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Reino de DiosPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Este pacto relativo a la dinastía davídica supuso otro eslabón en el desarrollo de la promesa edénica de Dios en cuanto a su reino por medio de la predicha “descendencia” (Gé 3:15), y suministró más detalles para identificar a esa “descendencia” cuando llegara. (Compárese con Isa 9:6, 7; 1Pe 1:11.) Los reyes nombrados por Dios eran ungidos para su puesto, por lo que les aplicaba el término “mesías”, que significa “ungido”. (1Sa 16:1; Sl 132:13, 17.) De modo que el reino terrestre que Jehová puso sobre Israel fue un tipo o una representación a pequeña escala del venidero reino del Mesías Jesucristo, el “hijo de David”. (Mt 1:1.)
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Reino de DiosPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Hacia el final del Imperio babilonio, Daniel tuvo visiones proféticas de imperios sucesivos que tendrían características bestiales; vio también el majestuoso tribunal celestial de Jehová en sesión, juzgando a las potencias del mundo y decretando que no merecen gobernar, y contempló a “alguien como un hijo del hombre [...] [a quien] fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él”, en su “gobernación de duración indefinida que no pasará”. Presenció también la guerra de la última potencia mundial contra “los santos”, lo que exigiría la aniquilación de aquella, y la entrega del “reino y la gobernación y la grandeza de los reinos bajo todos los cielos [...] al pueblo que son los santos del Supremo”, los santos de Jehová Dios. (Da 7, 8.) De este modo se manifestó claramente que la “descendencia” prometida consistiría en un cuerpo gubernamental que además de tener un cabeza regio, el “hijo del hombre”, también contaría con gobernantes asociados, los “santos del Supremo”.
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