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Ungüentos y perfumesPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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De igual manera, Jehová dio la fórmula para el incienso santo, pues no se trataba meramente de una sustancia que quemara y echara humo, sino de un incienso perfumado especial. (Éx 30:7; 40:27; Le 16:12; 2Cr 2:4; 13:10, 11.) Para su elaboración se empleaban cantidades específicas de gotas de estacte, uña olorosa, gálbano perfumado y olíbano puro, y Dios dijo después que era “una mezcla de especias, obra de ungüentario, sazonado con sal, puro, cosa santa”. Parte de este incienso se convertía en polvo finísimo y es probable que se cribara para obtener un producto uniforme, adecuado para su utilización especial. Su empleo para uso privado era un delito que merecía la pena capital. (Éx 30:34-38.)
Para hacer el aceite de unción y el incienso santo, se utilizaba aceite balsámico fragante. (Éx 25:6; 35:8, 28.)
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Ungüentos y perfumesPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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La elaboración del aceite de unción y del incienso perfumado no era un asunto de experimentación, pues desde el principio Jehová dijo: “En el corazón de todos los que son sabios de corazón de veras pongo sabiduría, para que verdaderamente hagan [...] el aceite de la unción y el incienso perfumado para el santuario”. (Éx 31:6-11; 35:10-15; 37:29; 39:33, 38.) Por consiguiente, se designó a algunos sacerdotes ungüentarios encargados de la elaboración, supervisión y reposición de estos artículos. (1Cr 9:30; Nú 4:16.)
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