japoneses) habían perdido prestigio a los ojos de la gente por involucrarse en la guerra, que Japón había perdido.
Trece misioneros de la Escuela de Galaad predicaban en Japón a finales de 1949. Tras ellos fueron llegando otros, hasta sobrepasar la cifra de ciento sesenta. Había muy pocas publicaciones para ofrecer. Algunos misioneros hablaban el japonés antiguo de Hawai, pero tuvieron que aprender el japonés actual. Los demás solo habían adquirido unas nociones del idioma, así que tuvieron que consultar constantemente sus diccionarios japonés-inglés hasta conseguir un mejor conocimiento del nuevo idioma. Las familias Ishii y Miura, que no habían abandonado su fe durante los años de la guerra, se pusieron enseguida en contacto con la organización y reanudaron su participación en el ministerio público.
Progresivamente se abrieron hogares misionales en Kobe, Nagoya, Osaka, Yokohama, Kyoto y Sendai. De 1949 a 1957 el principal objetivo fue establecer la obra del Reino en las ciudades más importantes de la isla principal de Japón. Luego los predicadores empezaron a pasar a otras ciudades. El campo era inmenso. Era obvio que se iban a necesitar muchos ministros precursores para dar un testimonio completo en todo Japón. Cuando se recalcó esta necesidad, muchos voluntarios respondieron, y el resultado de los esfuerzos coordinados de estos ministros tan trabajadores fue extraordinario. El fruto de la primera década fue 1.390 alabadores de Jehová. Para mediados de los setenta había 33.480 celosos alabadores de Jehová por todo Japón, y la siega proseguía a un ritmo cada vez mayor.
En 1949, el mismo año en el que Don Haslett llegó a Japón, la obra del Reino recibió también un gran impulso en la República de Corea. Durante la guerra mundial este país había estado bajo dominio japonés y los Testigos habían sido cruelmente perseguidos. Después de la guerra se formó un grupo pequeño de personas que se reunían para estudiar, pero no establecieron contacto con la organización internacional hasta que Choi Young-won vio en 1948 un artículo sobre los testigos de Jehová en el periódico del ejército estadounidense Stars and Stripes. Al año siguiente se formó una congregación de doce publicadores en Seúl. Más avanzado el año, llegaron los primeros misioneros de la Escuela de Galaad, Don y Earlene Steele. Siete meses más tarde entraron en el país otros seis misioneros.
Estaban obteniendo resultados excelentes: un promedio de veinte estudios bíblicos cada uno y asistencias a las reuniones de hasta 336 personas. Entonces estalló la guerra de Corea. Cuando solo hacía algo más de tres meses que había llegado el último grupo de misioneros, todos fueron evacuados a Japón. Pasó más de un año antes de que Don Steele pudiera regresar a Seúl, y otro año antes de que Earlene pudiera reunirse con él. Entretanto, los hermanos coreanos se habían mantenido firmes y habían predicado con celo, aunque muchos habían perdido sus casas y vivían como refugiados. Una vez concluida la guerra, se procuró suministrar más publicaciones en coreano. La obra cobró ímpetu con la celebración de asambleas y la llegada de más misioneros. Para 1975 había 32.693 testigos de Jehová en la República de Corea —casi tantos como en Japón— y el potencial de crecimiento era magnífico, pues se conducían más de treinta y dos mil estudios bíblicos en las casas.
¿Cuál era la situación en Europa?
Al terminar la II Guerra Mundial, los testigos de Jehová europeos no obtuvieron libertad total que les permitiera llevar a cabo su obra de educación bíblica sin oposición. En algunos lugares, las autoridades los respetaron por su postura firme durante la guerra. Pero en otros, los siguieron persiguiendo debido a la existencia de corrientes poderosas de nacionalismo y oposición religiosa.
Entre los Testigos de Bélgica se hallaban algunos que habían venido de Alemania para predicar las buenas nuevas. La Gestapo los había acosado como bestias salvajes porque se negaron a apoyar el régimen nazi. Pero al terminar la guerra las autoridades belgas acusaron de ser nazis a algunos de estos mismos Testigos, los encarcelaron y luego los echaron del país. Pese a todo, la cifra de Testigos activos en el ministerio del campo en Bélgica se multiplicó por más de tres durante los cinco años que siguieron a la guerra.
¿Quién estaba tras la persecución en muchos casos? La Iglesia Católica Romana. Donde tenía suficiente poder, luchaba implacablemente para acabar con los testigos de Jehová.
Como sabían que en el Occidente muchos temían al comunismo, en 1948 el clero católico de la ciudad irlandesa de Cork instigó a la gente a oponerse a los testigos de Jehová, a quienes calificaba constantemente de “diablos comunistas”. Como consecuencia, en una ocasión en la que Fred Metcalfe estaba participando en el ministerio del campo, una chusma le dio puñetazos y patadas y le esparció sus publicaciones bíblicas por la calle. Afortunadamente, un policía se presentó entonces y dispersó a la chusma. A pesar de la persecución, los Testigos perseveraron. No todos los irlandeses aprobaban la violencia. Hasta algunos que habían participado en actos violentos después lo lamentaron. La mayoría de los católicos irlandeses no habían visto nunca una Biblia. Sin embargo, con paciencia y bondad se ayudó a algunos de ellos a asirse de la verdad libertadora. (Juan 8:32.)
Aunque en 1946 solo había unos cien Testigos en Italia, tres años después había 64 congregaciones, pequeñas pero trabajadoras. El clero católico estaba preocupado. Como no podía refutar las verdades bíblicas que los testigos de Jehová predicaban, el clero presionó al gobierno para que acabara con ellos, lo que llevó a que en 1949 se expulsara del país a los misioneros de los Testigos.
El clero católico italiano intentó varias veces interrumpir o impedir que se celebraran las asambleas de los Testigos de Italia. En 1948 envió a varios individuos a una asamblea que se estaba celebrando en Sulmona para que la interrumpieran haciendo preguntas impertinentes. En Milán presionaron al jefe de la policía para que cancelara el permiso concedido a los Testigos para celebrar una asamblea en el Teatro dell’Arte en 1950. Y en 1951 consiguieron que la policía cancelara otro permiso, esta vez en Cerignola. Pero en 1957, cuando la policía ordenó que se suspendiera una asamblea de los Testigos en Milán, la prensa italiana protestó, y se plantearon preguntas en el Parlamento. El semanario romano Il Mondo del 30 de julio de 1957 afirmó sin ambages que se había tomado aquella medida “para satisfacer al arzobispo”, Giovanni Battista Montini, quien más adelante llegó a ser el papa Paulo VI. De todos era sabido que durante siglos la Iglesia Católica había prohibido que se distribuyera la Biblia en los idiomas que hablaba el público en general. Pero los testigos de Jehová siguieron mostrando a los católicos sinceros lo que dice esta, para que lo vieran por sí mismos. La diferencia entre la Biblia y el dogma de la Iglesia era obvia. Miles de católicos dejaron la Iglesia Católica, pese a los esfuerzos intensos del clero por evitarlo. Para 1975 había 51.248 testigos de Jehová en Italia, todos ellos evangelizadores activos, y seguían multiplicándose con rapidez.
A partir de 1946 se fue restableciendo paulatinamente la actividad organizada de los testigos de Jehová en la España católica, y, como era de esperar, también en este país el clero presionó a las autoridades seglares para que paralizaran su obra. Les interrumpieron reuniones de congregación. Expulsaron del país a varios misioneros. Por el simple hecho de tener una Biblia o publicaciones bíblicas en su poder, arrestaban a los Testigos. Con frecuencia los retenían hasta tres días en cárceles mugrientas, los ponían en libertad y de nuevo los detenían, interrogaban y encarcelaban. Muchos cumplieron condenas de uno o más meses de prisión. Los sacerdotes instaron a las autoridades a localizar a toda persona que estuviera estudiando la Biblia con los testigos de Jehová. Aun después de aprobarse la Ley de Libertad Religiosa en 1967, los cambios se produjeron con lentitud. No obstante, cuando en 1970 finalmente se reconoció de forma oficial en España a los testigos de Jehová, su número ya superaba los once mil. Y cinco años más tarde había más de treinta mil Testigos, todos evangelizadores activos.
¿Qué sucedía entretanto en Portugal? También allí se ordenó a los misioneros salir del país. A instancias del clero católico, la policía registró las casas de los testigos de Jehová, confiscó sus publicaciones e interrumpió sus reuniones. En enero de 1963 el jefe de la Policía de Seguridad Pública de Caldas da Rainha incluso emitió una orden escrita que les prohibía ‘ejercer sus actividades de lectura bíblica’. Pero los Testigos no dejaron de servir a Dios. Para 1974, año en que se les reconoció oficialmente en el país, superaban la cifra de trece mil.
En otras partes de Europa las autoridades obstaculizaron la predicación de las buenas nuevas al catalogar de actividad comercial sujeta a leyes mercantiles la distribución de publicaciones bíblicas. En varios cantones suizos se aplicaron las ordenanzas de venta ambulante a la actividad de los testigos de Jehová de distribuir publicaciones por una contribución voluntaria. Los Testigos fueron detenidos y procesados en muchas ocasiones por llevar a cabo su obra. Algunos tribunales, no obstante, dictaminaron que la actividad de los testigos de Jehová no podía considerarse propiamente venta ambulante. Esta fue la decisión del Tribunal Supremo del cantón de Vaud, por ejemplo, en 1953. Mientras tanto, en Dinamarca se intentó limitar las horas en que los Testigos podían ofrecer publicaciones, restringiéndolas al horario autorizado por las leyes para los comercios. También en esta cuestión los hermanos tuvieron que defender sus derechos en los tribunales. Pese a los obstáculos, los testigos de Jehová siguieron proclamando que el Reino de Dios es la única esperanza para la humanidad.
Otra cuestión que afectaba a los testigos de Jehová de Europa, así como a los de otras partes de la Tierra, era su postura de neutralidad cristiana. Puesto que su conciencia cristiana no les permitía involucrarse en las luchas entre diferentes facciones de este mundo, en muchos países los encarcelaron. (Isa. 2:2-4.) Muchos jóvenes vieron así interrumpido su ministerio regular de casa en casa. No obstante, esto tuvo también un efecto positivo, pues se dio un testimonio intenso a abogados, jueces, oficiales militares y guardas de prisión. Incluso estando presos los Testigos se las arreglaban para predicar, aunque en algunas de las cárceles, como la de Santa Catalina, situada en Cádiz (España), recibían un trato brutal. Los Testigos recluidos en este lugar utilizaban parte de su tiempo para dar testimonio por correo. En Suecia, por otra parte, se dio mucha publicidad a cómo se trataban los casos relacionados con la neutralidad de los testigos de Jehová. Así pues, por muchos diferentes medios se dio a conocer a la gente que Jehová tiene testigos en la Tierra y que estos se adhieren firmemente a los principios bíblicos.
Hubo otro factor que contribuyó a que se conociera extensamente a los Testigos, factor que, además, tuvo un efecto poderoso y fortalecedor en su evangelización.
Asambleas que contribuyeron a dar testimonio
Cuando los testigos de Jehová celebraron una asamblea internacional en París (Francia) en 1955, la televisión transmitió imágenes del acontecimiento a toda la nación. En 1969 se celebró cerca de París otra asamblea en la que se evidenció que el ministerio de los Testigos había producido fruto. Se bautizaron en aquella ocasión 3.619 personas, alrededor del 10% del promedio de asistencia. El popular vespertino parisiense France-Soir del 6 de agosto de 1969 dijo: “Lo que preocupa al clero de otras religiones no es el medio espectacular de distribución de publicaciones que usan los testigos de Jehová, sino, más bien, el que hagan conversos. Todo testigo de Jehová tiene la obligación de dar testimonio o proclamar su fe por medio de usar la Biblia de casa en casa”.
Durante un período de tres semanas de aquel mismo verano de 1969 se celebraron otras cuatro grandes asambleas internacionales en las ciudades europeas de Londres, Copenhague, Roma y Núremberg. En la asamblea de Núremberg hubo 150.645 asistentes de 78 países. Además de aviones y barcos, se necesitaron unos 20.000 automóviles, 250 autobuses y 40 trenes especiales para transportar a todas aquellas personas a la asamblea.
Las asambleas no solo fortalecieron y prepararon a los testigos de Jehová para su ministerio, sino que también permitieron que el público viera por sí mismo qué clase de personas son los testigos de Jehová. Cuando se programó una asamblea internacional en Dublín (Irlanda) en 1965, el clero ejerció una fuerte presión para que se cancelaran todos los preparativos. Pero la asamblea se celebró, y muchos dublineses alojaron a asambleístas. ¿Con qué efecto? “No se nos ha dicho la verdad acerca de ustedes —comentaron algunas amas de casa después de la asamblea—. Los sacerdotes nos han mentido, pero ahora que les conocemos, estaremos contentos de tenerles aquí otra vez.”
Cuando la gente habla otro idioma
En las últimas décadas los testigos de Jehová europeos se han enfrentado al desafío especial de comunicarse con gente de otras nacionalidades. Una gran cantidad de personas se ha trasladado de un país a otro en busca de empleo. Algunas ciudades europeas se han convertido en sede de importantes organismos internacionales cuyo personal no siempre habla el idioma local.
Es cierto que en algunos lugares existe pluralidad de idiomas desde hace siglos. En la India, por ejemplo, se hablan catorce lenguas principales y alrededor de mil idiomas y dialectos minoritarios; y en Papua Nueva Guinea, más de setecientos. Pero en Luxemburgo, fue particularmente durante las pasadas décadas de los sesenta y setenta cuando los Testigos se encontraron con esta situación, al producirse una inmigración de personas de más de treinta naciones diferentes, y posteriormente de por lo menos otras setenta nacionalidades. Suecia informa que ha pasado de ser un país donde casi todo el mundo hablaba el mismo idioma a ser una sociedad donde se hablan 100 lenguas distintas. ¿Cómo han hecho frente a esta situación los testigos de Jehová?
Al principio, frecuentemente se limitaban a tratar de averiguar cuál era el idioma del amo de casa para entonces tratar de conseguir publicaciones que este pudiera leer. En Dinamarca, se grabaron casetes para que los turcos sinceros escucharan el mensaje en su propio idioma. Suiza tenía un buen número de trabajadores italianos y españoles. El modo como Rudolf Wiederkehr ayudó a unos trabajadores extranjeros es representativo de cómo se daba tal ayuda. Él intentó dar testimonio a un italiano, pero ninguno de los dos conocía bien el idioma del otro. ¿Qué se podía hacer? Nuestro hermano le dejó una revista La Atalaya en italiano. Pese al problema del idioma, el hermano Wiederkehr regresó y comenzó un estudio bíblico con el hombre, su esposa y su hijo de 12 años. El hermano utilizaba su libro en alemán durante el estudio, pero para la familia obtuvo libros en italiano. Cuando les faltaban las palabras, se valían de ademanes. A veces el joven, que estaba aprendiendo alemán en la escuela, les servía de intérprete. Toda la familia abrazó la verdad y rápidamente empezó a darla a conocer a otras personas.
Sin embargo, literalmente millones de trabajadores de España, Grecia, Italia, Portugal, Turquía y Yugoslavia se estaban mudando a Alemania y a otros países. A todos ellos se les podía ayudar espiritualmente de manera más eficaz en su propio idioma. Algunos Testigos de los países que acogieron a los trabajadores empezaron de inmediato a aprender los idiomas de estos. La sucursal de Alemania hasta programó clases para enseñar turco. Se invitó a Testigos de otros países que conocían un idioma en particular a trasladarse a lugares donde había una necesidad urgente de alguien que hablara esa lengua.
Algunos trabajadores extranjeros no habían hablado nunca con los testigos de Jehová y tenían verdadera hambre espiritual. Estas personas agradecieron el esfuerzo que se hizo por ayudarlas. Se formaron muchas congregaciones de idiomas extranjeros. Andando el tiempo, algunos de estos trabajadores extranjeros regresaron a sus países de origen para proseguir el ministerio en zonas donde no se había dado todavía un testimonio completo acerca del Reino de Dios.
Una siega abundante pese a los obstáculos
Los testigos de Jehová utilizan los mismos métodos de predicación por toda la Tierra. En Norteamérica llevan más de un siglo evangelizando dinámicamente. Así pues, no sorprende que hayan tenido una abundante siega espiritual. En 1975 había 624.097 testigos de Jehová activos en los Estados Unidos continentales y en Canadá. Pero esto no significa que la predicación no topara con oposición en Norteamérica.
Aunque para 1945 el gobierno canadiense había levantado la proscripción decretada contra los testigos de Jehová y sus sociedades legales, los beneficios de tal decisión no se sintieron de inmediato en la provincia de Quebec. En septiembre de 1945 chusmas de católicos atacaron a los testigos de Jehová de Châteauguay y Lachine. Detuvieron a Testigos y los acusaron de sedición porque las publicaciones que distribuían criticaban a la Iglesia Católica Romana. A otros los encarcelaron por distribuir publicaciones bíblicas que no tenían la aprobación del jefe de la policía. Para 1947 había 1.700 casos pendientes contra los Testigos en los tribunales de Quebec.
Mientras se procuraba por todos los medios que los tribunales revisaran algunos casos de prueba, se dio instrucciones a los Testigos de que predicaran el evangelio verbalmente utilizando solo la Biblia; de ser posible, se recomendaba usar la versión católica Douay. Ministros de tiempo completo de otras partes de Canadá se ofrecieron para aprender francés y se mudaron a Quebec para participar en la difusión de la adoración verdadera en la ciudad.
Muchos católicos sinceros invitaban a los Testigos a entrar en sus hogares y les hacían preguntas, aunque con frecuencia les decían: ‘Soy católico y no pienso cambiar’. Pero al ver por sí mismos lo que dice la Biblia, decenas de miles cambiaron por amor a la verdad y el deseo de agradar a Dios.
También en Estados Unidos se tuvo que luchar en los tribunales para hacer constar el derecho de los testigos de Jehová a predicar públicamente y de casa en casa. De 1937 a 1953 se llevaron 59 de tales casos al Tribunal Supremo, ubicado en Washington, D.C.
Se atienden los territorios no asignados
El objetivo de los testigos de Jehová no es simplemente participar un poco en la predicación de las buenas nuevas, sino llevar el mensaje del Reino a cuantas personas sea posible. Con ese fin, el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová ha delegado en cada sucursal la responsabilidad de atender un sector específico del campo mundial. Cuando se forman congregaciones en el territorio de una sucursal, cada una de ellas recibe una parte de ese territorio para que predique en él. La congregación divide entonces el área en secciones que se pueden asignar a un grupo de ministros o a un solo ministro de la congregación, quienes se esfuerzan por predicar a todo amo de casa con regularidad. Pero ¿qué ocurre con las zonas que todavía no se hayan asignado a ninguna congregación?
En 1951 se elaboró una lista de todos los condados de Estados Unidos para determinar cuáles no estaban recibiendo visitas periódicas de los testigos de Jehová. En aquel entonces, en casi el 50% de los condados o no se estaba predicando o solo se estaba cubriendo parte del territorio. Se hicieron planes para que los Testigos efectuaran su ministerio en estas zonas durante los meses estivales o en otras temporadas convenientes, con miras a formar congregaciones. Cuando no había nadie en casa, los Testigos dejaban a veces un mensaje impreso junto con alguna publicación bíblica. Conducían los estudios bíblicos por correo. Posteriormente se enviaba a precursores especiales a tales territorios para atender a las personas interesadas.
Esta actividad no se limitó a la década de los cincuenta. En países de todo el mundo donde se predica en las ciudades principales pero todavía queda territorio sin asignar, se sigue haciendo un gran esfuerzo para llegar a la gente con la cual no se establece contacto regularmente. En los años setenta, alrededor del 20% de los habitantes de Alaska vivía en pueblos remotos. A muchos de ellos era más fácil encontrarlos en sus casas en invierno, cuando prácticamente no salen a pescar. Sin embargo, en esa época resulta peligroso volar debido a las fuertes ventiscas y a las formaciones de hielo. No obstante, los esquimales, los indios y los aleutianos tenían que recibir la oportunidad de aprender sobre la provisión de vida eterna bajo el Reino de Dios. A fin de llegar a ellos, un grupo de once Testigos voló en aviones pequeños a unos doscientos pueblos esparcidos por un área de 844.000 kilómetros cuadrados en un período de dos años. Estos viajes se financiaron con las contribuciones voluntarias de los Testigos de Alaska.
Además de estas giras de predicación, se ha animado a Testigos maduros a pensar en mudarse a zonas de su propio país donde haya mayor necesidad de proclamadores del Reino. Miles han respondido. Entre los estadounidenses que lo han hecho figuran Eugene y Delia Shuster, que dejaron Illinois en 1958 para servir en Hope (Arkansas). Llevan en ese lugar más de tres décadas, tiempo durante el cual han localizado a personas que han mostrado interés, las han organizado en una congregación y las han ayudado a alcanzar la madurez cristiana.
En 1957 el superintendente de circuito de Alexander B. Green animó a este y a su esposa a dejar Dayton (Ohio) e irse a servir a Misisipí. Al principio los asignaron a Jackson, y dos años después a Clarksdale. Posteriormente el hermano Green sirvió en otras cinco poblaciones. En todos estos lugares había congregaciones pequeñas que necesitaban ayuda. Se ganó el sustento trabajando de portero, jardinero, barnizador de muebles, mecánico de automóviles, etcétera. No obstante, dedicaba la mayor parte de sus energías a predicar las buenas nuevas. Ayudó a los Testigos de aquellos lugares a crecer espiritualmente, predicó junto con ellos a la gente del territorio, y en varios casos les ayudó a construir un Salón del Reino antes de trasladarse a otro lugar.
En 1967, cuando Gerald Cain, que vivía en el oeste de Estados Unidos, se hizo Testigo, tanto él como su familia entendieron que la obra de evangelizar era muy urgente. Aun antes de que ninguno de ellos se bautizara, ya estaban pensando en servir donde más se les necesitara. Trabajaron durante cuatro años con la congregación de Needles (California), cuyo territorio abarcaba partes de tres estados del oeste de Estados Unidos. Cuando tuvieron que mudarse por razones de salud, volvieron a escoger un lugar donde se necesitaba mucha ayuda, y convirtieron parte de su casa en un Salón del Reino. Los Cain han hecho otros traslados después, pero siempre han procurado establecerse en los lugares donde podían ser de mayor ayuda en la predicación.
Al multiplicarse el número de congregaciones, en algunas zonas ha habido gran necesidad de ancianos capacitados. Con el fin de satisfacer esta demanda, miles de ancianos se han ofrecido para desplazarse periódicamente (y a sus expensas) a congregaciones que están fuera de su comunidad. Hacen el viaje tres, cuatro, cinco o más veces a la semana para participar en las reuniones de la congregación y en el ministerio del campo, así como para pastorear el rebaño. Esto ha sucedido no solo en Estados Unidos, sino en El Salvador, España, Japón, los Países Bajos y muchos otros países. En algunos casos los ancianos y sus familias han cambiado de domicilio para satisfacer esta necesidad.
¿Cuáles han sido los resultados? Examine el caso de un país. Cuando en 1951 se anunció por primera vez el proyecto de trabajar en territorio no asignado, en Estados Unidos había unas tres mil congregaciones, con un promedio de 45 publicadores por congregación. Para 1975 había 7.117 congregaciones, y el promedio de Testigos activos que se asociaba con cada congregación había aumentado a casi ochenta.
De 1945 a 1975 el testimonio que se dio acerca del nombre y el Reino de Jehová fue mucho mayor que nunca antes.
El número de Testigos en todo el mundo había crecido de 156.299 en 1945 a 2.179.256 en 1975. Todos predicaban públicamente el Reino de Dios.
En 1975 los testigos de Jehová estaban activos en 212 países (contados según se dividía el mapa a principios de los años noventa). En los Estados Unidos continentales y en Canadá, 624.097 Testigos efectuaban su ministerio. En Europa, sin incluir lo que entonces era la Unión Soviética, había otros 614.826. África estaba escuchando el mensaje bíblico de la verdad mediante los 312.754 Testigos que participaban en la obra en ese continente. México, Centroamérica y Sudamérica contaban con 311.641 Testigos; Asia, con 161.598; Australia y las numerosas islas de todo el planeta, con 131.707.
Durante los treinta años anteriores a 1975, los testigos de Jehová dedicaron 4.635.265.939 horas a la predicación y enseñanza públicas. Además, dejaron 3.914.971.158 libros, folletos y revistas a personas interesadas para que comprendieran cómo beneficiarse del propósito amoroso de Jehová. En armonía con el mandato de Jesús de hacer discípulos, hicieron 1.788.147.329 revisitas, y en 1975 condujeron un promedio de 1.411.256 estudios bíblicos gratuitos en las casas con personas solas y con familias.
Para 1975 la predicación de las buenas nuevas se había extendido a 225 países. En ese año florecían congregaciones de celosos Testigos en más de 80 países a los que para 1945 habían llegado las buenas nuevas pero todavía no había ninguna congregación. Algunos de estos lugares fueron la República de Corea, con 470 congregaciones; España, con 513; Zaire, con 526; Japón, con 787; e Italia, con 1.031.
En el período de 1945 a 1975 la gran mayoría de los que se hicieron testigos de Jehová no se consideraban ungidos con el espíritu de Dios, con vida celestial en perspectiva. En la primavera de 1935, el 93% de los que participaban en el ministerio del campo tomó los emblemas en la Cena del Señor. (Más avanzado el año se entendió que la “gran muchedumbre” de Revelación 7:9 se componía de personas que vivirían para siempre en la Tierra.) Para 1945 la cantidad de Testigos cuya esperanza era vivir en un paraíso terrestre había aumentado hasta el punto de constituir el 86% de los predicadores de las buenas nuevas. Para 1975, menos del 0,5% de la organización mundial de los testigos de Jehová afirmaban ser cristianos ungidos por espíritu. A pesar de estar dispersos por unos 115 países en aquel tiempo, estos ungidos continuaban sirviendo como un cuerpo unido bajo Jesucristo.
[Comentario en la página 463]
“Desde que ustedes llegaron todo el mundo habla de la Biblia”
[Comentario en la página 466]
“Lo que usted me acaba de decir es lo que leí en aquella Biblia hace tantos años”
[Comentario en la página 470]
Miles se mudaron a lugares dentro de su propio país donde se necesitaban más Testigos
[Comentario en la página 472]
‘Una recompensa inapreciable’
[Comentario en la página 475]
Testigos capacitados fueron enviados a países donde había una necesidad especial de ayuda
[Comentario en la página 486]
Con poderosos argumentos bíblicos, los primeros Testigos que hubo en Nigeria denunciaron al clero y sus enseñanzas falsas
[Comentario en la página 497]
Cuando les faltaban las palabras, se valían de ademanes
[Comentario en la página 499]
¿Cuál era el objetivo? Llevar el mensaje del Reino a cuantas personas fuera posible
[Mapa/Fotografía en la página 489]
Se hizo un gran esfuerzo por llevar las buenas nuevas del Reino de Jehová a la gente de China
Desde Chefu se enviaron miles de cartas, tratados y libros entre 1891 y 1900
C. T. Russell discursó en Shanghai y visitó 15 ciudades y pueblos en 1912
Entre 1912 y 1918, repartidores viajaron por la costa y el interior de China y distribuyeron muchas publicaciones
Repartidores japoneses sirvieron aquí en 1930 y 1931
En los años treinta se radiaron programas en chino desde Shanghai, Pekín y Tientsin; como resultado, se recibieron de muchas partes de China cartas en las que se pedían publicaciones
Precursores australianos y europeos predicaron en Shanghai, Pekín, Tientsin, Tsingtao, Pei-tai-ho, Chefu, Weihaiwei, Cantón, Swatow, Amoy, Foochow, Hankow y Nanking durante los años treinta y cuarenta. Otros llegaron por la “ruta de Birmania” y predicaron en Pao-shan, Chungking y Chengtu. Precursores locales sirvieron en Shensi y Ningpo
[Fotografía]
Misioneros preparados en Galaad, como Stanley Jones (izquierda) y Harold King (derecha), sirvieron aquí de 1947 a 1958, junto con otros celosos Testigos chinos
[Mapa]
CHINA
[Mapa/Fotografías en la página 462]
El “Sibia” sirvió de hogar misional flotante en las Antillas
G. Maki
S. Carter
R. Parkin
A. Worsley
[Mapa]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
BAHAMAS
ISLAS DE SOTAVENTO
ISLAS VÍRGENES (E.U.A.)
ISLAS VÍRGENES (BRIT.)
ISLAS DE BARLOVENTO
[Mapa en la página 477]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
En África, las vivificantes aguas de la verdad fluyeron en muchas direcciones, rebasando fronteras nacionales
EGIPTO
SENEGAL
KENIA
SUDÁFRICA
GHANA
KENIA
MALAUI
NIGERIA
SIERRA LEONA
ZAMBIA
[Fotografías en la página 464]
A llegar a Bolivia, los misioneros Edward Michalec (izquierda) y Harold Morris (derecha) predicaron primero en La Paz
[Fotografía en la página 465]
El barco “El Refugio”, construido por Testigos peruanos, se utilizó para llevar el mensaje del Reino a la gente que vivía en las riberas del alto Amazonas
[Fotografía en la página 467]
Las clases de alfabetización que han dado los Testigos en México han hecho posible que decenas de miles de personas lean la Palabra de Dios
[Fotografía en la página 468]
El hermano Knorr (delante, a la derecha) se reunió con Testigos en asambleas pequeñas celebradas en estancias y en las montañas de Argentina cuando se les prohibió reunirse abiertamente
[Fotografía en la página 469]
Entre los miles de Testigos que se trasladaron a otros países para servir donde podrían ser más útiles estuvieron familias tales como la de Harold y Anne Zimmerman con sus cuatro niños (Colombia)
[Fotografía en la página 471]
Cuando se pidieron voluntarios, Tom y Rowena Kitto se trasladaron a Papua para enseñar la verdad bíblica
[Fotografía en la página 471]
John y Ellen Hubler, seguidos de otros 31 Testigos, se mudaron a Nueva Caledonia. Antes de que tuvieran que marcharse, se formó una congregación sólida en la isla
[Fotografía en la página 473]
Fuaiupolu Pele, de Samoa Occidental, se enfrentó de joven a fuerte oposición de parte de su familia y la comunidad cuando decidió hacerse testigo de Jehová
[Fotografía en la página 474]
Cuando Shem Irofa’alu y sus compañeros se convencieron de que lo que enseñan los testigos de Jehová es la verdad, convirtieron las iglesias de veintiocho aldeas de las Islas Salomón en Salones del Reino
[Fotografía en la página 476]
Para poder predicar en Etiopía a principios de los años cincuenta, se exigió a los Testigos que abrieran una misión y dieran instrucción escolar
[Fotografía en la página 478]
Cuando a Gabriel Paterson (abajo) lo amenazaron con expulsarlo del país, un funcionario prominente lo tranquilizó con estas palabras: ‘La verdad es como un río poderoso; si uno trata de represarlo, fluye por encima de la represa’
[Fotografías en la página 479]
En una asamblea celebrada en Nigeria en 1970 se bautizaron 3.775 nuevos Testigos; se tomaron medidas para verificar que todos reunían los requisitos
[Fotografías en la página 481]
La proyección de películas (en África y en todo el mundo) dio al público una idea de la magnitud de la organización visible de Jehová
[Fotografía en la página 482]
João Mancoca (que aquí aparece junto a su esposa, Mary) ha servido lealmente a Jehová por décadas en circunstancias muy difíciles
[Fotografía en la página 483]
En 1961, Ernest Heuse, hijo, pudo entrar en Zaire (entonces llamado Congo) junto con su familia para ayudar a dar instrucción espiritual a los que verdaderamente querían servir a Jehová
[Fotografía en la página 485]
Aunque solo llevaba un año bautizada y no sabía si había más Testigos en Kenia, Mary Whittington empezó a ayudar a la gente a conocer la verdad
[Fotografía en la página 487]
Mary Nisbet (delante, en el centro) entre sus hijos Robert y George, que fueron precursores en África oriental en los años treinta, y (detrás) su hijo William junto a su esposa, Muriel, quienes sirvieron en África oriental de 1956 a 1973
[Fotografías en la página 488]
En una asamblea celebrada en las Filipinas en 1945, se explicó cómo enseñar mediante estudios bíblicos en los hogares
[Fotografías en la página 490]
Don y Mabel Haslett, los primeros misioneros que llegaron a Japón después de la guerra, predicando por las calles
[Fotografía en la página 491]
Lloyd Barry (derecha) sirvió veinticinco años en Japón, primero de misionero y después de superintendente de sucursal
[Fotografía en la página 491]
Don y Earlene Steele, los primeros de los muchos misioneros que sirvieron en la República de Corea
[Fotografía en la página 492]
Años atrás, Fred Metcalfe fue atacado por chusmas en varias ocasiones mientras predicaba con la Biblia en Irlanda; pero miles de irlandeses se hicieron testigos de Jehová cuando se decidieron a escuchar
[Fotografía en la página 493]
Pese a la oposición del clero, hubo miles de asistentes a las asambleas organizadas por los Testigos en Italia (Roma, 1969)
[Fotografía en la página 494]
En tiempos de proscripción, a menudo se celebraban las reuniones de congregación a modo de comida campestre, como se muestra en esta fotografía tomada en Portugal
[Fotografías en la página 495]
Los Testigos encarcelados en Cádiz (España) siguieron predicando mediante cartas
[Fotografías en la página 496]
Las asambleas grandes permitieron que el público viera y escuchara por sí mismo qué clase de personas son los Testigos
París (Francia), 1955
Núremberg (Alemania), 1955
[Fotografías en la página 498]
Los testigos de Jehová luxemburgueses han tenido que utilizar publicaciones en cien idiomas por lo menos para comunicar las buenas nuevas a todos los habitantes de su país
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Testigos hasta la parte más distante de la TierraLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Capítulo 22
Parte 5: Testigos hasta la parte más distante de la Tierra
En 1975 se tomaron decisiones importantes respecto al modo como se supervisaría la obra de los testigos de Jehová desde la central mundial. Los Testigos no sabían entonces qué campos se abrirían y recibirían un testimonio extenso antes del fin del presente sistema mundial ni cuánto más iban a predicar en países donde llevaban muchos años haciéndolo libremente. Pero querían aprovechar al máximo toda oportunidad. En las páginas 502 a 520 se relatan algunos acontecimientos interesantes de esa época.
EN SUDAMÉRICA se han producido importantes cambios. No hace tantos años que chusmas de católicos atacaban a los testigos de Jehová en Ecuador, que los sacerdotes católicos eran prácticamente los reyes de muchos pueblos mexicanos y que en Argentina y Brasil estaban proscritos los testigos de Jehová. Pero las circunstancias han cambiado significativamente. Muchos de aquellos a quienes se enseñó a temer o a odiar a los Testigos son ahora testigos de Jehová. Otros les escuchan con gusto cuando los visitan para darles a conocer el mensaje bíblico de paz. Los testigos de Jehová son muy conocidos y respetados.
La concurrencia elevada a sus asambleas de distrito y la conducta cristiana de los asistentes han captado la atención de la gente. En dos de tales asambleas, celebradas simultáneamente en São Paulo y Río de Janeiro (Brasil) en 1985, hubo una asistencia máxima de 249.351 personas. Más tarde se celebraron otras veintitrés asambleas para el beneficio de las personas interesadas del resto de Brasil, lo que hizo que la concurrencia total ascendiera a 389.387. Los resultados de la labor de enseñanza de la Palabra de Dios que efectuaban los testigos de Jehová en Brasil se vieron claramente cuando 4.825 personas simbolizaron su dedicación a Jehová por inmersión en agua en aquella serie de asambleas. Tan solo cinco años después, en 1990, fue necesario celebrar asambleas de distrito en 110 lugares diferentes de todo Brasil para acomodar a las 548.517 personas que asistieron. Esta vez hubo 13.448 bautizados. Centenares de miles de personas solas y familias de todo el país estaban aceptando gustosamente la enseñanza de la Palabra de Dios que les impartían los testigos de Jehová.
¿Y qué había sucedido en Argentina? Tras décadas de restricciones gubernamentales, los testigos de Jehová argentinos pudieron volver a reunirse libremente en asambleas de distrito en 1985. ¡Cuánto disfrutaron los 97.167 presentes en aquella primera serie de asambleas! Bajo el titular “El de los Testigos, un Reino que crece” la revista argentina de noticias Ahora se maravillaba del orden que mantuvieron los asistentes a la asamblea de Buenos Aires, la ausencia de prejuicios raciales y sociales, y la paz y el amor que reinaban entre ellos. A continuación, concluía: “Compartamos o no sus ideas y credos, toda esa multitud merece el mayor respeto”. Muchos argentinos, no obstante, fueron más allá. Empezaron a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová y fueron a las reuniones de los Salones del Reino para observar cómo ponen en práctica los principios bíblicos los Testigos. Luego estos observadores tomaron su propia decisión. Durante los siete años siguientes, decenas de miles se dedicaron a Jehová, con lo que la cantidad de Testigos argentinos aumentó en un 71%.
La respuesta a las buenas nuevas del Reino de Dios fue todavía más extraordinaria en México. Años atrás los testigos de Jehová mexicanos habían recibido ataques frecuentes de chusmas instigadas por los curas. Pero el hecho de que los Testigos no tomaran represalias impresionó mucho a las personas sinceras. (Rom. 12:17-19.) Estas también notaron que los Testigos basaban todas sus creencias en la Biblia, la Palabra inspirada de Dios, en lugar de basarlas en tradiciones humanas. (Mat. 15:7-9; 2 Tim. 3:16, 17.) Vieron que la fe de los Testigos realmente los sostenía frente a la adversidad. Un número creciente de familias aceptó con gusto la oferta de los testigos de Jehová de estudiar la Biblia gratuitamente con ellos en sus casas. De hecho, durante 1992 el 12% de la cantidad mundial de tales estudios bíblicos se condujo en México, y un número considerable de estos se condujeron con familias grandes. El resultado fue que la cifra de testigos de Jehová en México —no solo los que asistían a sus reuniones sino los que proclamaban públicamente el Reino de Dios— aumentó de 80.481 en 1975 a 354.023 en 1992.
En Europa también tuvieron lugar sucesos extraordinarios que contribuyeron a la difusión del mensaje del Reino.
Acontecimientos sorprendentes en Polonia
Aunque la obra de los testigos de Jehová había estado proscrita en Polonia de 1939 a 1945 (durante el período de la dominación nazi y la dominación soviética) y de nuevo a partir de julio de 1950 (bajo el control soviético), los testigos de Jehová polacos no habían dejado de predicar. A pesar de que en 1939 solo ascendían a 1.039, en 1950 hubo 18.116 proclamadores del Reino, quienes siguieron evangelizando con celo, pero cautelosamente. (Mat. 10:16.) Las asambleas, sin embargo, se habían celebrado de forma secreta en el campo, en graneros y en bosques. Pero a partir de 1982 el gobierno polaco les permitió celebrar asambleas pequeñas de un día en instalaciones alquiladas.
En 1985, se pusieron a disposición de los testigos de Jehová los mayores estadios de Polonia para que celebraran cuatro asambleas grandes durante el mes de agosto. Un asambleísta que llegó de Austria en avión, se sorprendió cuando oyó por los altavoces dar la bienvenida a los testigos de Jehová que acudían a su asamblea. Un Testigo polaco de edad avanzada que estaba presente para recibir al visitante no pudo contenerse y se echó a llorar de alegría por el cambio en la actitud gubernamental que aquello indicaba. La asistencia a las asambleas fue de 94.134 personas, entre las que se hallaban grupos de dieciséis países. ¿Estaba el público en general al tanto de lo que ocurría? ¡Claro que sí! Durante las asambleas y al término de ellas, el público leyó reportajes en los principales periódicos, vio por televisión a las multitudes reunidas en las asambleas y escuchó secciones del programa por la radio nacional. A muchos les gustó lo que vieron y oyeron.
El 12 de mayo de 1989, mientras se hacían preparativos para celebrar asambleas aún mayores en Polonia, el gobierno reconoció oficialmente a los testigos de Jehová como asociación religiosa. Tres meses después se celebraron tres asambleas internacionales —en Chorzów, Poznań y Varsovia— con una asistencia total de 166.518 personas. Contrario a lo que se esperaba, miles de Testigos de lo que entonces eran la Unión Soviética (U.R.S.S.) y Checoslovaquia consiguieron el permiso requerido para viajar y estuvieron presentes. ¿Estaba produciendo fruto la obra de los testigos de Jehová de hacer discípulos en aquellas tierras donde el Estado llevaba décadas abogando firmemente por el ateísmo? La respuesta fue obvia cuando 6.093 personas, entre ellas muchos jóvenes, se bautizaron por inmersión en agua en aquellas asambleas.
El público vio claramente que los Testigos eran diferentes, en un sentido muy sano. En la prensa se leyeron afirmaciones como la siguiente: “Los que adoran a Jehová Dios, como ellos mismos dicen, aprecian mucho sus asambleas, que son una auténtica manifestación de su unidad. [...] En lo que se refiere a orden, apacibilidad y limpieza, los asambleístas son ejemplares” (Życie Warszawy). Hubo polacos que, en lugar de limitarse a observar a los asambleístas, decidieron estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. El resultado de que se les enseñara la Palabra de Dios fue que el número de testigos de Jehová creció en Polonia de 72.887 en 1985 a 107.876 en 1992; y durante ese último año dedicaron más de 16.800.000 horas a hablar a otras personas sobre la maravillosa esperanza que ofrecen las Escrituras.
No obstante, Polonia no era el único país donde estaban teniendo lugar cambios excitantes.
Se abren más puertas en Europa oriental
Hungría reconoció legalmente a los testigos de Jehová en 1989. En 1990, solo cuatro meses después del comienzo de la demolición del muro de Berlín, la entonces República Democrática Alemana (RDA) levantó la proscripción que había decretado cuarenta años atrás contra los Testigos. Al mes siguiente, el nuevo gobierno rumano reconoció oficialmente a la Asociación Cristiana de los Testigos de Jehová de Rumania. En 1991 el Ministerio de Justicia de Moscú declaró que la Carta Constitucional de la “organización religiosa de los testigos de Jehová en la U.R.S.S.” estaba oficialmente inscrita. Aquel mismo año se declaró legal la obra de los testigos de Jehová en Bulgaria. Y durante 1992 los testigos de Jehová de Albania también fueron reconocidos legalmente.
¿Cómo utilizaron los testigos de Jehová su libertad recién obtenida? Un periodista preguntó a Helmut Martin, coordinador de la obra de los testigos de Jehová en la R.D.A.: “¿Van a meterse en política?”. Eso era, al fin y al cabo, lo que muchos clérigos de la cristiandad estaban haciendo. “No —respondió el hermano Martin—. Jesús dio a sus discípulos una comisión relacionada con las Escrituras, y entendemos que esa es nuestra labor principal.” (Mat. 24:14; 28:19, 20.)
Los testigos de Jehová no estaban comenzando entonces a asumir tal responsabilidad en aquella parte del mundo. Aunque durante muchos años se habían visto obligados a llevar a cabo su actividad en circunstancias muy difíciles, en la mayoría de estos países había congregaciones (que se reunían en grupos pequeños) y se había predicado. Pero ahora se les presentaba una nueva posibilidad. Podían celebrar reuniones e invitar libremente al público a asistir a ellas. Podían predicar abiertamente de casa en casa sin temor de ser encarcelados. Había mucho trabajo por hacer en estos países cuya población total superaba los 390.000.000. Los testigos de Jehová actuaron con rapidez, pues tenían muy en cuenta que vivimos en los últimos días del presente sistema de cosas mundial.
Aun antes de que se concediera el reconocimiento legal, algunos miembros del Cuerpo Gobernante habían visitado varios países para ver qué podían hacer para ayudar a sus hermanos cristianos. Cuando se levantaron las proscripciones, viajaron a más lugares de aquella región para ayudar a organizar la obra. En el transcurso de unos cuantos años conocieron personalmente y hablaron con Testigos de Polonia, Hungría, Rumania, Checoslovaquia, Rusia, Ucrania, Estonia y Bielorrusia.
Se prepararon asambleas para fortalecer a los Testigos de estos países y para dar gran publicidad al mensaje del Reino de Dios. Menos de cinco meses después de levantarse la proscripción en la entonces R.D.A., se celebró una de tales asambleas en el Estadio Olympia de Berlín. Testigos de otros 64 países respondieron con gusto a la invitación de asistir. Consideraban un privilegio disfrutar de la ocasión con hermanos cristianos que se habían mantenido leales a Jehová por décadas frente a una intensa persecución.
Tanto en 1990 como en 1991 se celebraron más asambleas por toda Europa oriental. Tras la celebración de cuatro asambleas regionales en Hungría en 1990, se hicieron planes para tener una reunión internacional en el Népstadion de Budapest en 1991. A esta asistieron 40.601 personas de 35 países. En 1990, por primera vez en más de cuarenta años, los testigos de Jehová pudieron tener asambleas públicas en Rumania. En ese año celebraron una serie de asambleas menores por toda la nación y posteriormente dos asambleas más grandes. En 1991 hubo otras ocho grandes asambleas, con una concurrencia de 34.808 personas. En 1990 se celebraron asambleas en cada una de las repúblicas que componían entonces Yugoslavia. Al año siguiente, aunque se cernía sobre el país la guerra civil, 14.684 testigos de Jehová disfrutaron de una asamblea internacional en Zagreb, la capital de Croacia. La policía se quedó pasmada al ver a croatas, montenegrinos, servios, eslovenos y otros reunidos en paz escuchando el programa.
También en la anterior Checoslovaquia se organizaron asambleas rápidamente. A la asamblea nacional celebrada en Praga en 1990 asistieron 23.876 personas. Los administradores del estadio quedaron tan contentos con lo que vieron que ofrecieron a los Testigos las instalaciones más grandes del país para su próxima asamblea. En aquella histórica ocasión, en 1991, el Estadio Strahov de Praga se llenó con 74.587 asambleístas entusiastas. Los representantes checos y eslovacos recibieron con alegría y un efusivo aplauso el anuncio de la presentación de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras completa en sus propios idiomas, para uso tanto en el ministerio público como en el estudio personal y de congregación.
También durante 1991, y por primera vez en la historia, los testigos de Jehová pudieron celebrar asambleas abiertamente en lugares que entonces formaban parte de la Unión Soviética. Hubo una asamblea en Tallin (Estonia), seguida de otra en Siberia. Se celebraron otras cuatro en ciudades importantes de Ucrania, y otra en Kazajstán. El total de asistentes ascendió a 74.252, y, como fruto reciente de la obra de hacer discípulos de los testigos de Jehová en estas zonas, se bautizaron 7.820 personas por inmersión en agua. Estos no tomaron este paso llevados por la emoción de estar en la asamblea. Los que iban a bautizarse habían recibido una cuidadosa preparación de meses, y en algunos casos, de años.
¿De dónde habían salido tantas personas? Era obvio que la obra de los testigos de Jehová no estaba simplemente en sus inicios en aquella parte de la Tierra. Ya en 1887 se habían enviado por correo publicaciones de la Watch Tower a una persona interesada de Rusia. El primer presidente de la Sociedad Watch Tower había visitado Kishinev (hoy en Moldova) en 1891. Algunos Estudiantes de la Biblia habían ido a Rusia a predicar durante los años veinte; pero había habido una fuerte resistencia oficial, y los pocos grupos que se interesaron en el mensaje bíblico eran pequeños. No obstante, la situación cambió durante la II Guerra Mundial y después de esta. Se efectuó un reajuste de las fronteras nacionales, y grandes segmentos de la población fueron trasladados. Como consecuencia, más de un millar de Testigos de habla ucraniana que vivían en lo que había sido el este de Polonia de repente se encontraron dentro de la Unión Soviética. Otros Testigos que vivían en Rumania y Checoslovaquia vieron cómo sus territorios pasaban a formar parte de la Unión Soviética. Además, los rusos que habían llegado a ser testigos de Jehová en los campos de concentración alemanes regresaron a su tierra, y llevaron consigo las buenas nuevas del Reino de Dios. Para 1946 había 4.797 Testigos activos en la Unión Soviética. A muchos de ellos los trasladó el gobierno de un lugar a otro en el transcurso de los años. Algunos fueron recluidos en campamentos para prisioneros. Dondequiera que fueron, predicaron, y crecieron en número. Incluso antes de conseguir reconocimiento oficial, ya había grupos activos desde Lviv, en el oeste, a Vladivostok, en la costa oriental de la Unión Soviética, frente a Japón.
Ahora muchos están dispuestos a escuchar
Cuando los Testigos celebraron asambleas en 1991 en lo que entonces era la Unión Soviética, el público tuvo la oportunidad de conocerlos más de cerca. ¿Cuál fue la reacción general? En Lviv (Ucrania), un oficial de policía dijo a un asambleísta: “Ustedes sobresalen porque enseñan a otros lo que es bueno, hablan acerca de Dios y no son violentos. Nos hemos preguntado por qué les perseguíamos antes, y hemos llegado a la conclusión de que no les habíamos escuchado y no sabíamos nada de ustedes”. Pero muchos estaban empezando a escuchar, y los testigos de Jehová querían ayudarlos.
Para llevar a cabo eficazmente su obra en estos países, los Testigos necesitaban publicaciones bíblicas. Se hizo un gran esfuerzo por suministrarlas con rapidez. En Selters/Taunus (Alemania), los testigos de Jehová casi doblaron el tamaño de su imprenta. Unas dos semanas después de levantarse la proscripción en la anterior Alemania oriental, se enviaron 21 toneladas de publicaciones a esta zona desde la imprenta de Selters, aunque la ampliación no había concluido aún. Desde que se levantaron las proscripciones en los países de Europa oriental hasta 1992, estos diferentes países recibieron casi 9.100 toneladas de publicaciones en catorce idiomas principales desde Alemania, 633 toneladas desde Italia y otra cantidad desde Finlandia.
Por haber estado aislados en la mayoría de los casos durante muchos años, los Testigos de algunos países también necesitaban ayuda en cuestión de superintendencia de las congregaciones y administración de la organización. Para satisfacer esta apremiante necesidad, se estableció contacto con ancianos experimentados —de Alemania, Estados Unidos, Canadá y otras partes— que, de ser posible, hablaran el idioma del país. ¿Estarían dispuestos a trasladarse a uno de estos países de Europa oriental para suministrar lo que se necesitaba? La respuesta fue realmente grata. En algunos casos se estimó conveniente también enviar a ancianos que habían recibido preparación en la Escuela de Galaad o en la Escuela de Entrenamiento Ministerial.
En 1992 tuvo lugar una sobresaliente asamblea internacional en San Petersburgo, la segunda ciudad más grande de Rusia. Unos 17.000 asambleístas procedían de 27 países diferentes aparte de Rusia. Se dio mucha publicidad a la asamblea. Entre los presentes se encontraban personas que nunca antes habían escuchado a los testigos de Jehová. Se alcanzó un máximo de 46.214 asistentes. Había representantes de toda Rusia, algunos de lugares tan lejanos como la isla de Sajalín, situada al este del país, cerca de Japón. Acudieron grupos grandes de Ucrania, Moldova y otros países que anteriormente pertenecían a la U.R.S.S. Todos ellos llevaron buenas noticias. Según los informes, las congregaciones de ciudades tales como Kiev, Moscú y San Petersburgo tenían un promedio de asistencia a las reuniones que suponía el doble o más del número de Testigos. Muchos de los que querían estudiar la Biblia con los testigos de Jehová estaban en listas de espera. Seiscientos asambleístas habían venido de Letonia, y un número aún mayor de Estonia. De una congregación de San Petersburgo, más de cien pensaban bautizarse en la asamblea. Muchos de los que manifiestan interés son jóvenes o personas cultas. Verdaderamente, en este vasto territorio que el mundo ha considerado por tiempo un baluarte del ateísmo, se está efectuando una gran siega espiritual.
Campos blancos para la siega
Estos cambios de actitud respecto a la libertad religiosa hicieron que otros países también levantaran las restricciones que habían impuesto a los testigos de Jehová o les concedieran el reconocimiento legal que por mucho tiempo se les había negado. Muchos de estos lugares estaban listos para que se efectuara una abundante siega espiritual en ellos. Se hallaban en las condiciones descritas por Jesús a sus discípulos con las siguientes palabras: “Alcen los ojos y miren los campos, que están blancos para la siega”. (Juan 4:35.) Examine tan solo unos cuantos lugares de África en los que existía esta situación.
En 1969 se había declarado ilegal en Zambia el ministerio de casa en casa de los testigos de Jehová. Los Testigos zambianos, por tanto, dedicaban más tiempo a conducir estudios bíblicos con los interesados en sus casas. Otros empezaron también a buscar a los Testigos para que les instruyeran. Poco a poco fueron disminuyendo las restricciones gubernamentales, y la asistencia a las reuniones aumentó. En 1992 asistieron 365.828 personas a la Cena del Señor en Zambia, uno de cada veintitrés habitantes.
En Zaire, situado al norte de Zambia, había también miles de personas que querían aprender lo que enseñan los testigos de Jehová sobre el vivir cristiano y el propósito de Dios para la humanidad. Cuando en 1990 las circunstancias permitieron a los Testigos volver a abrir sus Salones del Reino, en algunas zonas asistieron hasta 500 personas a las reuniones. Al cabo de dos años, los 67.917 Testigos que había en Zaire conducían 141.859 estudios bíblicos en los hogares de la gente.
Una cantidad increíble de países estaban concediendo libertad. En 1990 el gobierno de Benín dio la oportunidad de regresar al país a los misioneros de la Watch Tower que habían sido expulsados catorce años antes, y la puerta quedó abierta para más misioneros. Aquel mismo año el ministro de Justicia de la República de Cabo Verde firmó un decreto por el que se aprobaban los estatutos de la corporación nacional Asociación de los Testigos de Jehová, concediéndoles así reconocimiento legal. Posteriormente, en 1991, se levantó la proscripción que se había impuesto a los testigos de Jehová en Mozambique (donde gobernantes anteriores los habían perseguido intensamente), en Ghana (donde habían sufrido restricciones oficiales) y en Etiopía (donde hacía treinta y cuatro años que ni se podía predicar abiertamente ni se podían celebrar asambleas). Antes de finalizar el año, Níger y el Congo también los habían reconocido legalmente. Y a principios de 1992 se levantó la proscripción o se concedió reconocimiento legal a los testigos de Jehová en Chad, Kenia, Ruanda, Togo y Angola.
Todos estos campos estaban listos para la siega espiritual. En Angola, por ejemplo, los Testigos aumentaron rápidamente en un 31%; además, los casi 19.000 proclamadores del Reino del país estaban conduciendo casi 53.000 estudios bíblicos en las casas. Con objeto de dar la ayuda administrativa necesaria para este amplio programa de educación bíblica tanto en Angola como en Mozambique (donde hay muchos que hablan portugués), se invitó a ancianos cualificados de Portugal y Brasil a mudarse a África para continuar allí su ministerio. Varios misioneros de habla portuguesa fueron asignados al territorio recién abierto de Guinea-Bissau. Y se invitó a Testigos capacitados de Francia y otros países a ayudar a realizar la urgente obra de predicar y hacer discípulos en Benín, Chad y Togo, donde una buena parte de la población habla francés.
Entre los lugares que han producido cosechas particularmente abundantes de alabadores de Jehová figuran países y zonas que antes eran baluartes católicos. Además de Latinoamérica, este es el caso de Francia (que informó 119.674 Testigos evangelizadores en 1992), España (donde hubo 92.282), las Filipinas (con 114.335), Irlanda (donde los Testigos aumentan a un ritmo anual de un 8 a un 10%) y Portugal.
La revista noticiera Opção dijo respecto a una asamblea de los Testigos celebrada en Lisboa (Portugal) en 1978, y que contó con 37.567 asistentes: “Para cualquiera que haya estado en Fátima durante el tiempo de las peregrinaciones, esto en realidad es muy diferente. [...] Aquí [en la asamblea de los testigos de Jehová] desaparece el misticismo, y lo que hay es la celebración de una reunión en la cual creyentes que están en armonía consideran sus problemas, su fe y su punto de vista espiritual. La conducta de unos para con otros da la marca distintiva de una relación afectuosa”. En la década siguiente la cantidad de Testigos aumentó en Portugal casi un 70%.
¿Y qué se puede decir de Italia? En este país, algunos seminarios católicos se han visto obligados a cerrar sus puertas debido a una grave escasez de aspirantes al sacerdocio. Un gran número de iglesias se han quedado sin cura párroco. En muchos casos, los edificios de las iglesias se han convertido en tiendas u oficinas. Así y todo, la Iglesia ha luchado mucho por detener a los testigos de Jehová. En los pasados años ha presionado a las autoridades para que expulsen a los misioneros de los Testigos y ha pedido que la policía suspenda sus reuniones. Durante la década de los ochenta, los párrocos de algunas zonas hicieron que se pegaran rótulos en todas las puertas (incluidas las de algunos que resultaron ser testigos de Jehová), en los que se leía: “No llamar. Somos católicos”. En los periódicos aparecieron los siguientes titulares: “Grito de alarma de la Iglesia en contra de los testigos de Jehová” y “‘Guerra santa’ contra los testigos de Jehová”.
Cuando el clero judío del siglo primero intentó silenciar a los apóstoles, Gamaliel, maestro de la Ley, dio el siguiente consejo sensato: “Si este proyecto o esta obra proviene de hombres, será derribada; pero si proviene de Dios, no podrán derribarlos”. (Hech. 5:38, 39.) ¿Cuál fue el resultado de que el clero católico del siglo XX intentara silenciar a los testigos de Jehová? La obra de los 120 Testigos que había en Italia en 1946 no se fue abajo. Al contrario: en 1992 hubo 194.013 Testigos activos en 2.462 congregaciones por todo el país. Estos han inundado Italia de su enseñanza de la Palabra de Dios. Desde 1946 han dedicado más de 550 millones de horas a hablar del Reino de Dios a los italianos. Durante las conversaciones que han tenido con ellos, los Testigos les han dejado millones de Biblias y más de 400 millones de libros, folletos y revistas que hablan de las Escrituras. Quieren asegurarse de que la población italiana reciba la oportunidad de declararse de parte de Jehová antes del Armagedón. Efectúan esta labor teniendo en cuenta lo que el apóstol Pablo escribió en 2 Corintios 10:4, 5, a saber: “Las armas de nuestro guerrear no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas fuertemente atrincheradas. Porque estamos derrumbando razonamientos y toda cosa encumbrada que se levanta contra el conocimiento de Dios”.
Los testigos de Jehová no dirigen su atención solo a los anteriores baluartes católicos. Saben que Jesucristo dijo: “En todas las naciones primero tienen que predicarse las buenas nuevas”. (Mar. 13:10.) Y esa es la obra que hacen los Testigos. En 1992, 12.168 Testigos hablaron a la gente de la India sobre el Reino de Dios. En la República de Corea predicaron otros 71.428. En Japón, donde el número crece de mes en mes, hubo 171.438. Los Testigos también siguieron esforzándose por llegar a países donde todavía no se había predicado, o se había predicado poco.
A finales de la década de los setenta pudieron llevar el mensaje del Reino por primera vez a los habitantes de las islas Marquesas y la isla de Kosrae, situadas en el océano Pacífico. También llegaron a Bután, que colinda con el sur de China, y a las islas Comores, cercanas a la costa oriental africana. Durante los años ochenta llegaron por primera vez informes de la predicación de los testigos de Jehová en las islas Wallis y Futuna, así como en las islas de Nauru y de Rota, todas en el suroeste del Pacífico. Algunas de estas islas son relativamente pequeñas; pero tienen habitantes, y sus vidas son preciosas. Los testigos de Jehová tienen muy en cuenta la profecía de Jesús de que antes de que llegara el fin el mensaje del Reino se predicaría “en toda la tierra habitada”. (Mat. 24:14.)
Se llega a la gente donde y cuando es posible
Aunque los testigos de Jehová siguen comunicándose con la gente principalmente mediante la predicación de casa en casa, se dan cuenta de que ni siquiera con este método sistemático llegan a todas las personas. Con un sentido de urgencia, siguen buscando a la gente dondequiera que puedan hallarla. (Compárese con Juan 4:5-42; Hechos 16:13, 14.)
Cada vez que atraca un barco en los muelles de los puertos alemanes u holandeses, aunque sea por poco tiempo, los testigos de Jehová procuran visitarlos. Predican primero al capitán y luego a la tripulación. Los hermanos llevan publicaciones bíblicas en muchos idiomas para los hombres. En los mercados de Chad (África central), se ven con frecuencia grupos de quince a veinte personas alrededor de un testigo de Jehová que les habla de la esperanza del Reino de Dios. Los Testigos de Auckland (Nueva Zelanda) se turnan para hablar a los vendedores y a los miles de compradores que acuden los sábados por la mañana a los mercados de baratijas y objetos usados. En Guayaquil (Ecuador), los Testigos ofrecen un folleto conveniente o La Atalaya y ¡Despertad! a las personas que pasan por los terminales de autobús, muchas de ellas procedentes de puntos distantes del país. Los trabajadores nocturnos de los mercados de comestibles que están abiertos las veinticuatro horas en la ciudad de Nueva York reciben visitas de los Testigos en su trabajo, pues a ellos también se les ha de dar la oportunidad de escuchar las buenas nuevas.
Cuando viajan en avión, tren, autobús o ferrocarril subterráneo, muchos testigos de Jehová comunican las preciosas verdades bíblicas a otros pasajeros. Durante el descanso para el almuerzo en el trabajo o en la escuela, y también cuando vienen vendedores a sus puertas, se valen de la ocasión para dar testimonio. Saben que muchas de estas personas quizás no estén en su casa cuando los Testigos hacen sus visitas regulares.
Aunque predican a otros, no se olvidan tampoco de su familia inmediata ni de otros parientes. Ahora bien, cuando la Testigo argentina María Caamano trató de explicar a sus familiares lo emocionada que estaba por lo que había aprendido de la Biblia, estos, o se burlaron de ella, o se mostraron indiferentes. En lugar de darse por vencida, la hermana hizo un viaje de 1.900 kilómetros para predicar a otros familiares suyos, y algunos respondieron. Poco a poco, otros también escucharon. Hoy en día, más de ochenta adultos y más de cuarenta niños de su familia han abrazado las verdades bíblicas y las están transmitiendo a otros.
Con el fin de ayudar a sus parientes, Michael Regan regresó a su ciudad natal, Boyle, situada en el condado irlandés de Roscommon. Les predicó a todos. A su sobrina le impresionó la jovialidad y el modo de vida sano de los hijos de Michael. Su esposo y ella aceptaron un estudio bíblico enseguida. Cuando se bautizaron, el padre de ella le prohibió ir a la casa de la familia. No obstante, su postura se ablandó gradualmente y al final aceptó algunas publicaciones con la intención de desenmascarar las “falsedades” de los Testigos. Pero no tardó en darse cuenta de que lo que estaba leyendo era la verdad, y con el tiempo se bautizó. En la actualidad se asocian con la congregación más de veinte miembros de la familia, la mayoría de los cuales ya se han bautizado.
¿Y los presos? ¿Podrían beneficiarse ellos del mensaje del Reino de Dios? Los testigos de Jehová no los pasan por alto. En una penitenciaría norteamericana en la que había reclusos que estudiaban la Biblia con los testigos de Jehová y además asistían a las reuniones periódicas que estos celebraban en la prisión, se obtuvieron tan buenos resultados que la administración del establecimiento permitió que se celebraran asambleas en su recinto. A estas asistían no solo los prisioneros, sino también miles de Testigos de afuera. En otros países se está haciendo todo lo posible por predicar a hombres y mujeres que están en prisión.
Los testigos de Jehová no creen que el estudio de la Biblia vaya a reformar a todos los presidiarios. Pero saben por experiencia que se puede ayudar a algunos, así que quieren darles la oportunidad de abrazar la esperanza del Reino de Dios.
Intentos continuos por llegar a los corazones
Los testigos de Jehová visitan a la gente una y otra vez. Tal como los primeros discípulos de Jesús, ‘van continuamente’ a las personas de sus territorios asignados para tratar de despertar su interés en el Reino de Dios. (Mat. 10:6, 7.) En algunos lugares solo pueden visitar a todos los amos de casa de su sector una vez al año; en otras partes los visitan varias veces al año. En el área metropolitana de Lisboa (Portugal), donde hay una proporción de un Testigo por cada 160 habitantes, los Testigos visitan a la gente casi todas las semanas. En Venezuela hay ciudades cuyo territorio se cubre con regularidad más de una vez por semana.
La intención de los testigos de Jehová al visitar repetidas veces a la gente no es obligarla a aceptar el mensaje bíblico. Lo único que pretenden es darle la oportunidad de tomar una decisión sensata. Hoy algunas personas quizás digan que no están interesadas; pero cambios drásticos en su vida o en las condiciones mundiales las pueden hacer más receptivas en otra ocasión. Por prejuicios o simplemente por estar muy ocupados, muchos nunca han escuchado en realidad lo que enseñan los Testigos. Pero puede que presten atención si reciben visitas amistosas con frecuencia. A la gente normalmente le impresiona la honradez e integridad moral de los Testigos que viven en su vecindario o que trabajan con ellos. El resultado de esto es que, con el tiempo, algunos se han interesado lo suficiente como para averiguar de qué trata su mensaje. Tal fue el caso de una venezolana que, después de aceptar con gusto información impresa y un estudio bíblico gratuito en su casa, dijo: “Nunca antes me había explicado nadie estas cosas”.
Los Testigos tratan de llegar con bondad al corazón de aquellos con quienes hablan. En Guadalupe, donde en 1992 hubo un Testigo por cada 57 habitantes, los amos de casa suelen decir: “No me interesa”. Eric Dodote respondía a esta objeción: “Le entiendo, y me pongo en su lugar”. Entonces añadía: “Pero, dígame, ¿le gustaría vivir en mejores condiciones que las actuales?”. Después de escuchar la respuesta del amo de casa, le mostraba en la Biblia que Dios hará que existan tales condiciones en Su nuevo mundo.
Se cubre el territorio más minuciosamente
En los últimos años, en algunos países se ha hecho cada vez más difícil encontrar a la gente en su hogar. Con frecuencia ambos cónyuges trabajan fuera de casa, y durante los fines de semana puede que también salgan para distraerse. En muchos países los testigos de Jehová hacen frente a esta situación dedicando más tiempo a predicar de casa en casa al anochecer. Algunos Testigos de Gran Bretaña vuelven entre las seis y las ocho de la tarde a las casas donde no encontraron a nadie antes, y otros incluso hacen tales visitas antes de las ocho de la mañana para tratar de hablar con la gente antes de que se vaya al trabajo.
Hasta cuando las personas están en casa, puede ser muy difícil hablar con ellas sin invitación previa, debido a las estrictas medidas de seguridad adoptadas donde hay mucha delincuencia. Pero en Brasil, cuando algunas de estas personas con las que cuesta contactar van a caminar por la mañana temprano al paseo construido con tablas en la playa de Copacabana, es posible que se dirija a ellos un celoso Testigo que también ha madrugado para hablar con otros sobre cómo el Reino de Dios va a resolver los problemas de la humanidad. En París (Francia), cuando la gente regresa a sus apartamentos al anochecer, a veces se encuentran cerca de la entrada del edificio a una afable pareja de Testigos que está esperando para conversar con los vecinos que estén dispuestos a dedicar unos minutos a oír hablar sobre cómo Dios va a lograr que haya verdadera seguridad. En Honolulú, la ciudad de Nueva York y muchos otros lugares, también se está tratando de establecer comunicación por teléfono con los residentes de los edificios de alta seguridad.
Aun si consiguen hablar con alguien en cada casa, los Testigos no dan por concluida su labor. Su deseo es llegar a cuantos sea posible en cada casa. A veces se logra este objetivo volviendo a horas diferentes o en días diferentes. En Puerto Rico, un ama de casa le dijo a una Testigo que no estaba interesada, y esta le preguntó entonces si había alguien más en la casa con quien pudiera hablar. A esto siguió una conversación con el hombre de la casa, que llevaba catorce años enfermo sin apenas levantarse de la cama. Este se emocionó cuando supo de la esperanza que da la Palabra de Dios. Recuperado su interés en la vida, en breve pudo levantarse de la cama, empezar a asistir a las reuniones del Salón del Reino y dar a conocer a otros su nueva esperanza.
Se da más testimonio al acercarse el fin
Ha habido otro factor que ha contribuido considerablemente a que se intensifique la predicación en los últimos años, a saber, el aumento en la cantidad de Testigos que sirven de precursores. Debido a su intenso deseo de dedicar la mayor cantidad posible de tiempo a servir a Dios, y a su interés altruista en su semejante, se organizan para pasar 60, 90, 140 o más horas al mes en el ministerio del campo. Tal como el apóstol Pablo cuando predicó en Corinto (Grecia), los que emprenden el servicio de precursor llegan a ‘estar intensamente ocupados con la palabra’ y tratan de predicar a cuantas personas les es posible acerca del Reino Mesiánico. (Hech. 18:5.)
En 1975 hubo 130.225 precursores en todo el mundo. Para 1992 la cantidad había ascendido a un promedio mensual de 605.610 (incluidos los precursores regulares, auxiliares y especiales). Esto quiere decir que, durante este período en que la cifra mundial de Testigos aumentó en un 105%, los que participaban en el ministerio de tiempo completo aumentaron en un 365%. En consecuencia, la cantidad de tiempo dedicado a la predicación aumentó de unos 382 millones a más de mil millones de horas al año.
‘El pequeño ha llegado a ser mil’
Jesucristo dio a sus discípulos la comisión de ser testigos de él hasta la parte más distante de la Tierra. (Hech. 1:8.) Mediante el profeta Isaías, Jehová había predicho: “El pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una nación poderosa. Yo mismo, Jehová, lo aceleraré a su propio tiempo”. (Isa. 60:22.) Los registros muestran claramente que los testigos de Jehová están haciendo la obra predicha por Jesús, y han experimentado el aumento que Dios mismo prometió.
Al fin de la II Guerra Mundial la mayoría de los Testigos se hallaban en Norteamérica y Europa; había algunos en África; y otros, integrados en grupos más pequeños, estaban esparcidos por todo el planeta. De ninguna manera habían llevado el mensaje del Reino a todo país, ni habían llegado a todo rincón de los países donde predicaban. Pero esa situación ha cambiado con una rapidez increíble.
Examine el caso de Norteamérica, que se extiende desde Canadá, al norte, hasta Panamá, con ocho países entre ambos, además del estado de Alaska. Para 1945 había 81.410 Testigos en esta extensa zona. Cuatro países informaban menos de veinte Testigos cada uno, y en un país no existía ningún tipo de predicación organizada. Desde entonces se ha dado un testimonio intenso e ininterrumpido en todos estos países. En 1992 hubo 1.440.165 testigos de Jehová en esta parte de la Tierra. En casi todos estos países cada Testigo tiene, como promedio, tan solo unos cuantos centenares de personas a quienes predicar. Un porcentaje alto de la población recibe visitas de los Testigos con intervalos de pocos meses; a muchos se los visita semanalmente. Se están conduciendo con regularidad más de 1.240.000 estudios bíblicos en los hogares, para beneficio de personas solas o de grupos que muestran interés.
¿Y qué se puede decir de Europa? Esta parte del planeta se extiende, de norte a sur, desde Escandinavia hasta el Mediterráneo. Con la excepción de la mayor parte de lo que solía conocerse como la Unión Soviética, en Europa ya se había dado un testimonio extenso antes de la II Guerra Mundial. Nuevas generaciones han crecido desde entonces, y a ellos también se les está mostrando con las Escrituras que el Reino de Dios pronto reemplazará a todos los gobiernos humanos. (Dan. 2:44.) De los pocos miles de Testigos que predicaron bajo severas restricciones durante la guerra, el número de proclamadores del Reino en los 47 países cuyos informes se publicaron en 1992 había aumentado en ese año a 1.176.259, cantidad que incluye a los que viven en lugares que antes formaban parte de las repúblicas soviéticas europeas y asiáticas. En cinco países —Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y Polonia— había más de 100.000 celosos Testigos. ¿Y qué hacían todos esos Testigos? Su informe de 1992 muestra que durante aquel año dedicaron más de 230.000.000 de horas a predicar públicamente, hacer visitas de casa en casa y conducir estudios bíblicos en los hogares. Estos Testigos no se olvidaron de evangelizar ni siquiera en la pequeña república de San Marino, los principados de Andorra y Liechtenstein, ni Gibraltar. Verdaderamente se estaba dando el testimonio predicho.
África también está recibiendo un testimonio extenso. Los registros muestran que hasta 1945 las buenas nuevas habían llegado a veintiocho países del continente, pero en realidad se había predicado muy poco en la mayoría de ellos. Desde entonces, no obstante, se ha logrado mucho. En 1992, 545.044 celosos Testigos predicaron las buenas nuevas en 45 países del continente africano. En la celebración de la Cena del Señor de aquel año hubo 1.834.863 presentes. De modo que, además del tremendo aumento que ya se ha producido, hay un extraordinario potencial de mayor expansión.
El informe de Sudamérica no es menos sobresaliente. Aunque el mensaje bíblico ya había llegado a doce de los trece países sudamericanos antes de la II Guerra Mundial, en aquel entonces solo había un total de veintinueve congregaciones en estos países, y en algunos de ellos no se había organizado todavía la predicación. La mayor parte de la obra de predicar el Reino estaba por hacer. Los Testigos sudamericanos han trabajado con vigor desde entonces. Los que han sido refrescados por el agua de la vida invitan gustosamente a otros a ‘venir y tomar gratis el agua de la vida’. (Rev. 22:17.) En 1992, en Sudamérica hubo 683.782 siervos de Jehová, en 10.399 congregaciones, que participaron con gozo en esta obra. Algunos trabajaron en zonas donde no se había dado un testimonio cabal. Otros hicieron repetidas visitas en lugares donde ya se había dado testimonio, para animar a las personas a ‘gustar y ver que Jehová es bueno’. (Sal. 34:8.) Condujeron con regularidad 905.132 estudios bíblicos en las casas para ayudar a las personas interesadas a adoptar los caminos de Jehová como su modo de vivir.
Fíjese también en Asia y las muchas islas y archipiélagos que hay en todo el orbe. ¿Qué se ha conseguido en esos lugares? Hasta finales de la II Guerra Mundial, en muchos de ellos apenas se había proclamado el Reino. Pero Jesucristo predijo que estas buenas nuevas del Reino se predicarían “en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones”. (Mat. 24:14.) En armonía con la profecía, durante las décadas posteriores a la II Guerra Mundial la predicación de las buenas nuevas, que hasta entonces había llegado a 76 de estos países, islas y archipiélagos, se extendió a otros 40, y se intensificó en los lugares donde ya se había predicado. En 1992, 627.537 Testigos celosos se regocijaron dando a conocer “los actos poderosos de [Jehová] y la gloria del esplendor de su gobernación real” en todo este inmenso territorio. (Sal. 145:11, 12.) Su ministerio no fue fácil. En algunos lugares tuvieron que viajar durante horas en barco o avión para llegar a islas remotas de su territorio. No obstante, durante 1992 dedicaron más de 200.000.000 de horas a evangelizar, y condujeron regularmente 685.211 estudios bíblicos en las casas.
La promesa de que ‘el pequeño llegaría a ser mil’ sin duda alguna se ha cumplido, y con creces. En más de cincuenta países en los que no había ni siquiera un ‘pequeño’ —donde no había ningún testigo de Jehová en 1919 y donde no se había predicado en absoluto— en la actualidad hay más de mil alabadores de Jehová. En algunos países de estos, hay ahora decenas de miles, e incluso más de cien mil testigos de Jehová que proclaman celosamente el Reino de Dios. Los testigos de Jehová se han convertido en “una nación poderosa” que forman una congregación mundial unida más numerosa que la población de por lo menos ochenta naciones independientes del planeta.
¿Cuánto testimonio se dará en los “otros países”?
Lo mencionado hasta ahora incluye a los “otros países”, cuya cantidad en 1992 aún ascendía a veinticuatro. Estos son los países donde los testigos de Jehová estuvieron bajo severas restricciones gubernamentales y de los que no se publican informes detallados. En algunos de estos países se ha dado mucho testimonio. En otros, en cambio, el número de Testigos es bastante reducido. Todavía hay quien no ha escuchado el mensaje del Reino. Sin embargo, los testigos de Jehová confían en que se dará el testimonio necesario. ¿Por qué?
Porque las Escrituras muestran que el propio Jesucristo está supervisando la obra desde su trono celestial. (Mat. 25:31-33.) Bajo su dirección, un ‘ángel que vuela en medio del cielo’ está encargado de declarar buenas nuevas eternas y de instar “a toda nación y tribu y lengua y pueblo” a ‘temer a Dios y darle gloria’. (Rev. 14:6, 7.) No existe poder en el cielo ni en la Tierra que pueda impedir que Jehová atraiga a sí a los que están “correctamente dispuestos para vida eterna”. (Hech. 13:48; Juan 6:44.)
Ningún lugar de la Tierra está tan aislado como para que el mensaje del Reino no pueda llegar a él. Se reciben visitas de familiares; llegan noticias por teléfono y por correo, y hombres de negocio, trabajadores, estudiantes y turistas se comunican con gente de otras naciones. Hoy, como en el pasado, se sigue dando a conocer por estos medios la trascendental noticia de que Jehová ha entronizado a su Rey celestial y le ha dado autoridad sobre las naciones. Los ángeles se encargan de que se llegue a los que tienen hambre y sed de verdad y justicia.
Si es la voluntad del Señor que el mensaje del Reino se predique de forma más directa en las zonas donde los gobiernos lo han impedido hasta ahora, Dios puede producir un cambio de condiciones que obligue a esos gobiernos a cambiar de política. (Pro. 21:1.) Y dondequiera que se les abran nuevas puertas, los testigos de Jehová con mucho gusto se encargarán de que las personas de esas tierras reciban toda la ayuda posible para conocer el propósito amoroso de Jehová. Están resueltos a seguir sirviendo sin interrupción hasta que Jehová mediante Jesucristo diga que la obra ha concluido.
En 1992 los testigos de Jehová predicaron en 229 países. Para ese año las buenas nuevas del Reino de Dios habían llegado de diferentes modos a 235 países. En diez de estos se predicó por primera vez después de 1975.
¿Qué intensidad tuvo el testimonio que se dio? Pues bien, durante los treinta años que siguieron a la II Guerra Mundial los testigos de Jehová dedicaron 4.635.265.939 horas a predicar y enseñar las verdades referentes al nombre y el Reino de Jehová. Sin embargo, durante los siguientes quince años (justo la mitad de tiempo), con más Testigos y una mayor proporción de ellos en el servicio de tiempo completo, se dedicaron 7.858.677.940 horas a predicar públicamente y de casa en casa, así como a conducir estudios bíblicos en las casas. Y la intensidad de la obra continuó aumentando, pues en el año de servicio de 1990-1991 se informaron otros 951.870.021 horas, y más de mil millones al año siguiente.
La cantidad de publicaciones bíblicas distribuidas por los Testigos para dar publicidad al Reino, así como la diversidad de idiomas en los que las editan, no tiene paralelo en ninguna otra actividad humana. Los registros son incompletos; pero los informes que se tienen muestran que entre los años 1920 y 1992 se dejaron en manos de gente interesada 10.107.565.269 libros, folletos y revistas, así como miles de millones de tratados, en 294 idiomas.
Al escribirse estas palabras, aún no ha concluido la obra de predicar por todo el mundo. Pero la labor que se ha realizado y las circunstancias en las que se ha hecho dan prueba inequívoca de la acción del espíritu de Dios.
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