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SalomónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Adonías intenta usurpar el trono. Salomón vuelve a aparecer en el registro bíblico después de su nacimiento cuando David ya era anciano. En armonía con la promesa de Jehová, David había jurado a Bat-seba que Salomón le sucedería en el trono, hecho que conocía el profeta Natán. (1Re 1:11-13, 17.) No se dice si Adonías, el hermano de padre de Salomón, conocía este juramento o la intención de David. Sea como fuere, intentó conseguir el trono de una manera similar a la que utilizó Absalón. Confiaba que tendría éxito, quizás debido a la debilidad del rey y porque tenía el apoyo de Joab, el jefe del ejército, y de Abiatar, el sacerdote. No obstante, fue una traición, pues trató de usurpar el trono mientras David todavía estaba vivo y sin tener la aprobación de él o de Jehová. Además, manifestó su actitud solapada al preparar un sacrificio en En-roguel, donde tenía la intención de ser proclamado rey, sacrificio al que invitó únicamente a los otros hijos del rey y a los hombres de Judá, los siervos del rey, pero no a Salomón, ni a Natán el profeta, ni a Sadoc el sacerdote, ni a los hombres poderosos que habían luchado al lado de David, ni tampoco a Benaya, bajo cuyo acaudillamiento estaban. Este hecho indica que Adonías veía a Salomón como un rival que obstaculizaba sus ambiciones. (1Re 1:5-10.)
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SalomónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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La solicitud sediciosa de Adonías. No transcurrió mucho tiempo antes de que Salomón tuviese que actuar para cumplir las instrucciones de David con respecto a Joab. Esto se debió a la acción de Adonías, quien todavía manifestaba ambición a pesar de la misericordia que le había mostrado Salomón. Adonías abordó a la madre de Salomón con las palabras: “Tú misma bien sabes que la gobernación real había de llegar a ser mía, y era hacia mí hacia quien todo Israel había fijado su rostro para que yo llegara a ser rey; pero la gobernación real dio vuelta y llegó a ser de mi hermano, porque de parte de Jehová llegó a ser suya”. Adonías reconoció que Jehová estaba detrás de la entronización de Salomón; sin embargo, la solicitud que hizo después de estas palabras fue otra tentativa astuta de usurpar la gobernación real. Le pidió a Bat-seba: “Por favor, di a Salomón el rey [...] que me dé a Abisag la sunamita por esposa”. Debió pensar que tenía suficientes partidarios, además del apoyo de Joab y Abiatar, de manera que si tomaba a Abisag, considerada concubina de David —aunque no tuvo relaciones con ella—, podía empezar un levantamiento que podría derrotar a Salomón. La costumbre era que las esposas y concubinas de un rey pasasen a ser propiedad de su sucesor, por lo que se consideraba que tomarlas equivalía a reclamar el trono. (Compárese con 2Sa 16:21, 22.) Cuando Bat-seba, que no había discernido la doble intención de Adonías, transmitió su solicitud a Salomón, este inmediatamente lo interpretó como un intento de conseguir la gobernación real y envió en seguida a Benaya para que diese muerte a Adonías. (1Re 2:13-25.)
Se depone a Abiatar y se ejecuta a Joab. A continuación Salomón dio atención a los que habían conspirado junto con Adonías. Destituyó a Abiatar de ser sacerdote en cumplimiento de la palabra de Jehová pronunciada contra la casa de Elí (1Sa 2:30-36), pero no lo mató, porque había llevado el Arca delante de David y había sufrido aflicción con él. Sadoc reemplazó a Abiatar. Mientras tanto, cuando Joab se enteró de la acción de Salomón, huyó y se asió de los cuernos del altar, pero Benaya le dio muerte allí mismo por orden de Salomón. (1Re 2:26-35.)
Ejecución de Simeí. Salomón hizo jurar a Simeí que se sometería a ciertas restricciones por haber invocado el mal contra su padre David. Unos tres años después Simeí violó tales restricciones, por lo que Salomón hizo que le dieran muerte. Así se llevó a cabo completamente el mandato que David dio a Salomón. (1Re 2:36-46.)
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