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Poste sagradoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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POSTE SAGRADO
Se cree que la palabra hebrea ʼasche·ráh (plural ʼasche·rím) puede referirse a 1) un poste sagrado que representa a Aserá, diosa cananea de la fertilidad (Jue 6:25, 26), y 2) la propia diosa Aserá. (2Re 13:6, nota.) Sin embargo, no siempre es posible determinar si cierto texto en particular se refiere al objeto idolátrico o a la diosa.
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Poste sagradoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Aserá. Los textos de Ras Shamra identifican a esta diosa como la esposa del dios El, “Creador de las Criaturas”, y la llaman “señora Aserá del Mar” y “Progenitora de los Dioses”, lo que la convierte en madre de Baal. Sin embargo, las funciones de las tres diosas prominentes del baalismo (Anat, Aserá y Astoret) debieron intercambiarse fácilmente, como se desprende de las fuentes extrabíblicas, así como del propio registro bíblico. Si bien Astoret figuraba como la esposa de Baal, es posible que a Aserá también se la considerase como tal.
Durante el período de los jueces, los israelitas apóstatas “se pusieron a servir a los Baales y a los postes sagrados [los aserás]”. (Jue 3:7, nota; compárese con 2:13.) El que esas deidades aparezcan en plural puede indicar que cada localidad tenía su Baal y su aserá. (Jue 6:25.) Jezabel, la esposa sidonia de Acab, el rey de Israel, tenía 450 profetas de Baal y 400 profetas del poste sagrado o aserá que ‘comían a su mesa’. (1Re 18:19.)
La degradada adoración de Aserá llegó a practicarse hasta en el mismísimo templo de Jehová. El rey Manasés hasta colocó allí una imagen tallada del poste sagrado, probablemente una representación de la diosa Aserá. (2Re 21:7.) A Manasés se le disciplinó con el cautiverio en Babilonia, si bien demostró haberse beneficiado de dicha disciplina, pues cuando regresó a Jerusalén, limpió la casa de Jehová de objetos idolátricos. No obstante, su hijo Amón reanudó el degradante culto a Baal y Aserá, que iba acompañado de prostitución ceremonial. (2Cr 33:11-13, 15, 21-23.) Eso obligó al justo rey Josías, sucesor de Amón, a derribar “las casas de los prostitutos de templo que estaban en la casa de Jehová, donde las mujeres tejían tiendas-capillas para el poste sagrado”. (2Re 23:4-7.)
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