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    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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      La forma de vida terrestre más elevada y una obra del Creador, Jehová Dios. Jehová formó al hombre del polvo del suelo, sopló en sus narices el aliento de vida “y el hombre vino a ser alma viviente”. (Gé 2:7; 1Co 15:45.) Después que Adán fue creado y puso nombre a los animales, Jehová hizo que cayese en un profundo sueño, y, mientras dormía, tomó una de sus costillas y la usó para hacer a la mujer. Por esa razón, cuando se la presentó, Adán pudo decir: “Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne”. La llamó Mujer (ʼisch·scháh) “porque del hombre fue tomada esta”. (Gé 2:21-23.) Después Adán le puso por nombre Eva (que significa “Una Viviente”). (Gé 3:20.)

  • Hombre
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • Cuando Pablo dio testimonio acerca de la creación del ser humano por Dios, dijo a los atenienses: “Hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para que moren sobre la entera superficie de la tierra”. (Hch 17:26). Por lo tanto, todas las naciones y razas tienen un origen común.

      A Adán y Eva se les creó hacia el final del sexto “día” creativo. (Gé 1:24-31.) No existen registros del hombre antiguo, su escritura, agricultura y otras ocupaciones, anteriores a 4026 a. E.C., la fecha de la creación de Adán. Puesto que las Escrituras trazan la historia del hombre desde la misma creación de la primera pareja humana, no puede existir lo que se ha dado en llamar “hombre prehistórico”. Los registros de los fósiles hallados en la Tierra no han suministrado ningún eslabón entre el hombre y los animales. Además, en los registros más antiguos del hombre —tanto documentos escritos como dibujos en cuevas, esculturas o similares— no se hace ninguna referencia en absoluto a la existencia de seres infrahumanos. Las Escrituras establecen claramente lo contrario: el hombre fue originalmente un hijo de Dios y degeneró. (1Re 8:46; Ec 7:20; 1Jn 1:8-10.) El arqueólogo O. D. Miller hizo la siguiente observación: “La tradición de la ‘edad de oro’ no fue un mito. La antigua doctrina de que hubo una decadencia posterior, una dolorosa degeneración de la raza humana desde un estado original de felicidad y pureza, sin duda englobaba una gran verdad, aunque lamentable. Nuestras filosofías modernas de que la historia comienza con el hombre primitivo en estado salvaje necesitan una nueva introducción. [...] No, el hombre primitivo no fue un salvaje”. (Har-Moad, 1892, pág. 417.)

      La Biblia dice que el hogar original del hombre era “un jardín en Edén”. (Gé 2:8; véase EDÉN núm. 1.) La ubicación indicada está relativamente cerca del lugar de la primitiva civilización postdiluviana. P. J. Wiseman expresa el punto de vista general de los doctos: “Toda la prueba que tenemos disponible, procedente del Génesis, de la arqueología y de las tradiciones populares, señala a la llanura mesopotámica como el hogar más antiguo del hombre. La civilización del Lejano Oriente, ya sea en China o la India, no puede competir con esta tierra en lo que respecta a la antigüedad de sus pueblos, por lo que fácilmente se la puede considerar la cuna de la civilización”. (New Discoveries in Babylonia About Genesis, 1949, pág. 28.)

      ¿En qué sentido está hecho el hombre “a la imagen de Dios”?

      Cuando Dios reveló a su “obrero maestro” el propósito divino de crear a la humanidad, le dijo: “Hagamos al hombre [ʼa·dhám] a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. (Gé 1:26, 27; Pr 8:30, 31; compárese con Jn 1:1-3; Col 1:15-17.) Nótese que las Escrituras no dicen que Dios creó al hombre a la imagen de una bestia salvaje o de un animal doméstico o de un pez. Se hizo al hombre ‘a la imagen de Dios’; era un “hijo de Dios”. (Lu 3:38.) En cuanto a la forma o aspecto del cuerpo de Dios, “nadie ha contemplado a Dios nunca”. (1Jn 4:12.) Nadie en la Tierra conoce la apariencia del cuerpo de Dios, que es glorioso, celestial y espiritual; por lo tanto, no podemos comparar el cuerpo del hombre con el de Dios. “Dios es un Espíritu.” (Jn 4:24.)

      El hombre y la mujer fueron hechos a ‘la imagen de Dios’ en el sentido de que fueron creados con cualidades morales como las de Él, a saber, amor y justicia. (Compárese con Col 3:10.) El ser humano también tiene facultades y sabiduría superiores a las de los animales, de manera que puede apreciar aquello que Dios aprecia y valora, como la belleza y las artes, el habla y el raciocinio, así como otros procesos similares de la mente y el corazón. Además, tiene capacidad espiritual y puede llegar a conocer a Dios y comunicarse con Él. (1Co 2:11-16; Heb 12:9.) Por tales razones el hombre estaba capacitado para ser el representante de Dios y tener en sujeción a las criaturas voladoras, terrestres y marinas.

      Por ser una creación de Dios, el hombre originalmente era perfecto. (Dt 32:4.) Por consiguiente, Adán pudo haber legado a su posteridad la perfección humana y la oportunidad de vivir para siempre en la Tierra. (Isa 45:18.) A él y a Eva se les ordenó: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla”. A medida que su familia hubiese ido aumentando, habrían cultivado y embellecido la Tierra de acuerdo con el proyecto de su Creador. (Gé 1:28.)

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