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AmorPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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AMOR
Afecto profundo o apego hacia una persona; cariño. También se designa con este término el afecto benevolente que Dios siente hacia sus criaturas o el afecto reverente que estas le deben a Él. Amor también es la atracción afectiva y apasionada hacia una persona del sexo opuesto, que constituye el incentivo emocional para la unión conyugal. Un concepto estrechamente relacionado con el amor es la “devoción”.
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AmorPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Con respecto al verbo fi·lé·ō, Vine comenta: “Se debe distinguir de agapaō en que phileō denota más bien un afecto entrañable [...]. Además, amar (phileō) la vida, en base de un deseo indebido de preservarla, con olvido del verdadero propósito de vivir, se encuentra con la reprobación del Señor, Jn 12:25. Al contrario, amar la vida (agapaō) tal como se usa en 1 P 3:10, significa considerar el verdadero motivo de vivir. Aquí, la palabra phileō sería totalmente inapropiada” (vol. 1, pág. 88).
La Exhaustive Concordance of the Bible (de James Strong, 1890, págs. 75, 76) hace la siguiente observación en la sección del diccionario griego bajo el término fi·lé·ō: “Ser un amigo de (tener cariño a [un individuo o un objeto]), es decir, sentir afecto por (en el sentido de apego personal, bien por sentimiento o emoción; mientras que [a·ga·pá·ō] es más amplio, y abarca especialmente la decisión de amar después de un juicio y asentimiento deliberado sobre la base de los principios, el deber y el decoro [...])”. (Véase CARIÑO.)
Por lo tanto, a·gá·pē a menudo transmite el significado de amor basado o gobernado por principios. Por lo general, va acompañado de afecto y cariño. El hecho de que puede incluir estas cualidades resulta evidente en muchos pasajes. En Juan 3:35 Jesús dijo: “El Padre ama [a·ga·pái] al Hijo”, y en Juan 5:20 afirmó: “El Padre le tiene cariño [fi·léi] al Hijo”. Ciertamente el amor que Dios siente por Jesucristo está lleno de afecto. Jesús también explicó: “El que me ama [a·ga·pṓn] será amado [a·ga·pē·thḗ·se·tai] por mi Padre, y yo lo amaré [a·ga·pḗ·sō]”. (Jn 14:21.) A este amor del Padre y del Hijo lo acompaña un tierno afecto hacia esas personas que les muestran amor. Los adoradores de Jehová deben amar a Jehová y a Jesucristo, y amarse unos a otros, de la misma manera. (Jn 21:15-17.)
Por lo tanto, aunque el amor cristiano se distingue por su respeto a los principios, no es insensible; de otro modo, no se diferenciaría de la justicia fría. No obstante, no lo gobiernan la emoción o el sentimentalismo; nunca pasa por alto los principios. Los cristianos correctamente muestran amor a otros hacia quienes no sienten ningún afecto o simpatía en especial, pero lo hacen por su bienestar. (Gál 6:10.) Ahora bien, aunque no les tienen ningún afecto en especial, sienten compasión e interés sincero por tales seres humanos, pero dentro de los límites y a la manera que permiten y mandan los principios justos.
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