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  • Egipto, egipcio
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • Egipto era un país muy religioso; el politeísmo era su principal característica. Cada población y ciudad tenía su propia deidad local, que ostentaba el título de “Señor de la ciudad”. Una lista hallada en la tumba de Tutmosis III contiene los nombres de unos 740 dioses. (Éx 12:12.) Era frecuente representar al dios casado con una diosa que le daba un hijo, “y los tres formaban una tríada divina o trinidad, en la que el padre, por otra parte, no era siempre el principal, contentándose en ocasiones con el papel de príncipe consorte, mientras que la deidad principal de la localidad era la diosa”. (New Larousse Encyclopedia of Mythology, 1968, pág. 10.) Cada uno de los dioses principales moraba en un templo, que no estaba abierto al público, y era adorado por los sacerdotes, que lo despertaban cada mañana con un himno, lo bañaban, lo vestían, lo “alimentaban” y le rendían otros servicios. (Contrástese con Sl 121:3, 4; Isa 40:28.) Parece ser que en el cumplimiento de ese servicio se consideraba a los sacerdotes representantes de Faraón, quien, según se creía, también era un dios vivo, el hijo del dios Ra. Estos hechos subrayan el valor que mostraron Moisés y Aarón al personarse delante de Faraón para comunicarle el decreto del Dios verdadero, y añaden significado a la respuesta desdeñosa del monarca: “¿Quién es Jehová, para que yo obedezca su voz [...]?”. (Éx 5:2.)

  • Egipto, egipcio
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • [Ilustración de la página 768]

      Estatua de Amón con forma de carnero con el faraón Taharka (Tirhaqá); simbolizaba la protección del dios al gobernante

      Por ejemplo, al dios Ra se le conocía por 75 nombres y formas distintos. Al parecer, solo unas pocas de los centenares de deidades recibían adoración a nivel verdaderamente nacional. Entre las más populares estaba la trinidad o tríada de Osiris, Isis (su esposa) y Horus (su hijo). También estaban los dioses “cósmicos”, encabezados por Ra, el dios-sol, y también los dioses de la Luna, del firmamento, del aire, de la Tierra, del río Nilo, etc. En Tebas (la bíblica No) el dios Amón era el más importante, y con el tiempo se le concedió el título de “rey de los dioses” con el nombre de Amón-Ra. (Jer 46:25.) Durante las fiestas (Jer 46:17), llevaban a los dioses por las calles de la ciudad. Cuando, por ejemplo, los sacerdotes llevaban el ídolo de Ra en procesión religiosa, el pueblo procuraba estar presente, esperando obtener méritos por ello. Los egipcios creían que su mera presencia era un cumplimiento de su obligación religiosa, y pensaban que Ra estaba obligado a su vez a continuar concediéndoles prosperidad. Solo acudían a él para pedir bendiciones materiales y prosperidad, nunca con relación a asuntos de índole espiritual. Hay numerosas correspondencias entre los dioses principales de Egipto y de Babilonia, aunque todo parece indicar que se originaron en Babilonia y Egipto los perpetuó. (Véase DIOSES Y DIOSAS.)

      Esta adoración politeísta no benefició nada a los egipcios. Tal como observa la Encyclopædia Britannica (1959, vol. 8, pág. 53), “la imaginación clásica y moderna atribuye [a la religión egipcia] verdades profundas encerradas en sus misterios impresionantes. Tenían misterios, por supuesto, como los ashanti o los ibo [tribus africanas]. Sin embargo, es un error creer que estos misterios encerrasen una verdad y que hubiese una ‘fe’ oculta tras ellos”. En realidad, la información disponible muestra que los elementos básicos de la adoración egipcia eran la magia y la superstición primitiva. (Gé 41:8.) La magia religiosa se usaba para evitar la enfermedad; el espiritismo estaba extendido, y había muchos “encantadores”, “médium espiritistas” y “pronosticadores profesionales de sucesos”. (Isa 19:3.) Se llevaban amuletos y ‘encantamientos de la buena suerte’, se escribían sortilegios en trozos de papiro y luego se ataban alrededor del cuello. (Compárese con Dt 18:10, 11.) Cuando Moisés y Aarón efectuaron hechos milagrosos por el poder divino, los sacerdotes practicantes de magia y hechiceros de la corte de Faraón dieron la impresión de repetir esos hechos mediante artes mágicas, hasta que se vieron obligados a reconocer su impotencia. (Éx 7:11, 22; 8:7, 18, 19.)

      Adoración de animales. Esta adoración supersticiosa condujo a los egipcios a practicar una idolatría sumamente degradante, que incluía la adoración de animales. (Compárese con Ro 1:22, 23.) A muchos de los dioses más importantes se les solía representar con un cuerpo humano y la cabeza de un animal o pájaro. Por ejemplo, el dios Horus tenía cabeza de halcón, y Thot, de un ibis o un mono. En algunos casos se creía que el dios realmente estaba encarnado en el cuerpo del animal, como en el caso de los bueyes Apis. Al buey Apis, considerado como una encarnación del dios Osiris, se le mantenía en un templo, y cuando moría se efectuaba un funeral y un entierro complejos. La creencia de que ciertos animales, como los gatos, babuinos, cocodrilos, chacales y varias aves, eran sagrados por virtud de su relación con ciertos dioses resultó en que los egipcios momificasen centenares de miles de tales criaturas y los enterrasen en cementerios especiales.

      [Ilustración de la página 770]

      La plaga de peste que Jehová trajo sobre el ganado egipcio deshonró a su dios Apis, representado por un toro

      ¿Por qué dijo Moisés que los sacrificios de Israel serían “detestables a los egipcios”?

      El hecho de que se veneraran tantos diferentes animales en todo Egipto fue lo que hizo que Moisés insistiese en que se le permitiese a Israel ir al desierto para hacer sus sacrificios, diciéndole a Faraón: “Suponiendo que sacrificáramos una cosa detestable a los egipcios delante de sus ojos; ¿no nos apedrearían?”. (Éx 8:26, 27.) En efecto, la mayoría de los sacrificios que Israel ofreció después habrían sido muy ofensivos para los egipcios. (Al dios-sol Ra a veces se le representaba como un becerro nacido de la vaca celestial.) Por otra parte, como se muestra en el artículo DIOSES Y DIOSAS, Jehová ejecutó juicios “en todos los dioses de Egipto” mediante las diez plagas, y los humilló en gran manera a la vez que hacía que se conociera su propio nombre por toda la tierra. (Éx 12:12.)

      Durante los dos siglos que la nación de Israel permaneció en Egipto, no escapó por completo de la influencia contaminante de tal adoración falsa (Jos 24:14), lo que puede explicar las actitudes incorrectas que manifestaron muchos israelitas al comienzo del éxodo. Aunque Jehová les dijo que se deshiciesen de los “ídolos estercolizos de Egipto”, no obedecieron. (Eze 20:7, 8; 23:3, 4, 8.) El que hicieran en el desierto un becerro de oro para adorarlo quizás refleje la adoración egipcia de animales que había corrompido a algunos israelitas. (Éx 32:1-8; Hch 7:39-41.) Antes de que Israel entrase en la Tierra Prometida, Jehová volvió a advertir de forma explícita que no se mezclara con su adoración el culto a representaciones animales o a cuerpos “cósmicos”. (Dt 4:15-20.) Sin embargo, la adoración de animales resurgió de nuevo siglos más tarde, cuando Jeroboán hizo dos becerros de oro una vez regresó de Egipto y empezó a gobernar sobre el reino norteño de Israel. (1Re 12:2, 28, 29.) Es digno de mención que los escritos inspirados de Moisés están completamente libres de la influencia de la idolatría y superstición egipcias.

  • Egipto, egipcio
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • La religión del antiguo Egipto se basaba principalmente en ceremonias y sortilegios destinados a conseguir ciertos resultados deseados por medio del concurso de uno o más de sus numerosos dioses.

      Aunque se ha afirmado que existía una forma de monoteísmo durante los reinados de los faraones Amenhotep III y Amenhotep IV (Akhenatón), cuando la adoración al dios-sol Atón llegó a ser casi exclusiva, en realidad no fue un verdadero monoteísmo. A Faraón mismo se le siguió adorando como si fuera un dios; e incluso en este período no había calidad ética en los textos religiosos egipcios, ya que los himnos al dios-sol Atón tan solo lo alababan por su calor dador de vida, pero carecían de cualquier expresión de alabanza o aprecio por cualquier cualidad espiritual o moral. Por lo tanto, cualquier alegación de que el monoteísmo de los escritos de Moisés se derivó de la influencia egipcia carece de todo fundamento.

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